Tenía la asignatura pendiente de ver Twin Peaks (ahora también tengo Análisis del entorno social y político para septiembre), y no he podido retrasarlo más, así que en estos dos últimos días he estado disfrutando de la 1º temporada. Hablo sin miedo porque sé que todos la habéis visto ya.
Twin Peaks es hipnótica. Los títulos de crédito pueden parecer unas simples imágenes de un pueblo plácido y nebuloso, pero son como una mano que te arrastra hacia dentro, hacia los bosques, hacia el suelo, donde yacen los cuerpos putrefactos, una oreja, las pasiones humanas, la locura, Laura Palmer.
Tienes que dejar muchísimas cosas a la entrada de Twin Peaks para poder llegar a tener un verdadero romance con cada uno de sus personajes, para poder llegar a no querer entender por qué hacen o dejan de hacer las cosas.
Lo que más me gusta es la obsesión que nace a través de la reconstrucción de un personaje muerto ya en los primeros segundos de la serie, o cómo enamorarse de Laura Palmer, de toda su lejanía, de todo lo imposible que es llegar a entender todos sus secretos. Lamentablemente el cadáver de Laura empieza a pudrirse a los pocos días de ser enterrada y empieza a oler mal. Laura, eras preciosa pero terriblemente imperfecta. El aura desaparece poco a poco y empieza la investigación.
Hay otro tipo de amor más carnal. Me pregunto si existe una alternativa a enamorarse de Audrey Horne. Lo malo de Audrey es que puedes tocarla, responde a una serie de clichés de chica mala inteligente, pero responde de una manera magistral. Audrey responde con sus nudos de cereza, con un lunar en la sien y con sus jerseys de angora.
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Podría deterneme a hablar de cada uno de los personajes que viven o deciden quedarse a vivir en Twin Peaks para estar más cerca de Laura Palmer, pero lo que más me interesa de Twin Peaks es el aire que se respira allí. Abetos Douglas, el agente Cooper fascinado, los buhos, criaturas de la noche, la tierra, la sangre. La niebla, la cascada, fuego, camina conmigo, una chica triste en el bosque, que se aleja, se aleja, se aleja, y cómo puedes vivir, respirar, sentir todo esto en un sofá de una ciudad cualquiera, 19 años después. Lo que más venero de Twin Peaks es la forma en la que me ha invitado a entrar en él. Y la música en el aire...
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