El tiempo

Nov 18, 2007 17:32

La idea parecía buena, sin gente, sin ruido, sin nada que molestase, solos en aquél pueblo, donde Alex tenía una casa bastante acogedora, con su chimenea, el patio que antes se utilizaba para guardar animales, varias habitaciones, su baño, en fin una casa acogedora. Ideal para varios amigos.....

El día amaneció nublado, pero se fue aclarando poco a poco mientras nos dedicábamos a las compras para el fin de semana, viandas varias para comer, desayunar y cenar y por supuesto una considerable cantidad de bebida, los que tenían que conducir normalmente aprovecharían, pues no se utilizaría el coche salvo en caso de necesidad.

10 personas, dos coches y todos con muchas ganas de pasarlo bien, nos restaban dos horas de viaje hasta llegar al famoso pueblo, nadie sabía que iba a ser un viaje mucho más largo.

Salimos a eso de las 12:00 para llegar con tiempo de preparar algo de comida y después descansar un rato del trayecto, como en cualquier salida, la gente estaba contenta y animada, Sara que al principio no lo tenía muy claro, pronto se dio cuenta de que había hecho bien al venirse, mas aun cuando a mi me ponía a cien, esa cara, ese cuerpo..., pero no nos desviemos, esa es otra historia. Pues Sara, a la que costó convencerla porque no le gustan las casas antiguas, y menos en un lugar sin personas, ya estaba planificando la próxima salida y no participaba en la conversación que estábamos llevando sobre la posibilidad de que hubiese algún loco suelto, un pastor chiflado y cosas por el estilo, por lo que le dio la posibilidad de fijarse en que el coche de Javi al que seguíamos nosotros echaba un humo denso por el escape, nos interrumpió para comentarlo y llamarle por el móvil.

Una hora de viaje, en mitad de un camino mas que una carretera y el primer problema, después de avisar a Javier, este paró el coche a un lado del camino y todos no bajamos par ver de que se podía tratar,  miramos el motor, todos allí observando algo de lo que no íbamos a sacar conclusión ninguna, tampoco los dos conductores noveles que veían el motor como una máquina sin sentido. Todos como tontos mirando si salía algún chorro de algún líquido o algo así, pero no. Al intentar arrancarlo, el motor hacía ruidos extraños, pero eso de ponerse a funcionar, nada de nada, y es que ya se sabe, si algo puede salir mal, saldrá mal, por supuesto, no había posibilidad de ir todos en un solo coche por lo que se decidió buscar alguna zona cercana desde la que poder llamar o pasar la noche, por aquel entonces rondaba los quince o dieciséis años y ninguno teníamos móvil, su uso no estaba tan inmensamente extendido como ahora catorce años después.

Tres fuimos a buscar dicha ayuda, Usío, Carmen y un servidor, los demás se quedaron guardando los coches y con la esperanza de que no fuéramos los únicos que se dedicaban a pasar por caminos.  Había dos parejas en el grupo y por suerte yo no iba con una de ellas, nunca me ha gustado sujetar velas y menos cuando estas son pegajosas o algo peor, por lo que tranquilamente mientras dábamos un paseo hacia no se sabía dónde,  por una senda ( en lo que mi superior entender me decía que era de animales y así lo hice constatar) ingenuo de mí,  pues la conversación comenzó a tomar formas nada halagüeñas sobre que podía pasar si nos anochecía sin haber llegado a ningún sitio, si teníamos que dormir en los coches y alguien nos robaba,  y demás lindezas para ponernos nerviosos según nos alejábamos de los demás y es que el ser humano es así de estúpido, si estás triste, te pones a escuchar canciones tristes, si tienes miedo, tu mente ( mal abicha que va por su cuenta) lo vuelve todo mas oscuro, siniestro, solitario, silencioso, por lo que tras media hora andando y sin ver a un alma, empezaba a sentir una pequeña congoja, no se si era el único, pero la verdad nunca he sido muy valiente y mi exagerada imaginación empezaba a hacer de las suyas) por supuesto nadie daba a entender lo que sentía y con la seguridad que da el orgullo o la vergüenza los tres incautos nos adentrábamos cada vez mas en una arboleda que pronto comenzó a espesarse incómodamente y lo que era mediodía pasó a ser en uno minutos una tarde oscura. Mi congoja iba en aumento y no creo que fuera yo sólo al que le estaban entrando ganas de mear, la conversación disminuyó a -no por ahí no, por aquí-

-uf, por ahí me parece que no vamos a ningún lado- o -joder por aquí es imposible- y con la idea en mente de haber sido un idiota y que no viniera otro en mi lugar ( pero claro dejar que Carmen fuera sola con el gañán de Usío, no era una posibilidad ) en fin, paso a paso el bosque se espesaba mas, por mi la vuelta habría sido hace rato, por fin el gañán tuvo la genialidad de ser él quien lo propusiera, me cambió la expresión, le hubiera abrazado incluso, y como no pusimos objeción ni Carmen ni yo tomamos el camino de retorno o mas bien el que no nosotros creímos que era el camino, a medida que andábamos todo era mas tenue, mas silencioso y según nuestros cálculos tras una hora de caminata tendríamos que estar ya con el resto, obvio que los ánimos se caldeaban poco a poco.

Empezaba a ponerme nerviosa, Usío, la perra de Carmen y aquel chico tan mono del que nunca recordaba el nombre tenían que haber estado de vuelta hacía un buen rato, el hambre ya me acuciaba y nadie proponía algo coherente, así pues lo propuse yo, de momento lo importante era comer y ya con el estomago lleno podíamos pensar con mas claridad  ( mi madre siempre me decía que pensaba como un hombre, primero con el estómago y luego con la cabeza ) al menos después de comer y si el sueño posterior no me abotargaba, solía tener buenas ideas.

Tras dar buena cuenta de las conservas y con las protestas de las pijas durante todo el proceso ( y eso que comieron mas que nadie las muy cerdas anoréxicas ) pues no tuve la brillante idea que esperaba, pero me quedé muy a gusto eso si, la tarde empezaba a caer y si a nadie se le ocurría algo pronto o si no regresaban los involuntarios expedicionarios, la cosas se iban a poner de feas a muy feas y mientras el trío de pijas no paraban en sus quejas nada productivas, por si acaso yo no hablaba, con pensar en escupirlas ya tenía bastante, pero porqué me dejé convencer,  fue por el chico mono, por que estaba cansada de aguantar las estupideces de mi anormal novio y ex de la perra de Carmen o por que no tenía nada que hacer ese fin de semana, sea como fuere aquí estaba, la tarde seguía cayendo y ni el egocéntrico, ni la perra, ni el chico mono aparecían, que mas podía pasar, la respuesta no tardó mucho mas, en el lapso de tiempo que me llevó imaginarme al trío calavera vomitando las conservas, a lo lejos, empezaron a acercarse las luces de un coche y al poco el ruido de su motor, bastante desagradable en aquel silencio.

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