Un gatito soñador despertó esta mañana con el deseo de volar y su corazón entregar.
Un pingüino quería ya pronto despegar y el viento en sus alas sentir.
El destino no quería sus deseos no cumplir y decidió por casualidad juntarlos antes del medio día. El gatito ronroneo al ver al alocado pingüino llegar, sabia bien que su corazón ya estaba volando de solo verle sonreír. El pingüino le abrazo con entusiasmo y gustoso acepto las alas que el gatito le obsequio, no hacia falta decirlo pero el anhelo de este gatito es que el pingüino vuele y vuele muy alto su corazón sin importar si cae ya que no había estado tan alto.
Al regresar a casa el gatito le contó sobre su encuentro con el pingüino a su amigo el ratón, un travieso ratón que sus celos no logra controlar ni ocultar.
Si el dilema de un gato soñador que quiere volar pero no lo dejan partir de tierra reside en unas alas inquietas y unas orejitas coquetas, es mejor que uno de los dos le diga al gatito quien será el postre esta noche ...
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