¤ Comunidad:
10pairings.
¤ Título: Lealtades.
¤ Fandom: One Piece.
¤ Personaje:
Monkey D. Luffy.
¤ Claim: Robita/Luffione (Robin/Luffy).
¤ Palabras: 505.
¤ Advertencia: OoC en Luffione (o no sé si sea OoC totalmente, considerando que es un capo de la mafia, por lo que está bien mostrarlo medio maduro ¿no? Aunque tal vez me pasé un poco *confundida*). Puede que un poco de OoC también en Robita *deprimida*. ¿UA?
¤ Notas: Basado en el Omake ‘Jingi-nai Time’.
¤ Resumen:
No tengo dudas, porque mi lealtad siempre ha estado contigo y no con él.
La noche estaba a punto de terminar, sintiéndose el ambiente más frío de lo normal. Pero él sabía que eso pronto cambiaría, pues cuando saliera el sol inundaría toda la oscuridad con su luz y su calor. Sonrió de manera irónica, ya que inconscientemente había comparado la situación que vivía actualmente la isla con aquel pensamiento.
Al momento en que cerró las cortinas de su ventana, haciendo que toda la estancia quedara mediamente a oscuras, pudo percibir una presencia que había osado ingresar a sus aposentos sin permiso alguno. Pero no se dio la vuelta para encararla, pues sabía muy bien de quien se trataba.
―¿Qué te trae por aquí, Robita? ―susurró el hombre, sacando un puro de su saco y prendiéndolo con un fosforo, haciendo que esa pequeña luz que duró poco permitirá vislumbrar la silueta de una mujer recargada en la pared a un lado de la puerta. Ella sonrió, cruzándose de brazos, sin apartar su mirada de él.
―Usted conoce muy bien esa respuesta, señor Luffione ―contestó, alzando una mano para acomodarse un mechón de su negra cabellera tras la oreja.
El capo sonrió, dando una calada a su puro y soltando el humo con suma tranquilidad. Se dio la vuelta, encarándola, pero sin demostrar en ningún momento que estuviera sorprendido de verla.
―¿Acaso quieres asegurar de una vez por todas la victoria de tu jefe asesinándome antes de la inminente guerra?
Ella sonrió por toda respuesta, negando con un gesto de cabeza a la vez que se enderezaba, dando unos cuantos pasos hasta estar frente al hombre de la cicatriz bajo el ojo. Luffione no se apartó, sino que la dejó acercarse.
―Sabes que eso podría hacerlo, pero dudo que fuera un asesinato fácil ―Robita alzó una mano y acarició la mejilla del hombre con suavidad y hasta con algo de ternura―. Pero también sabes muy bien que no estoy aquí por Zoroscia, sino por mi... y por ti.
Robita acercó su rostro al de Luffione, al punto de rosar sus labios con los suyos. El capo no se apartó, dándole a entender que podía continuar y así lo hizo. El beso comenzó de manera pausada, siendo correspondido por ambas partes, pero se separaron antes de que se profundizara.
―¿Estas segura de lo que vas a hacer? ―Por primera vez, Luffione se permitió demostrar algo de preocupación por la mujer que tenía entre sus brazos. Ella sonrió, encantada por aquella pequeña muestra de debilidad.
―No tengo dudas, porque mi lealtad siempre ha estado contigo y no con él ―Le aseguró.
Y Luffione le creyó, porque desde que la había conocido, Robita le había demostrado una y otra vez de parte de quien estaba su corazón, y de que era incapaz de traicionar al mismo. Aquello le aseguró una cosa a la cabeza de la familia Luffione, y es que él tenía asegurada su felicidad en esa isla, no sólo por el hecho de que ganaría la guerra que se avecinaba, sino porque tendría a la mujer que amaba a su lado.