¿Se acuerdan de que hace escasos cinco días escribí un mensaje que hablaba de deshielo, de primavera y de sol? Pues ya se pueden ir olvidando. Dos días después de aquello, la temperatura volvía a bajar, y el sábado cayó una tormenta de nieve con ráfagas de viento como yo no había visto aún aquí. Casi no se podía andar por la calle, aquello parecía un documental de esos en los que el viento barre la nieve sobre el suelo haciendo remolinos mientras un trineo con perros atraviesa un vasto paisaje helado.
A continuación pueden ver cómo quedó el patio interior de mi edificio después del suceso, que yo hasta entonces nunca había visto sin despejar, y un parque cercano, ya a altas horas de la madrugada. Supongo que la primavera (la que dure más de tres días) aún tendrá que esperar. Hasta entonces, todavía hay tiempo para hacer guerras de bolas de nieve, y para sentirse afortunado al llegar a casa y sentir en la cara el calorcillo de la calefacción.