Bueno, éste, aparte de ser el primer drabble de los que me pidieron en el meme que subí a mi
LJ, también es mi regalito de cumpleaños para mi querida
hazy_kenyer ^^ ¡¡Felicidades preciosa!! Espero que te guste =3
Título: La Muerte Blanca
Categoría: Hetalia
Personajes: Finlandia,menciones de Rusia
Prompt: Francotirador!Fin
Nº palabras: 665
Advertencias: Ninguna
Beta:
akanemiyano Notas: Disfruta del drabble, Hago ;)
La Muerte Blanca
Sus ojos resiguieron las figuras que podían intuirse en la distancia, pero de las que él no perdía detalle y sabía sin tenerlos cerca quiénes eran exactamente: rusos.
Tino se agazapó más en la nieve, acarició con el pulgar la superficie de su fusil M28 Pystykorva y soltó el aire lentamente. Todo a su alrededor era blanco, frío. La nieve ya había construido por sí sola un lecho de varios centímetros en el suelo antes de que él utilizara el manto blanco para acomodar su cuerpo a la espera de tener un buen objetivo. Sus ropas, completamente blancas, se fundía con el paisaje, y la nieve que hacía tiempo había comenzado a caer nuevamente lo cubría parcialmente, haciendo su camuflaje básicamente perfecto.
Parpadeó para quitarse algo de nieve de las pestañas, pensando fugazmente en la temperatura que debía hacer. Tampoco es que le importara, pues estaba acostumbrado a soportar temperaturas de hasta 40º bajo cero, pero no era un factor que le diera mucha ventaja. Su enemigo, Rusia, también estaba acostumbrado a aquel clima y no le pondría las cosas más fáciles por un ‘poco de nieve’.
Agudizó la mirada y sonrió. Su objetivo se había movido, dándole el blanco perfecto que había estado esperando durante toda la mañana. Acarició nuevamente el fusil y disparó sin vacilación. A lo lejos vio el cuerpo de aquel soldado ruso caer sobre la nieve, y a sus compañeros arremolinarse a su alrededor, mirando por doquier, buscando al causante.
Volvió a sonreír y se arrastró por la nieve lejos de allí, hasta que fuera seguro levantarse y emprender su camino a su siguiente objetivo.
- Cuatrocientos cincuenta y ocho-susurró para sí, haciendo su propia cuenta mental. Cuatrocientos cincuenta y ocho. Esos eran los soldados rusos que había abatido hasta ahora en los dos meses escasos desde que había empuñado los fusiles y se había convertido en la patada en el culo de las fuerzas rusas.
A lo lejos aún podía oír algunos gritos furiosos, y sonrió de nuevo. Puede que no entendiera del todo lo que decían, pero no lo necesitaba. Era fácil saber por la entonación que estaban maldiciendo con todos los insultos que el colorido idioma de Iván podía ofrecer.
Soltó una risita, asegurándose de que no había nadie alrededor que pudiera delatar su posición. Podía imaginar al ruso en aquellos momentos, sabiendo que de nuevo se había colado entre sus tropas y había eliminado a otro de sus subordinados sin que le vieran si quiera el pelo. No envidiaba la suerte de aquel que tuviera que darle la noticia de la nueva baja, aunque tampoco le suponía gran pena. Una guerra era una guerra, y no iba a negar que disfrutaba fastidiando al soviético casi en su propia cara, mientras que él no conseguía hacerle nada.
Y vaya si lo había intentado. Tino no era tonto, y desde que había comenzado con aquello había estado bien alerta. Por eso todos los intentos de asesinarle habían fallado, y no habían sido precisamente pocos. Pero de momento, era demasiado bueno como para que lo rozaran con una sola bala.
Miró al cielo, ya de pie, al encontrarse lo suficientemente lejos y a salvo como para no necesitar camuflarse con la nieve del suelo, y amplió su sonrisa. Su gente y él eran fuertes y estaba seguro que ganarían. Lucharían hasta el final sin dejar ningún as en la manga, e Iván lamentaría el día en que decidió enfrentársele.
Finlandia acarició una última vez el cañón de su querido fusil, rozando con sus dedos la suave superficie, sin la interrupción de la mirilla telescópica que tenían otros fusiles de francotirador y que él había quitado para evitar que el reflejo del cristal revelara su posición, y comenzó a caminar entonando para sí una vieja canción.
Era hora de ir a por su objetivo número cuatrocientos cincuenta y nueve y dejar que Iván mascara su rabia al tener nuevas noticias sobre las andanzas de la Muerte Blanca.
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