¤ Comunidad:
30vicios.
¤ Título: Suciedad.
¤ Fandom: Shaman King.
¤ Claim: Yoh/Ren.
¤ Tabla:
Básica.
¤ Prompt: 21. Sangre.
¤ Palabras: 429.
¤ Advertencia: Shonen ai. Muerte de Personaje.
¤ Notas: Algo angst para ser la primera. Recordatorio de que Yoh es un año mayor que Ren.
¤ Resumen:
No ha sido tu culpa. No ha sido culpa de nadie.
Observaba sus manos con asco y con miedo, horrorizado al ver como aquellas manchas rojas se extendían por todos sus dedos.
―No hay nada ―susurraba una voz suave a su lado, intentando calmarlo―. Tus manos están limpias, no hay nada.
―Mientes ¡Mientes!, míralas ¡MIRALAS! ―Extendía sus manos hacía el chico de cabellera castaña con gesto desesperado, tratando de convencerlo de que no eran alucinaciones suyas―. Están cubiertas de sangre ¡DE SU SANGRE! ―Su rostro expresando una desesperación que nunca se había visto antes, casi al borde de la locura―. ¿Qué hice? ¡¡¿¿QUE HICE??!!
El castaño negó suavemente con la cabeza, tomando sus manos entre las suyas para horror del de ojos dorados, quien intento zafarse del agarre pero el otro chico era más fuerte, al final lo termino abrazando, tratando de calmarlo con todas sus fuerzas a pesar de que seguía moviéndose.
―No hay sangre, no hay nada. Tus manos están limpias Ren. Lo están ―susurraba a su oído con ternura, dándole un pequeño masaje en la espalda, tratando de borrar aquella desesperación que surgía del menor.
Al final el chino se calmó, más no pudo evitar dejar escapar algunos sollozos.
―Están sucias... si lo están... ―murmuró antes de dejarse vencer por la inconsciencia.
Yoh le miró con ternura, pero también con un profundo dolor. De entre sus ropas sacó un pañuelo, limpiando con delicadeza las lágrimas que habían logrado escapar de los ojos dorados de Ren. Después observó su propio pecho, donde una gran mancha roja podía notarse. Soltó un suspiro, mientras se dedicaba a limpiar las manos de Tao y después a el mismo. Su vista se desvió a la persona que yacía inconsciente a unos cuantos metros lejos de ellos.
Abrazó con más fuerza al chino sin poder evitar que una lágrima escapara de sus ojos cerrados.
―Tus manos están limpias Ren, no ha sido tu culpa. No ha sido la culpa de nadie.
Le cargó con extremada delicadeza, mirando por última vez a aquella figura que no volvería a sonreírle, a gritarle... ni siquiera a mirarle. Suspiró con tristeza. La extrañaría, pero el chico que estaba entre sus brazos era más importante, después limpiaría aquel lugar y pensaría como arreglar aquel error.
―Lo siento. Nunca fue mi intención que las cosas terminaran así. Espero que algún día puedas perdonarme. Perdonarnos. Él no ha tenido la culpa, se que lo entenderás, siempre lo has entendido. Siempre lo has hecho, Anna.
Y salió de aquella habitación, donde la miko yacía muerta en el suelo sobre un charco de sangre, con sus ojos cerrados y una expresión tranquila.
¤ Comunidad:
30vicios.
¤ Título: Malestar.
¤ Fandom: Shaman King.
¤ Claim: Yoh/Ren.
¤ Tabla:
Básica.
¤ Prompt: 12. Espinas.
¤ Palabras: 644.
¤ Advertencia: Shonen ai. Spoiler del Torneo de Shamanes.
¤ Notas: Uso la definición de Espina que dice: “Malestar o disgusto causado por alguien”.
¤ Resumen:
No lo aceptaría, nunca más. Suficiente tenía con haberlo dicho una vez.
Ren sabía muy bien que el malestar que sentía desde hace tiempo en su pecho no significaba que estaba molesto por lo que sus ojos presenciaban casi a diario. Además, él sabía que tarde o temprano ese par volvería a encontrarse. Aunque claro, nunca había esperado reencontrarse con ello antes de que volvieran a Japón.
Tampoco eran celos, puesto que él no conocía ese tipo de sentimientos y juraba (cuando alguien le hacía un comentario) que no existía razón alguna para que pudiera a llegar a sentir eso, aunque eran muy obvias las miradas de muerte que le lanzaba a ambas chicas cuando estaban demasiado cerca del castaño.
Pero sobre todo, Ren Tao sabía muy bien que no se trataba de tristeza o melancolía, solamente prefería estar solo y apartado de todos los demás puesto que no estaba muy acostumbrado a los grupos grandes (aunque su grupo solo contaba con 10 personas, sin contar a los espíritus, claro esta). Pero aún así resultaba extraño que en esos momentos de chico ermitaño solo le permitiera a una persona acercársele sin decir algún comentario mordaz (al contrario, se quedaba calladito).
Y aún así, a pesar de analizar todos los puntos a favor y en contra, no lograba comprender a que se debía ese malestar que se había apoderado de su pecho cuando Manta, Fausto y las dos chicas les habían encontrado hace algunas semanas. Chocolove decía que pudo haber sido algo que comió, Horo-Horo que solo era una etapa (a.k.a nervios) por estar al fin en la Aldea Apache y las próximas peleas. Fausto se había ofrecido para revisarlo, oferta que había rechazado rápidamente (No era tan tonto como para dejar que él lo checara, a pesar de que jurara estar ahora de su lado. Existían algunas cosas que no se podían olvidar). Manta parecía de acuerdo con Horo-Horo y los demás no solían decir mucho, o no querían.
Una noche, después de una de las peleas del equipo de las Aguas Termales de Funbari, a la cual claramente él no fue a ver. Ren se encontraba en el techo de la cabaña que le correspondía a su equipo, aún confundido al no lograr entender la razón y el porqué de aquella extraña sensación que parecía expandirse por todo su pecho. Sabía que le causaba dolor, angustia, incluso una gran molestia, y ganas de golpear a su castaño amigo (y a la chica rubia o a la del cabello rosa, para que negarlo). Tal vez por eso prefería estar solo, para no tener ninguna reacción inesperada. Pero dejó sus pensamientos al notar una presencia muy conocida atrás de él.
―¿Otra vez prefiriendo la soledad? ―preguntó aquella voz mientras su dueño se sentaba a un lado del chico chino.
―Siempre es mejor estar solo que mal acompañado ―contestó éste sin siquiera mirarlo, sintiendo como aquello que estuviera en su pecho parecía calmarse un poco con la cercanía del otro chico.
Asakura sonrió de medio lado, tal vez un poco divertido al notar el rostro serio de su amigo.
―Ren, no tienes que pensarlo mucho ―El aludido volteó a verlo confundido, logrando que Yoh riera un poco―. Me refiero a lo que sientes, estoy seguro que ya antes lo has escuchado.
El de ojos dorados parpadeó sin entenderlo completamente aún, pero antes de que el castaño pudiera decir algo una voz muy familiar (y fastidiosa para el chino) se dejó escuchar, reclamando la atención de Yoh, quien se fue haciendo un pequeño gesto de disculpas.
Ren observó como se marchaba, sintiendo más fuerte aún aquella sensación extraña y fue cuando al parecer, por fin, comprendió de que se trataba, adquiriendo un leve, levísimo, tono rosado en sus mejillas.
―¿Así que esto es a lo que llaman una espina clavada en el corazón?
Aunque claro, luego de decir aquellas palabras frunció el ceño. Aquello era demasiado cursi para él.
¤ Comunidad:
30vicios.
¤ Título: Reflexiones en una noche oscura.
¤ Fandom: Shaman King.
¤ Claim: Yoh/Ren.
¤ Tabla:
Básica.
¤ Prompt: 24. Humillación.
¤ Palabras: 379.
¤ Advertencia: Shonen ai. Pensamientos de Ren. Escena perdida del tomo 9.
¤ Notas: Que no se niegue que es mi personaje favorito xDU.
¤ Resumen:
Ren acababa de darse cuenta de una verdad gritada a voces. Verdad que sólo ‘parece’ provocarle una gran humillación.
El viaje a sido muy largo, pero al final todos se encontraban nuevamente en Tokio, dejando atrás el cansancio del largo viaje que represento ir y venir desde China, de la batalla sufrida y, sobre todo, dejando atrás las antiguas impresiones que había causado la misma, olvidando los antiguos odios y resentimientos que el más joven del grupo había provocado a todos desde que se conocieran por primera vez.
Pero a pesar de todo las cosas ya no volvieron a ser las mismas, cuando una verdad sale a flote es muy difícil que esta vuelva a ocultarse. Eso es lo que estaba pensando Ren en ese momento, aprovechando la soledad que se cernía en aquel departamento que actualmente llamaba hogar y la oscuridad que representaba la noche. Desde que había regresado se había encerrado en aquel lugar, sin atreverse a ver a los demás, y sin dormir siquiera, tal vez por temor a lo que sus sueños pudieran tratar de decirle; se encontraba ahí, simplemente recordando cada instante que podía lo que había sucedido en su verdadero hogar.
Al principio había creído que se encontraba en aquella situación por sentirse totalmente humillado al haber tenido que ser rescatado por ese idiota de cabello castaño. Después pensó que la razón era porque Yoh lo había visto llorar (en un instante en que había creído que el idiota estaba muerto) y después había sonreído de esa manera.
Pero por más vueltas que le daba al asunto en su cabeza se iba convenciendo que todo eso era en parte cierto, pero no en sí la verdadera razón por la que no pudiera dormir y que se encontrara tan nervioso últimamente.
Lo peor es que sabía perfectamente porque se encontraba así y tardó muchísimo más tiempo en aceptarlo “abiertamente”. Se había enamorado de alguien inferior a él, de un completo idiota y descerebrado que iba pregonando por el mundo que la vida podía ser más tranquila de lo que uno se imaginaba. Eso si que era una gran humillación para el heredero del Clan Tao. Aunque tenía que admitir que era precisamente esa actitud lo que le gustaba del castaño.
Meneó la cabeza soltando un suspiro inconforme. Sólo esperaba que nadie más lo descubriera o definitivamente perdería toda su credibilidad de chico rudo.
¤ Comunidad:
30vicios.
¤ Título: Aprecios.
¤ Fandom: Shaman King.
¤ Claim: Yoh/Ren.
¤ Tabla:
Básica.
¤ Prompt: 15. Orgullo.
¤ Palabras: 866.
¤ Advertencia: Yaoi. Cursileria + medio OoC = Nada bueno *gota*. Spoilers básicos del anime.
¤ Notas: Más pensamientos de Ren.
¤ Resumen:
En un inicio el orgullo lo era todo para él. Pero las personas cambian.
Ren Tao era un chico orgulloso ¿y como no serlo?, era la primera cosa que le había enseñado su familia (no precisamente del modo correcto, pero algo es algo). En aquel lugar, oculto entre las montañas de China y al cual se negaba a reconocer abiertamente como su hogar, desde muy pequeño le demostraron que uno tenía que estar orgulloso de su fuerza, tanto física como espiritual, de ser el heredero de su Clan, de poder asesinar a hombres mucho más grandes y altos que él. Orgulloso de inspirar miedo (más que respeto) en sus enemigos.
Pero con el paso de los años el joven Tao se dio cuenta que eso en verdad no eran cosas por las cuales estar orgullosos, puesto que solamente servían para endurecer el corazón y ensombrecer el alma.
Tuvo que pasar mucho tiempo para que comprendiera (en carne propia) que las cosas que más apreciaba en toda su vida, aquellas que le regalaban al menos unos instantes de verdadera felicidad, eran las que debía cuidar con toda precaución y estar muy orgulloso de tenerlas mas aún así no debería de presumirlas, puesto que podían desaparecer de un instante a otro.
La primera vez que lo entendió fue cuando su hermana mayor, Jun Tao, había ido desde China a Japón para ayudarle a vengarse de aquel débil shaman que se había atrevido a vencerlo. Sabía muy bien que desde siempre su hermana demostraba que le quería, más nunca había arriesgado su propia vida para defender su honor. A pesar de que ella perdió la batalla contra aquel shaman japonés, estuvo muy contento (por dentro) de tenerla como hermana. Ella era la mejor taoísta que existía, era muy fuerte y además había logrado una fuerte unión con su espíritu acompañante.
Otro ser al que apreciaba mucho era a si fiel amigo y compañero, Bason. Al principio había pensado en el solamente como una herramienta más, pero cuando comenzó a darse cuenta de todo lo que el antiguo guerrero chino estaba dispuesto a hacer por él comprendió su error. Bason no era una simple herramienta, puesto que estas no piensan ni sienten. El guerrero estuvo muchas veces dispuesto a perder totalmente su esencia con tal de protegerlo, además de que nunca dejo de apoyarlo. Él le era muy leal y, aceptándolo con una sonrisa, había sido el primer amigo verdadero que tuvo.
También podría decirse que apreciaba mucho su libertad. ¿Cuántos chicos de doce años podían presumir de haber viajado por casi todo el mundo?
Y vaya que él si lo hizo, primero por su entrenamiento como heredero del clan (cosa que le permitió conocer gran parte de los países de Asia) y luego por el torneo de shamanes. Aunque podría decirse que disfruto más este último, puesto que pudo viajar con verdaderos amigos.
Ren Tao soltó un suspiro, abriendo sus ojos para encontrarse con la imagen del techo de su departamento a oscuras. Observo hacía un lado, donde se encontraba un pequeño buro y sobre este un reloj digital, el cual marcaba que apenas iban a ser las dos de la mañana. Sonrió de medio lado notando lo medio irónica que se había convertido su vida.
Siempre había creído que toda la gente era una basura sin sentido que se dedicaba a lastimar más y más al planeta entero, pero al cumplir los doce años, cuando aquel torneo comenzó a llevarse a cabo, se dio cuenta de que sus pensamientos estaban completamente equivocados. Lo peor del asunto, tal vez, es que eso se lo demostró una persona que, al principio, había llegado a odiar verdaderamente.
Ya hacía mucho tiempo desde que eso sucedió y ahora, cada vez que no podía dormir o se quedaba a solas, su mente se dedicaba a recordarle cada uno de sus cambios más radicales, también de reflexionar sobre su vida entera.
Volvió a soltar un suspiro cuando sintió algo en su cintura, al observar noto un cálido brazo rodeando a la misma y estrechando un poco el agarre, haciendo que su cuerpo se pegara más a la figura que estaba a su lado, sacándolo así completamente de sus pensamientos.
Sonrió de medio lado al ver el pacifico rostro, más cuando confirmo que aquel acto había sido hecho por pura costumbre, porque el dueño del brazo seguía completamente dormido.
Aún estaba contento por tener una hermana como Jun, que no dejaba pasar más de dos semanas entre cada una de sus llamadas o visitas, para recordarle siempre que ella le seguía queriendo. Aún estaba agradecido de que Bason no lo dejara y de que siempre le escuchara cuando lo necesitaba.
Pero en aquel momento existía una cosa que era la más importante en su vida, la que más apreciaba y atesoraba.
Se recostó nuevamente, estrechándose aún más contra aquel cuerpo al lado suyo, dejando escapar un suspiro satisfactorio mientras usaba su pecho de almohada, sintiendo como ambos cuerpos se compenetraban.
Estaba muy orgulloso de que, al final de todo, su esfuerzo había valido la pena y ahora fuera él mismo quien se encontrara entre los brazos de aquel chico.
Y es que lo único que le importaba actualmente a Ren era ser el único dueño del corazón de Yoh.