¤ Título: Guerras Internas.
¤ Fandom: Grey’s Anatomy.
¤ Claim: Cristina (Burke/Cristina - Owen/Cristina).
¤ Palabras: 555.
¤ Advertencia: Spoiler de la quinta temporada (hasta el cap 10 de la misma). Sin betear *gota*
¤ Notas: Hace tiempo quería escribir algo de Owen y Cristina, porque ADORO la pareja, espero no haberlo echado a perder *gota*
Cristina no se había dado cuenta hasta que lo conoció. Inconscientemente, desde que era muy joven, había estado viviendo una guerra, contra los demás, contra su familia, contra ella misma. Quería demostrarle a todos, sin que hubiera duda alguna, de que ella era buena, que valía la pena y no era sólo una chica más. No supo cuando se perdió, cuando dejó de escuchar a su yo interno y vivir sólo para impresionar a los demás; pero cuando se dio cuenta (o, más bien, le hicieron darse cuenta), ya era demasiado tarde. Se sentía perdida.
Ella creyó, firmemente, haberse enamorado de Burke. Que sólo un hombre como él podría entenderla, comprenderla y ver su verdadero yo. Pero no resultó así, en cambio, ella misma se fue perdiendo cada vez más, al grado de convertirse -casi- en una Burke. Por eso no pudo cruzar aquella puerta, por eso no pudo dar el siguiente paso. No podía casarse, no cuando sentía que si daba un paso al frente se perdería en un abismo del cual nunca saldría. Agradeció -en verdad que lo hizo- el que Preston se hubiera dado cuenta de eso, de que le hubiera salvado de sacrificarse a si misma por una ilusión que creyó era amor.
Y, aún así, se sintió tremendamente sola cuando se marchó. Pudo ser porque en verdad había aprendido amarlo o porque se había acostumbrado tanto a su presencia que le era necesaria. Como fuera, el estar sin él esos meses fue un gran sufrimiento interno que se aseguró de no demostrarlo a los demás.
Se sentía... vacía, como si hubiera perdido una parte de su identidad. Le costó mucho retomar su vida, darse cuenta que el mundo seguía girando, moviéndose, sin esperarla. Incluso le dolía ver como parecía que Meredith seguía avanzando, dejándola atrás.
Todo comenzó a colapsarse cuando su persona parecía haber alcanzado la felicidad, mientras que ella seguía estando en aquel pozo de miseria que se había encargado de cavar ella misma.
Estaba perdiendo su guerra interna, sintiéndose desconectada del mundo. Hasta que lo conoció a él.
Owen era alguien distinto, un médico atrevido, una persona que no parecía tenerle miedo a nada. Cuando le rescató, luego de haber sido herida por aquel pedazo de hielo, llevándola en brazos, había sentido que la sacaba de aquel abismo que parecía empeñado en absorberla. Con aquel beso apasionado le recordó que ella seguía viva, y que tenía un gran destino por delante.
Pero, cuando volvieron a reencontrarse, Cristina se dio cuenta de que no era la única que vivía una guerra interna. Y, posiblemente, Owen era el más herido de los dos. Sus guerras eran distintas, pero ambos sufrían cosas similares, temiendo el perderse para siempre y no saber cual era su verdadera identidad. Ambos eran soldados caídos, que temían volver a caer heridos si se mostraban tal como eran. Les costaría mucho el confiar, de nueva cuenta, en los demás; pero estaban seguros, de alguna forma incierta, que solamente el otro podría llegar a comprender lo que sentían en realidad.
Por eso irían con calma, sin apresurarse, disfrutando de esos pequeños detalles que antes no hubieran prestado atención.
Después de todo, tenían toda una vida por delante. Ganarían sus respectivas guerras y se curarían sus heridas. El destino había querido que se conocieran, por algo debió haber sido.