Siento haber tardado en subir este capi ^^UU Intentaré que el siguiente no tarde tanto.
Título: Vagabundos del destino
Categoría: Naruto
Personajes: Hinata, Naruto, Gaara, Sasuke
Género: Acción, Fantasía, Humor, Misterio, Romántico
Clasificación: Yaoi, Hetero
Advertencias: Lemon (más adelante en el fic)
Rating: No menores de 13 años
Nº palabras: 3.553
Beta:
akanemiyano Notas: Éste es un fic de Naruto en el que los vampiros tendrán un importante papel. Sobra decir que es ligeramente AU (no creo que en la serie aparezcan vampiritos pululando por ahí... lo más parecido era Orochi y ese era serpiente u.ú) Y también mencionar que podría considerarse OoC, pues las circunstancias harán que el comportamiento de los personajes cambie respecto al manga original.
Disclaimer: Como todos sabréis Naruto ni sus personajes me pertenecen ú.ù Yo sólo los tomo prestados para crear este fic XDDD
Aclaraciones para todo el fic en general:
- Dialogo-
"Pensamientos"
« Recuerdo »
Capítulo 4
Cuando ‘hime’ tomó sentido
El sol de la mañana entraba levemente en la habitación a través de las cortinas, otorgando un ambiente agradable a las dos personas que se encontraban allí.
Hinata estaba cómodamente sentada en el suelo del cuarto, peinando con tranquilidad su larga melena azabache, disfrutando del sosiego y frescor del lugar. Llevaba puesta un yukata de hombre que le quedaba ancha y que dejaba ver no sólo sus hombros sino también parte de su espalda. Además en aquella postura podía verse entre los pliegues de la tela uno de sus muslos.
Muchos hubieran pensado que quería provocar a su acompañante, sin embargo estaban muy lejos de la realidad. Era una manía que había adquirido conviviendo con el rubio, pues a veces para dormir le tomaba prestada alguna camiseta a su guardián, o al entrar a dormir en el cuarto de éste se ponía el yukata que había para él en la habitación, como en esa ocasión.
A Naruto nunca le había importado. De un tiempo a esta parte había adquirido la costumbre de dormir en ropa interior, usando un pantalón de dormir como mucho en algunas noches.
Tarareaba dulcemente una canción cuando el rubio salió del baño, pasándose una mano por el alborotado cabello dorado, que ahora llevaba suelto, bostezando y caminando sin pudor con sólo unos bóxers. Mientras buscaba su ropa, el kitsune también se puso a tararear aquella melodía.
-Si te viera alguien se escandalizaría, Naruto-kun -dijo la vampiresa, sonriendo mientras seguía en su tarea de cepillar su cabello.
-Es mi cuarto, así que no creo que me dijeran nada -respondió rascándose el vientre donde un pequeño camino de vellos rubios destacaban sobre la piel morena, descendiendo desde el ombligo para perderse en los bóxers.
También podían entreverse las líneas de un tatuaje que parecía ir desde la ingle, por toda la cadera izquierda para terminar en la baja espalda del rubio. Hinata sonrió al saber qué figura tenía ese tatuaje, uno que el Uzumaki se había hecho justo cuando se cumplió un año de la partida de ambos de Konoha. El primer aniversario del día en que fue transformada.
-Tú tampoco pasarías por muy decente si entrara alguien ahora mismo -la voz del rubio la sacó de sus pensamientos, haciéndola sonrojar. El joven sólo rió, observando a su compañera con cierta picardía. Sabía que Hinata no lo hacía a posta, pero… “Estoy seguro que a más de uno se le pararía si la viera ahora.” Y es que la morena estaba en una pose bastante sugerente, sobre todo con aquel yukata holgado y el sonrojo en su rostro de muñeca.
-Deja de reírte de mí y prepárate Naruto, pronto deberemos partir -le avisó mientras reanudaba el cepillado de su pelo. El rubio en vez de hacerle caso se sentó tras ella, abrazándola por la cintura y dejando un beso en el cuello de la chica- ¡Naruto-kun! -el kitsune sólo rió divertido, observando como la chica se ponía roja y le miraba con cierto puchero en los labios.
-Vamos, no te enfades conmigo Hinata-chan, sabes que no lo hago con mala intención dattebayo -le dijo antes de darle otro beso en el cuello, esta vez sobre el tatuaje que tenía la chica, allí donde tres años atrás la misteriosa vampira la había mordido. Resiguió el tatuaje con sus orbes azules, observando aquel dibujo que representaba las alas de una libélula.
-Eres un caso -murmuró la heredera del clan Hyûga, dejando el peine en el suelo y posando sus manos sobre las del rubio.
-¿Tienes sed? -preguntó éste de repente, aún con los ojos fijos en aquella marca. La morena negó lentamente con la cabeza-. Oh, así que tuviste una buena ‘cena’ kukuku -rió algo pervertido, recordando al joven que había invitado a pasear a la morena aquella noche.
Ese había sido el elegido para servir de alimento a la vampira, y estaba seguro de que el pobre muchacho habría despertado hacía tiempo solo y sin saber como había llegado allí. “Y sin haber conseguido lo que pretendía con Hinata-chan.”
-Pobre, algún día deberías dejarte llevar y complacer a alguno de tus pretendientes. Más de uno ya lo quisiera yo para mí -el comentario desinhibido del Uzumaki hizo que los colores le volvieran a subir a la chica.
-Naruto. No digas eso -pidió jugando tímida con sus deditos-. Sabes que yo no podría hacer esas cosas con…
-¿Con un chico? -terminó la frase por ella-. Bueno, pues acepta la propuesta de alguna de las mujeres que también te pretenden. Que yo recuerde ya lo hiciste una vez. Con aquella mujer joven que también vestía kimono y que tenía unas deliciosas curvas jeje. Sango era ¿no? Y además sabía que eras vampira y aceptó ser tu comida… y algo más. Si no fuera porque sé lo vergonzosa que eres te hubiera preguntado si me podía unir al festín.
-¡Ero-Naru! -exclamó la Hyûga poniéndose en pie toda avergonzada mientras el rubio reía tumbado en el suelo-. Eres un desvergonzado y… y…
-Y me quieres igual -completó el rubio mirándola divertido. Hinata sólo suspiró resignada-. No te pongas así, no he mentido dattebayo.
-Ya, pero aquello fue un caso especial… yo ahora no podría…
-Lo sé, ttebayo. Te reservas para Neji -ahora hablaba comprensivo, observando como la vampira asentía.
Cuando comenzaron aquella ‘aventura’ la chica le había confesado que estaba enamorada de su primo, pero que no se atrevía a confesárselo por miedo a que la rechazara. Por eso intentaba ser mejor ninja para que él estuviera orgulloso y quizás… comenzara a sentir algo por ella.
Él por su parte le había revelado a la morena que aunque por mucho tiempo había estado enamorado de Sakura, ya no lo estaba, y que le atraían tanto las mujeres como los hombres. Tendencia que después habían descubierto compartían ambos, aunque para Hinata sólo hubiera sitio para alguien concreto en su corazón.
Observó como la vampiresa comenzaba a buscar un kimono para vestirse y decidió que era hora de hacer lo mismo, recogiendo sus prendas regadas por el suelo y viendo que se pondría ese día.
-¿Qué tal te fue en tu cita ayer Naruto-kun? -la de ojos blancos lo miró con cierta curiosidad. La joven había visto al rubio coquetear con un hombre bastante apuesto que debía estar cerca de los treinta, de cuerpo atlético, alto y facciones varoniles y atractivas. Aunque como ella había marchado junto con el chico que la invitó a pasear no sabía si el rubio había salido con aquel hombre o había buscado otra conquista.
-Oh, bien dattebayo. Heiji-san fue un rico bocado que degustar -respondió con picardía, sonriendo zorrunamente. La Hyûga abrió los ojos sorprendida, sonrojándose al saber el significado de aquella frase con doble sentido.
-¿Fuiste tú quien…? Bueno, yo pensé que siendo él más mayor… tú serías… -Hinata cortó sus palabras. Aún le avergonzaba algo hablar de esos temas aunque fuera con el rubio.
-¿El uke? Jeje pues no. Pero no sé de qué te sorprendes mi Hinata-hime. Sabes que puedo ser un kitsune bastante dominante, ttebayo -le contestó guiñándole un ojo.
Ciertamente no era un tierno corderito que se dejaba degustar, ese privilegio lo tenían pocos. Si alguna sugerencia había escuchado de Kyuubi, y la había llevado a la práctica, era el comprobar que someter a otro en aquellas situaciones era muy placentero.
-Supongo entonces que ni tu cita ni la mía consiguieron lo que querían realmente -comentó la chica con una pequeña sonrisa, internándose en el baño para cambiarse de ropa.
***
Salieron de la pequeña pensión en la que se habían hospedado cuando aún era bien temprano. El rubio si llevaba esta vez su capa negra con llamas rojizas en los extremos, pero dejando ver la camiseta azul marino que se ceñía a su cuerpo, un haramaki rojo oscuro y un pantalón negro, al igual que sus botas.
Las vendas volvían a estar en su mano izquierda y en su cuello, la derecha enfundada en un guante sin dedos y su cabello recogido por una cinta blanca a modo de coleta baja, y una cinta negra muy larga anudada en su frente.
En su hombro izquierdo reposaba la correa de una mochila, en donde ambos llevaban lo justo y necesario para viajar.
Hinata por su parte llevaba un kimono ligero de color lila con motivos de pequeños pétalos y que dejaba ver parte de su clavícula, y un pañuelo oscuro anudado en su cuello.
-Si nosotros sabemos que él está aquí lo más seguro es que él también sepa de nosotros -la morena dejó fluir aquel pensamiento, expresándolo en un susurro suave para que sólo lo oyera Naruto, el cual asintió.
-Sólo espero que éste se digne a hablar y no nos dé largas como el anterior. La jerarquía de los vampiros y el ‘no estoy autorizado a deciros eso’ ya empiezan a mosquearme, dattebayo -le respondió frunciendo el ceño.
En verdad que a veces no tenían suerte con aquellos maestros de la noche. Cuando no desconocían lo que les estaban preguntando, resultaba que eran de un rango inferior y no podían darles la información que pedían. Eso si tenían suerte y no resultaban ser de esos vampiros locos anti-humanos que sólo querían descuartizarlos.
La mano de la Hyûga rozando su mejilla lo sacó de sus pensamientos.
-Estoy segura que el anterior vampiro no nos mintió. El que está en esta aldea podrá decirnos lo que deseamos saber. Y entonces conoceremos quien es la vampira que me convirtió y donde está -la morena dirigió su blanquecina mirada hacia el frente, deseando en verdad que su intuición fuera cierta, que esta vez consiguieran más que el nombre de un pueblo y la dirección a seguir.
-Y también si existe alguna cura -sabía que ese también era el deseo de la chica, aunque no era tan intenso como al principio, cuando la sed podía llegar a desesperarla y temblaba pensando que podía descontrolarse y matar a alguien.
“Hinata-chan es fuerte. Muchos de los vampiros que nos hemos cruzado son incapaces de no matar a sus víctimas cuando se alimentan de ella. En cambio Hinata nunca se ha dejado dominar del todo, nunca ha matado a alguien.”
-Lo que también quiero saber es por qué aquel vampiro loco te llamó Hinata-hime. Eso me tiene intrigado, dattebayo. Sé que estaba mal, pero pareció decirlo en un momento de lucidez, y creo que sabía más de lo que nos dijo -fue reflexionando el rubio mientras caminaban-. Lástima que tuviera que matarlo.
-Si no lo hubieras hecho nos habría matado él, Naruto-kun. Ya oíste lo que nos dijo Kuki-san en el país de la Catarata: muchos vampiros se vuelven locos con el paso de las décadas y acaban siendo incontrolables o matándose ellos mismos -recordar las palabras de la anciana vampira con cuerpo de niña de 10 años, la cual había visto personalmente como su maestro acabó matándose presa de la locura, le causaban cierto malestar.
-Yo no dejaré que eso te pase Hinata-chan -la sonrisa de su rubio guardián la tranquilizó en parte, relegando esos temores para otro momento.
-Debemos tener cuidado. El vampiro que vive en esta aldea es uno antiguo, y si ha vivido aquí por tanto tiempo sin que nadie lo sospeche…
-Estaré preparado. Confía en mí, si te he podido proteger durante tres años no voy a fallarte ahora. Además, sabes que no soy alguien normal y corriente ttebayo -le guiñó uno de sus ojos azules antes de enseriar su rostro.
Sabía que en caso de que el otro rondador nocturno fuera hostil no sólo se enfrentarían a alguien poderoso y con experiencia, sino a alguien que se encontraba en terreno conocido y que bien podría tenderles una emboscada.
“Y puede que no esté solo. Si es tan antiguo como dijo el anterior, puede que tenga algún hijo vampírico, o quizás un sirviente humano que lo protege durante las horas de descanso.”
***
Ambos observaron la entrada de la gran casa, cuidada pero de aspecto antiguo y que no dudaban debía tener un gran terreno.
-¿Es aquí? -el ojiazul observaba fugazmente a todos lados, atento.
-Sí, lo noto -se dieron una mirada antes de comenzar a caminar. Sin embargo no habían alcanzado la puerta cuando ésta fue abierta por una jovencita de pelo corto y oscuro que les hizo una reverencia.
-El amo los estaba esperando. Por favor, acompáñenme -ambos se quedaron sorprendidos, la aniñada voz de la chica flotando en sus mentes. Finalmente asintieron y la siguieron al interior de la mansión. “O más bien a la boca del lobo.”
Caminaron con aire casi ceremonial por los pasillos de madera de aquella gran residencia, siguiendo sin decir una palabra a aquella chica, atentos a cualquier sonido o cualquier presencia que delatara a algún otro visitante.
Sin embargo, de momento parecía que no había nadie más. La jovencísima sirvienta los guió hasta el jardín trasero y señaló hacia donde, desde su posición, se podía intuir a un hombre vestido con un yukata azul, sentado observando los terrenos.
-Gracias -murmuró Hinata a la joven, la cual hizo una inclinación y marchó tan silenciosa como vino. “Es la hora.”
Bajaron al jardín, sintiendo sus pasos acolchados por la hierba. Al ser tan temprano aún algunas plantas conservaban el rocío de la mañana y los aromas de las flores los envolvían como una caricia, como si quisieran eliminar la tensión y la alerta de sus cuerpos.
Se pararon a unos metros del vampiro, observándolo, mientras éste seguía con la vista fija en su jardín. A pesar de estar sentado sobre sus piernas, se intuía que era un hombre de considerable estatura, un metro noventa seguramente, de espaldas anchas y cuerpo musculado.
Llevaba no un yukata como habían supuesto desde la lejanía, sino un kimono, la parte de arriba de color azul oscuro y que le llegaba por debajo de la cintura, una camiseta más interna de color verde oscuro amarrada con un cinturón marrón sobre un pequeño obi rojo, y un pantalón ancho de color blanco que llegaba hasta los tobillos y dejaba ver sus calcetines blancos.
Tenía unas facciones duras pero a la vez serenas, piel ligeramente tostada y de apariencia suave. Sus ojos, penetrantes y calculadores, eran de un color marrón igual que su cabello, largo y lacio que le llegaba hasta la cintura.
-Al fin habéis venido -la voz varonil, profunda y sosegada del vampiro casi los sorprendió por lo repentina que fue. El castaño desvió su vista y la clavó en sus dos visitantes, casi haciéndolos estremecer. Era una mirada llena de sabiduría pero también inquisidora, como si contemplara en tu interior-. Pensé que vendríais ayer a la noche.
-Preferimos dar una vuelta por el lugar antes de hacer la visita de rigor -Naruto no se pudo contener de responder, con seguridad y cierta altanería, dando a entender que no le intimidaba ni con su presencia ni con su condición. Aunque quizás era una forma de convencerse a si mismo y no al otro.
-Le agradecemos el que nos haya atendido -habló esta vez la morena, queriendo evitar algún enfrentamiento-. Mi nombre es Hyûga Hinata, y él es mi guardián Uzumaki Naruto -se presentó mientras Naruto se erguía en toda su estatura-. Hemos venido con la intención de hacerle algunas preguntas.
-Yo soy Konowara Zen, señor de esta casa y dueño de casi toda la aldea -se presentó el otro vampiro, haciendo un gesto de cabeza- ¿Qué desean preguntarme una vampira neófita y su guardián? Y quizás más importante, ¿qué os hace pensar que estaré dispuesto a responderos?
Hinata tuvo que agarrarle una mano al rubio para que no se lanzara enfadado contra el vampiro. Se quedó mirando fijamente al castaño, rechinando los dientes y con los puños cerrados.
-Un vampiro al sur de aquí nos dijo que usted tendría las respuestas a nuestras preguntas. Shion-san fue el que nos envió -Zen pareció meditar las palabras mientras la morena seguía intentando que Naruto se calmara. Éste al final dio un paso atrás, pero no quitó su fiera mirada del otro.
-¿Qué es lo que queréis saber? -habló por fin el mayor.
-Quisiéramos saber el nombre de una vampira. Era una mujer muy bella, algo más alta que yo. Era de piel clara, con una larga melena negra y ojos rojizos. Llevaba una tiara de plata en la frente con el símbolo de una libélula y un traje…
-No puedo daros esa información -la voz de Zen cortó las palabras de la dueña del byakugan, haciendo que el ojiazul saltara de nuevo, esta vez soltándose del agarre de la vampira.
-Ya me estoy hartando de vosotros y vuestros ‘no puedo daros esa información’ -empezó a gritar el rubio alzando el puño amenazador- ¡No pienso irme de aquí hasta que nos de ese maldito nombre aunque se lo tenga que sacar a la fuerza, dattebayo!
Estaba a punto de dar un paso hacia el caminante nocturno cuando algo muy veloz se abalanzó hacia él. Dio gracias a sus buenos reflejos cuando saltó hacia atrás evitando por milímetros el filo de una katana. Sólo tuvo unos segundos para entrever al portador de esa espada cuando éste volvió a atacar; claro que esta vez estaba preparado.
Frenó varias estocadas mientras sus uñas se alargaban y sus ojos mostraban el poder del Kyuubi. Gruñó imperceptible y sacó una de sus colas, aferrando con ella rápidamente a su rival por la cintura, clavando una de sus manos en la muñeca que sujetaba la filosa arma y la otra en el cuello de su adversario, enterrándole las uñas.
-Naruto-kun, basta -la orden de la pelilarga evitó que siguiera estrangulando al otro joven. Observó la seria mirada de la chica antes de lanzar a aquel joven a los pies del vampiro, escondiendo después la cola que había extraído.
Un gemido adolorido escapó de los labios del espadachín al chocar contra el suelo, pero pronto se irguió de nuevo, empuñando la espada y dispuesto a atacar.
-No -fue sólo una palabra, escueta y en tono bajo, pero bastó para que el chico mirara al mayor como pidiendo que no lo detuviera, para finalmente asentir obediente y dar un paso atrás, quedando erguido al costado de Zen-. Les presento a Kohaku, mi discípulo.
El chico les lanzó una mirada incriminatoria, alzando la barbilla con gesto orgulloso. Era algo más bajo que Naruto y seguramente tendría uno o dos años menos que ellos. Su cabello era gris oscuro y sus ojos claros se mostraban ahora afilados como puñales.
Su rostro era fino y de piel clara, haciendo destacar más sus labios carnosos y de color rojo. Tenía un cuello largo y un cuerpo delgado pero fibroso y, como habían podido comprobar, muy ágil, e iba vestido de forma similar a Konowara.
-Tiene usted un guardián excelente, joven Hyûga. No cualquiera es capaz de ganar a Kohaku. Mi discípulo es muy bueno a pesar de su juventud -las palabras del castaño hicieron que el peligris mirara con mayor enojo a Naruto, que lejos de amedrentarse miró más amenazador al tal Kohaku, enseñándole los colmillos.
-Lo sé, por eso le confío mi vida -respondió Hinata, intentando que los ánimos volvieran a su sitio-. Por favor, Konowara-sama, le pido que nos dé esa información, es muy importante.
-¿Por qué quieres saber el nombre de esa vampiresa? -Zen clavó su oscura mirada en la joven, como queriendo atravesarla.
-Quiero encontrarla, saber dónde está y preguntarle unas cosas -respondió sincera, no apartando su blanca mirada.
-¿Por qué?
-Porque ella fue la que me convirtió -aquella respuesta pareció sorprender bastante al vampiro, que abrió ligeramente más los ojos y la observó con curiosidad.
-Ella te convirtió -repitió Zen, ante lo que la morena asintió-. Cuesta de creer.
-¿Está diciendo que miente? -Naruto volvió a saltar, amenazante, y Kohaku no se privó de hacer lo mismo, haciendo amago de empuñar su katana.
-No. Sólo digo que es algo difícil de concebir -Zen no se alteró, seguía teniendo el mismo tono calmado de toda la conversación- ¿Me permites ver tu cuello?
-Por supuesto -la dueña del byakugan acarició un momento el brazo del rubio para calmarlo, antes de dar unos pasos hacia el mayor. Con innata elegancia y suavidad retiró el pañuelo violeta y le enseñó su cuello, dejando ver el lugar donde la habían mordido, ahora cubierto por aquel tatuaje en forma de alas de libélula.
A simple vista Zen no había variado su expresión al ver aquella marca, pero Kohaku al parecer comprendía bastante a su maestro y sabía que algo lo había inquietado, como dio a entender cuando lo llamó en un susurro algo preocupado sin apartar la mirada de él.
Hinata volvió a cubrir su cuello esperando nerviosa una explicación, una respuesta o algo, sin embargo aguardó educadamente ocultando su inquietud mientras el castaño se decidía a hablar o no.
-Antes que nada quiero avisarla a usted y a su guardián que seguramente lo que os voy a explicar no os gustará, pues queráis o no esa marca que portas en tu cuello hace que esté implicada -comenzó a decir Zen, centrando su mirada en la Hyûga-. La vampira que le convirtió es la gran Kaguya-jôu, la reina de todos los vampiros. Y esa marca en su cuello la convierte en su heredera.