Nota de Autora: Este más que nunca para
notyourshot porque es su ganador, para
chocolaticida por su awesomosidad y porque creo que le va a gustar (?) y a
unheartedx por proporcionarme el prompt diario que voy a necesitar para acabar el
quinesob con un contador decente:)
A Frank siempre le había llamado mucho la atención Mikey.
Mikey era tranquilo. Mikey nunca se alteraba. Mikey siempre estaba quieto y parecía capaz de dormirse hasta de pie.
Mikey era una obra de arte, era la mayor ofrenda del hombre hacia Morfeo.
Parecía que Mikey tenía agua en las venas en vez de sangre.
Mikey poseía, desde que Frank podía recordar, la cualidad de parecer etéreo y voluble, de suspirar y hacer que todo quedase en calma. De mirar y llevarse el nerviosismo.
Frank no sabía dónde se lo escondía.
Y no es que nunca lo hubiese dicho, pero siempre había sido una forma de hablar. Ahora estaba seguro.
Hace un par de días, ganándole las ganas de moverse, de saltar, de gritar y descargar un poco de eso que no le dejaba dormir pasadas las tres, se levantó de la cama en medio de la madrugada y fue a la cocina. Y vio a Mikey bebiendo un vaso de agua y cuando advirtió su presencia, le lanzó una mirada como la del que sabe. Y del que incita.
Y así fue como le persiguió hasta el diminuto baño del bus, Mikey sabiendo pero sin saber que estaba siendo perseguido, y le vio ausentarse, como si sus ojos clavados en él ya no le causasen una ligera sensación de agobio. Y le vio alzar la mano lánguida de dedos estilizados y alcanzar una cuchilla en el altillo del mueble del baño, y por el sonido suave de dolor que emitió, supo que se había hecho un pequeño corte en la yema del dedo.
No fue sino hasta que le vio llevarse el dedo a los labios, que se dio cuenta de que la sangre no corría con orígen en la herida. Ni en ningún otro lugar.
Inseguro de lo que hacía se acercó a él, nervioso. Vacilante. Y sin saberlo encontro que Mikey que parecía que estaba ausente, dejó reposar su mano, herida y curiosamente húmeda, sobre la mejilla de Frank y la acarició con el pulgar. Con toda la tranquilidad del mundo, como si el tiempo no corriese.
Y cuando Frank vio el reloj en la muñeca de su amigo se dio cuenta, efectivamente, de que el tiempo se había parado. Para fotografiar la belleza que se escondía tras ese momento y para conservarlo eternamente en los confines del océano, para conservarlo bajo capas y capas de agua y sal. Para que durase para siempre.
A estas alturas ya bastante atemorizado al tiempo que muerto de curiosidad, a Frank le centelleaban los ojos con nervios y Mikey se acercó más y más y le besó en los labios, suave y dulce y precioso, y con una delicadeza tal que Frank tenía la sensación que si se movía demasiado bruscamente, Mikey se asustaría y huiría como un cervatillo asustado. O peor aún se desvanecería como una voluta de humo de cigarrillo, que se moldeaba en formas caprichosas para disolverse finalmente en el aire.
Fue en ese momento en el que Frank descubrió dónde iban a parar los nervios de Mikey y de todos a su alrededor. Mikey los absorbía con el más leve y cándido roce.
De pronto era como si todo cobrase nuevas dimensiones, como si sus ojos redescubriesen los colores y las palabras volvían a querer salirle de la garganta. Se le abría un mundo nuevo y lleno de puertas para explorar cada vez que Mikey le maravillaba más que sorprendía con verdades de canto redondo que parecían sacadas de la película Disney del momento.
-Mikey, ¿qué-
Otra vez el delicioso tacto de Mikey sobre sus labios. Decir que era una sensación cálida no le hacía justicia, era más agradable incluso que la sensación de remolonear entre las sábanas. Era una sensación, se repetía cada vez que intentaba describirla, templada. Templada. A falta de mejores palabras.
Y despacio, retrocediendo como una sombra, Mikey deslizó limpiamente la cuchilla sobre la muñeca de Frank. Y se quedó mirando la sangre, que goteaba, y a Frank que no tenía ni la más remota idea de por qué no podía sentirse nervioso, de por qué no podía retorcerse bajo el escozor de sus heridas que no escocían ni le daban ganas de retorcerse. A pesar de saber que con cada aliento se moría un poco más, inevitable y real, y enloquecedor pero simplemente…. Ni siquiera había palabra para tal estado de transparencia.
Fue cuando ya no es que pensase que se moría, sino que ni siquiera era capaz de encadenar pensamientos, cuando Mikey deslizó la cuchilla por su propia muñeca y de la herida empezó a brotar agua clara, sin hacer apenas un ruido. Mikey inclinó la mano y recogiendo un poco del agua silenciosa, la derramó sobre la herida del otro y pasó las yemas de los dedos sobre la sangre para sellar así la carne abierta, la piel tersa partida en dos, rota.
Borrando toda evidencia de una herida abierta.
Dejando la cicatriz vivir unos segundos más antes de sujetar la muñeca de Frank firmemente y acercarla a su rostro. Y con la expresión de concentración más reveladora que Frank había visto en su vida, dejó caer dos o tres lágrimas sin azúcar y sin sal y la marca desapareció en la carne tierna y magullada por el interior.
Minutos después, aún aturdido, se encontró sentado en un taburete en la diminuta cocina, observando atentamente a la obra de arte que siempre había sido Mikey, servirse otro vaso de agua y beberlo tal vez ligeramente alterado. Sólo tal vez, era el agua la única cosa que Mikey ansiaba y por la que se desvivía. No porque tuviese nada especial. Más por necesidad.
Y Frank mientras se dedicaba a suspirarle al retrato en vivo del otro bebiendo más y más agua, entendió, nunca volvería a plantearse lo que corría por dentro de Mikey. Corría agua cristalina y gloriosa, irónicamente la vida correía dentro de la persona más tranquila que conocería mientras siguiese respirando.
Fue entonces cuando Frank comenzó a plantearse qué era exactamente Mikey. Y al final, no sin la correspondiente sorpresa, le preguntó y recibió una respuesta tan sincera que empiezó a creérsela en el segundo en que le fue dada.
-Soy aquél a quien no le importa esperar la vida entera para llevarte, porque a la muerte en vez de la sangre, le corre el agua por las venas.
Y entendió entonces Frank la magnitud de los sentimientos que reinan en éste universo de caos infinito y latidos contínuos. La magnitud de los sentimientos de tal persona como Mikey, que habiendo visto en él tanta alegría, tanta pasión por despertar, tanto de aquello que le faltaba a él llevando la vida por dentro, había decidido darle toda una vida de tiempo antes de reemplazar tan preciada sangre con agua, estática, pura y totalmente inocua.
Nunca más volvio Frank a sentir esas ganas de despertar cada día, ni de hacer música hasta de la nada. Porque nunca más volvió a conocer más apasionado sentimiento que el que le inspiraba Mikey, y saben los dioses que podría haberse convertido en el mejor artista para dejar constancia de sí mismo en un lugar preferente visible, y podría haberlo hecho con la pretensión de hacer saber abiertamente a todo aquél que se acercase a Mikey que sólo él podía sentir pasión y musas correteando por los jardines de sus ganas de vivir, al verle dibujar la sonrisa y al verle el agua danzarina en los ojos cada vez que despertaban frente contra frente.
Nunca más volvió la muerte a esperar una vida entera por nadie. A quien le llega el momento que se vaya, sin prórrogas y sin sacrificios, sin agua malgastada. Porque es la muerte poderosa, que podría haber dejado a Frank vivir para siempre, pero llegado cierto momento en que ya no sentía más pasión que por Mikey, decidió éste que era un buen momento para hacer gala de su egoísmo y arrastrarlo con él, y arrancarle las ganas de todo y hacerle beber vida eternamente dormida y amanecer en otro cuerpo con una precisión escalofriantemente calculada, sólo por tener la seguridad de que se volverían a encontrar.
Porque la esencia que corre dentro de Mikey y que es la misma muerte vivió por primera vez desde que el mundo es mundo y va de cuerpo en cuerpo, lo que es el amor y decidió que esa esencia iba a ser suya para siempre, y así la lleva viajando de cuerpo en cuerpo, para no olvidar nunca lo que le hizo sentir con sus actos indiscretos tan diminuta presencia una noche del mes de abril.