Forgive the urgency but hurry up and wait

Aug 02, 2009 23:15

¤ Título: Forgive the urgency but hurry up and wait.
¤ Fandom: !HS.
¤ Claim: L/D y unos locos por ahí.
¤ Palabras: 1,150.
¤ Advertencia: Coun (?), lime-quenollegaalime, tonterías. Sin beteo.
¤ Notas: Bueno, aquí se los traigo, quedó raro y no está beteado (coff), pero espero sea de su agrado, personitas pervertidas (aunque no tiene mucho pervt, whatever). Como ya saben, continuación de esto.
¤ Resumen: Nunca pienses dos veces, sólo hazlo.

La puerta del despacho se abrió y cuando observó de quien se trataba no pudo más que poner mala cara.

―¿Qué estás haciendo aquí? ―gruñó el prefecto, siguiendo con su trabajo, el cual consistía en organizar algunos archivos. En eso estuvo seguro de haber escuchado unos gritos muy familiares. Miró al chico y al ver su inocente sonrisa no le costó deducir lo que sucedía. Laxis suspiró, dejó los papeles y se masajeó el puente de la nariz―. ¿A eso has venido? ¿A ser el abogado de esas chicas, de nuevo? Entiende, L, no importa lo que digas, la sala del Consejo Estudiantil no es para ver partidos de fútbol.

L le miraba divertido, halagando interiormente la perspicacia del prefecto. Pero no estaba precisamente ahí por esa razón, más bien era su excusa. Se acercó al escritorio y se sentó sobre el mismo, para molestia del de mayor edad.

―Vamos, D, no deberías de ser tan malo con ellas, sólo quieren divertirse un poco.

D frunció el ceño, alzando el rostro para verlo.

―¿Divertirse un poco? ¿Divertirse un poco? Parece que estudias en otra escuela o eres muy tonto y no te has dado cuenta. ¡¡Ellas lo único que hacen es divertirse!! Y, de paso, causarme muchos problemas a mí. No, no permitiré que rompan las reglas por puro capricho. ―Laxix se puso de pie, con toda la intensión del mundo de ir a regañar a esas dos revoltosas, pero una mano se la impidió. Gruñó, jalando su brazo, intentando soltarse, pero L no se lo permitió, estrechando más el agarre. El de cabello anaranjado volteó a verlo, molesto―. ¿Me podrías soltar?

―No ―contestó L, con una sonrisa divertida en su rostro, exasperando -aún más- al hombre.

―Suéltame ahora mismo. Es una orden de tu prefecto.

―¿Y qué si no lo hago?

―Recibirás un castigo, L. Tendrás tu encanto, según algunos profesores, pero sabes que no funciona en mi.

L jaló a Laxix, haciéndolo que perdiera un poco el equilibrio y terminara casi estampado contra el chico, quien no perdió la oportunidad para abrazarlo, acercando su rostro al de él. D no pudo evitar sentirse un poco nervioso al sentir la respiración de L sobre su rostro, o tal vez fue por su mirada. Lo que fuera, quería alejarse de él, rápido.

―¿Un castigo? Me encantaría que tú me castigaras.

D iba a volver a gritarle para que dejara de burlarse de él cuando L acortó la distancia entre los dos, apoderándose de sus labios. L apresó las muñecas de D, logrando así reducir sus movimientos. Devoraba sus labios, sonriendo al notar las intensiones del prefecto por morderle la lengua, sin éxito alguno.

Con un poco de dificultad, logró apresarlo contra la pared, colando una de sus piernas entre las de D, rozando intencionalmente su entrepierna, deleitándose al sentir el estremecimiento que le recorrió por todo el cuerpo a su presa.

―Suéltame, maldito ―gruñó D, cuando sus labios por fin estuvieron libres. Intentó liberarse, queriendo patear a L, pero en la posición en la que se encontraba eso le fue imposible. L rió ante sus intentos. Tomó ambas manos con una de las suyas y la otra acarició la cintura de D, rozando suavemente la entrepierna del mismo. D se mordió los labios, tratando de evitar que el gemido saliera de su boca, sin mucho éxito.

―Señor prefecto, en verdad que no sabe mentir ―Se burló L, besando nuevamente a D, antes de que este pudiera hacer otra cosa.

Pero en esta ocasión el beso fue distinto, más suave, pero también más entregado, profundo. Laxis tuvo que aceptar que era un buen beso, a pesar de la situación. Cerró los ojos, dejándose llevar por el momento. L sonrió internamente, soltando las manos del hombre, las cuales terminaron posándose sobre sus hombros, casi abrazando su cuello. El chico lo abrazó por la cintura, haciendo que sus cuerpos se rozaran. Movió un poco su pierna, haciendo fricción en aquel punto sensible. Ahogó cualquier ruido que el otro pudiera provocar con su boca.

L estaba contento. Finalmente parecía que D no lucharía y aceptaría lo que sentía, por eso bajó sus defensas, dejando que las emociones lo dominaran.

Y ese fue su error.

Cuando D sintió que el otro chico suavizaba el agarre, rompió el beso -con algo de dificultad- e intentó recuperar algo de aire, jadeando. Le sonrió a L, quien se sorprendió por el gesto, pero antes de que él pudiera hacer algo, D lo aventó un poco y terminó estampándole un fuerte golpe en el rostro, el cual lo mandó al suelo.

―Nunca, escúchalo bien, nunca vuelvas a hacer algo así.

Laxix se pasó el brazo por la boca, limpiándose la saliva y cualquier rastro (según él) de ese beso. Se acomodó la ropa y salió rumbo a la sala del Consejo Estudiantil. L seguía sorprendido por lo que sucedió, sintiendo que el ojo le dolía, mucho.

Pero dejó de pensar en eso cuando escuchó unos gritos a lo lejos.

―¡Ustedes dos! ¡¡Les dije que la Sala del Conejo no es un lugar para ver deportes!! Están castigadas.

―¿Castigada? ¡¡Yo no puedo ser castigada!!

―¡¿Qué hace?! ¿No ve que iban a tirar un penal? ¡¡Con ese tiro se define el partido!!

L sonrió. Bien, estaría castigado y tendría que soportar el mal humor de D por largo rato, pero bueno, al menos había disfrutado de un buen momento.

Al día siguiente, todo el mundo notó el ojo amoratado del chico de último año (¿Y cómo no hacerlo? El otro parecía muy orgulloso del mismo, puesto que ni intentó ocultarlo). Pero lo que más le llamaba la atención era como, al parecer, el prefecto parecía aumentar su mal humor cuando escuchaba la respuesta que éste daba para explicar lo sucedido.

―¿Por qué mi ojo está morado? Digamos que no a muchos les gusta ser el pasivo en una relación.

Por otra parte, Rich se encontraba triste, pues no había podido ver la última parte del partido del siglo, mientras que Kmi intentaba explicarle a Hawk que no era lo mismo ver el partido en vivo que grabado. Lluvia y Ligabiss sólo veían todo lo sucedido un poco extrañadas. Bueno, sólo una de las dos estaba verdaderamente extrañada, la otra parecía haber captado algo que no podía notarse a simple vista.

―¿Por qué sonríes así? ―preguntó Ligo, mirando con curiosidad a su amiga.

―¿Así cómo? ―preguntó ésta a su vez, de manera inocente.

―Como si te hubieras enterado de algo con lo cual puedes molestar a alguien.

―Nada. Créeme, no es nada, sólo descubrí la forma de poner de buen humor a mi Co-Co.

―¿Ah sí? ¿Y cómo?

―Digamos que tengo material para molestar a cierto prefecto ―Tras decir esto se marchó, en busca de su cómplice. Ligo se encogió de hombros y suspiró, decidiendo que era mejor no preocuparse, al fin de cuentas siempre terminaba enterándose de todo de primera mano.

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