Música

Dec 29, 2007 05:14

Notas: Las usuales, notyourshot. Lyrics de A Letter To Someone Like You ~ Atreyu.

Sigue abrazado a Frank.

Y tal vez sea porque no ha dormido, pero ese sentimiento cálido sigue ahí y trepa por sus entrañas y siente que poco a poco está alcanzándole el corazón si no lo ha hecho ya.

Deshace el abrazo despacio, para no despertarle. Necesita descansar, se recuerda cuando se ve tentado a susurrarle al oído para que abran la ventana desnudos y vean despuntar los primeros rayos en el cielo raso.

Se levanta y abre la puerta de la terraza. La hierba en el jardín está verde intenso y llena de gotas de rocío que le acarician los pies descalzos, apoyados en el suelo en el punto en que se acaba la baldosa.

Mira de reojo la cama y se acerca al estante donde amontona los discos de música, saca uno al azar y lee el título. Fractures In The Facade Of Your Porcelain Beauty.

Atreyu siempre ha sido uno de sus preferidos del panorama actual, empezaron simultáneamente. Pulsa el botón de encendido del estéreo, mete el disco en la disquetera y sonríe cuando las primeras notas de cualquier canción empiezan a marcar una melodía casi tan perezosa como el amanecer.

Vuelve a sentarse en una esquina de la cama y se queda mirando al suelo sin nada mejor que hacer, rebusca entre el amasijo de ropa a los pies de la cama hasta dar con un paquete de cigarros. No estaba en sus pantalones, estaba en los de Frank. Ni siquiera fuman la misma marca de tabaco. Pero es tabaco y eso basta para Gerard. Alarga la mano hasta la mesilla de noche y coge el mechero, prende el cigarro.

Pero en vez de llevárselo a la boca de inmediato espera casi medio minuto hasta dar la primera calada suave y decidir que lo que sea que siente no sabe si nervios, estrés o esa cosa cursi… sí joder, eso de las quinceañeras enamoradas, mariposas en el estómago, no se va a calmar fumando hasta viciar el aire de la habitación.

La música para un segundo, dos, tres. Y empieza otra melodía distinta. Esta vez sí la reconoce y la canta en voz muy baja evitando despertar a Frank que hace dos minutos y sin que Gerard lo advirtiese, empezó a removerse inquieto y frotarse los ojos con las manos.

“And I am sorry for all the fucked up things I say I didn't mean it
Lets be happy with what we have, enjoy the beauty in these days”

Es una canción que siempre le ha gustado y que se le ajusta como una segunda piel mientras Frank acaba de abrir los ojos. Gime algo incomprensible pretendiendo captar su atención y Gerard sube los pies a la cama y le mira a los ojos verdes y caídos.

-¿Por qué estás… -Frank se frota los ojos con las manos una vez más y le compone una sonrisa con restos de sueño - cantando?

Gerard se encoge de hombros, se levanta de la cama y le da la mano. Tira de él hasta que Frank decide que ser un peso muerto no tiene utilidad alguna (en parte porque Gerard es más mayor y más alto que él), y se levanta.

-¿Has dormido? Tienes ojeras.
-He dormido -asegura Gerard -. ¿Has vuelto a tener ese sueño?

Frank se tapa la boca con las manos para ocultar un bostezo y después niega con tranquilidad. Mira el reloj.

-Es pronto.

Gerard cierra los ojos unos segundos y cuando los vuelve a abrir responde un sí casi inaudible.

Se agacha y la sonrisa traviesa se borra de la cara de Frank cuando empieza a recoger ropa del suelo y le estampa contra la cara un montón de tela arrugado.

-Tápate, al menos hasta que la gente de esta casa despierte y podamos ducharnos.
-Falta mi camiseta.

Gerard se acerca al armario y lo abre. Revuelve un poco las perchas, buscando alguna camiseta de Frank. Deja ir una leve carcajada cuando encuentra colgada de una percha la camiseta blanca que pone “I ♥Gerard”.

-¿Y esto? -pregunta, lanzándosela.

Frank la coge y la desdobla. Suelta una carcajada suave y sonríe al suelo.

-Es una camiseta.
-Quiero vértela puesta.
-Me la puse una vez -asegura Frank, falsamente ofendido.
-Póntela y calla.

Gerard sonríe y el silencio hace acto de presencia. Hasta que es interrumpido por la música de nuevo.

“Sometimes we'll laugh sometimes we'll scream no one said caring was easy
It's pathetic to hate who you are and it feels like hell to change
But I'll be damned if I push you away”

En ese momento Gerard decide que ha dejado de gustarle Atreyu. Porque no han tenido un momento más oportuno para decir en voz alta los pensamientos que él intenta callar. Se acerca al estéreo y para la música.

-¿Por qué has hecho eso?
-No me gusta Atreyu.
-Siempre te ha gustado Atreyu.

Frank le mira con recelo y se pone la camisa apresuradamente, casi salta dentro de los boxers (porque es estúpido, pero aunque conozca al milímetro cada parte del cuerpo de Gerard le enciende que él le vea sin ropa) y se pone los vaqueros rotos por las rodillas lo más rápido que puede bajo su mirada fulminante. Porque le está fulminando con la mirada.

-No me molestaba.
-Pero a mí sí. Intentaba… No quiero que, ya sabes -se sube la cremallera de su pantalón y coge del armario la primera camiseta que encuentra - te sientas culpable. O algo, no fue…

Frank se acerca a él y le pone un dedo en los labios húmedos y le mira con la cabeza ladeada.

-Cállate. Antes de hacer el daño.

Ninguno de los dos sabe qué ha sido exactamente ese momento de tensión. Pero todo queda en el preludio de una discusión que muere en los labios cuando Frank presiona los suyos contra los de Gerard un segundo para después salir por la puerta caminando descalzo.

Gerard se queda mirando la puerta y se pasa la mano por el pelo, alterado. Saca del tercer cajón de la mesilla un paquete de su tabaco y prende un cigarro, esta vez la primera calada es larga, y va seguida de unas cuantas más. Esto no puede ser bueno. Pero tampoco puede ser peor que ese veneno punzante que está ahí cuando Frank cierra la puerta con brusquedad.

Acaba de ponerse la camiseta y saca el disco de Atreyu. Se mira en el reverso y lo rompe, ya lo volverá a comprar cuando se le pase el cabreo con A Letter To Someone Like You. Lo tira en la papelera, partido por la mitad y sale de la habitación.

Los pies descalzos resuenan, y chocan y descargan su rabia contra el suelo y Gerard puede oír cómo se alejan cada vez más de él, y van entrando poco a poco, uno detrás del otro, en la cocina.

Vuelve a pasarse la mano por el pelo y ya se ha acabado el cigarrillo, se acerca a las puertas del armario que siguen abiertas porque nadie las ha cerrado, ¡no, ¿de verdad, Way?! tira con rabia de unos vaqueros rompiendo la percha en el camino y sacude la cabeza con brusquedad para sacar de su mente esa vocecilla molesta que no es la de la conciencia, que le insulta y le enfurece cuando no necesita enfurecerse más de lo que ya lo está.

Se mete dentro de los pantalones que podrían no ser suyos porque tienen agujeros en las rodillas y no recuerda haberlos comprado. De todas formas son largos, le están largos y Frank no tiene ningunos pantalones rotos con dobladillo en el bajo.

A medio camino entre la puerta de la habitación recuerda que los pantalones son suyos y los compró por una estúpida apuesta perdida. Pero ni le gusta perder ni es el mejor momento para sumergirse en los recuerdos, porque le está empezando a doler la cabeza y tiene la certeza de que el fuerte olor a café ayuda a la causa.

Baja un pequeño escalón (esa casa siempre le pareció rara, a dos alturas diferentes) y se apresura en entrar a la cocina cerrando la puerta tras de sí.

-Frank.

Frank se ha dejado caer en una silla, tiene el cuello hundido entre los hombros y la mirada clavada contra la estúpida mesa, concentrando toda la furia que es capaz de demostrar que siente a través de sus ojos, que brillan y lucen verdes en toda su gloria.

No se gira ni demuestra haberle escuchado ni se inmuta ante la compañía en la pequeña cocina, sólo apoya las manos en el respaldo de la silla, se levanta y saca del microondas dos vasos de leche.

A uno le echa un chorro de café y una cucharada de azúcar, y la deja en la mesa sin demasiado cuidado.

-Café.

El otro chico tiene la mirada clavada en su cuello, y acerca las manos al vaso. Se quema pero no le importa, murmura un gracias bastante débil y pasa por alto la sonrisa frágil que le forma el otro, sabiendo que nunca la verá. Quizá no esté tan enfadado después de todo.

Le observa levantar el vaso entre las manos y dar el primer sorbo y cerrar los ojos en un gesto genuino. Y cuando vuelve a posar los labios sobre el borde del vaso, el sonido del teléfono colgado en la pared de la cocina empieza a sonar.

Deja el vaso de lado y se acerca a cogerlo, contesta con un tono mucho más optimista de lo que en realidad se siente y abre los ojos en sorpresa cuando escucha la otra voz contestar. Dirige una mirada fugaz a Frank y estirando todo lo que puede del cable del teléfono se acerca de la nevera.

Siempre han tenido en casa imanes en forma de letras. Por una vez, mientras busca la B y la junta con una R de color azul, le parecen si no bonitos, al menos de alguna utilidad. Arrastra la I con cuidado y confunde la A con un 4. Cambia el número por la letra y finalmente encuentra la N. Y Frank abre la puerta y se escapa de su vista, rumbo a cualquier otra habitación para concederles al manager y al líder de la banda su tiempo de privacidad. Después de todo, el grupo es el grupo.

-Gerard -empieza la voz de Brian -, ¿estás completamente seguro de que quieres hacer esto?
-Me hubiese encantado que lo hicieran por mí, no es bonito.
-Sabes lo que implica.
-Sé que estoy metiendo al grupo en líos, que soy un mal líder y que estamos hablando de cancelar una gira. Con todo lo que conlleva.
-Aplazarla -corrige Brian.
-Lo que sea -vuelve la vista hacia la puerta cerrada esperando que Frank siga ahí y suspira al no verlo.
-¿Cómo está?
-Creo que mejor. Sólo que -coge aire - no va a ser fácil, ¿sabes? Llevaba con Jamia desde antes de entrar en la banda y supongo que no ha sido muy justa y el mundo se le cae encima -se muerde el labio inferior intentando retener el llano que ya le escuece en los ojos -. Solía ser el más alegre de todos no importaba qué.

Aunque estuviese cayendo lentamente en una espiral de autodestrucción desde que algún impulso demasiado fuerte para ser detenido o demasiado inútil para no destrozar todo me llevó a besarle.

El final del Frank que conocía.

-Ya -la voz de Brian lo saca de su ensimismamiento -. Bueno, si cambias de opi -.
-No voy a cambiar de opinión Brian. Adiós.
-Adiós.

Gerard cuelga el teléfono con violencia, apoya la frente contra la pared y se golpea suavemente varias veces. Idiota. Esto es simplemente una idiotez.

Cruza la cocina, en la mesa el café caliente sigue esperando a ser bebido. Los imanes siguen formando el nombre del representante de My Chemical Romance y el microondas hace un ruido avisando de que lo que sea que había dentro ya ha acabado de calentarse. El olor le hace intuir a Gerard que se trata de algún tipo de bollería industrial que él odia y cuando abre la puerta y el frío en el resto de la casa le recibe, vuelve a suspirar.

Frank camina con pesadez por el estrecho pasillo que conduce al jardín interior de la casa. Gerard empieza a seguir los pasos del chico que cada vez camina más despacio, hasta que se detiene en medio del pasillo y cuando Gerard se acerca de él y le pone la mano en el hombro hey, ¿pasa algo? no se gira. Y cuando al cabo de unos segundos de silencio en los que parece procesar que le están hablando reacciona y le mira, las lágrimas que le escocían mientras hablaba por teléfono y creía haber controlado empiezan a hacer su camino suicida hasta morir contra el suelo o entre los labios que se abren y se cierran y no saben qué decir.

-Joder, estás llorando… -se muerde el labio con tanta fuerza que cree que podría sangrar.

Lo abraza de forma brusca mientras Frank sigue estático, en medio del pasillo llorando silenciosamente y dejándose abrazar por Gerard que también llora.

La sonrisa se le está deslaminando y los ojos ya no tienen más vida cuando los cierra deja caer hacia abajo la cabeza y sus pasos casi por inercia lo apoyan contra el muro. También se está mordiendo el labio y cuando reúne valor para encarar los ojos avellana de Gerard la voz le sale tan quebrada…

-Dueles.

Solloza un par de veces más antes de sentir los labios sobre su frente y los ojos en los suyos, y después los labios esta vez sobre los suyos húmedos de lágrimas, presionando firme y dulce y casi tan ligeros como el roce de una pluma. Sólo para saber que está ahí.

-Lo siento- la voz de Gerard le llega lejana y no se disculpa por doler pero Frank no sabrá nunca por qué lo hace. Sólo lo hace.

Luego solamente se deja abrazar fuerte y casi de forma automática y recordando lo que se hace cuando quieres corresponder un abrazo, aferra con demasiada fuerza los brazos al cuerpo de Gerard y se aprieta contra su pecho.

Ruido de pasos bajando las escaleras y no se mueven. Ni siquiera se mueven cuando la voz soñolienta de Donna les llega desde la cocina.

-¡Chicos, el café se ha enfriado!

heartbreak in stereo

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