Fandom: Fullmetal Alchemist.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla:
Vicios.
Prompt: #10 Venganza.
Palabras: 603.
Advertencias: spoilers del capítulo 44, aunque no está situado específicamente en la línea temporal.
-Hey, Winry.
Winry no se molestó en disimular el bufido de exasperación y volvió el rostro hacia Edward, con una marcada expresión que pretendía decir “estoy-trabajando-deja-de-incordiar”. Detalle que, por supuesto, Edward no supo captar o simplemente ignoró (opción más que probable, ya que él no solía tener demasiado reparo en molestarla mientras intentaba trabajar). El chico brincó hasta ella, su cara adornada con una sonrisa arrogante.
-¿Qué? -espetó Winry, sin entusiasmo.
-¿Recuerdas aquel día que os pregunté a ti y a Al sobre aquella pelea para ver quién se casaría contigo que tuvimos de críos?
Había algo en el tono cantarín de Ed que le advertía sobre alguna posible idiotez de su amigo. Frunció el ceño y asintió, no muy convencida de adonde llevaba esa conversación.
-Entonces ¿recuerdas por qué nos rechazaste, eh? -una risa aguda acompañó la más que evidente pregunta retórica.
-Sí… -farfulló ella, desconcertada.
-Repítelo, por favor -movió su mano en un gesto que pretendía invitarla a responder alto y claro.
-“No me gustan los chicos más bajitos que yo” -enunció, sin temor, aunque sabía que ese comentario no agradaba especialmente a Ed.
Sin embargo, la sonrisa altiva de éste se acentuó después de su respuesta. Entonces comenzó a reír a carcajada limpia, clavando sus ojos en ella y señalándola con el dedo, victorioso. Como si Winry acabase de decir algo estúpido y sólo él supiese la gracia del chiste. La muchacha pestañeó repetidas veces, anonada, y arqueó una ceja.
-¿A qué viene esto? -inquirió, molesta.
Segundos después, Edward pareció recuperar el aire y su respiración se asentó. Secó algunas lágrimas de sus ojos, producto del ataque de risa, y alzó su rostro hasta encarar a Winry. Con expresión determinada y cierto aire de superioridad, sentenció, triunfante:
-¡Te he pasado! Ahora mido TRES CENTÍMETROS más que tú. ¡JA! ¿Qué te parece, señorita “no-me-gustan-los-chicos-bajitos”?
Winry arrugó el ceño y se rascó la barbilla, ausente. Dejó pasar un breve silencio, en el que la mirada dorada de Edward relucía expectante a que ella reconociese… un momento. Una lucecita se encendió en el cerebro de Winry. Esbozó una sonrisa pícara.
-¿Y, qué me tiene que parecer? -se rió por lo bajo-. ¿Qué insinúas, Edward Elric?
En ese instante, la misma lucecita pareció encenderse en el cerebro de Edward. Pero la reacción fue opuesta. El rostro del muchacho comenzó a palidecer, mientras que sus ojos se agrandaban por segundos. Abrió y cerró la boca varias veces, intentando formular una réplica contundente y fallando miserablemente. Algún sonido ronco salió desde su garganta y un ligero tartamudeo nervioso sustituyó al habla. Había intentado darle a Winry en toda la cara, y al final se había vuelto en su contra.
Observó petrificado a Winry durante unos segundos, hasta que su rostro empezó a adquirir un tono rojo (tanto por la creciente furia como por la más que evidente vergüenza). Levantó el dedo índice y señaló a Winry acusatoriamente.
-Eres… ¡ERES MALA PERSONA! -bramó, y con un giro rápido se dio la vuelta y desapareció de la habitación tras propinar un fuerte portazo.
Winry negó con la cabeza, resignada. No importaba cuán mayor se hubiera hecho o el cerebrito que en realidad era, porque para ciertos asuntos siempre seguiría siendo un obtuso.
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