Cambio en el sistema de tags, voy a reorganizar esto un poquito durante este mes;)
N/A: Primer Hushie!fic. Escuchad esta banda, en serio. Son buenos. Se lo merecen. Esto es para muchísima gente. Es para
newyorkangst, para
look_me_x,
self_worshipper y para
unheartedx. Y quiero agradecer mil a la beta y co-escritora,
notyourshot. Esto es una especie de serie de drabbles sobre las sonrisas de Chris. Eventualmente haré un masterpost. Tal vez lo mejor será abrir otra comunidad y empezarla de cero pero bien. Quizás, quizás, quizás.
Título: La sonrisa irónica (Preciosa tu sonrisa)
Word count: ~1000
Summary: Chris Faller tiene la sonrisa fácil. Pero no sólo la sonrisa sino la sonrisa. Tiene muchas. Y muy variadas, y las utiliza dependiendo de la situación. En la entrega de hoy veremos una de las muchas situaciones en que podría poner la sonrisa irónica.
...
Tres días después de volver a su casa tras la discusión con Darren, el día de Chris no se comporta como un tercer día cualquiera.
Tres días. Tres días exactamente. Chris ya estaba a punto de sentarse y esperar mordiéndose las uñas. Pero no ha hecho falta. El teléfono ha sonado. Y obviamente como cabe esperar a las ocho de la mañana de un día entre semana en el que Chris no tiene nada que hacer -porque ya no está en ninguna banda-, le despierta.
(Y Chris quiere gritarle a Darren pero está dormido aún.)
-Chris, ¿estás despierto? -la sorpresa llega cuando es la voz de Greta la que pregunta.
-¿Greta? ¿Todavía me hablas? -se talla los ojos con el canto de la mano, tose un poco.
-¡Chris! -exclama ella, alargando la i de una forma extraña, con reproche.
-¿Qué, joder? Greta, no -pronuncia con contundencia -estaba despierto, no. Joder -hace una pausa entre sílabas, de forma seca.
-¡Chris, por favor! ¿Pero estás bien? ¿Ha llamado Darren?
-Greta. Tres días, ¿vale? No joder, no me ha llamado. Llamará luego, yo que sé.
-No te lo mereces, Christopher.
Chris se para un momento a analizar las palabras de Greta. Se incorpora, las sábanas blancas y suaves arremolinándose alrededor de sus piernas y cintura. Y suelta un atisbo de carcajada, casi más un quejido de aire expulsado por la nariz. Ruidoso. Molesto. Irónico.
-¿Y ahora? Ahora ya no me lo merezco, por dios. No sé qué he hecho más que apartarme de su camino, Greta. De verdad que no lo sé. Semanas sin hablarme joder. Qué pasa, ¿que nunca te has follado a nadie? Por fa--
-Chris, aquello fue casi caníbal. No sé qué se te pasaba por la cabeza, ¡le hiciste heridas, heridas que sangraban!
Chris aspira una bocanada de aire, listo para hablar, y se piensa unos segundos qué es lo que tiene que decir.
-En serio, Greta. No estoy de humor.
-¿No estás de humor, dices? ¡Como si esto no fuese a nublarme el día!
Y Chris suelta, esta vez sí, una carcajada cargada de sarcasmo.
-Vale, de acuerdo Greta. Vosotros ganáis. La próxima vez que sienta la necesidad de pasar un rato conmigo y mi soledad, me quedaré con Darren. Y si luego dejáis de hablarme un mes os juro… Mira, yo que sé. No tendría corazón para reírme. Pero me apetecería.
-Chris -alarga de nuevo la i, pero esta vez en tono de súplica -. ¿Por qué tienes que ser así?
-No lo sé, Greta. Tengo sueño, gracias.
(Beep. Beep. Beep. Esa es la forma que la mañana tiene de recibir a Chris. Colgándole, en su cara.)
Lo normal es que tres días después de que Chris se haya ido de casa, Greta ya no hable con él y Darren le llame a primera hora. Lo normal es que nadie hable con él. Pero no puede volver a cobijarse entre las sábanas porque suena el timbre.
(No piensa molestarse en vestirse y peinarse a esas horas indecentes.)
Sale de la cama casi de un salto y recorre el pasillo con pereza, el brazo cruzado sobre el pecho, la mano en el hombro. El otro brazo cuelga a su costado y se balancea con sus pasos, ligeramente. Soñoliento.
Abre la puerta.
-Bob -no oculta el asombro.
-Qué recibimiento más erótico. No he traído condones, como no quieras que te folle a pelo, nada.
Chris suelta una bruma de risa fresca, suave. No son carcajadas cortantes. Es risa limpia.
-Eh, gilipollas. A mí no me follan a pelo. Y yo no tengo hábito de hacerlo--
-Si no es con Darren.
-No, iba a decir que no tengo hábito de hacerlo con desconocidos -y deja escapar un largo bostezo -. Tengo hambre Bob.
-Por eso he traído chino. Prefiero ignorar lo del desconocido.
-¿Los chinos abren a estas horas? -inquiere con desconcierto -. Joder, yo pensaba que eso era inhumano. ¿Chino para desayunar?
-Chris, son tartaletas dulces. No todo lo que venden en el chino es chino -Bob le sonríe como a un niño pequeño y Chris le lanza una mirada asqueada, y sin hacer mucho caso de la mirada de advertencia de Bob le da una colleja suave.
(Es un juego de miradas. Todos lo saben absolutamente todo sólo con mirarle. Le han dicho que es que es él muy expresivo. Que habla más que abre la boca. Si eso es posible. Que aparentemente lo es. Divagando otra vez.)
Bob saca de la bolsa de papel que lleva las tartaletas dulces y dos vasos de café de Starbucks.
-Iba a comprarte Fanta de naranja. Pero no había.
-Hijo de puta -Chris sonríe con ironía -. Curioso como está siendo un día normal.
Se lleva una tartaleta de algo que parece mermelada de frambuesa a la boca y apenas ha dado el primer mordisco cuando suena su móvil. Y sabe que es él.
(Irónico como ya no es un día tan normal.)
-¿Hmmm? -hace tiempo para tragar.
-Chris. Soy Darren.
-Ya lo sé, Darren. Yo soy Chris, ¿sabes? Por si acaso, digo. No sé.
-¿Vas a volver? Chris, dime que estás bien. O algo. Eres mi amigo, a veces me dejas preocupado tío.
-Ya, tío. Mira, ¿sabes qué? -pero se le han acabado las palabras y se ha quedado la ironía caprichosa prendada de sus labio, fija en su sonrisa. Una sonrisa preciosa -Da igual. Estaré allí para cenar mañana, tío. No hagas nada, ya paso yo por el chino -siente la mirada de Bob clavada en él, siente su diversión y se le contagia, y suelta otra bocanada de risa limpia -. Qué ridículo. Qué curioso todo. No seas tan buen amigo Darren, acabas de cagarla otra vez.
Cuelga y vuelve al sofá, se sienta junto a Bob.
-Curiosa la sonrisa que llevas en la cara, Faller. Espera, que lo adivino. Hijo de puta.
Chris le sonríe, suelta una risa ahogada. Mira al techo inmenso con los ojos completamente libres del sueño que le ha pesado durante toda la mañana. Durante la media hora de mañana, claro está. Entrelaza las mano y las deja reposar sobre su estómago. Y se deshace en una ráfaga de carcajadas alegres y volátiles, que se disuelven en el aire tan rápido como han llegado. Y sólo queda una sonrisa como vestigio de lo ridículo que le parece todo privado de sueño, cafeina, tabaco y comida tan pronto un día entre semana.
(Preciosa tu sonrisa.)