[fic] Y quiero decirte gracias por darme el mejor día de mi vida | Resident Evil

Jun 03, 2011 03:32

Título: Y quiero decirte gracias por darme el mejor día de mi vida.
Fandom: Resident Evil.
Pareja: Chris/Jill.
Palabras: 1775.
Advertencias: post-RE5, muy, MUY fluff.
Notas: esto era en principio un oneshot que llevaba descansando en mi disco duro casi dos meses; y ahora que lo he retomado se ha convertido en un twoshot XD.


PARTE 1

Cuando Chris aparcó el coche, Jill distinguió claramente dónde estaban. Era un paseo cerca del puerto de Nueva York, regado a lo largo y ancho con árboles y cómodos bancos. Cerca había un parque de considerable tamaño con estanques y las farolas iluminaban todo el camino. Desde la barandilla que daba al agua se podía contemplar en el horizonte todo Manhattan, vibrante con todas aquellas luces amarillas y blancas que resplandecían sobre el cielo oscuro y despejado de aquella noche. El murmullo de la ciudad aún se escuchaba desde allí, aunque apenas había transeúntes en el paseo a esas horas de la noche. Jill sólo percibió el cuchicheo y barullo de un restaurante que estaba situado junto al mar; probablemente un sitio caro y de cierto lujo, con unas vistas impresionantes al río y a Manhattan.

-Siempre me gusta venir aquí para relajarme cuando estoy en la ciudad -confesó Chris, acercándose a ella. Miró hacia el infinito con una pequeña sonrisa en los labios; y Jill se preguntó si alguna vez había visto a Chris con una expresión tan relajada.

-Tiene unas vistas impresionantes -añadió Jill, apoyándose en la baranda y contemplando con deleite la majestuosidad de todo Nueva York desde aquel lugar. Edificios altos, luces de colores infinitos, el cielo limpio-. Y hoy hace una noche especialmente agradable.

-La compañía tampoco está nada mal -respondió Chris sin mirarla directamente a la cara, aunque con una mueca traviesa en los labios.

Jill se giró hacia él sin poder evitar una carcajada suave.

-Estás con la mismísima agente Valentine, deberías estar orgulloso -bromeó.

Aquél fue el turno de reír de Chris.

-El agente Redfield tampoco está mal, ¿no crees? -le lanzó, con mirada inquisitiva y una sonrisa divertida.

Jill se llevó la mano a la barbilla e hizo un gesto de absoluta concentración, como si examinase a Chris con detalle para dar un veredicto.

-No, no está nada mal -rió ella con voz suave, posando su mano el antebrazo de Chris.

De repente el sonido de música les llegó desde un punto cercano. Procedía del restaurante lujoso, donde la terraza parecía haberse convertido en una improvisada pista de baile y parejas y amigos bailaban al son de una canción lenta. La canción llegaba claramente hasta donde estaban ellos; y Jill creyó reconocer que era Can’t smile without you interpretada por Barry Manilow.

-Esta canción me trae recuerdos -murmuró sin darse apenas cuenta de que había hablado en voz alta. La brisa marina le rozó las mejillas y notó el olor del mar.

-¿Buenos recuerdos? -preguntó Chris, colocándose junto a ella en la barandilla. Las luces de la ciudad se reflejaban en el agua oscura y parecían temblar allá abajo.

Jill se encogió de hombros, dejando escapar una carcajada suave.

-Más bien vergonzosos. Son recuerdos del instituto.

Chris lanzó un suspiro largo y la miró divertido y algo curioso.

-Desde luego que eso fue hace mucho tiempo. -Ante el manotazo que le propinó Jill en el brazo entre risas, el hombre añadió-. Pero me cuesta imaginar que tuvieses momentos vergonzosos en el instituto. ¿No eras de las chicas populares de la clase?

-Nada más lejos de la realidad -rió Jill. Volvió la vista hacia Chris y ladeó la cabeza-. ¿Qué clase de imagen tienes de mí? -inquirió con los ojos un poco entornados-. En cualquier caso, me costaba mucho hacer amigos. Era muy tímida, llevaba ortodoncia, esas cosas. Y creo que era un poco más bruta que el resto de chicas.

-Bueno, eso explicaría que acabases haciendo un entrenamiento en los Delta Force al acabar los estudios -replicó Chris, sonriendo.

Jill ignoró deliberadamente el comentario y se reclinó un poco para contemplar su propio reflejo en el agua. Sólo veía una mancha turbia y oscurecida, pero entre la amalgama de luces de colores que se proyectaban en el océano se distinguía su figura y la de Chris.

-Esa canción me recuerda al primer baile de fin de curso al que fui acompañada. O era un baile de graduación, quizás. Ni siquiera recuerdo al chico.

-¿Y el tipo era un capullo o algo parecido?

-No realmente. Pero, digamos, el chico tenía las manos algo inquietas y a mí me estaba poniendo muy nerviosa. Acabé dándole una bofetada sin darme cuenta en mitad de la canción -relató, sin poder evitar sonreír ante ese último recuerdo-. La gente se nos quedó mirando de hito en hito y yo me puse roja como un tomate y salí corriendo del gimnasio tan rápido como pude. Después de eso -suspiró, mirando la silueta de la ciudad al otro lado-, creo que no volví a asistir a un baile en mi vida. Estaba tan avergonzada que no me atreví a pisar una ceremonia de aquellas nunca más -volvió la mirada de nuevo hacia Chris, y añadió, entretenida-. Y no sé por qué te estoy contando esto.

-Me sorprende descubrir cosas de Jill Valentine que todavía no conocía después de tantos años. -El tono de Chris había intentado ser mordaz; pero sus ojos le habían dedicado una mirada casi enternecedora.

Jill se había percatado que, desde su regreso, Chris la contemplaba muchas veces de aquella forma. Él probablemente creía que lo hacía con disimulo y que Jill no se percataba. Al contrario, la mujer era cada vez más consciente de aquellos ojos azules que la observaban casi a escondidas. Jill sólo podía esbozar una sonrisa ante aquel pensamiento.

De fondo, la canción continuaba y llenaba cada rincón del paseo, sólo perturbado por el silbido suave del mar y el tímido oleaje que chocaba contra los muros del puerto.

-La canción está a punto de acabar -espetó de repente Chris, y acto seguido le ofreció la mano a Jill-. Nunca he sido un gran bailarín, pero si esto te compensa por todos los bailes de instituto que no tuviste… me daré por satisfecho. -Jill creyó percibir cierta tribulación detrás de las palabras confiadas de su compañero.

-Será un placer -respondió Jill entre risas, y aceptó la mano que Chris había extendido hacia ella.

Hacía años que Jill no bailaba, así que se sintió como aquella adolescente que había recordado momentos atrás cuando su cuerpos se acercaron. Chris pasó los brazos alrededor de la cintura de ella, mientras que Jill apoyó las manos sobre los hombros de su compañero, rodeándole ligeramente por el cuello. Sus rostros quedaron muy próximos salvo por los centímetros de altura que les separaban. Chris bajó la cabeza hasta que sus ojos pudieron mirarla cara a cara. Y de repente, antes de que Jill se pudiese percatar, los dos se movían con lentitud al compás de la música que sonaba en la lejanía. Chris despedía un olor agradable a colonia masculina, un olor que la devolvió al pasado por unos momentos. Recordaba ese aroma de aquellos días de trabajo encerrados en la oficina de los STARS. Ese pensamiento la alegró y entristeció a partes iguales.

-Creo que es tu turno de confesiones vergonzosas de la adolescencia -masculló Jill después de lo que parecían minutos en silencio. Chris hizo una mueca divertida.

-Es justo -dijo, y se quedó pensativo por unos segundos-. Recuerdo que cuando tenía quince años, estaba convencido de que era capaz de cantar y tocar la guitarra eléctrica. Una estrella del rock en ciernes, como ves -ironizó y los dos compartieron una carcajada-. En una especie de concurso de talentos del instituto, salí al escenario yo solo con mi guitarra, dispuesto a dedicarle una canción a la chica que me gustaba. Fue un desastre -finalizó, sonriendo.

-¿Conseguiste a la chica, al menos? -se burló Jill.

-Conseguí que se riera de mí como el resto -confesó él, con tono mordaz y las cejas alzadas-. La verdad es que era malísimo.

-Bueno, siempre es un detalle que un chico te dedique una canción, ¿no? -respondió Jill, levantando el rostro para encarar a Chris.

-Si quieres te dedico una ahora mismo. Si eres capaz de soportar mis gallos y voz monstruosa -dijo Chris con extraña rapidez, entre risas, mientras los dos se mecían guiados por el sonido lejano de la canción.

-Creo que la segunda parte me la puedes ahorrar… por ahora -añadió, en el último momento. Jill se acomodó y entrelazó sus manos detrás del cuello de Chris, que rozó con suavidad. Éste no pudo contener un escalofrío que le atravesó toda la columna-. Pero tengo curiosidad. ¿Qué canción habrías elegido?

Chris meditó unos segundos en silencio. Cuando creían que la voz de Barry Manilow iba a desvanecerse por completo, la canción volvió a comenzar y se oyó un vitoreo lejano desde la terraza del restaurante. La música lenta volvió a llenar el silencio del parque, y Jill y Chris continuaron bailando a su ritmo. El viento comenzó a soplar un poco más fuerte, una brisa demasiado fresca para el vestido de tela delgada que Jill aún llevaba puesto.

-Estaba pensando que ésta es bastante apropiada -dijo finalmente Chris, haciendo un ademán con la cabeza y una sonrisa casi tímida asomó en sus labios; Jill pudo escuchar cómo tragaba saliva y notó las manos en su espalda que la acercaban aún más a él-. Jill…

Antes de que Chris continuase hablando, Jill ya estaba decidida. Era el momento, y probablemente les había llevado más tiempo del necesario. Así que sin pensárselo dos veces, Jill llevó sus manos hasta el rostro de Chris y le obligó a inclinarse aún más hacia ella. Pudo sentir la sorpresa en cada músculo de Chris cuando sus labios chocaron y Jill comenzó a besarle. Sus dedos rozaban la piel áspera de su faz, notaba la barba incipiente bajo sus yemas. Chris no tardó en reaccionar y se abalanzó sobre su compañera con ahínco, casi desesperado; como si nunca hubiese encontrado el valor para romper él mismo el hielo, y ahora por fin podía liberarse. Sus manos recorrieron cada centímetro de la espalda de Jill, apretándola más contra su pecho. Jill lo atrajo con fuerza hacia ella, mientras sus bocas se encontraban entre breves bocanadas de aire.

-Creo que yo también tengo una canción para ti -susurró Jill mientras tomaban aire unos segundos; las frentes apoyadas el uno contra el otro, las respiraciones entrecortadas. Chris llevó una de sus manos hasta la mejilla de Jill y la acarició con ternura.

-Seguro que tú puedes cantarla -rió él por lo bajo. Ella le respondió con una sonrisa y se aproximó hasta su oído, ligeramente de puntillas. Cerró los ojos y las palabra salieron solas de sus labios; una voz suave, tranquila.

And I want to thank you for giving me the best day of my life.

-fin-

La canción de Jill es Thank You de Dido =)

! fanfic, p: re: jill/chris, = fandom: resident evil

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