Noche

Jan 16, 2009 04:27

No se escucha nada en aquella oscura noche.
Ni tan siquiera la luna sale para no hacer ruido.
Tan silenciosa es que incluso puedo escuchar su dulce aroma a jazmín.

Nuestros labios se encuentran en apenas un instante.
Un beso corto, cálido, intenso y húmedo.

No me hagas esto, digo en un susurro.

Mis manos encuentra su cuerpo.
Sus curvas son perceptibles y sensuales incluso a través de la fina tela del vestido.
Por favor, no lo hagas otra vez.

Miro de nuevo a sus ojos.
Brillan como diamantes
y es lo único que puedo ver en aquella oscura noche.
Mi último momento de verdadera lucidez me dice que si dejo de mirarla todavía podré salvarme.

A veces la gente sobrestima la salvación.

Un nuevo beso une nuestros labios.
Largo, denso, profundo.
Como revivir dentro de una sauna.
Como caer a un infierno habitado por ángeles.

Incluso si lo deseara, no podría romper aquello.
Mi cuerpo se guía por instintos.

Mis manos se vuelven locas.
Mi piel busca la suya.
Mi boca solo quiere besarla.
Mi mente se rinde.

Violentamente la arrojo a la cama.
Me sitúo encima de ella como un felino cazando.
Pero sé demasiado bien que yo soy la presa.

Sus uñas acarician mi espalda.
El ardor que me producen es solo comparable al placer.
Placeres traídos desde el mismo averno.

Juega como una niña.
Y yo me dejo llevar como un juguete más.
Quizás porque eso es lo que soy.
Un juguete que ella puede manejar a su antojo.

Y me encanta.

Me sitúo en el punto intermedio
entre la vida y la muerte,
entre el cielo y el infierno,
entre la verdad y la mentira.

Y todo porque, mi amor,
a nosotros ya no nos separa nada.

Y me hundo.
Cayendo sin control hacia lo más profundo del paraíso.
Rendido ante la diosa.

Mi diosa con sonrisa de niña traviesa.
Mi diosa con crueles espinas.
Mi diosa con nostálgica felicidad.

Mi musa e inspiración.

Llegados a este punto,
tan solo dime
que no habrá un mañana...
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