Fandom: Fullmetal Alchemist.
Pareja: Edward/Winry.
Tabla:
Vicios.
Prompt: #8 Calor.
Palabras: 383.
Advertencias: trío de pequeños. Menciones a los padres de Winry y Hohenheim.
Alphonse ya estaba completamente dormido cuando Edward regresó al salón. Su hermano pequeño estaba arremolinado en el sillón de la abuela Pinako, hecho un ovillo y con los mofletes colorados. El fuego de la chimenea, muy próxima, había caldeado toda la habitación, y ahora el olor a leña quemada impregnaba la casa. Abajo, en el sótano, se oía a la abuela trabajar con sus automails, ayudada por Trisha. Las dos parecían hablar en susurros, y de vez en cuando Edward afinaba el oído con la intención de discernir parte de la conversación. Eran cosas de mayores, como solían decirles; pero aquel día una extraña sensación invadía la casa de los Rockbell.
Esa misma mañana, el tío y la tía Rockbell se habían marchado. A ayudar a la gente, decían. Winry había llorado durante toda la tarde; y no había querido jugar a nada. Cuando Edward volvió de la cocina, ella seguía sentadita frente a la chimenea, con las piernas apretadas contra su pecho y los ojos vidriosos clavados en las llamas.
Edward torció los labios y miró con pesadumbre a su amiga. Nunca la había visto tan triste; pero él mismo lo estaba porque el tío Urey y la tía Sarah se habían marchado. Se rascó la cabeza y dio varios pasos hasta sentarse junto a Winry, sólo a unos pocos centímetros de ella.
La niña ni siquiera advirtió su presencia; de vez en cuando, hipaba y se frotaba los párpados cansados.
Edward recordó el día en el que su papá se marchó. Winry debía de sentirse de forma parecida a ellos entonces, supuso. Aquel día, mamá los había abrazado más de lo habitual, y le había dicho que estuviese muy cerca de su hermanito Alphonse, para que al estar juntos, la tristeza se les curase pronto. “El calor humano alivia cualquier dolor” les dijo mamá, con una sonrisa apagada y ojos llorosos mientras los sostenía entre sus brazos.
El niño se acercó más a Winry y puso una mano, tímida, sobre la espalda de ella. Se inclinó poco a poco, hasta que su nariz rozó el cabello rubio que olía a champú. La abrazó.
―Seguro que el tío Urey y la tía Sarah vuelven. Ya lo verás.
Otra lagrimita, silenciosa y delgada, se deslizó por la mejilla de Winry.
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