Sobre estudiar y saber

Aug 13, 2009 09:58

 Mientras espero a que mis neuronas reconecten del todo y colaboren para estudiar para el final que tengo que dar esta noche, decidí darme una vuelta por acá y escribir algo. No que esté particularmente inspirada. De hecho, justo ahora no se me ocurre nada concreto de lo que pudiera hablar...

Llevo días estudiando. Que Álgebra, que Física, que Política Educacional y Legislación Escolar... En fin, me he convertido en una máquina de estar sentada y leer apuntes. ¡Y no puedo! Juro que me supera. Mi hermano dice que tengo hormigas en el trasero, porque no puedo estar sentada en la misma posición por más de tres minutos. Empiezo a mover la pierna, o me levanto y me siento arriba de un pie, o me levanto y voy hasta la heladera con las fotocopias en la mano, o vengo a la PC y me siento a lo indio con las fotocopias sobre una pierna y el cuaderno en la otra.

Mi gran problema es que no tiene sentido. Es decir, sí, todo muy bonito, hay que estudiar para aprobar, y si apruebo me saco la materia de encima y no la tengo que ver nunca más en mi vida, pero... ¡Soy yo! A ver, los que me conocen, ¿cuántas veces me han visto estudiar en serio? Tere el año pasado me obligó a alejarme de la PC durante dos días para que estudiara Álgebra. En diciembre, creo que fue ella misma la que me obligó a dedicarle al menos una hora diaria a leer los apuntes de Análisis. Mis viejos hinchan siempre...

Y ahora llevo ya dos semanas igual. La semana pasada empecé con Álgebra. Gracias a Dios el martes aprobé y me la saqué de encima de una bendita vez. Enseguida retomé para Física, pero el fin de semana me fui a lo de Nko por su cumple (y sí, no podía con mi genio). Desaprobé por tercera vez el martes, pero ya hice un arreglo para ir de oyente a las clases e intentar rendir a fin de año. Cuando llegué a casa no hice nada, así que ayer, miércoles, me tuve que poner a full con lo de Política... ¡Y es un embole! Es decir, el tema que elegí por lo menos me interesa. La cuestión es que tengo que estudiar tres apuntes en menos de dos días, y pegarle aunque sea una leída a veinte apuntes más. Tengo que estar preparada. Y no puedo dejar a mi compañera de lección en banda.

Me siento desbordada. Aunque sé que esto que me pasa es nada al lado de las responsabilidades de mucha de la gente que me rodea, siento que es más de lo que puedo hacer. Sí, puedo ser todo lo capaz que quieran, pero sin embargo soy yo, tengo una personalidad que me impide ser tan específica en lo que estudio. Tengo una tendencia a dejar las cosas a medias que es más fuerte que yo. Hay que pensar que empecé a estudiar piano y dejé, empecé a estudiar dibujo y dejé, empecé a estudiar cómo hacer muñecos de peluche y dejé, empecé a... Se entiende, ¿no?

Empecé el profesorado. Quise dejar más de una vez. Quise largar todo, y aún así sigo dándole. Ahora mismo quiero dejar y dedicarme... a la música. O al diseño gráfico. O a los videojuegos. Pero si quiero que algo de eso sea mi vida tengo que estudiar, y ahí entro en conflicto de nuevo.

Siempre digo que sé un poco sobre bastantes cosas. Dentro de unos diez años seguramente sabré mucho sobre bastantes cosas. Y cuando llegue a la edad de mis viejos ahora sabré mucho sobre muchas cosas, y todavía me quedará mucho más por aprender. Y eso es porque me encanta saber, pero no en el sentido de la profundidad y la especificidad, sino saber en general. Poder hablar de todo. Sobre el clima, sobre libros, sobre geografía, historia, arte, anatomía, evolucionismo, enfermedades inmunológicas, álgebra, geometría, psicología, antropología, videojuegos... La lista sigue y sigue. Quiero saber, me gusta saber.

Saber sirve para impresionar a otros en caso de ser necesario. Sirve para defenderme y que no me pasen por encima. Sirve para que otros sepan. Sirve para ejercitar mi cerebro y que se mantenga joven.

Mi gran dilema es que para saber es necesario estudiar. De un modo u otro se estudia, es inevitable. Y no me gusta estudiar, al menos en el sentido más formal de la palabra. Me gusta investigar sobre lo que me interesa. ¿Qué me importa a mí ahora si la Iglesia Católica quiere educar a las masas porque considera que es una tarea que le ha sido divinamente encomendada? Tal vez en otro momento me resulte interesante, pero ahora quiero saber, por ejemplo, cómo está organizado el sistema educativo yankee; o, quizá, entender cómo se programa en Visual Basic; o, por otro lado, averiguar algo más sobre psiquiatría, ya que miro Mental y me causa curiosidad.

Curiosidad. ¡Esa es la palabra! Soy una persona insoportablemente curiosa. Pero no soy curiosa en sentido de chusmeríos, sino más bien en cuestiones de conocimiento. Ciencias, sobre todo. Exactas, naturales, sociales... Teología también. Ya sea cristiana o no.

Es curioso notar cómo a veces estudiar no implica saber. Y no me contradigo en absoluto. Digo que estudiar es condición necesaria para saber, pero no condición suficiente. Conozco personalmente a mucha gente que se ha sacado puros dieces en algunas materias de las que un mes después no pueden recordar ni un mísero teorema... Y yo no los recuerdo, pero como estudié (a mi modo, claro) puedo razonarlos y deducirlos. Mi profesora de Geometría I me decía que soy una desgraciada, porque compenso con razonamiento lo que me falta de memoria...

Tal vez soy como el señor Nigel-Murray, ese personaje de Bones cuya mente parece una Enciclopedia Universal con datos de trivia de lo más curiosos. Quiero saber, sobre todo, lo que está a mi alcance y lo que no. Quiero aprender, nunca dejar de encontrar cosas nuevas.

Esta curiosidad infinita me define como persona y me impulsa a intentar ser cada día mejor. Y no en el sentido de ser mejor que otros (que soy mejor que otros, eso es claro, más allá incluso de mi propio egocentrismo es un hecho objetivo y medible, como diría Bones) sino en el de ser mejor de lo que yo misma era ayer.

reflexiones, saber

Previous post Next post
Up