Autor:
vejibraReto: Anderson para
crack_and_rollCuento: El Patito Feo
Fandom: Naruto
Personajes Principales: Sakura Haruno, Kiba Inuzuka, Kiba Inuzuka/Sakura Haruno.
Personajes Secundarios: Mamá de Sakura, Naruto, Hinata, Ino, Sai, Tsunade, Kurenai, Hana Inuzuka, Lee y Akamaru.
Título: Sobre flores & perros: Hana to Inu.
Palabras: 8.123
Advertencias: Drama, angst, romance, conceptos de bajo autoestima, amor propio y ligeramente AU.
Notas: Extra largo (20 hojas), lo acabó de escribir, necesita correciones urgentes, espero aún participar en el reto "Anderson" porque escribí/publiqué algo tarde. Fue divertido y admito que la pareja me está comenzando a gustar :D, pero por dios que necesito corregir DX.
Disclaimer: Derechos Reservados de Naruto a Masashi Kishimoto y El Patito Feo a Hans Christian Andersen. La historia no tiene fin de lucro, es solo por entretenimiento.
PARTE II
Se encerró en el baño mientras dejaba que todo el dolor que había almacenado los últimos meses brotará desde el fondo de su corazón. Estaba cansada de buscar que todos la apreciaran como era y aceptarán que aunque no era lo que se suponía debía ser. Estaba lista para continuar.
Aunque no fuera lo suficientemente fuerte o lo suficientemente poderosa para lograrlo. Apretó su mano en un puño y sin medir la fuerza del chakra que se arremolinaba en sus extremidades golpeó la pared más cercana del baño.
Está cansada de ser débil y siempre la última en la lista.
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La observó de lejos, un poco confundido de las acciones que había realizado y algo asustado por lo que había hecho. Akamaru ladró mientras observaban los escombros que separaban del baño de mujeres del pasillo y la sus ojos oscuros observaron a la jovencita que se encontraba frente a él.
Las mejillas de la adolescente pronto se tiñeron de color rosado, mientras abría sus ojos para tratar de contemplar otra posibilidad a lo que acababa de suceder. Los ojos verdes encontraron los ojos castaños del muchacho mientras el perro a su lado daba unos pequeños ladridos.
-¿Qué fue lo que hiciste? -pregunto con frescura el joven.
-No tengo la menor idea -susurró la muchacha mientras miraba sus manos, había destrozado una pared completa sin recibir ni un solo rasguño en su piel. Estaba intacta... estaba sorprendida.
En ese momento una serie de enfermeras seguidas por Tsunade y Shizune llegaron a la escena, la mujer de cabellos castaños oscuros permaneció en su lugar observando el sitio de la destrucción, mientras la Hokage se acercaba a la adolescente.
-¿Hiciste esto, Sakura? -preguntó seria mirando con sus ojos dorados los ojos verdes de la joven.
-Si... -no sabía negarle a su maestra y por sobre todo no podía mentirle si en ese instante se encontraba en medio de la situación. Shizune se acercó a las dos y le dio un pequeño codazo a la mujer de cabello rubio.
-Creo que tenemos que discutir una serie de reparaciones…
-Si, es verdad -susurró mientras tomaba de la mano a la adolescente de cabellos rosas-. Tenemos que discutir esto en la oficina -mirando a todos los presentes enarcó una ceja molesta-. ¡Regresen a sus puestos en este instante!
Los ojos dorados de la rubia pronto asustaron a los presentes que comenzaron a dejar abandonado el lugar poco a poco. Los único que quedaron en el lugar fueron el joven Inuzuka y su perro Akamaru quién nuevamente dio un pequeño ladrido a los presentes.
-¿Y tú... qué haces aquí? -preguntó inquisitivamente la Hokage, a lo que el muchacho perro dio un pequeño bufido.
-Solo me aseguraba que estuviera bien -dijo con un claro tono de darle poca importancia, antes de llamar a su perro y salir del lugar. Sin embargo mientras se alejaba del sitio, una extraña sensación recorrió su cuerpo al ver la expresión solitaria de Sakura.
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No era mucho lo que pudieron contar los siguientes años, Sakura aprendió a dominar una fuerza sobre humana que conoció aquel día, sorpresivamente el resto de sus amigos en la aldea comprendía que eso no era del todo “atractivo”.
Ino sobre todo le había mencionado varias veces que no había nada poco atractivo que una mujer con fuerza sobre humana a lo que la joven de cabellos rosados había decidido que no era del todo necesario.
Además no estaba interesada en ningún otro hombre en su vida, solamente deseaba que Sasuke regresara, y con su fuerza sobre humano tenía la posibilidad de encontrar la solución a dicho suceso.
Aún así fue en el verano que Naruto regresó y ambos se dispusieron a juntos encontrar a Sasuke, lamentablemente el primer encuentro no fue exactamente lo que había planificado y decepcionados ambos volvieron a su lugar.
Aquella noche Sakura animó a Naruto en su cruzada, mientras en su interior se dedicó a llorar su propia debilidad.
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Una de las cosas que le agradaba a Kiba era la manera en la que Sai -el nuevo integrante del equipo siete- parecía tratar a las mujeres que lo rodeaban o a las personas en general. El chico parecía ser “algo agradable” hasta que abría su boca, por sobre todo por como trataba a Ino -hermosa-, Hinata -callada- o Sakura -fea-.
Dando un sorbo su jugo, el muchacho miró a todos los presentes. Estaban planeando una nueva misión en la eterna búsqueda del Uchiha. Suspirando se levantó de su lugar y se encaminó hacia el lugar fuera del sitio por aire fresco. No obstante no esperó encontrar otra persona en el lugar.
-¿Cómo te encuentras Kiba? -preguntó la muchacha de cabellos rosas.
-¡Sakura! -gritó sorprendido mientras se alejaba un poco ante el sonido de su voz. Por extraño que pareciera, su corazón estaba latiendo más de lo usual. Akamaru dio un largo ladrido para captar su atención. Siendo su compañero de pelea, el perro sabía muy bien lo que su amo estaba sintiendo, incluso antes que su propio amo lo supiera-. Pensé que estabas adentro con el grupo.
-Podría estarlo pero si me quedo un minuto más junto a Sai, estoy segura que lo mataré -su voz era tranquila como si estuviera bromeando, sin embargo sus ojos tenían un brillo inusual.
-No lo lamentes.
-¿Qué? -preguntó curiosa mientras miraba al joven confundida.
-No lamentes haber sido derrotada -el muchacho tragó un poco de saliva, era extraño, pero el rostro de Sakura le parecía demasiado delicado en aquella ocasión. Algo que nunca antes había visto, ni siquiera cuando eran niños.
-No lo comprendes -susurró la joven mientras bajaba su cabeza. Akamaru miró a su amo unos instantes, pregunta por un permiso silencioso, a lo que Kiba movió su cabeza un poco. El perro se acercó a la muchacha y lamio su mejilla tratando de consolarla-. Es demasiado importante… nosotros, él... -la joven cerró sus ojos mientras bajaba la cabeza entre sus piernas, ocultando las lágrimas que sobresalían de ellos.
Detestaba esa parte de si misma, tan frágil y tan débil que no podía ocultar que era demasiado simple ante los ojos de un compañero como lo era el muchacho. Sin embargo Kiba se mantuvo en su lugar, atónito y sin encontrar la manera para reaccionar ante lo que estaba sucediendo.
Nunca en su vida había sentido tanto miedo como aquel instante. Temía que ella estuviera desapareciendo frente a él, porque durante muchos años había visto que era solo “Sakura” la niña que todos molestaban por su amplia frente y sus ojos verdes demasiado grandes para su rostro.
La adolescente que siempre estaba detrás del Uchiha, buscando su aceptación. La joven que había arriesgado su vida por todo su equipo en un momento desesperado, perdiendo su adorado cabello largo. La joven que lo aterrorizaba cuando se enojaba lanzando puños de acero que quebraban edificios y suelos de concreto o tierra.
La luchadora que había acabado con un miembro de Akatsuki. No en ese instante toda esa imagen que tenía de la joven había desaparecido y mientras la escuchaba sollozar en silencio con Akamaru trataba de consolarla.
El muchacho de ojos oscuros y cabello castaño se paralizó, con el corazón acelerado ante la imagen de la muchachita de cabellos rosas, un recuerdo vago se cruzo en su mente sobre una niña tan tímida y tan pequeña que se ocultaba del resto para llorar en silencio y que durante mucho tiempo fue el motivo para que él se obsesionará con encontrar una flor adecuada que decorara su cabello, ocultando la vista de su amplia frente.
Abriendo sus ojos se sorprendiendo de un hallazgo que no esperaba en su confusa meditación. Aturdido miró a la joven, extendiendo su mano para intentar tocar su cabeza.
-Sakura… yo... -sin embargo no pudo continuar pronunciando ni una sola palabra, porque alguien los interrumpió.
-Kiba, Shino te está buscando... ¿Sakura? -Hinata abrió sus ojos al observar a su amiga sentada en el piso. Al parecer al escuchar la voz de la joven Hyuga, la kunoichi de cabellos rosas había dejado de llorar.
-Hinata... ¡Vamos adentro tengo algo que mostrarte! -gritó animosa la muchacha mientras tomaba la mano de la joven y entraban dentro del lugar donde se encontraban los demás. Kiba permaneció en su sitio mientras observaba el cielo unos segundos. Suspirando dejó que Akamaru le lamiera la mano.
-No tengo idea de que me está sucediendo -susurró el joven mientras miraba a su mascota, ante los ojos inquisitivos de alguien más.
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Para otoño todos recibieron un descanso, y nuevamente fallaron en su misión. Inesperadamente por aquella época fueron atacados por los miembros de Akatsuki y media aldea fue destruida. En su frustración el joven shinobi intentó hablar con Naruto, pero se encontró con la “grata” sorpresa de que él había salido de “viaje”.
Frustrado se encamino hacía el lugar donde se encontraban los refugiados sin evitar escuchar una pequeña conversación. Frunció el ceño cuando escuchó a Sakura llorar y las palabras de Sai hacia la joven kunoichi eran demasiado dura para el gusto del muchacho.
-¿Entiendes lo que estoy diciendo no es así? -dijo el moreno mientras mantenía la expresión seria a lo que la joven se limpió las lágrimas y lo miro seria.
-Claro que no lo entiendo, no soy estúpida.
-Pero eres fea
Sin darse cuenta Kiba apretó sus puños ante la mención del apodo degradante que llevaba la kunoichi. La muchacha lo miró seria mientras daba un largo suspiro.
-Debo hablar con los demás.
-Entendido.
-Tengo algo que decirte -susurró la muchacha mientras acomodaba su cabello e intentaba que el color rojizo de sus ojos perdiera el rastro de las lágrimas.
-¿Si, fea? -ante el comentario cruel, la muchacha apretó sus manos en un puño.
-Deja las tonterías a un lado Sai -susurró la joven, el color de sus ojos más brillantes de lo usual-. Esté asunto lo voy a resolver sola.
Kiba se mantuvo en su lugar tratando de escuchar el resto de la conversación, sin embargo una voz lo interrumpió.
-Es de mala educación espiar -dijo la joven mujer mientras acariciaba su vientre-. A menos claro que te encuentres en una misión.
-Kurenai-sensei -gritó Kiba sorprendido mientras observaba a la mujer embarazada-. Yo... estaba preocupado por HInata, no la he visto desde que saliera herida y sabía que Sakura se encontraba con ell...
-No tienes que darme excusas Kiba, conozco perfectamente los “motivos” que te llevaron a escuchar la conversación de Haruno con aquel shinobi.
-Kurenai-sensei... -Akamaru dio un largo ladrido a los dos presentes mientras miraba inquisitivamente a la maestra de su amo.
-Solo, te puedo decir que hasta que no te des cuenta puede que sea demasiado tarde para cuando lo hagas.
-¿Eh? -el muchacho enarcó una ceja confundido-. No creo comprenderla.
-No, aún no puedes hacerlo. Solo... trata de que no sea demasiado tarde, algunas veces duele demasiado cuando es demasiado tarde -susurró la mujer mientras acariciaba su vientre con devoción y tristeza-. Hinata fue trasladada a otra tienda. Era lo que quería decirte, Shino se encuentra en el lugar cuidando de ella... -sus ojos rojizos se dirigieron a la pareja que conversaba en la distancia.
Observó como la kunoichi de cabellos rosas terminaba de hablar con el shinobi pálido y se acercaba donde ellos, sin darse cuenta chocó con el muchacho de cabellos castaños, los ojos oscuros observaron la expresión triste en la mirada de la muchacha de ojos verdes.
-¡Kiba! -gritó sorprendida, a lo que Akamaru dio un pequeño ladrido de bienvenida. Sakura solo sonrió con melancolía-. Necesito hablar contigo... -cortó sus palabras en ese instante ante la presencia de la kunoichi más adulta-. Kurenai-sensei.
-No tienes porque llamarme de esa forma Sakura... -le dedico una sonrisa suave-. Después de todo no soy tu maestra -después sus ojos se dirigieron a Kiba-. Supongo que tendremos nuestra oportunidad de conversar... -dicho esto comenzó a alejarse de la pareja-. Sakura, por favor no olvides revisar a Hinata antes de partir.
-¿Qué? -pregunto la joven de ojos verdes confundida, después dio un largo suspiró mirando a los ojos de Kiba, hubo un instante que el muchacho se sonrojó levemente.
-Pronto será invierno.
-¿Y eso que tiene que ver? -preguntó confundido ante la aclaración de la joven.
-Necesito tu ayuda...
-¿Para...?
-Debo ir con Naruto
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No es que no supiera lo que se supone que iba a decir, es solo que en su mente la idea había sido demasiado diferente a como se dieron las cosas que se estaba matando la cabeza aclarando porque se supone que estaba sucediendo lo que estaba sucediendo.
Estaba confundida y tomar todas aquellas decisiones a la ligera le estaba provocando un dolor de cabeza que no deseaba. Frustrada se recriminó mientras caminaban en medio de la nieva hacia su destino. Akamaru por su parte trataba de olfatear los olores que pudieran ser similares a Sasuke de alguna u otra manera.
Mientras ella trataba de cubrirse con el abrigo que llevaba. En la distancia Kiba la miraba en silencio, no tenía la menor idea de porque había aceptado tal petición, pero sabía que después de la humillación que la joven había recibido. Todos estaban lo suficientemente heridos y confundidos para no continuar.
Ahora ella estaba luchando sola y los llevaba a una batalla de la cual, tal vez no saldrían muy bien. Y eso que trataba de ser positivo al respecto. Aquella noche los cuatro: Sakura, Sai, Lee y él. Hicieron un pequeño campamento en una cueva tratando de cubrirse de la nieve.
-Fea, ¿tienes idea de lo que nos pasará? -dijo inquisitivo el muchacho, a lo que la kunoichi simplemente no respondió. Kiba estrechó la mirada dejando que el otro muchacho dijera lo que quisiera-. ¿Tienes miedo?.
-No -susurró la joven mientras se recostaba sobre unas rocas secas y cubría su cabeza con las mantas, el fuego que los rodeaba calentaba ligeramente a los jóvenes.
-Supongo que siempre tiene que ver con él, no es así querida Sakura -las palabras de Lee eran exactas y de alguna forma molestaban al muchacho de cabello oscuro.
-Ya es tarde, deberíamos dormir -el silencio se hizo presente a lo que Akamaru, dio un pequeño ladrido. Sai miró al muchacho y luego a la kunoichi como si estuviera analizando sus movimientos.
-La fea debería dormir con el perro.
-¿¡Qué!? -dijeron al unisonó ambos jóvenes mientras se sonrojaban intensamente. Sakura estrechó el ceño molesta.
- ¿De qué estás hablando? -Susurró tratando de concentrarse en otra idea que no fuera la que acaba de mencionar Sai-. Eres como siempre demasiado inoportuno.
-En realidad estaba pensando en tu bienestar.
- ¿Así de qué forma tan peculiar? -Sakura se cobijo con las mantas un poco más.
-Solo decía las cosas fea porque tienes frío -sus ojos oscuros observaron la ira reprimida del muchacho de cabello castaño oscuro-. De todos modos supongo que un shinobi como Kiba no desearía estar cerca de una mujer con tan mal carácter, poca feminidad...
- ¡Basta! -gruño el muchacho, mientras se levantaba de su sitio y llamaba a Akamaru para que lo siguiera, sin evitarlo se sentó junto a Sakura ante la mirada sorpresiva de Lee.
- ¿Pero qué...? -El chico de cabello negro y traje verde se levantó de su sitio y se sentó al otro lado de Sakura-. No dejaré que te aproveches de mi querida Sakura.
-Chicos...
-Cállate Lee -fue la respuesta de Kiba, finalmente los dos durmieron protegiendo a Sakura mientras la muchacha se sonrojaba un poco ante el contacto de sus dos “amigos”.
Sai permaneció durante horas despierto observando al grupo adormilado. Solo esperaba que su plan funcionara antes de que llegaran a su destino.
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Algunas veces, Sakura no deseaba soñar. Soñar estaba mal para ella porque desde pequeña había aprendiendo que no estaba hecha para esos sueños. Solo podía ver como los demás luchaban y conseguían lo que anhelaban, pero no en el caso de ella ya que el destino la había hecho diferente desde que era pequeña.
No era nacida del amor, sino de un error.
No era hija de un clan shinobi.
No era agradable como Hinata o hermosa como Ino.
No podía proteger a los seres que amaba.
Y todo aquello que ella deseaba ser la atormentaba día a dia como si fuera algo inevitable, por eso no deseaba soñar y aunque por instantes quería darse la oportunidad de soñar, sabía que no tenía oportunidad.
Y ahora en ese momento en que la batalla principal se desarrollaba deseaba evitar que los dos hombres más importantes de su vida terminaran de la peor forma. Mientras un observador casual la miraba en la distancia.
Fue entonces cuando intentó acercarse e interferir en la batalla antes de que fuera demasiado tarde, que un par de brazos la detuvieron.
-No lo hagas.
-¡Kiba suéltame! -gritó la muchacha tratando de soltarse y correr donde sus viejos amigos. Si no intervenía sería demasiado tarde.
-No... ¡Podrías morir! -el muchacho estaba desesperado, y tenía miedo de que la pequeña flor usará su poder contra él para intervenir en una batalla donde definitivamente saldría lastimada.
-¡Déjame ir! -grito la joven mientras perdía la compostura, comenzando a llorar ante la imagen de sus dos seres amados. El muchacho sostuvo con más fuerza a la kunoichi, siendo un apoyo para la joven y evitando que se hiciera daño.
- ¡No! -gritó desesperado a la par que la muchacha rompía en lágrimas por Sasuke, por Naruto. Kiba la observó en ese instante, sus ojos negros adoloridos por la imagen que presenciaba. Siempre era rechazada, siempre estaba distante de quiénes amaban. No era más que una flor pequeña que observaba en las copas de los árboles.
-Lo odio… lo odio... -susurró entre lágrimas mientras caía sollozando, en ese instante Lee apareció a su lado y la sostuvo con fuerza también. Después de todo una kunoichi con su capacidad de control de chakra era demasiado peligroso para uno solo.
-Sakura... -susurró el joven mientras Akamaru lamia la mano de la muchacha.
-Sakura-chan -dijo tratando de animarla Lee, bloqueando su mirada de la batalla frente a ellos.
-Odio esto… odio ser yo… odio ser una simple flor... -susurró cayendo entre los brazos del muchacho perro ante los ojos atónitos del shinobi carismático. Pocos minutos después, Kakashi llegó a la escena y sostuvo a la muchacha entre sus brazos.
Atónitos todos los presentes observaron una batalla que jamás olvidarían.
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Sakura no era la misma y aunque Naruto había llegado triunfante de la batalla. Nada volvería a ser lo mismo. Sasuke no era como debía esperarse, trataba a todos como extraños aunque a la par estaba costumbrandose a la aldea. Aún así, la única que parecía tener paciencia para él era Sakura, quién lo visitaba todos los días.
Y no era que estuviera mal, pero durante años, aquella ilusión que la había mantenido a la par le estaba haciendo daño y Kiba odiaba que saliera lastimada. Ante el pensamiento se llenó de frustración porque sabía que no entendía realmente lo que estaba sucediendo con él.
-Ella es como una flor marchita que mira al cielo en busca de agua -susurró su hermana al verlo.
- ¿De qué estás hablando? -preguntó el joven totalmente confundido y últimamente siempre lo estaba sobre todo con la presencia de la kunoichi de cabellos rosas.
-Es lo que te digo -mencionó Hana mientras acariciaba a uno de sus perros-. Esa chica Haruno, siente que no merece nada en la vida porque lo ha dado, desde pequeña.
-No tengo la menor idea de lo que estás hablando -el muchacho se sentó en el suelo y acaricio las orejas de Akamaru.
-La quieres ¿no? -su hermana sonrió, mientras las mejillas del muchacho se teñían de un tono rojo intenso.
- ¿¡Pero de qué hablas!?
-Entonces... ¿me equivocó?
-Si -molestó se levantó y se retiró del lugar. Era una conversación que no deseaba topar el tema, pero de alguna forma comenzaba a pensar... que había una posibilidad.
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Cuando era niña, algunas veces Sakura observaba los cielos abiertos, extendiendo sus brazos para volar. No estaba capacitada para volar, porque como su nombre mismo, era simplemente una flor pequeña en medio de un jardín.
Y como siempre el destino le jugaba una historia repetitiva donde siempre perdía aquello que le daba aliento. Aquel verano, Naruto contrajo matrimonio inesperadamente con Hinata. Aunque era sorpresivo, era algo que lo venía ver pues la kunoichi de cabellos oscuros había estado enamorada toda la vida del rubio.
El suceso hacía feliz a Sakura porque Naruto lo merecía. Merecía felicidad, después de todo aquella historia que el mismo había vivido. Ahora tiempo que el futuro Hokage viviera su propia historia de felicidad. El verano la hacía feliz.
Sin embargo para cuando llegó el otoño y con ello el matrimonio de Sasuke con una muchachita de la aldea, el mundo entero de la kunoichi de cabellos rosas se tambaleo. Sabía que no era del todo importante en la vida de Sasuke, pero jamás imaginó que todo el amor y dedicación que él le había otorgado llegarán a ese límite.
- ¡Lo mataré! -gritó molesto el rubio aquel día de otoño en el que se celebraría la boda.
-No, no es culpa de nadie…
-Sakura-chan...
-Siempre fue así, Naruto... soy solo una flor marchita deseando florecer demasiado pronto -la kunoichi cerró sus ojos-. Estoy cansada, Naruto, está será la última vez que lloré.
La sonrisa melancólica no convenció a ninguno de los dos presentes, sin embargo la dejaron sola a sus pensamientos, después de todo ella era Sakura, estaba acostumbrada a su vida y era fuerte.
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Cuando Kiba no la vio en la fiesta comenzó a preocuparse, porque sabía que no debían de dejar sola a la kunoichi en aquellos momentos. Preocupado como paso gran parte de la ceremonia, trató de disimularlo haciendo bromas junto a Naruto, mientras Hinata parecía por igual perdida en la nada. Sai por su parte también tenía cierta preocupación que le había mencionado del tema a Ino, la cual saco a relucirlo a Kurenai. Dejando a su hijo en brazos de Ino, se acercó molesta al joven Inuzuka.
- ¿Qué crees que estás haciendo aquí? -gritó molesta al muchacho.
- ¿Qué? -preguntó confundido.
-Ve por ella. Te lo dije, cuando sea demasiado tarde te vas a arrepentir -todos los presentes quedaron en silencio y Naruto abrió los ojos.
- ¡Sakura-chan! -pero para cuando quiso actuar, Kiba había desaparecido de la fiesta.
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Sakura se encontraba observando el vació desde el mirador de Konoha. Sus ojos verdes se dirigieron al cielo, tratando de enfocar la mirada en las lágrimas que brillaban ahí.
-Estoy cansada de esperar a volar... quiero volar por mi misma -trató de extender sus manos hacia los cielos, soltándose de la barra a la que estaba sujetada. Fue en ese instante que una mano la sujetó de la muñeca.
- ¿Qué estás haciendo? -sus ojos verdes se dirigieron sorprendidos al muchacho de cabello castaño, mientras Akamaru comenzaba a ladrar.
- ¡Kiba! -el viento sopló en ese instante desordenando los cabellos rosados de la kunoichi y la visión del cabello rosa sobre su rostro con los ojos brillantes lo dejó sin respiración.
-Ni siquiera lo pienses.
-Estoy cansada de esperar, de ser solo “Sakura” -las lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas mientras el viento helado soplaba con fuerza.
-No eres “Sakura” -susurró el chico, mientras se acercaba a ella lentamente-. Eres Sakura, una amiga, una hermana... -sus mejillas comenzaron a sonrojarse-. El Uchiha va a lamentarse nunca haberlo visto antes -soltó un gruñido frustrado-. Yo me arrepiento de no haberlo visto antes...
- ¿Qué? -sus ojos verdes se abrieron en sorpresa mientras sus manos comenzaban a temblar.
-Eres... la primavera -desvió su mirada para evitar mirar el color de sus ojos verdes-. Eres cálida, agradable… ¡arg! No soy bueno explicando estás cosas -gritó frustrado cerrando los ojos. Fue en ese instante que una pequeña risa, la más hermosa que hubiera escuchado, hizo eco a sus alrededores.
Al abrir los ojos encontró a la kunoichi mirándolo con intensidad. Lentamente ella le extendió la otra mano y ambos regresaron a su lugar.
-Gracias… -susurró con suavidad, tomando su mano delicadamente, aunque ambos se sentían extraños, era una sensación “demasiado correcta”.
- ¡Lo olvidaba! -gritó el muchacho acordándose de algo, soltando su mano metió la mano en uno de los bolsillos de su chaqueta y saco algo de ella-. Una promesa es una promesa -abriendo su mano dejó un objeto delicado ahí.
- ¿Qué es?
-Ábrela y lo descubrirás -estaba demasiado confiando en su mismo. Akamaru ladró a su lado.
- ¿Eh? -Lentamente la kunoichi abrió su mano y para su sorpresa encontró ahí una hermosa flor de cerezo-. ¿Cómo...?
-Está es la flor que puede adornar tu cabello... porque Sakura, es Sakura... y ella siempre será una flor nacida para la primavera -la sonrisa del muchacho ocasionó una sonrisa en al joven mientras sus mejillas se sonrojaban ligeramente. Sin esperarlo, lo abrazó.
Aquella noche ninguno regresó a su casa.
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La primera era la estación para la vida y como todas las cosas era de bendición. Para Sakura simbolizaba un largo camino recorrido que nunca olvidaría, y mientras peinaba su largo cabello rosa frente al espejo, recordaba toda la historia de su vida, como las estaciones le habían llevado por largos veranos de alegrías y juegos, de amistades perdidas y ganadas, de encuentros y momentos perdidos.
Como el otoño, había sido momentos para amar, odia y también olvidar. Y como el invierno le habían llevado lágrimas constantes de recuerdos, mentiras y realidades que había aprendido a confortar.
Finalmente el largo camino de su vida había terminado, porque la primavera era señal de vida y la vida apenas estaba comenzando. Ella no era una simple flor no deseaba, era una flor hermosa de color rosado que nacía en una sola época del año.
Ella era hermosa.
Ella era especial.
Sonriendo mientras se miraba frente al espejo, una mano masculina se posó sobre su hombro. Con una sonrisa miró a Kiba mientras el joven hombre le dedicaba una sonrisa por igual. Largos años le tomo a la flor darse cuenta que no estaba marchita mientras largos años le tomo al perro darse cuenta que estaba enamorado de la flor.
Delicadamente Sakura tomo la mano de Kiba y la colocó sobre su vientre, mostrando una sonrisa que solo sería suya ahora y siempre mientras sus ojos verdes brillaban. La flor era hermosa porque había florecido como los cerezos que la vieron nacer, y el perro había aprendido que se puede amar a una flor como ella, porque estaba bien alcanzar el cielo con las estrellas.
La primavera era la estación de la vida, y era de bendición.
Y seguramente siempre lo sería, porque no hay nada más sublime que una flor enamorada de un perro y un perro enamorado de una flor.
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