Fandom: QaF
Personajes: Brian, Claire, JD
Advertencias: Post 513, situado en el universo de Jamie
Notas: Éste y el pecado siguiente, que va en dos fics distintos (así que los tres posts de esta noche) van dedicados a
m_tesaga , porque fue su cumpleaños y se merece un poco de lectura para relajarse *te achucho muy pero que muy fuerte, siento el retraso aunque espero que te gusten!*
Prompt: #010 Años
Tabla fanfic100 Disfrutad!
Claire entra en Kinnetik con reticencia, observando todo lo que la rodea como si fuera la primera vez que está dentro de una empresa de este nivel. Oyó hablar a su madre en uno de sus ataques de alcohólica sobre lo ingenioso que era el nombre y lo sofisticada que era la nueva empresa de publicidad de su hermano, el triunfador de la familia, el chico que lo tiene todo menos el apoyo de su familia y lo peor es que no le importa lo más mínimo.
Todos los hermanos sienten envidia los unos de los otros en algún momento de sus vidas, rivalidades sin importancia que no afectan al cariño con el que crecen, excepto en el caso de los Kinney. Jack y Joan se encargaron de destrozarles desde bien pequeños, Claire se ha convertido en una mujer desgastada y amargada que culpa al nacimiento de Brian de todo lo que ha ido mal desde entonces en su vida.
Aún así, se odia y le odia un poco más cada vez que va corta de dinero o necesita ayuda con los malcriados de sus hijos y el único que se le ocurre para sacarla del aprieto es Brian. Para qué va a usar el dinero de todas maneras, tiene mucho más del que va a acabar gastando en toda su vida, una persona no gasta como tres, cuatro contando a la borracha de Joan, que apenas se cuida sola estos últimos meses.
- ¿Desea algo? - La mujer del mostrador la repasa con la mirada, juzgándola, y Claire aprieta con fuerza su bolso, poniéndose a la defensiva.
- He venido a ver a mi hermano. Soy Claire Kinney. - Su respuesta la deja sin habla, es obvio que el bueno de Brian Kinney se cree mejor que el resto y les ha ocultado a sus trabajadores cuáles son sus orígenes.
Han pasado años desde que se vieron por última vez, pura furia entrando en su casa para clamar por su inocencia, a pesar de que los únicos que le creían fueron sus amigos, su chico rubio, aquel al que según su madre Brian no hizo más que corromper.
- Lo siento, el señor Kinney ha dado órdenes de que no se le moleste. Está en una reunión. - Es una experta en engaños, Peter y John a menudo intentaban confundirla para quedarse hasta más tarde de fiesta, o en casa de algún amigo sin padres para vigilar, lee en los ojos de la secretaria que no se trata más que de una artimaña para quitársela de encima.
Ve la puerta con la placa sobre el cristal, las figuras del interior son meras sombras, no es traslúcido pero ve lo suficiente para saber que sólo hay una persona allí dentro.
- Me presentaré yo misma.
Aprovecha que la chica está parapetada tras su mesa para avanzar rápido hasta la puerta, entrando con los gritos de negación de fondo, ambas acaban en el umbral frente a un sorprendido Brian, que las mira con desinterés al principio y con ira después, cuando ve a Claire.
- ¿Se puede saber qué coño haces aquí? - Pasa la mirada de Claire a la chica, que se encoge de hombros, balbuceando.
- Lo intenté, señor Kinney, pero no he podido detenerla. - Brian se aprieta el puente de la nariz, haciendo un gesto a la secretaria para que les deje a solas. Para qué engañarse, incluso Cynthia habría tenido problemas para negarle la entrada, está visto que las Kinney tienen problemas con las puertas cerradas en Kinnetik.
Se pone tenso rememorando la última visita de su madre, los gritos con los que la echó, incluso los gritos en casa de Claire la última vez que se vieron.
Claire entra como hizo en Vangaard en aquella fatídica situación, aunque no vaya acompañada de ninguno de sus hijos.
- ¿Cuánto, Claire? No tengo tiempo para tus tonterías. Dime cuánto dinero necesitas y ya puedes largarte. - Saca el talonario de uno de sus cajones, mirándola expectante. Se siente humillada, entrando en el despacho como si se tratara de una serpiente a punto de devorarla, observando los sofás del fondo, blancos e impolutos, las lámparas, el parque con los juguetes y el niño mirándola, la mesa de Brian ocupando una buena parte de…
¿El parque con los juguetes y el niño? ¿Qué demonios…
Brian sigue su mirada, clavada en los ojos azules del crío, que la mira con curiosidad, sus manitas cogidas al borde del parque, con un chupete en la boca, lo único que se oye en esos momentos son los sonidos de sus labios chupando el juguete.
- Claire… -- Brian logra llenar una sola palabra de advertencia y hastío a la vez, levantándose para ponerse entre Claire y el bebé, no debe tener ni un par de años, todo mechones rubios y mejillas sonrojadas, está bien vestido y nutrido, es un crío al que cuidan.
Su voz la saca del estupor, actúa por instinto, acercándose al parque. Puede que la policía consiguiera que John admitiera que había mentido, pero qué más da, sólo hay que ver a su hermano, corrompiendo a chicos rubios, tratándolos como carne, un degenerado.
- ¿Sabe su madre que tienes al niño en tu despacho? - Da por hecho que es de alguna de sus empleadas, alargando las manos hacia el bebé, a punto de sacarle de allí y llevárselo hasta que sus verdaderos padres puedan hacerse cargo de él.
- Como le toques un solo pelo de la cabeza llamo a la policía. Estoy seguro de que estarán más que encantados de meterte en la cárcel por allanamiento y malos tratos.
- Brian, ¿de qué demonios hablas? ¡Eso no son más que mentiras! No soy yo la que tiene en su despacho a un pobre niño sin el consentimiento de sus padres.
- Pero tampoco eres la única que puedes llamar a las fuerzas del orden para acusarme de algo que no he hecho. Hace años se creyeron tus mentiras, me toca probar, ¿no crees? - Ha conseguido su propósito, detenerla antes de que se acerque al parque, pero ambos se giran de nuevo hacia el niño cuando éste ve a Brian, gorjeando y dando saltos para que lo cojan en brazos.
Sonríe tanto que su chupete acaba en el suelo, lo ve rodar con los ojos como platos, empezando a hacer pucheros. Intenta salir de allí para cogerlo sin pensar en las consecuencias, y Brian cruza el espacio que les separa en un par de zancadas, agarrándolo antes de que acabe con la cabeza en el suelo.
- ¡Da! ¡Dada! - Aún no pronuncia bien sus apodos, aunque es obvio a qué se refiere. Claire se les queda mirando con la boca abierta mientras su hermano se saca otro chupete de la chaqueta del traje y se lo pone al niño en la boca, susurrándole para que no llore.
Padre e hijo de la quedan mirando, Brian con la ceja alzada y el bebé con la cabeza apoyada en su hombro y las manitas sujetas a la corbata que lleva puesta.
- ¿Se te ha comido la lengua el gato, hermanita? Acabemos de una vez, no tengo todo el día.
- ¡No he venido a por tu dinero! Peter ha sido expulsado de clase pero no puedo quedármelo, tengo una entrevista de trabajo, quería pedirte que le echaras un ojo. Debería haberme imaginado que volverías a hacer de las tuyas.
- Uno pensaría que el padre de las criaturas también tiene capacidad de decisión, pero claro, si les das la patada en cuanto pares qué les vas a pedir luego. Los maricas no tenemos ese problema, cuando JD está enfermo o la canguro se toma vacaciones nos lo podemos turnar para que no se críe solo y acabe siendo un delincuente juvenil. ¿Ha salido ya John del reformatorio?
- Cómo te atreves…
Alza la mano, enfurecida, pero Brian la sujeta por la muñeca, apretando hasta que Claire gime de dolor.
- Largo. Ahórrame el esfuerzo de llamar a seguridad.
- Ese niño…
- Este niño lleva mis apellidos y los de su otro padre, legalmente, es más de lo que pueden decir tus retoños. ¿Ves a esta señora, JD? - Le habla con suavidad al bebé, haciéndole cosquillas para que ría, sonriendo con ternura. Claire da un paso atrás, sorprendida.
Es un Brian al que no veía desde hace mucho tiempo, cuando eran pequeños y jugaban juntos, puro placer en los gestos de su hermano, que dejó de dedicar esa expresión a los Kinney hace años.
Hasta ahora, si lo que dice del niño es cierto y lleva su nombre.
- Pues es tu tía Claire, pero tranquilo, no vamos a dejar que se quede, porque es muy fea y lo único que consigue es envenenar todo lo que toca. Sus retoños pueden buscarse la vida solos.
- Sabía que te negarías, nos has tratado siempre como escoria, ¡somos tu familia!
- Cuando os interesa. Lástima, ibas a llevarte el último cheque de mi banco pero se te acabó el tiempo. Ha cerrado de manera indefinida, este marica tiene que pagar dos casas, dos empresas, y dos hijos. Apáñatelas y suerte con la entrevista.
No le deja tiempo para preguntar todo lo que le hierve en la cabeza, como de dónde ha sacado Brian dos hijos, o por qué sus madres no se han negado a cedérselos (viendo el dinero que rebosa de la cuenta de Brian no tiene que pensar demasiado en eso, es evidente que sus dos hijos estarán mucho mejor criados que los de Claire, y le odia aún más por ello) o cómo ha conseguido aguantar tanto tiempo junto a la misma persona si ni siquiera ella es capaz de conseguirlo.
Le envidia, mucho más de lo que se hubiera creído capaz de hacer.