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Sep 04, 2013 13:42

Cuando volví a casa de vacaciones el diciembre pasado, mi madre había comprado lana y unas agujas de hacer punto. En uno de esos días en los que nos estábamos rascando la barriga en el sofá después de las 7467365 comidas navideñas típicas de la época, y como quería saber lo que se sentía siendo una super hipster moderna de mierda que hace cosas de viejunos, le pregunté que si me podía enseñar a tejer.

La Mariajo me explicó cómo se empezaba y cómo se hacía el punto simple de toda la vida con una lana blanca del chino que tenía sin usar. Después de varias intentonas, conseguí hacer unas cuantas vueltas (como unas cinco o seis), pero al volver a Londres a continuar con el trabajo y no tener tiempo de nada, obviamente no volví a tejer otro punto más.

Este verano, con eso de estar de vacaciones perpetuas (aka: no tener trabajo), me he querido dedicar a no calentarme mucho al cabeza (o sea, básicamente, a leer y a ver series), pero hace más o menos un mes se me ocurrió volver a hacer algo de punto. Le pedí prestadas las agujas a mi madre de nuevo (y aunque le hubiera podido pedir hasta una cosa de esas para hacer encaje de bolillos, porque la bolsa de las labores de casa es heredada de mi abuela, y después de tantos años ya parece una puta mercería) y también recurrí de nuevo a mi chino de confianza para hacerme con dos ovillos de lana, uno rosa y el otro azul marino.

Ni que decir tiene que, después de que hubieran pasado ocho meses desde que tocara un ovillo y de que mi encantador cerebro selectivo desecha toda aquella información y habilidades que no utilizo diariamente para aprovechar el espacio vacío para otra cosa, no me acordaba para nada de tejer. Me costó bastante acordarme de cómo se empezaba y se hacía el punto simple, y al final lo medio recordé.

Pero recurrí a un método infalible para continuar mi aprendizaje: los vídeos DIY de youtube. Escarbando entre los vídeos de mierdecillas, al final encontré uno bastante bueno que explicaba cómo hacer un gorro con un pompón. Yo, flipada de mí, dije: "pues me voy a hacer un gorro", con dos cojones. Y así, ilusionada, empecé mi proyecto.

Comencé con la lana rosa. Se hizo un lío. Lo deshice todo. Volví a empezar. Pasó lo mismo otras 938457876 veces, hasta que encontré otro vídeo que explicaba mejor que el vídeo original cómo hacer el punto del revés, hasta que conseguí hacerlo. También me salté muchos puntos que no me debía haber saltado pero continué de todas formas, y al final tuve que deshacerlo otra vez. Hice puntos del derecho cuando tenían que ser del revés, e hice puntos del revés cuando tenían que ser del derecho, todo por distraerme y no fijarme mientras tejía.

Al cabo de unos días me cansé de la lana rosa; deshice lo que tenía y comencé de nuevo con la lana azul marino. El proceso anterior se volvió a repetir, con hilos liándose entre sí y enredándose en nudos; pero esta vez, a diferencia de la anterior, cuando erraba en un punto me daba cuenta antes, e incluso era capaz de deshacer únicamente los puntos en los que me había equivocado y hacerlos como era debido.

El vídeo original sugería que se hicieran unos dibujillos como de copos de nieve a medio gorro de un color distinto, pero preferí no hacerlo para no tener que complicarme la vida innecesariamente.

Continué tejiendo, tejiendo y tejiendo. Durante un par de días la cosa fue bastante bien, porque era más sencillo (una línea entera de punto al derecho, y luego otra al revés, y sucesivamente), así que no tuve demasiados problemas en ese tramo, la verdad.

Hasta que, de repente, me di cuenta de que se me había acabado el ovillo de lana azul marino.

Como no sabía qué hacer a continuación, tuve que buscar otro vídeo de youtube que me explicara qué hacer en estos casos, y cuando lo encontré, y como no me quedaba más remedio, continué mi labor con un color completamente distinto.

Una vez terminé de tejer todo lo que hacía falta; ya sólo me quedaba unir el gorro por sus dos mitades y rematar la punta con un pompón (y si el tejer ya había sido jodido, no te digo nada lo que me costó el pompón; porque costó bastante cortar el cartón con el que se hace con la tijera). Al ponerlo del derecho (porque hasta este momento, el gorro había permanecido del revés), me dediqué a la contemplación de mi gorro.

Al final había quedado algo asimétrico, porque uno de los lados era más largo; el hilo con el que lo había cosido se veía un poco por el lado, y una raya de puntos al derecho donde tenían que ser al revés se veían justo a la mitad de él, pero no importaba porque, sabes. Era mi gorro y lo había hecho yo, y era bonito y perfecto.

Después de cinco días de sufrimiento y trabajo, por fin lo había terminado y, a pesar de estar en agosto y a 28 grados a la sombra, me lo puse orgullosa y se lo enseñé a mi madre.

-Mira mi gorro, Mariajo, ¡por fin lo he terminado! -le dije.
-Ooooooy, mira, qué bonicooooo te ha quedaoooo -me dijo ella haciendo el tonto, porque es muy pava cuando quiere. - Después de todo lo que te ha costado, ¿eh?
-Uf, ya ves -dije yo. -No te extrañe que tenga alguna herida en la mano y todo... Pero al final ha quedado bastante bien, ¿verdad?
-Pues sí, la verdad es que sí -me volvió a responder.

Fue en ese momento cuando mi madre cogió el quintico de San Miguel que se estaba tomando en ese momento, le dio un trago e hizo una reflexión en voz alta que me dejó descuajeringá.

-No, si al final, lo piensas y te das cuenta de que hacer punto es un poco como la vida...

Y entonces caí en que tenía toda la razón, porque en la vida a veces todo se hace un lío y tienes que volver a empezar, o te salen los puntos al revés, o te cansas de hacer las cosas siempre con el mismo color. A veces te trabas y no encuentras la manera de seguir, pero vas aprendiendo poco a poco y te las ingenias para deshacer lo que has estropeado y volver a hacerlo con mucho cuidado. Otras veces, la lana se acaba de repente pero tienes que seguir tejiendo, o acabará deshaciéndose todo. Cuando crees que ya has terminado el gorro, tienes que terminar el pompón. Y aunque cueste y no sea perfecto, el gorro/vida te gusta, porque es tuyo, y no lo cambiarías por un gorro de Primark o la vida de otra persona.

...Su metáfora, gracias.

día profundo, mi vida en rosa, volviendo a casa, yo tampoco nací para ser culta, un poco más y escribo la Biblia, mis traumas y yo, pheels, mi madre es una chica gilmore, multifaceted abnormal, jom suit jom

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