Titulo : Dark Hunters.
Autora : Vulpix de Vulpecula.
Estado : 17 capítulos. Completo.
Clasificación : Mayores de 18 años. Escenas de sexo, violencia, sangre, palabras malsonantes… vamos, lo tipico.
Advertencias : Good cuestion… es un Wincest, así que ya sabéis lo que hay. Torturas, blood-kink?? No se si llega a eso… spoilers temporada 4 y 5.
Resumen : Ambientado justo después del capitulo 4x16 “On the head of a pin”. Tras torturar a Alastair, Dean decide largarse y acabar con el Apocalipsis a su manera.
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inanna_maat. Grax nena!!!
- Hacia tanto tiempo que quería tener esta charla contigo, Ruby…
Atada a la plataforma, en medio del sello de contención, la demonio le observaba preparar sus herramientas con ojos enormes y aterrorizados.
Sonrió, sintiendo la satisfacción de ser el que provocaba esa reacción inundándole y recorriéndole de los pies a la cabeza. Y aun no había empezado con lo bueno…
Ruby pareció adivinar algo en su mirada porque empezó a retorcerse más fuerte, tratando de liberarse de sus ataduras. ¿Cómo de ingenuo se creía que era? Jamás podría soltarse sin ayuda.
Dean escogió un cuchillo de la veintena que tenia colocados en su mesa y lo examinó cuidadosamente, dándole la oportunidad a la demonio de verlo bien. Al girarse para encararla notó con placer que ella se estremecía.
- Dean, ¿qué te ha ocurrido? - el cazador le dirigió una dura mirada que acalló cualquier otra cos que fuera a decir.
- No me tomes por estupido, Ruby. No soy Sam, ¿ok? A mi no me vengas con tu falsa preocupación y tus pucheros fingidos, que no me los trago. - la demonio compuso una expresión de sorpresa que cambio rápidamente en una mueca despectiva.
- Con Sammy funciona. - replicó con maldad. Dean sonrió torcido.
- Como he dicho, yo no soy Sam. Llevo años deseando que mostraras tu verdadera cara y, por fin, voy a hacerte pagar por lo que has hecho a mi hermano. - y añadió con tono burlón. - Zorra.
Dean empuñó su cuchillo y rozó con suavidad la mejilla de Ruby con la punta, sin llegar a cortarle.
- ¿Sabes lo que hacia en el Infierno, Ruby? - preguntó con tono casual. - ¡Oh, claro que lo sabes! Vosotros, hijos de puta, os lo contáis todo, ¿verdad? - a pesar del pánico que sentía, la demonio esbozó una sonrisa chulesca.
- Si. Me contaron lo rápido que te rompiste. - la voz de la chica era cortante como el cuchillo que la amenazaba. - Tu papi debió sentirse tan desilusionado contigo, Deannie.
Ruby ahogó un grito cando la única reacción que consiguió del Winchester fue apretar el filo del cuchillo en su mejilla izquierda, haciéndole un largo corte hacia la garganta.
- Si. Caí rápido porque no querían perder el tiempo rompiéndome con los trucos de siempre. - susurró, haciendo un corte pequeño en la cara de la demonio. - Caí porque me amenazaron con Sam y tú lo sabes, zorra. - otro corte más. - Caí porque, o cogía el cuchillo y torturaba yo o hacían lo imposible por traerlo ahí abajo conmigo. - unos cortes más y la mejilla de Ruby lucia ahora un estrella de cinco picos. - Y eso no lo podía permitir.
- Que noble por tu parte. - jadeó la demonio. Dean sonrió.
- Se que un engendro como tu no puede comprender eso, pero ese no es el motivo por que estas aquí. Ese fue el que me impulsó a coger el cuchillo ahí abajo. - Dean se movió, situándose al otro lado de la demonio y cortó su otra mejilla, aun intacta. - El motivo, esta vez, es más egoísta, por supuesto.
Ruby gimió dolorida al sentir el nuevo corte y dio un pequeño grito cuando la punta del cuchillo dibujo una D en su cuello. Dean prosiguió con su monologo, sin inmutarse.
- La cuestión es que se lo que estas haciendo con mi hermano, zorra. Los demonios sois como las tías en la peluquería. No podéis evitar alardear de vuestros triunfos y habláis más de la cuenta. Unos pocos ya han estado en el mismo sitio que tu estas. Amigos tuyos, en vista de lo mucho que sabían y que tan amablemente me han contado.
El cuchillo siguió bajando hasta el estomago de Ruby y se paró ahí un segundo, antes de que Dean lo hundiera hasta la empuñadura.
- Se lo de la sangre que le das a Sam. Se que sus poderes vienen de eso. Se que tratas de convertirlo en un adicto y se que quieres que mate a Lilith para romper el ultimo sello. - Ruby abrió los ojos como platos, mirándole conmocionada y espantada, haciéndole reír. - Oh, si. Los de tu clase son muy charlatanes cuando tienen un cuchillo retorciéndole las tripas.
La demonio chilló, alto y claro esta vez, cuando giró el cuchillo en su interior. Ahora si… ahora si notaba el placer apagando el dolor sordo de su interior como un chorro de agua fresca sofocaba una hoguera. Era simplemente embriagador. Dean cerró un momento los ojos, disfrutando de la placentera sensación.
- ¡Eres un enfermo hijo de puta! - escupió Ruby con el rostro deformado por el dolor. - ¿Qué crees que pensara Sam de ti cuando vea en lo que te has convertido?
- Eso es interesante. Vamos a averiguarlo…
- Esto no puede ser bueno… - murmuró Sam forzando una de las ventanas del edificio.
Estaba en Chicago, justo en la dirección que le diera Ruby en aquella extraña llamada telefónica.
Todo había sido muy raro, muy sospechoso.
Cuando hacia tres horas recibió la llamada, lo notó. La voz de Ruby sonaba forzada, rota, como si estuviera sintiendo un gran dolor. Sin embargo, las palabras fueron claras y no se paró a pensarlo. El contenido del mensaje era algo que llevaba meses deseando oír.
Habían encontrado a Dean.
Se puso en marcha inmediatamente, cogiendo solo lo indispensable por si era una trampa o por si había más demonios alrededor. La facilidad con la que encontró y llegó hasta la nave fue pasmosa. No hubo nada que entorpeciera su camino y ahí regresaron sus sospechas.
El no ver a Ruby por ninguna parte no hizo más que acrecentarlas.
Desechó cualquier entrada al lugar que tuviera puertas y rodeo el edificio dos veces antes de decantarse por esa ventana.
Abrirla fue sencillo. Solo necesitó poner la hoja de su navaja favorita entre el cierre y el marco y listo. Cerradura reventada.
Entró con todo el sigilo que pudo, adaptando sus ojos a la oscuridad y caminando en silencio por las habitaciones vacías y en desuso.
Cuando vio un leve parpadeo de luz escurriéndose bajo la puerta de una pequeña habitación, su curiosidad pudo más que su cautela.
Fue un shock ver todos los monitores funcionando, mostrando cada rincón de la nave, incluida su ventana. Aun tardó un par de minutos en ver la pantalla que enfocaba a Ruby, atada y ensangrentada en una especie de potro de tortura. El aliento se le atascó en la garganta.
El suave sonido de unos pasos le hizo girarse a toda velocidad. Aunque no fue la suficiente como para esquivar un fuerte derechazo dirigido a su mandíbula que lo mandó directo al suelo.
- Hola, Sammy. - oyó antes de perder la consciencia.
El siguiente sonido que escuchó, al recuperar el sentido, no fue tan agradable. Un grito de dolor desgarrador le perforó los tímpanos e hizo que su adolorida mente se despertara a marchas forzadas.
Al abrir los ojos deseo estar teniendo una pesadilla.
Ruby, encadenada en esa extraña plataforma, tal y como la viera antes en el monitor, llena de sangre, cubierta de heridas, su hermoso rostro desfigurado por los numerosos cortes.
Junto a ella, su hermano, con sus manos, su ropa, sus brazos, todo manchado de sangre que no era suya. Empuñando un cuchillo con el que no dejaba de mutilar a la demonio mientras hablaba con ella en un tono tan bajo que no conseguía distinguir las palabras.
Sacudió la cabeza, tratando de despejarse. Notó, al tratar de moverse, que estaba bien atado a una silla.
Definitivamente, eso debía ser una terrible pesadilla.
- ¿Quién eres? - preguntó con voz ronca. El olor de la sangre derramada le hizo sentir débil. No había conseguido beber suficiente antes y ahora se arrepentía. No sabia si tenia bastante poder para detener a ese ser que poseía a su hermano.
- ¡Por fin estas con nosotros, Sammy! Ya creí que no podrías despedirte de Ruby.
La alegría en el tono de su hermano estaba tan fuera de lugar que le enfureció.
- ¿Quién eres? - repitió en un gruñido, forcejeando con las cuerdas. Dean arqueó una ceja, divertido.
- ¡Dios mío! Así que es verdad lo que me decía la perra esta. ¡Crees que estoy poseído! - cuando Sam siguió en silencio, el mayor soltó una carcajada. - ¡Increíble!
Con pasos tranquilos, Dean se alejó de la demonio y colocó el cuchillo cuidadosamente en la mesa antes de acercarse y arrodillarse frente a Sam, apoyando las manos ensangrentadas en sus rodillas.
- No lo estoy, Sam. - susurró, alzando una mano para rozarle la mejilla. Se detuvo a medio camino al ver la mirada extraña con la que el pequeño observaba su mano. - No lo estoy. - dijo con más firmeza, volviendo a bajar la mano. - Puedes comprobarlo, si quieres. Dilo, Sammy. Lo estas deseando.
- Cristo. - Dean rió por lo bajo, satisfecho.
- ¿Ves? Nada de ojos negros. Y, no es por nada, pero trabajo con litros de agua bendita, sal y hierro, así que si fuera un demonio, estaría más que jodido. - Sam parpadeó confuso. Si no estaba poseído…
- No… no lo entiendo… - el mayor chasqueó la lengua y se levantó, encaminándose hacia el lavabo que estaba colocado en la pared izquierda, donde empezó a lavarse las manos, distraído.
- No hay nada que entender. - comentó con voz plana. - Estoy harto de que me utilicen. Estoy cansado de ser su peón en esto, Sam. Primero papa, luego Azazel, después los ángeles… estoy harto. ¿Quieren que pare a Lucifer? Bien, pero lo haré a mi manera. - los ojos del pequeño le miraron incrédulo.
- ¿Torturando gente?
- Torturando demonios, si. - matizó Dean, con frialdad. - Voy a hacer todo lo que sea necesario, no importa que. Estamos en guerra, Sam. No van a volver a utilizarme como si fuera una marioneta. - siseó, volviendo a arrodillarse frente a él. - Igual que han hecho contigo, Sammy. - en esta ocasión no dudo cuando su mano acarició la mejilla del pequeño con ternura.
Sam estaba muy confundido. Esa caricia se sentía tan bien… tan mal al mismo tiempo… el toque de su hermano era algo que llevaba grabado a fuego en su memoria y en su corazón desde siempre. Algo sin lo que no podía vivir. Pero lo que estaba haciendo… y sin embargo, tenía razón. Estaban en guerra. No había piedad en la guerra si querían salir de ahí con vida. Dean sonrió.
- Si, a ti también te han estado usando, Sam. Esa zorra de ahí lo tenía todo planeado, todo preparado para que mataras a Lilith y rompieras el último sello. - Sam le miró sorprendido. Eso… eso no podía ser… pero tenia sentido. Todo lo ocurrido esos meses… la insistencia de Ruby en ayudarle… las palabras enigmáticas de Azazel… encajaba. - Lo tenían todo calculado. Ella, Azazel, Lilith… todo para que Lucifer venga a este mundo.
- No… - Dean le observó con la pena reflejada en sus ojos verdes y le sujetó el rostro con ambas manos, sus pulgares acariciándole más insistentemente en las mejillas.
- Lo siento, Sam, pero es la verdad. - Dean miró por encima de su hombro un segundo y luego volvió a sonreírle. - ¡Ey! Lo podemos arreglar, ¿vale? Todavía no esta todo jodido. Lilith aun sigue viva.
Sam sentía que se ahogaba. El tacto calido de su hermano, el olor a sangre y las revelaciones que acababa de oír le marearon. Notaba la cabeza embotada y los ojos ardiéndole por las ganas de llorar.
- Dean, yo ya estoy jodido. - confesó con un sollozo ahogado. La sangre le llamaba con tanta fuerza que le dolía el pecho.
- No. No, Sam, no lo estas. Lo voy a arreglar, no te preocupes. - sin que Sam pudiera decir o hacer algo para impedirlo, Dean sacó la navaja de Sam y la usó para cortarse en el antebrazo. La sangre, roja y viva, corrió por su piel, deslizándose lentamente por sus músculos como si burlara de Sam. - Bebe. - susurró Dean, con los ojos oscurecidos.
Sam observaba la sangre, hipnotizado. El olor era cada vez más tentador y no fue capaz de rechazar la oferta cuando su hermano colocó el brazo herido al alcance de su boca. Una sonrisa oscura se dibujo en los labios de Dean y sus miradas se engancharon mientras Sam bebía ávidamente.
Esa sangre sabia diferente a las que había probado anteriormente. Mejor, calida, conocida, familiar… a casa. Los ojos de Dean le miraban con un hambre que nunca había visto antes dirigida a él. Una lujuria que enturbiaba el verde bosque de su mirada y Sam sintió el calor de la excitación llenando su cuerpo, haciendo que su miembro diera un doloroso tiron en sus pantalones que le dejó descolocado. Le había pasado antes con Ruby, pero no tan intensamente.
Dean se apartó, finalmente, sin dejar de sonreírle y volvió a su mesa para coger el cuchillo con el que había estado cortando a Ruby.
- Así que… la cosa es simple, Sam. - el mayor jugueteó con el cuchillo, parado frente a la demonio, pero mirándole a él, sus ojos brillando esperanzados. - ¿Estas conmigo o contra mi? Decide.
Sam trató de sopesar con claridad sus opciones, pero aun sentía la sangre dándole chispazos de placer en su cuerpo. No había mucho en lo que pensar, de todas formas. Ese era Dean, el hermano que le crió, el que le protegió en todo momento, el que le dejó marchar cuando se lo pidió y volvió a él al necesitarle. El que vendió su alma para resucitarle y pasó cuatro meses en el Infierno. Y, más recientemente, el que le ofrecía su sangre para mantenerlo con los pies en el suelo y a su lado.
No había nada que pensar.
- Contigo.
La sonrisa de Dean fue enorme cuando se volvió hacia Ruby, la cual no paraba de temblar.
- ¿Ves, perra? Yo gano. Es mío.
Continuara...
Viendo ahora mismo el capi de SPN!! Luego hare el picspam!!!!