Dias de Verano
Wilson esperaba junto a la moto a su amigo quien se había retrasado no sabía muy bien porque. De repente, como un rayo rojeante, apareció por la puerta principal del bar mirando alarmado a su espalda y con cara de viejo diablo satisfecho.
Tambaleante cual campana se apresuraba todo lo posible, incluso dio algunos pasos sin la ayuda del bastón el cual no podía seguir su ritmo.
Cuando ya se encontraba casi al lado de la moto y del joven oncólogo, la puerta del bar se abrió tras él dando paso a un enfadado O’Reilly que miraba a uno y otro lado intentando localizar a House quien a su vez, tras comprobar que su fechoría había sido finalmente descubierta, intentó aumenta el ritmo.
-¡Eh!- el grito del camarero. Lejos de hacer que se parara, el alarido del camarero espoleo aun más a su maltrecha pierna.
Sobre la moto le esperaba un Wilson perdido totalmente. Sólo le había dejado detrás cinco minutos… ¿Qué problemas podría causar en tan sólo cinco minutos?
-Quita- oyó la orden de un extenuado House, pero decidió no hacerle caso y, en lugar de cederle el puesto, arrancó el vehículo con decisión.- ¿Qué haces?- le preguntó un enfadado House pero al escuchar otro grito del rechoncho barman no dudo, muy a su pesar, en montarse detrás de Wilson.- Arranca, arranca.- gritó mirando a su espalda sonriente, consciente de que ya no podía cázale.
Mientras desaparecía por la avenida, Wilson se preguntaba cual era la causa de tal estampida.
- Eh - le advirtió un mal humorado House- que me quede cojo solo por conservar mi pierna, no me apetece que ahora un coche me la arranque de cuajo- grito desde atrás cuando Wilson pasó entre dos coches que estaban demasiado cerca.
Las revoluciones del motor descendieron, quedándose en tan solo un ronroneo cuando Wilson llego a su hotel.
- Buenas noches señor- le saludó el portero sonriente-
-Buenas noches… - el amable doctor dudó un momento pensando en el nombre del portero.- Roger. No sé si quiero saber porque hemos tenido que salir así de ese bar- dijo revolviéndose el pelo intentando des apelmazarlo tras quietarse el casco.- ¿no pagaste?- al fin se rindió a la curiosidad.
- Mmmm… Sip, ahora que lo dices, creo que con el lio de atascarle los lavabos tampoco pagué- sentenció torciendo los labios en una mueca inocente.
- Oh Dios, creo que será mejor que no tenga más información…así no tendré que testificar en tu contra.
- ¿Testificar? - dijo dándole gas a la moto- eres mi cómplice, tú eras el que conducía la moto cuando huíamos. Señoría- dijo con fingida pena- yo sólo salí para pedirle a mi amigo dinero para las bebidas- fingió quitarse unas lagrimas- y los desperfectos que tan torpemente había causado este pobre cojito y cuando salí me encontré con este energúmeno que me ordenó subir a la moto. Yo no quería- dramatizó muy convincente-
- Sí, claro, como que aun existe algún juez en Jersey que te vaya a creer…- sacudiendo la mano se dirigió a la entrada donde un sonriente Roger le aguantaba la puerta- ya me contaras como termina la historia mañana, no llegues tarde.
Para cuando Wilson dijo esas palabras, la moto ya no se veía, tan solo el rugir del motor retumbaba por toda la calle.
Él no quería. Lo último que se le había pasado por la cabeza a House esa noche, era hacerle alguna trastada al dueño del bar. Por muy penoso que fuera el alcohol que vendiese, su mente ahora estaba ocupada en otros asuntos. Pero esa bromita del zumo de naranja…ahora se lo pensaría dos veces antes de burlarse de otro cliente. Y el superhéroe House, vuelve a salvar el día.
Dejando la moto en la entrada como siempre, entró en la casa a oscuras.
Por un momento pudo olvidarse del crudo invierno que soplaba fuera e imaginar un tórrido verano que la traería de vuelta a su casa. A su cama. Pero no hubo suerte, hay veces, casi siempre, que la marginación no es suficiente para que algo suceda. Su deseo de encontrarla tumbada, perdida y sobretodo desnuda, entre un revoltijo de sabanas no era suficiente.
De un golpe, la desilusión eliminó todo rastro de sueño.
Molesto consigo mismo se sentó en una esquina de la habitación. Con dificultad se dejó caer apoyado en la pared hasta encontrar el suelo. Con las piernas estiradas y callando el dolor con dos vicodinas vigilaba la cama desde la penumbra. Esperando que su panacea caduca hiciera efecto, intentó relajarse. Apoyó la cabeza en la pared y cerró los ojos por un momento, intentando no recordar y fallando estrepitosamente.
Si había algo peor que una noche calurosa de verano, eso era una noche húmeda de verano. Fuera llovía, pero eso no suponía ningún trastorno para las temperaturas que seguían más altas que el Everest.
El calor era hasta un punto soportable, pero la humedad le provocaba un cosquilleo, molesto al principio, para finalmente transformarse en un punzante calambre en el musculo inexistente.
No intentó dormir, tantas batallas perdidas le habían enseñado una valiosa lección. Cuando el dolor ataca, lo único que quedaba era apretar los dientes. Esperar, respirar profundo y apretar los dientes.
Cansado de dar vueltas en la cama, molesto con las arrugas de las sabanas, molesto con el ruido del despertador analógico con cada cambio de dígitos y molesto con sigo mismo, decidió levantarse y salir de aquel silencioso concierto que era su habitación. Pero su pierna tenía otros planes y decidió no dejarle pasar mas allá de los pies de la cama, así que , como pudo, se dejo caer hasta le suelo apoyado en la pared.
Mientras tanto, en la cama, Lisa seguía dormida ajena al dolor en su pierna. Su respiración era tranquila y el movimiento mecánico de su espalda al respirar, parecía tranquilizarle a él también. La sabana se enredaba a sus pies, dejando el torso al descubierto arropado por un vaporoso camisón morado. No paso mucho tiempo cuando se dio cuenta que, con el grado de inclinación apropiada de la cabeza y esa brisa despistada que entraba por la ventana, podía atisbar con deliciosa alevosía sus redondeces. Si no podía dormir, al menos tenía una buena vista. Mientras, las manos de “la Lisa durmiente” se perdían bajo la almohada, aferrándola con fuerza.
Perecía perfecto. Parecía real. Parecía que si lograba reunir bastantes fuerzas en su pierna derecha y aguantaba el viaje hasta llegar a su lado, podría acariciarla. Sus manos se perderían para no volver entre su pelo revuelto. Sus labios dibujarían su espalda provocando un escalofrío familiar. Sus colmillos se hundirían en su suave piel lechosa como si de un lobo hambriento se tratase y su lengua se encargaría de sanar todas las heridas. Parecía perfecto. Parecía real.
Primero abrió un ojo esperanzado, con ridícula indecisión y absurda esperanza. Nada. Frente a él, tan sólo la cama con una simetría odiosamente perfecta. Ni una arruga, ni un pliegue. Ningún cuerpo cobijándose del frio bajo las sabanas. Lo que las prendas escondían no era su cuerpo de sobra conocido pero no por ello menos apetecible. Tan solo un frio colchón esperaba inerte e indiferente.
Ridiculizado ante sí mismo, silbó descuidadamente para volver a recobrar el aplomo. Con sorprendente agilidad se levanto hacia el cuarto de baño para volver a salir, no mucho después, con miles de recuerdos tan dulces que de seguro le amargarían la noche.
Las horas pasaban y el sueño se le escapaba. Mirando al techo luchaba por no pensar, no recordar. Todo era en vano. De su mente en blanco resaltaba una morena cabezota de rojo que se empeñaba en avivar su extenuada mente. Quizás no había sido tan buena idea hablarlo con Wilson. Por supuesto que no le había contado todo, pero eso no significa que él no lo recordara todo. Cada olor, cada caricia, cada sonido…Todo estaba registrado en su mareada cabeza saltando de aquí para allá y aprovechando cualquier momento de debilidad para salir a flote y fastidiarle como ahora.
El dedo índice de ella se movía con suavidad por la áspera superficie. Lentamente lo acariciaba, disfrutando del momento, ahogando los gritos que luchaban por salir para reclamar lo que era suyo.
- ¡TE COMO!- le gritó a un House contrariado.
- Sabes, no me refería a esto cuando dije que quería jugar un ratito.- Lisa se había comido la única ficha que tenía fuera de su casa.
- También tengo la oca- dijo acabando adrede con su paciencia mientras feliz se contaba veinte.
- Gracias, pero la zoofilia tampoco está en mis planes- bromeo aun con su orgullo herido tras semejante derrota.
- Estuviste de acuerdo, así que no es mi culpa.
- Perdona, pero cuando insinuó a mi ligue de verano que quiero jugar y ella sugiere el parchís- Cuddy sonrió.- lo único que me viene a la mente es usar preservativos de colores.
- Oooooh- chasquea la lengua con fingida contradicción- que torpe soy- dice tomándole del cuello de la camisa con ambas manos.- la próxima vez intentare no ser tan inocente. -Con un movimiento brusco, jalando con fuerza de las solapas, lo atrae hacia ella, cogiendo por sorpresa al quejica doctor.
- No es lo mismo. -Susurra House entre besos- yo quería jugar- sigue llorón.
- Podríamos jugar- dice ella siguiéndole el juego mientras poco a poco se quita un botón de la camisa- a que somos fichas del parchís- se quita un segundo botón mirándole picara.
- Y, déjame adivinar, tu eres la ficha…- con la camisa de ella totalmente desabrochada, House introduce la mano separando la abertura de esta, dejando a la vista un sujetador de encaje rojo.- ¿roja?
De repente, este vergonzante recuerdo le trajo a la mente la posible clave a la pregunta del cómo y cuándo.
- No quiero ser aguafiestas- House se incorporó ganándose un gruñido por parte de Cuddy- pero los condones están en el cuarto…- ella lo volvió a tomar por las solapas y tiró con fuerza hacia abajo.
- Come y calla - le ordena besándole con una vicodina entre sus labios que pasa a la boca de House con total sencillez.
- Cuddy- dice incorporándose con prontitud- en serio, no quiero que te lo tomes a mal- la voz de House era insegura, lo que al parecer le divertía a la decana.- pero no creo que sea buena idea… yo no sé si quiero…- ella hacia oídos sordos a las advertencias. Sus manos seguían buscando el escurridizo botón de los vaqueros de House.- ahora parece buena idea pero…LISA.- le gritó alarmado al ver que no paraba.
- Tranquilo Greg- dijo copiando su voz de alarma mofándose de el.- Estoy tomando precauciones.
- ¿Estás segura?- preguntó con un hilillo de voz. Cuddy había logrado deshacerse de la maldita cremallera abotonada y ahora iba camino a su siguiente objetivo, sus bóxers.
- House, me lo estoy pasando genial- dijo seria- me encanta…esto, pero no creo que eso deba ser la base para formar una familia. Solo estamos pasándolo bien, ¿verdad?
- Supongo- respondió dubitativo.
- Mi habitación, segundo cajón de la mesa de noche - dice con los dedos jugueteando con la cinturilla de los bóxers.- si no te fías, ve a mirar.
- ¿Por qué no me lo habías dicho antes? - House y su maldita manía de querer saberlo todo.
- Buscaba el momento perfecto- dice mordiéndole la mandíbula- y este me pareció genial.- Cuddy seguía en una vorágine de besos y caricias. Acariciándole el pelo, arañándole la espalda- Ve a mirar- le ordenó separándole de ella con un bufido de impaciencia.
- No digas tonterías- dijo un no muy convincente House.
- Las oportunidades que tenemos están contadas y no quiero llevarme un mal recuerdo, así que ve y mira. No te quiero distraído.
- Solo será un momento.- quitándose por completó los pantalones que tenia a sus tobillos se dirigió al cuarto para calmar sus dudas.
- ¿Y? - pregunto Cuddy al verle aparecer de nuevo por el pasillo. Toda la respuesta que le dio House fue una indicación con el dedo para que se acercara hasta donde estaba él.
Los recuerdos trajeron una sonrisa a sus labios agrietados. Ironías de la vida, lo que tanto le preocupaba, al final se terminó haciendo real. Con ayuda de su bastón volvió a levantarse para buscar algo con lo que refrescarse el gaznate. Recordar a Lisa Cuddy tan vivamente y en semejante situaciones le hacía que la boca se le secase de tal manera que incluso la menor palabra le rasgaba la garganta.- Bien venidos a la noche de las ironías- dijo con sorna amargada al ver que lo único que tenía en la nevera era más zumo de naranja. Apoyado en la encimera, dejando caer todo su peso en la única pierna que aun le soportaba, bebió un trago directo de la botella de plástico. Los bordes le arañaron en la comisura de los labios, escociendo en cada trago que tomaba.
- ¿Tan viejos somos?- la casa estaba a oscuras, la única luz venia de la televisión.
- Yo no soy vieja, soy una madura interesante.- dijo con la mirada atenta a los chinos que en la pantalla se peleaban por subir una empinada cuesta untada en aceite.
- Cita tus fuentes.
- Mi jardinero, Louis…
- Vaya, parece que he descubierto una faceta nueva tuya, Mrs. Robinson. Esos chicos aun no tienen ni ¿Cuántos?
- No tienen edad para beber, pero los ojos lo traían de serie.
- Wooo, madres, encierren a sus hijos, Lisa asaltacunas Cuddy está en la ciudad. - Lisa que respondió dándole un golpe en el brazo mientras otro chino, o japonés, mordía el polvo.
- ¿A qué venía esa pregunta?- pregunta curiosa mirándole esta vez.
- Nada…- contesta sin darle importancia.
- Vale- vuelve su atención a la pantalla, sabiendo que la indiferencia le sacaría de sus casillas.
- Somos viejos- esta vez era una afirmación- aquí estamos, tu y yo, en una casa para nosotros solos, con tan solo una semana por delante y la malgastamos viendo a un montón de chinos volando por los aires.
- Tranquilo House- le consoló acariciándole guasona la pierna- entiendo que no puedas cumplir todos los días…tienes una edad…- todo lo dijo de forma mecánica, sin dirigirle la mirada en ningún momento.
- Gracias- se esforzó en decir mientras se levantaba bruscamente haciendo que la cabeza de Cuddy golpeara el sofá. Mientras se dirigía a la cocina pudo escuchar las risas contenidas de Lisa.- Cierra los ojos.- ordenó al volver de la cocina.
- No.- contestó contundente.
- Vamos, ¿Qué puede pasar?
- ¿Te lo recuerdo?- dijo molesta levantándose la camiseta del pijama dejando a la vista el vientre donde podían distinguirse unos trazos de rotulador.
- Pues mientras lo hacía pareció gustarte- se defendió
- Claro, porque creí que estabas haciéndome cosquillas y no dibujándome una carita sonriente.- contestó intentando ocultar la risa.
- La culpa es tuya, siempre me dices que te mire a los ojos, así que para contentarte tuve que dibujarlos- dijo mientras movía con rapidez dos dedeos de sus ojos a los pechos de Cuddy.
- Claro, pero esto no hay quien lo quite.- se quejo frotándose con energía el vientre.
- Si quieres yo te puedo ayudar con el resto- dice acercándose a sus pechos- con saliva sale mejor, seguro.- La manos de Lisa tapándole toda la cara le hizo parar en seco.
- ¿Por qué no los cierras tú?
- Porque la idea es mía- Cuddy le miro severa- y porque temo tu venganza- contestó él sincero.
- Pues nada- volvió la cabeza a la pantalla, pero continuó mirándole de reojo, mientras él parecía pensarlo detenidamente.
- Valeeeeeee. Pero eres muy llorona- dice acercándole la fondue con chocolate.
- Ya sabes lo que dicen - bromea tomando uno de los palos untados en chocolate- quien no llora no mama.
- Aaaaahhhh- con tan solo el roce del chocolate caliente en su piel hizo que se olvidara por completo de la contestación que tenía preparada, pero la sensación húmeda de su lengua recorriendo el mismo camino que anteriormente había abrasado el espeso líquido, había terminado por derretirle el cerebro pudiendo tan solo contestar con un sonido gutural.
¿Al menos quedan los recuerdos o aun quedan recuerdos? Aun no tenía muy claro si todos esos momentos que le bailaban en la cabeza le hacían bien o mal.
- Pues si no puedes verme así, ya sabes dónde está la puerta.- las palabras de House resonaron en toda la casa haciendo vibrar las ventanas.
- No pienso dejarte así, ¿no puedes ni ir a mear y pretendes que me vaya?
- Gracias por ese comentario que eleva tanto mi auto estima- Esa mañana Lisa había salido a correr y al volver se había encontrado con un House sentado al borde de la cama , masajeándose como un loco la pierna, incluso golpeándosela y un cerco húmedo a su alrededor en el colchón.
Este sin duda no era uno de los mejores recuerdos, pero lo necesitaba, necesitaba recordar que todo no había sido noches en las que se perdía en su aroma, en las que eran felices y comían perdices al cordón blue. Así no dolía tanto.
Toc Toc.
Ante su negativa de irse, había optado el plan B, encerrarse en el cuarto de baño. El dolor se había vuelto tan insoportable que necesitaba la maldita morfina para dormirle el musculo. Solo un momento, un segundo para relajarse y ver las cosas diferentes, para ver un poco de gris entre tanto negro. Una y otra vez intentaba. Intentaba acertar en el lugar justo con la dosis justa que le sacaría del Ares, pero sus manos temblorosas no le permitían acertar la estocada.
Odiaba mostrarse débil ante los demás, odiaba mostrarse débil ante ella, necesitado.
Con la pierna amoratada por tantos intentos fallidos llamó a la puerta del baño, sabiendo que ella estaría haciendo guardia a sus pies.
La puerta no tardó en abrirse pues ni siquiera había echado el cerrojo.
Sin querer mirarle a los ojos le pasó la jeringa con las manos aun bamboleantes, lo que ella entendió en seguida.
- Mira que darte vergüenza a estas alturas que te vea desnudo- bromeo Cuddy para relajar el ambiente mientras la morfina cumplía su labor.
- Uno puede ser un fresco, pero la primera mujer que me vea como Dios me trajo al mundo, esa será mi esposa.- contestó puritanamente- me reservo para ella.
Sin saber cómo, había vuelto a su habitación y con pesadez de dejo caer en el colchón. Ya estaba casi adormilado cuando un último recuerdo se coló rebotando por su cerebro.
- Lo que tú digas. Pero estas faltando al espíritu del trato y eso es punible.
- Denúnciame- le desafió Cuddy.
- No creas que no lo haré. Me diste tu palabra y ahora pretendes que lo pase por alto. Los contratos están para cumplirlos.- le reprendió desde el sofá mientras Cuddy preparaba su ropa para el siguiente día. El primer día de trabajo.
- Mira quien fue a hablar.- se paró frente a él con los brazos en jarras.
- Si crees que con la postura de Wilson me vas a impresionar lo llevas claro. Él lleva años intentándolo y nada. Si quieres que te haga caso, ponte el traje de colegiala y dime que te castigue por ser una niña mala.
- No tienes derecho a exigirme nada cuando tú no cumples con tus deberes en el hospital- le acusó con una sonrisa dibujada en los labios.
- Lamentable manera de cambiar de tema, ya que el mío nos llevaba a caminos más… divertidos por así decirlo.- Cuddy miro al cielo desesperada- pero para seguir con tu hilo, diré que un ejemplo de cómo se cumplen con los contratos no me iría nada mal.
- No…
- No digas nada, déjame que te explique y si no te convenzo me iré a casa a machacarm… digo a ver documentales. ¿Vale?
- Adelante- dijo sentándose en una silla mirándole totalmente seria, o al menos intentándolo.
- Mañana volverá el infierno- le susurra con voz de ultratumba- benefactores, madrugones, comerás mal, Wilson te dará la brasa con la última locura que he cometido, Brenda volverá a meterte mano…
- Brenda nunca me…
- Shhh no te metas en mis fantasías y déjame acabar mi exposición.- Lisa le indico con un gesto pesado que podía continuar- pues eso Brenda volverá a meterte mano y lo peor de todo. Tendrás que controlar tus manos juguetonas y deseosas cuando vean a este cuerpo cojear por tu puerta.
- Eso ultimo aplícatelo a ti.
- No te lo voy a negar, pero a lo que iba. Hoy, hasta las 12. Cena fin de curso, Cena de navidad, Cena después del entierro. Incluso los reos condenados a muerte tienen una última cena. ¿Por qué nosotros no?
- Val…- aun no había dicho la palabra cuando House ya se encontraba en la puerta.
- En mi casa a las 8. Se puntual. - Lisa tardó en reaccionar y cuando lo hizo se dio cuenta que no tenía ninguna información sobre donde iban a ir ni que tenía que ponerse. Así que se apresuró hacia la puerta.
- ¿Qué…? - Gritó a todo pulmón al abrir la puerta sin esperar que House estaría pacientemente esperando su reacción en la puerta.
- ¡Shhh esas revoluciones!- dice rascándose el oído- esos gritos son muy alentadores en la cama per… - Lisa se apresuró a taparle la boca con su mano.
- ¿Dónde vamos? ¿Qué me pongo?- dijo entre risas provocadas por la lengua de House lamiendo su mano.- eres un guarro.- le acusó limpiándose los restos de saliva y liberando al fin su boca permitiéndole hablar.
- Primero, se que te gusta, así que no disimules- le guiño un ojo. - Y segundo, tú solo preocúpate de llegar a las ocho y vestida de gala.- Cuddy frunció el ceño incrédula de que House le fuera a llevar a un restaurante caro…pero nunca se sabía y seguro que si iba en vaqueros lo haría tan solo por dejarla en ridículo.- No te voy a pedir que confíes en mi, porque no soy un ingenuo, pero…fíate de mi.- Dijo dándole un tortazo en el trasero.
- Eh- se quejo Cuddy-
- ¿De verdad creías que te iba a dar un beso de despedida? ¿Desde cuando es esto un cuento de de Disney?- dijo dirigiéndose a la moto mientras Cuddy se volvía a meter en la casa a preparase para el primer día de trabajo.
Antes de arrancar la moto, House volvió a alzar la mirada para ver si ella seguía en el porche para despedirse. No estaba. Aunque tampoco lo esperaba no podía negar que habría estado bien.
Tal y como House le había pedido, a las 8 de la tarde, Lisa Cuddy llego en su flamante BMV negro. Reajustándose el vestido y poniéndose las sandalias con un tacón de vértigo, bajó del automóvil. Dejó salir el aire que casi le ahogaba en un suspiro y se acerco a su puerta. Desde la ventana House espiaba sus movimientos con ansiedad.
Antes de golpear la puerta volvió a mirar la etiqueta de la botella de vino, Chardonne. Nunca supo mucho de vinos, pero si hay algo que es universal allá donde vayas es que lo mejor siempre es lo más caro. Tras apartarse los rizos que le caían por el rostro usando las gafas a modo de diadema, volvió a golpear la puerta con una tonadilla conocida.
- Buona notte ragazza.- Lisa le miraba con espanto.- se que el francés es mas romántico y caballeroso, pero el ánimo sobón típico de los italianos casa mejor con mis intenciones esta noche.- Lisa seguía mirándole estupefacta.- No es la primera proposición sexual poco velada que te hago, así que no me mires con esa cara.
- ¿A qué hora es la cena?- acertó decir aún en shock.
- A las…- echó un vistazo a su reloj- depende cuanto tarde el repartidor.- le respondió House aun sujetando la puerta. Su atuendo era lo más antagónico al de Cuddy que se podía imaginar. Ella, con un ligero vestido en una gama de rosas con detalles en rojo que hacían contraste. Él, con unos vaqueros cortados caseramente a tres cuartos. - Hacía calor- se excusó al notar la mirada de desagrado hacia sus pantalones. A un lado sus delicadas sandalias y al otro lado unas chanclas de lo más veraniegas. Él con una camiseta desteñida - es así, la camiseta digo- continuó al ver que seguía la inspección. Ella con el pelo aun mojado por la ducha y rizado. Él con su peinado despeinado de costumbre. Ella oliendo a algo parecido a frutas y él… bueno, había que admitir que al menos olía bien.
- ¿Repartidor? ¿aquí? ¿para esto me he pasado 10 minutos frente al ropero intentando decidir que ponerme?
- ¿Tantas molestias por mi?- dijo poniéndose la mano en el corazón con dramatismo.
- Dijiste que viniera elegante
- Me gusta la idea de que te vistas para mí y ya que es la última noche.
- Claro, y ¿tú qué? ¿A caso sabes lo que duelen estos zapatos?
- ¡Eh! Que yo también voy de gala.- ante la incredulidad de Lisa empujo más la puerta dejando a la vista su resplandeciente bastón con agarre de plata.- ¿ves?- de un manotazo lo apartó de la puerta y entró directa al sofá donde se sentó para quitarse los zapatos que le estaban matando.- nononononono- se apresuro a decir sentándose en la mesa de café y tomando un zapato en la mano. - De eso nada. La Barbie noche de gala se queda con todos sus complementos- Cuando Cuddy se disponía a replicar le paró con un gesto seco y una mirada severa.- esto no es todo- de un bolsillo saco una pajarita ya hecha, sin esfuerzo se la colocó alrededor del cuello y fingió tensar el nudo del lazo.
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Ante la negativa de Cuddy de volver a comer pizza o comida china por enésima ver estas dos últimas semanas, House se vio obligado a ejercer de buen anfitrión y hacer gala de sus dotes culinarias y así fue como acabaron comiendo sándwich vegetales ante la tele, ella con un vestido de gala, él con su bastón más elegante y con pajarita regándolo todo con un vino que había costado más de lo que Lisa quería pensar.
Cuando House despertó a la mañana siguiente, tal y como había prometido la noche anterior ella, Cuddy no estaba, y tal y como había prometido él, House no intento pararla cuando la escuchó moverse por su habitación recogiendo sus pertenencias.
En algún momento de la noche, sus recuerdos se confundieron con los sueños dejándole totalmente KO justo, maldita sea, media hora antes de que sonase el despertador.
HoY tOy:
en movimiento con el levado de cara del Lj!!!