*Sentada en el regazo de Natalie, Maggie, con sus recientes cinco añitos, pintarrojea en el papel con una pintura azul, porque le está dibujando los ojos a un chico muy guapo que vio esta mañana desde fuera.
Termina y sopla el folio, para esparcir los restos de color que se desahcen cuando aprieta con la pintura. Y mira el dibujo, orgullosa. En poco más de 30 centímetros cuadrados ha metido a veinte personas y un perro.*
*Cuando ve que Maggie ha acabado aparta la vista del libro y mira el dibujo, cogiéndolo de un lado.* Alaaaaaa, que guay... *Mira a Maggie y le sonríe, arrugando la nariz, y después mira el dibujo.* ¿Yo quién soooooy?
*Sonríe, y alza la vista mirando a Natalie. Y cuando va a señalar a la muñeca pelirroja con la tiara en el pelo y un collar de perlas, se da cuenta de pronto de que pasa algo raro.
Cierra los ojos, y cuando los abre, el brazo le llega mucho más arriba de lo que debería. Los vuelve a cerrar, asustada.
Y cuando los vuelve a abrir, lo que la asusta es no estar en su habitación, que es donde estaba hace un segundo. Y lo de estar sentada encima de su hermana también la deja un poco perpleja. Aunque lo que se lleva la palma son las dos coletas en el pelo y el vestido cincientra centímetros por encima de los tobillos.*
*Y en dos segundos, Maggie vuelve a ser Maggie y no la niña pequeña y ella no se lo puede creer. Ya casi había renunciado a que se volviera mayor. Y esto de verla "transformarse" delante suyo... Grita y la abraza.*
*Parpadea un par de veces y sonríe, deshorientada totalmente. Abraza a Natalie también, porque no sabe por dónde anda, realmente. Y se baja de estar sentada sobre ella y mira alrededor. Por lo que puede ver por la ventana, se sitúa, aunque se le pasan mil preguntas por la cabeza. Boquea un par de veces, sin mirar a Natalie. Luego las señala a ellas, y luego el suelo.*
¡Dios mío Maggie! *se levanta y no para de mover los brazos, alucinada.* No vas a créertelo pero ¡eras una niña! ¡Eras tú en 5 años! ¡Te despertarte así! Y te fui a buscar ¡y llevas ya una semana siendo una niña! *Ríe y la vuelve a abrazar*
*Sonríe, abrazándo a Natalie a su vez.* ¡Una niña! *Repite. Y disimuladamente se acerca a la mesa donde hay un dibujo raro pero con un combinado de colores realmente genial. Alarga la mano y coge el vaso de cristal. Se lo lleva la nariz y lo huele detenidamente.* ¿Ginebra?
¡No seas idiota! *La golpea suavemente en el hombro. Alza los brazos.* Sé que no tiene ningún sentido, créeme, soy Natalie, la escéptica, pero en serio, eras una niña. Y Seth también te ha visto, y Jake, y Daniel... En serio... ¿Sino cómo explicas la última semana? ¿O el estar aquí?
*Aunque escucha lo que Natalie le dice, da un traguito del vaso.* Um, agua... *Comenta, como si fuese lo más sorprendente del mundo.* ¿Última semana? ¿A qué estamos? Lo que no entiendo es como hace un segundo estaba en mi habitación... ¿Me habéis puesto algo en el té? No me hace gracia.
¡Ni a mí! *dice, y por un segundo se le escapa la risa, aunque enseguida se pone seria, porque sino Maggie se pensará que le está tomando el pelo.* Estamos a día 10 de mayo, y me vienes ¡perfecta! No podía hablar con la Maggie de 5 años de lo que tengo que hablar contigo...
*Niega con la cabeza, parpadeando varias veces con los ojos entrecerrados, y alza una mano, encogiéndose de un hombro, como esperando una explicación en condiciones.* Espera, espera...
¿Qué? No sé nada más, Maggie. En serio. *hace una mueca.* ¿Recuerdas que escribíamos el diario? Luego dijiste que vino alguien y ya no supe nada más, y por la mañana, había una niña que decía que era Maggie. Yo no me lo creía, claro... *dice alzando las cejas, como diciendo "obviamente"* pero fui y bueno... era clavada a ti... y a mí cuando era pequeña. Y no paraba de decir que era Maggie. Y fui a ver a Jake y también dijo que eras tú, aunque no parecía excesivamente preocupado... *frunce un poco el ceño.* Luego pregunté quien había venido a verte, porque pensé que te habrían envenenado, pero nadie me contestó... ¡Espero que te acuerdes!
*Asiente con la cabeza, con la mano alzada todavía.* Claro, vino Liam, está un poco hecho polvo porque su chica se cayó del caballo... Pero *frunce el ceño, desviando la vista*, no me envenenó, obviamente, *sonríe, incrédula* sólo me obligó a tomar... *Se detiene y baja la voz.* Una cerveza. *Alza las cejas.* pero no tiene sentido, él también bebió.
¡Ah! *Alza las cejas y abre la boca, ladeando ligeramente la cabeza. Después señala a Maggie con un dedo.* ¡La detective Cohen lo descubrirá! *Sonríe y luego se cruza de brazos, pensando.* ¿La cerveza tenía un gusto extraño? ¿Era normal?
*Se encoge de hombros.* Yo qué sé, sabía mal, ¡pero tampoco había bebido una cerveza antes! *Alza las cejas, para replicar. Pero se detiene.* Aunque Liam dijo que sabía mal... *Frunce el ceño.* Vale, se acabó la broma. *Se gira sobre sí misma.* Que salgan todos de donde estén, muy divertida la broma.
Termina y sopla el folio, para esparcir los restos de color que se desahcen cuando aprieta con la pintura. Y mira el dibujo, orgullosa. En poco más de 30 centímetros cuadrados ha metido a veinte personas y un perro.*
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Cierra los ojos, y cuando los abre, el brazo le llega mucho más arriba de lo que debería. Los vuelve a cerrar, asustada.
Y cuando los vuelve a abrir, lo que la asusta es no estar en su habitación, que es donde estaba hace un segundo. Y lo de estar sentada encima de su hermana también la deja un poco perpleja. Aunque lo que se lleva la palma son las dos coletas en el pelo y el vestido cincientra centímetros por encima de los tobillos.*
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¡MAGGIE! ¡Cuánto me alegrooooo!
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Es... Es tu casa.
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