(no subject)
Death Note, Matt/Mello.
Resumen: A Matt nunca le gustaron sus tácticas para ascender dentro de la mafia.
912 palabras, medio porno, medio angst. NC-13?
Plus: Mello medio desnudo, sexy y cabreado (o sea, Mello a secas) :D
Lo primero que oye son los golpes contra la pared cuando finalmente decide entrar en su piso, ignorando el aviso de No Pasar que cuelga del pomo de la puerta en forma de rosario. Sabe lo que está ocurriendo allí dentro, en su dormitorio, tal vez en su propia cama. Lo acordaron hace mucho, pero ha pasado tanto tiempo que ha preferido olvidarlo.
Se saca el tabaco, el mechero y una media sonrisa del bolsillo, y enciende un cigarro al tiempo que fuerza a sus labios a aparentar indiferencia. Los pies le llevan solos hasta la puerta del dormitorio, de donde provienen los gemidos roncos de un desconocido, mezclados con otros más suaves, familiares. La puerta está medio abierta, sólo necesita un empujón para girar silenciosamente sobre las bisagras, mostrando ante sus ojos una figura enorme de espaldas, con los pantalones por las rodillas y unas piernas desnudas apretadas alrededor de su cintura.
Sin dejar resbalar la amarga sonrisa de su rostro, da un paso más hacia ellos. Mello está oculto tras el cuerpo del otro, que lo levanta a pulso sujetando sus caderas con firmeza, la espalda desnuda golpeando la pared con cada embestida que provoca más ruidos obscenos. Se arquea al compás de sus movimientos como si disfrutara, pero sus ojos están fijos en Matt, con la frialdad de un autómata. Con una sonrisa de desprecio, deja escapar un gemido afectado.
-Mhh, sí, así - Gime el rubio, burlándose con la mirada.
Matt lleva una mano a su cinturón y agarra la pistola con un movimiento rápido, le quita el seguro y apunta en un solo paso, como les enseñaron. El cañón apunta directamente a su nuca, sin vacilar. Un asesino repulsivo se está follando a su Mello en su propia casa, está poniendo sus asquerosas y enormes manos en su cuerpo desnudo mientras le folla sin compasión, sin molestarse en mirarle a la cara. Podría matarle allí mismo. No fallaría, Mello se encargaría de hacer que se quede quieto para no darle a él.
-N-no, espera… -el hombre se detiene confuso y Matt le mira enojado, sin bajar el arma.
-¿Qué has dicho?
-Más… dame más - Dame más tiempo. Matt aparta la mirada de la nuca que le gustaría atravesar de un balazo y se encuentra con sus ojos. Confía en mí. El hombre suelta una risita y reanuda las embestidas sin previo aviso, arrancándole un gemido que suena más creíble, y que Matt no quiere pensar que es de dolor.
-Como ordenes, preciosa- sus manos se afianzan en su trasero, clavando los dedos con saña. Matt, obedece. Camina hacia atrás, sin bajar la pistola hasta salir de la habitación, dejando la puerta tal y como la encontró.
Cuando aquel hombre sale del dormitorio, con la ropa arrugada y una sonrisa satisfecha, ni siquiera repara en la figura sentada en un rincón oscuro, jugando con la consola. Se marcha sin mirar atrás, mientras en la habitación se oye agua corriendo.
Apenas un minuto después Mello sale por la puerta, terminando de abrocharse los pantalones, con el pecho desnudo. Tiene el pelo hecho una maraña, las mejillas sonrojadas y una mueca de desagrado en los labios.
Se sienta a su lado, Matt acaba de apoyar la consola sobre la mesa y está sacando otro cigarrillo. Parece algo perdido. Espera, con la mirada fija en la máquina aun encendida. GAME OVER, dice con letras mayúsculas que ocupan toda la pantalla. El pelirrojo aspira con lentitud y deja escapar el humo, que asciende hasta disolverse en el techo. Después aparta el cigarrillo de su boca, sujetándolo perezosamente entre el índice y el corazón.
Sus dedos se rozan cuando Mello se lo arrebata, dándole una pequeña calada que acentúa su gesto de desagrado. Retiene el humo unos segundos, notando cómo quema en su boca y al pasar por su garganta. Normalmente odia el sabor del tabaco, pero en aquel momento necesita algo familiar que limpie el sabor intruso. Después se lo devuelve, pero Matt lo apaga para sacar uno nuevo, sin querer acercarse de nuevo aquel a los labios.
El rubio encoge los hombros desnudos ante el rechazo. Se levanta y se pone en frente de él, obligándole a que le mire.
-Sólo es trabajo, Matt.
-Ya -Asiente, con un nuevo cigarrillo en la boca-. Yo también. Me dejas que te folle y a cambio tienes casa, dinero y un idiota dispuesto a morir por ti.
Algo metálico y pesado golpea su sien dolorosamente antes de que pueda apartarse.
-No se te ocurra repetir eso, jamás- Mello le apunta con la pistola que acaba de golpearle, directamente a la cara-. ¿Me oyes? Te mataría ahora mismo y me quedaría con tu casa y con tu dinero, si no te…
-¿Si no qué? -Pero Mello sólo sostiene su mirada en silencio- No lo intentes tío, nunca tendrás el valor de decirlo.
Mello arroja el arma contra el sofá y desaparece en su habitación, hecho una furia.
Vuelve a lavarse y se viste del todo, con rapidez, sin tiempo para sentirse sucio y desgraciado. Se peina, se echa agua en la cara para bajarle el color a sus mejillas y sale de nuevo del dormitorio. Tiene que seguir trabajando para ascender en la mafia, no puede tomarse el lujo de descansar.
Matt ya no está, ni su pistola. Pero se ha dejado la consola sobre la mesa. GAME OVER. La apaga con una sonrisa, seguro de que volverá a por ella. Esta partida aun no ha terminado.
Resumen: A Matt nunca le gustaron sus tácticas para ascender dentro de la mafia.
912 palabras, medio porno, medio angst. NC-13?
Plus: Mello medio desnudo, sexy y cabreado (o sea, Mello a secas) :D
Lo primero que oye son los golpes contra la pared cuando finalmente decide entrar en su piso, ignorando el aviso de No Pasar que cuelga del pomo de la puerta en forma de rosario. Sabe lo que está ocurriendo allí dentro, en su dormitorio, tal vez en su propia cama. Lo acordaron hace mucho, pero ha pasado tanto tiempo que ha preferido olvidarlo.
Se saca el tabaco, el mechero y una media sonrisa del bolsillo, y enciende un cigarro al tiempo que fuerza a sus labios a aparentar indiferencia. Los pies le llevan solos hasta la puerta del dormitorio, de donde provienen los gemidos roncos de un desconocido, mezclados con otros más suaves, familiares. La puerta está medio abierta, sólo necesita un empujón para girar silenciosamente sobre las bisagras, mostrando ante sus ojos una figura enorme de espaldas, con los pantalones por las rodillas y unas piernas desnudas apretadas alrededor de su cintura.
Sin dejar resbalar la amarga sonrisa de su rostro, da un paso más hacia ellos. Mello está oculto tras el cuerpo del otro, que lo levanta a pulso sujetando sus caderas con firmeza, la espalda desnuda golpeando la pared con cada embestida que provoca más ruidos obscenos. Se arquea al compás de sus movimientos como si disfrutara, pero sus ojos están fijos en Matt, con la frialdad de un autómata. Con una sonrisa de desprecio, deja escapar un gemido afectado.
-Mhh, sí, así - Gime el rubio, burlándose con la mirada.
Matt lleva una mano a su cinturón y agarra la pistola con un movimiento rápido, le quita el seguro y apunta en un solo paso, como les enseñaron. El cañón apunta directamente a su nuca, sin vacilar. Un asesino repulsivo se está follando a su Mello en su propia casa, está poniendo sus asquerosas y enormes manos en su cuerpo desnudo mientras le folla sin compasión, sin molestarse en mirarle a la cara. Podría matarle allí mismo. No fallaría, Mello se encargaría de hacer que se quede quieto para no darle a él.
-N-no, espera… -el hombre se detiene confuso y Matt le mira enojado, sin bajar el arma.
-¿Qué has dicho?
-Más… dame más - Dame más tiempo. Matt aparta la mirada de la nuca que le gustaría atravesar de un balazo y se encuentra con sus ojos. Confía en mí. El hombre suelta una risita y reanuda las embestidas sin previo aviso, arrancándole un gemido que suena más creíble, y que Matt no quiere pensar que es de dolor.
-Como ordenes, preciosa- sus manos se afianzan en su trasero, clavando los dedos con saña. Matt, obedece. Camina hacia atrás, sin bajar la pistola hasta salir de la habitación, dejando la puerta tal y como la encontró.
Cuando aquel hombre sale del dormitorio, con la ropa arrugada y una sonrisa satisfecha, ni siquiera repara en la figura sentada en un rincón oscuro, jugando con la consola. Se marcha sin mirar atrás, mientras en la habitación se oye agua corriendo.
Apenas un minuto después Mello sale por la puerta, terminando de abrocharse los pantalones, con el pecho desnudo. Tiene el pelo hecho una maraña, las mejillas sonrojadas y una mueca de desagrado en los labios.
Se sienta a su lado, Matt acaba de apoyar la consola sobre la mesa y está sacando otro cigarrillo. Parece algo perdido. Espera, con la mirada fija en la máquina aun encendida. GAME OVER, dice con letras mayúsculas que ocupan toda la pantalla. El pelirrojo aspira con lentitud y deja escapar el humo, que asciende hasta disolverse en el techo. Después aparta el cigarrillo de su boca, sujetándolo perezosamente entre el índice y el corazón.
Sus dedos se rozan cuando Mello se lo arrebata, dándole una pequeña calada que acentúa su gesto de desagrado. Retiene el humo unos segundos, notando cómo quema en su boca y al pasar por su garganta. Normalmente odia el sabor del tabaco, pero en aquel momento necesita algo familiar que limpie el sabor intruso. Después se lo devuelve, pero Matt lo apaga para sacar uno nuevo, sin querer acercarse de nuevo aquel a los labios.
El rubio encoge los hombros desnudos ante el rechazo. Se levanta y se pone en frente de él, obligándole a que le mire.
-Sólo es trabajo, Matt.
-Ya -Asiente, con un nuevo cigarrillo en la boca-. Yo también. Me dejas que te folle y a cambio tienes casa, dinero y un idiota dispuesto a morir por ti.
Algo metálico y pesado golpea su sien dolorosamente antes de que pueda apartarse.
-No se te ocurra repetir eso, jamás- Mello le apunta con la pistola que acaba de golpearle, directamente a la cara-. ¿Me oyes? Te mataría ahora mismo y me quedaría con tu casa y con tu dinero, si no te…
-¿Si no qué? -Pero Mello sólo sostiene su mirada en silencio- No lo intentes tío, nunca tendrás el valor de decirlo.
Mello arroja el arma contra el sofá y desaparece en su habitación, hecho una furia.
Vuelve a lavarse y se viste del todo, con rapidez, sin tiempo para sentirse sucio y desgraciado. Se peina, se echa agua en la cara para bajarle el color a sus mejillas y sale de nuevo del dormitorio. Tiene que seguir trabajando para ascender en la mafia, no puede tomarse el lujo de descansar.
Matt ya no está, ni su pistola. Pero se ha dejado la consola sobre la mesa. GAME OVER. La apaga con una sonrisa, seguro de que volverá a por ella. Esta partida aun no ha terminado.