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Книга о жизни и о том, как умело подчас человек загоняет себя в какие-то рамки.
Superficies de vida
Casa: 89 m²
Ascensor: 3 m²
Garaje: 8 m²
Empresa: la sala, unos 80 m²
Restaurante: 50 m²
Cafetería: 30 m²
Casa de los padres de Rebe: 90 m²
Casa de mis padres: 95 m²
Total: 445 m²
¿Puede alguien vivir en 445 m² durante el resto de su vida?
Главный герой - безымянный некто, мужчина 40 лет, переживающий кризис среднего возраста, с многочисленными проблемами, с которыми человек сталкивается к середине жизни. Семья стала не более чем словом, любовь умерла, а её место занял секс как привычка, работа на компанию в течение многих лет утомила и т.п. Есть ли выход из этого замкнутого круга?
И вот в один прекрасный момент герой покупает зелёную гелевую ручку (которая и дала название книге). Казалось бы, ну что в ней такого? Ну, зелёная, ну, гелевая... Но именно такие незначительные вещи порой могут привести к настоящей трагедии. Для героя эта ручка - некий символ, что-то, что будет отличать его от других в рутине будней, жизненное пространство которых ограничивается 445 квадратными метрами.
Вскоре после покупки ручка затерялась и он пускается на её поиски по всему офису, попутно узнавая всё, что творится как в нём, так и за его пределами. Жизнь главного героя меняется до неузнаваемости, однако в худшую или лучшую сторону, читатель узнает лишь в конце.
По манере описания и повествования Морено в чём-то напоминает Гришковца с его монологами о жизни (именно монологами, ибо диалогов в книге не так много). Книга понравилась настолько, что прочла всего за несколько дней, первые две части автору особенно удались. Впечатление испортила разве что смазанная концовка, а в целом очень неплохо.
Pues, básicamente, así es como me parece la vida: llena de soledad, miseria, sufrimiento, tristeza, y, sin embargo, se acaba demasiado deprisa.
Esa tranquilidad llegaba a rozarnos los huesos cuando, por las noches, tumbados sobre el césped húmedo, con un manojo recién arrancado entre los dedos, mirábamos el cielo esperando ver la fugacidad de una estrella que nos permitiera pedir un deseo. Creo que nunca pedí el adecuado.
A pesar de que no éramos hermanos de sangre, sí que nos considerábamos hermanos de vida... Llegué a pensar que nuestra amistad carecía de caducidad, que se perpetuaría a través de los años... pero fueron esos mismos años los que acaban con ella.
... me dio, de nuevo, una lección: siempre hay cosas más dolorosas que la muerte. Ellos habían muerto, pero ella, lamentablemente, seguía viva; y el dolor - me dijo - es un privilegio de los vivos.
Recuerdo también la última vez que Rebe y yo conseguimos reservar un asiento en la orilla de la rutina, en una de esas mesas en las que, con suerte, aún se puede encontrar un abrazo, un acariciar de manos o un rozar de miradas. Una mesa de esas que antes encontrábamos con tanta facilidad y que últimamente sólo reservábamos para fechas señaladas.
Día tras día, la existencia se fue convirtiendo en un mero trámite, salpicado de pequeñas alegrías cada vez más pequeñas, cada vez menos alegres.
Me detuve porque sabía lo que no me esperaba dentro. No me esperaba un beso, no me esperaba un abrazo, no me esperaba un "¡cuánto te ha echado de menos!". Sólo la indiferencia.
¿Sabes que es la completa soledad?.. Hay días, y son la mayoría, en que viajo de las cuatro paredes de mi casa a las cuatro paredes de mi trabajo y, de nuevo, a las cuatro paredes de mi casa. ¿Y sabes quién me espera? Nadie. Eso es la auténtica soledad. Estar solo porque se quiere estar solo, nunca es soledad. Soledad es estar solo sin quererlo.
Una rutina más dentro de nuestras vidas, o una vida más dentro de nuestras rutinas. Llegaron los días en que no supe, o no quise, o realmente no pude, apreciar la diferencia. Llegaron los días en que me vi incapaz de distinguir la frontera entre casa y hogar, entre vida y existencia, entre amor y amistad; y esto último, sin duda, fue lo más doloroso. Llegó un momento en el que el futuro y pasado dejaron de ser distinguibles: mañana fue igual que ayer, ayer será igual que mañana.
Lo que puede cambiar la vida si en un determinado momento se toma una decisión.
Hay relaciones especiales con personas y también hay relaciones con personas especiales. No hay diferencias, ambas te dejan huella, ambas te dejan un recuerdo para toda la vida. Y en cambio otras, normalmente las más cotidianas, las más reincidentes, se quedan allí abajo, en el poso de los recuerdos.
Cuando las cosas no van como esperamos, nos empecinamos en cambiar de personajes, cuando lo único que hay que hacer es cambiar de historia.