Autor:
vejibraReto: Survival para
crack_and_rollFandom: Yu-Gi-Oh!
Claim: Seto Kaiba/Serenity Wheeler
Título: Nowadays Sion.
Palabras: 5365
Advertencias: Narración en primera persona, character death, angst, romance, un poco de lime, algo OoC.
Notas: Un poco largo y algo confuso en un principio. Publicó como es debido por mi falta de tiempo y aún requiere de unas cuántas correciones, los reviews y comentarios son gratamente recibidos.
Disclaimer: Derechos Reservados a Kazuki Takahashi. La historia no tiene fin de lucro, es solo por entretenimiento.
Nowadays Sion
“La soledad se admira y desea cuando no se sufre, pero la necesidad humana de compartir cosas es evidente”.
- Carmen Martín Gaite
Es difícil tratar de encontrar una explicación coherente a todo lo que ha sucedido hasta el momento, pero, igualmente sería complicado decir lo que realmente opino al respecto, ya que usualmente, no me gusta darle explicaciones a nadie; de todos modos, ¿a quién le importaría ahora?, ya que en un punto poco a nada me importaron por igual.
Sin embargo tengo que admitir, que mi percepción de las cosas cambió demasiado, incluso aunque quisiera evitarlo; en general, nunca creí en este tipo de “magia” y negué aquellos “recuerdos” de esa vieja ciudad egipcia, y la chica de cabello azulado como una clase de treta desagradable ocasionada por Yugi Moto y su banda de pendencieros a los que solía llamar amigos duelistas.
Pero cuando la oscuridad sumió todo aquello que conocía, y la mano temblorosa de Mokuba sostuvo la mía, entonces vi claramente, que no necesariamente tenía que creer que fueran reales.
Las sombras se cerraron a nuestro alrededor y aunque intente invocar a mi carta maestra el fallo fue explícito, frustrado, traté de gritarle a mi hermano que se mantuviera a mi lado en busca de una salida, pero la tierra se desplomó a nuestro alrededor.
Cuando desperté, no había nada más que escombros y un cielo negro donde alguna vez hubo sol; al levantarme encontré que mi brazo sangraba, y aunque lo intentará, no podía parar la hemorragia; mi primer instinto fue buscar a mi hermano, después de todo era lo que realmente me importaba.
No estaba preparado para lo que encontré, talvez nunca lo estuve y difícilmente podría decir es era lo que se supone debía sentir. El cuerpo de mi hermano yacía entre los escombros y aunque no lloré, nunca había sido capaz de hacerlo, intenté contener el sentimiento de decepción que se aprisionaba en mi pecho.
¿Ilógico, no es así?, tener, yo, Seto Kaiba, una capacidad emocional como aquella; en aquella confusión e ira sobre mi propia debilidad y en el silencio de un mundo sin vida que nos rodeaban, levanté la mano que aún podía utilizar y cerré sus ojos violetas con la palma. Tarde unas cuentas horas en enterrar su cuerpo, aún con la herida impertinente sobre mi costado.
Habían pasado muchos años desde la última vez que estuve presente enterrando a una persona que realmente me importaba. Después de la muerte de mis verdaderos padres, mi único deber había sido cuidar a mi hermano, pero a diferencia de todos los éxitos en mi vida, esta promesa, fue un fracaso total.
No negaré que en algún punto de mi mente, imaginaba que se trataba de otra de aquellas “alucinaciones” provocadas en los tantos encuentros que había tenido con Yugi Moto y compañía, no obstante, conforme las horas pasaban y la debilidad comenzó a consumir mi cuerpo por la herida, comprendí que era la “alucinación” más vívida que había tenido hasta el momento.
Herido, y cansado, me desplomé cerca de una serie de edificaciones completamente devastadas. No recuerdo que sucedió poco después de que perdiera la conciencia, excepto la voz tenue de “Kisara”, el alma que habitada tranquilamente en mi vieja y preciada carta del dragón de ojos azules, comenzaba a hablarme, como si estuviera cuidando de mí. Para cuando recuperé la conciencia, talvez uno o varios días después, me encontré a mi mismo entre unas viejas sábanas sucias, si era posible llamarlas de ese modo.
Con la débil luz de una serie de velas, no pude evitar enarcar una ceja cuando observé a la muchachita de cabello castaño, acomodando unos objetos a cierta distancia. Cuando nuestras miradas se encontraron, su rostro pareció “iluminarse”, claro que podía estar equivocado.
Aunque por un instante, no lo voy a negar, su pequeña expresión de ánimo, me recordó demasiado a Mokuba. Coloqué mi mano en mi pecho, aún la presión estaba presente.
La chica corrió a mi lado para intentar sujetar mi mano, la rechacé de inmediato, observando en el proceso las vendas que cubrían mi brazo por completo. Ella me era familiar, pero entre tantos rostros que conocía, otra insignificante presencia no me era de utilidad.
-Lo siento... supongo que no es lo que te agrada -susurró, con deje de vergüenza, entrecerrando los ojos, su expresión era denigrante, parecía que ni siquiera había tomado un baño en algunos días. De todos modos, yo tampoco lo había hecho, claro que no lo iba a admitir.
-¿Quién eres? -siseé la pregunta en mis labios, manteniendo la voz fría de siempre. Levantó su mirada unos segundos, aquellos ojos color castaño me recordaban ignotamente a alguien más.
-Yo... -un sonido hizo eco en la distancia. La muchacha se levantó asustada de mi lado y se dirigió al sitio de los gemidos adoloridos. Frunciendo el ceño por aquella denigrante falta de respeto a mi persona, y me levanté dispuesto a perseguirla, no porque quisiera saber que iba a hacer sino porque no me gustaba, en lo absoluto, que la gente no respondiera mis preguntas.
Para mi sorpresa, me encontré cara a cara con un perro que molestaba desagradablemente, incluso en este mundo desolado parecía que las alimañas difícilmente podían ser eliminadas.
La muchacha cuidada de Joe Wheeler con ahínco, dándole de beber un poco de agua recogida talvez en al lluvia, aunque desde la oscuridad, no recordaba con claridad cuando había sido la última vez que llovió.
-Wheeler -rechiné entre dientes, el enfermo me miró con resentimiento, como si fuera un insecto impertinente. Sonreí de medio lado, así que de esta manera había terminado el susodicho mejor amigo de Moto-. ¿Qué rayos fue lo que sucedió? -pregunté impaciente, me importaba un bledo que estuviera moribundo, porque de todo esto estaba seguro que él y sus amigos tenían toda la culpa.
-Bakura -gimió, tan débil que su voz me fastidiaba. Me arrodillé a su lado, tomándolo de la solapa, mientras la delicada muchacha sujetaba mi brazo intentado desesperadamente que lo soltara.
-¡No, por favor que no vez que está herido!
-¡No me importa! -grité molesto, mientras movía mi brazo de forma agresiva para que ella me soltará. El perro me miró con resentimiento.
-¡No... te atrevas a lastimar a... Serenity! -rechinó sus dientes, deseaba golpearme pero su cuerpo estaba demasiado débil para realizar semejante acción-. !No... Pudimos detenerlo... Yugi... él... -tosió sangre, contra mi camisa blanca. Asqueado lo solté, mientras la joven se acercaba desesperada a limpiar su boca.
Era un acto compasivo y necesario, un acto que cualquier lazo de sangre te obligaba a realizar. Era un algo que hubiera por Mokuba, pero mi hermano, ya no estaba; y pronto, Wheeler tampoco lo estaría.
No sé porque me quedé con el pequeño grupo, sin embargo descubrí que aquella niña, tenía la capacidad de ser más intrépida de lo que su bobo hermano imaginada. En las noches, cuando sentía que era lo correcto, solía salir desesperada en busca de alimentos, como un ratoncillo asustado por la caza de las grandes aves.
Ciertamente eso se podría considerar los grandes monstruos que ahora parecían rondar por todos lados, criaturas tan reales, los monstruos de duelo finalmente habían tomado la tan ansiada vida que posiblemente deseaban.
Aquella noche, me desperté por el incesante gemido del perro, estaba moribundo y por alguna razón tenía el descaro de llamarme. Me acerqué a su lecho, todo sucio y sudoroso me miró con esos ojos dorados, sin duda su hermana era muy parecida.
-Debo pedirte un favor... Kaiba -cerró sus ojos, la herida que mantenía en su costado, era fatal y estaba infectada-. No me queda mucho tiempo, y no... puedo dejarla sola.
-¿Acaso es mi responsabilidad cuidar de tu manada de perros, Wheeler? -sus ojos brillaron con odio, fruncí una mueca, y me acerqué un poco más.
-No me importa que me odies, tampoco tengo otra opción…-tosió más sangre-. Pero de ser posible... la dejaría en otras manos... -sabía que estaba confiando demasiado en mi, eso era algo... halagador.
-¿Realmente quieres que haga esto? -pregunté, de todos modos, ¿por qué de pronto me importó tanto lo que pasaba?.
-Sabes lo que es tener un hermano... -el chico rió ligeramente-. Piensa que haría lo mismo si tu hermano estuviera en el lugar... de Serenity... -no recuerdo con exactitud cuales fueron sus últimas palabras, pero su voz... se esfumó en la oscuridad.
Durante dos días tuve que soportar los lloriqueos sin sentido de aquella muchachita, aún después de enterrado su hermano, ella parecía demacrada y demasiado débil. Fruncí el ceño, maldita era la hora que había prometido semejante cosa.
No deseaba cargar con ella, sin embargo, entre sus lágrimas, siempre tenía está extraña actitud de ser más fuerte que su hermano. Durante los siguientes días que permanecimos escondidos, cuidó de mis heridas, irónicamente debía ser lo contrario, aún así parecía temerme porque no me miraba a la cara y apenas terminaba de cambiar las vendas necesarias se alejaba los metros que fueran necesarios.
Era una actitud extraña. Yo no era un perro que iba a morderla en algún momento, si lo veíamos de esa manera, ella era como un cachorro asustadizo cuya madre lo había abandonado.
-Wheeler -susurré una noche donde las velas brillaban por última vez.
-Es Serenity -susurró con un deje de enojo en su voz. Enarqué una ceja extasiado, al parecer la muchacha estaba dejando de temerme y comenzando a tomar una actitud más similar a la del perro.
-¿Mhmm? -la mira de soslayo, esperando que me respondiera, aún así no lo hizo, solo se quedó ahí observando la escasa luz que nos podía proveer las desgastadas velas-. No podemos quedarnos más tiempo en este lugar -comenté mientras sacudía mi sucia y desgastada gabardina blanca-. Al anochecer buscaremos otro lugar donde permanecer.
-¿Por qué lo haces? -tenía un tono tímido en su voz, la miré inquisitivamente, al parecer volvía a tomar la actitud de antes.
-No te incumbe.
-Si, porque sigues aquí, a mi lado...
-No debería importarte, en este momento de todos modos, no creo que puedas valerte por ti misma -hubo un largo silencio entre los dos, fruncí el ceño molesto-. Si lo deseas puedes ir a donde te plazca.
-No -se levantó de su lugar y se acercó a mí-. Me quedaré contigo -bajo su mirada lentamente-. Por ahora.
No negaré que me sentí sorprendido por su atrevimiento, sin embargo me agradó, de alguna forma estaba comenzando a soltar aquel disfraz de niña mimada e inútil que parecía tener; aquella noche, ninguno realmente durmió, podíamos escuchar las voces y los ecos de auxilio en la distancia.
No podíamos hacer nada, por ahora.
A la mañana siguiente salimos del sitio de los escombros, y descubrí finalmente que el lugar en el que me encontraba no era más que un viejo estadio de duelos. Posiblemente en el momento de toda está “catástrofe” Wheeler se encontraba con su hermana. Aún así no dejaba de preguntarme si era posible que hubiera otros sobrevivientes o alguno de los amigotes de Moto estuviera entre ellos.
Levantando mi mano, se la extendía la muchacha para ayudarla a levantarse del suelo y descender del hueco del que acabamos de salir. Me miró extrañada, como si no esperara una actitud como aquella de mi parte, tenía razón, sin embargo se estaba demorando demasiado y un poco de “ayuda” extra no nos afectaría demasiado.
Frustrado por su duda, la jalé con fuerza provocando que se levantará. Hubo un largo silencio durante todo ese momento, sus ojos castaños me observaron directamente y por un instante me sentí “intimidado” por dicho acto. Molestó la solté, y la miré con frialdad.
-Debemos irnos, tampoco la noche es segura.
-Si -respondió con la misma lentitud que parecía algunas veces procesar las cosas, sin embargo inmediatamente se apresuró a seguir mi paso.
En el pasar de los días, conforme, mi brazo sanaba, dejó de molestarme su presencia. Talvez era el hecho de que ya no lloraba y ocasionalmente hablaba, excepto cuando era necesario, y porque tenía una habilidad impresionante para conseguir comida.
Si, podía ser un acto caprichoso de mi parte, pero la niña tenía una habilidad impresionante para mantenernos bien alimentados. Además era hábil y ágil cuando nos encontrábamos con alguno de los monstruos de las sombras que rondaban el mundo.
Y fue como en una de aquellas tardes, en medio de un ataque inesperado, encontramos “otra” sobreviviente. El sol quemaba a nuestras espaldas o al menos trataba de imaginar que aquel lunar blanco sin brillo era un sol; la noche anterior no habíamos dormido como debíamos, incluso hubo un punto donde el frío era tan desgarrador que tuvimos que acércanos el uno al otro. Claro manteniendo cierta distancia, para evitar el contacto físico.
Saltamos juntos, evadiendo a la bestia, en ese momento deseaba tener la habilidad de convocar a mi dragón de ojos azules, pero todo era inútil. Esquivando a nuestro enemigo, terminamos cayendo en un sótano viejo debajo de un edificio y ahí encontramos un cuerpo delgado y sucio.
Aquella sobreviviente era Tea, si mal no recuerdo la eterna enamorada de Moto, sin embargo la chica no... estaba bien; no hablaba ni decía palabra alguna, incluso su necesidad por vivir parecía no existir.
Durante unos días, ocultos en aquel sótano, mientras Serenity, ya ni siquiera recuerdo en que punto deje de llamarla “niña”, cuidaba de ella. Incluso arriesgó su vida, o nuestras vidas en una ocasión por buscar suplementos alimenticios.
Aquel atardecer, Tea, dejó de comer, desesperada Serenity, decidió ir a un hospital cercano, o lo que quedaba de el, en busca de medicinas para la chica. Molestó decidí acompañarla, después de todo tampoco me podía arriesgar a que le pasará algo.
Fruncí el ceño en ese momento por dicho pensamiento, estaba perdiendo mi propio sentido de orientación. De todos modos salimos, después de ocultar a la muchacha de cabello café, en las afueras del viejo edificio en ruinas, cruzamos los escombros hasta llegar finalmente al hospital.
La oscuridad de la noche era más profunda, incluso solo podías ver siluetas. Serenity buscó entre los caídos anaqueles mientras vigilaba en el exterior. En esas sombras, no pude evitar observar su figura, estaba perdiendo peso, había sido una chica delgada pero ahora, su cuerpo estaba totalmente demacrado, cuidar de la chica de Moto, la estaba aniquilando.
De un segundo a otro me enfurecí, ¿Por qué la miraba de esa manera o es que acaso le estaba tomando “cariño”?, sonreí con sarcasmo, no tenía esas facultades emocionales, la necesitaba, como un amo necesita de su mejor perro de caza. Ella me daba los alimentos necesarios con su habilidad para esconderse y buscarlos, yo cuidaba de ella.
Era un contrato bastante provechoso.
Tan sumido me encontré en mis pensamientos, que no me di cuenta del par de ojos verdosos que nos observaban. La serpiente, una criatura de sombras, nos atacó en un instante, Serenity gritó mientras la sujetaba con agresividad del brazo y la apegaba a mi cuerpo, al saltar por una de las ventanas.
No recuerdo la caída, solo el dolor estrepitoso en mi espalda. Lo siguiente eran los gruñidos de la bestia que deseaba devorarnos y el llanto impertinente de la chica. Otra vez.
-¡Basta! -gruñí, mientras me levantaba de mi lugar-. No llores más, estas comenzando a perder mi paciencia -ni siquiera sabía que había pasado, al aclarar mi mirada, me di cuenta de que estábamos en alguna vieja y desmoronada habitación del hospital.
-¡Podías haber muerto! -gritó mientras sus manos temblaban al acercarse a mi, el contacto fue diferente, nunca ni siquiera lo espere, sus brazos rodearon mi cuerpo, mientras su cabeza se depositaba en mi pecho. Continuó llorando durante unos minutos más.
Afuera podíamos escuchar las bestias rugir, mientras se alimentaban. Entre la conmoción y el dolor me di cuenta de que no la estaba rechazando, solo me quedé ahí, quieto.
A la mañana siguiente, enterramos los restos atrofiados y semi devorados de la chica. Las bestias la habían encontrado, y al parecer ni siquiera se había defendido en el proceso. Estaba comenzando a cansarme, debía encontrar una pronto solución.
Eran demasiadas muertes para mi propio gusto.
Y no fueron las únicas, durante los siguientes días, mientras las bestias de las cartas continuaban aumentando, encontramos más y más muertos, entre ellos uno muy conocido por Serenity. Al parecer había sido una clase de novio, o al menos eso traté de explicarme.
Lo reconocía como otro de la banda amiga de Moto, había sufrido una caída estrepitosa de una de las intersecciones destrozadas que se encontraban en la ciudad. No estaba vivo cuando lo encontramos, tan solo... necesitaba una sepultura.
Aquella noche, mientras nos quedábamos debajo de unos escombros que formaban el viejo puente, ella volvió a llorar. La miré directamente a los ojos mientras sostenía sus manos a cada lado de su rostro.
Las lágrimas manchaban su blanca piel, al punto que me fastidiaban.
-¡Deja de llorar, no arreglaremos nada si continuas llorando! -grité molesto, empujándola contra una roca que estaba cerca de nosotros, se golpeo, sin embargo no se lastimó, tan solo me miró con resentimiento.
-¿¡Qué es lo que pasa contigo!? -me recriminó, mientras se levantaba con dificultad, apoyando su mano contra la piedra fría-. ¡No tienes una gota de sentimiento humano, eres tan solo Seto Kaiba, el hombre que mi hermano tanto detestaba! -sostuvo su brazo, al parecer me había equivocado, si la lastimé.
Fruncí el ceño levantando mi rostro orgulloso.
-Las emociones no tienen sentido solo truncan todo lo que necesitas y debes lograr -sonreí de forma sarcástica-. Eres igual al perro de tu hermano, supongo que los wheeler tienen esa actitud de procura necesidad, claro es normal viniendo de una familia tan pobre como la su...! -honestamente nunca esperé el golpe en mi mejilla.
Mucho menos el orgullo herido en sus ojos castaños, ella me miró y me molesté aún más, sujetando su brazo y apretándola contra la pared.
-¡No vuelvas a hacer eso! -la recriminé, mi rostro descendió tanto hacia el suyo, que difícilmente podíamos evitar sentir el aliento del otro. Sus ojos me miraron, resentidos, molestos, había orgullo en ellos, me recordó mucho al perro. Sonreí con satisfacción, era de suponerse porque se trata de su hermana pequeña.
-¡No vuelvas a insultar a Joe de esa forma! -y me empujó con agresividad, golpeando su cabeza con mi frente, retrocedí unos pasos, mientras ella rasgaba su camisa y se la colaba sobre la herida.
-¡Eres un monstruo, peor que aquellos que se encuentran fuera de estas ruinas, no tienes emociones ni sentimientos, lamento mucho que el pequeño Mokuba haya sido tu hermano! -entonces algo se conectó en mi cerebro. Nadie, tenía la libertad de hablar de mi hermano de esa manera.
No me di cuenta de mis acciones siguientes, ni que la lastimé con brusquedad cuando la tiré al suelo y sostuve sus manos sobre su cabeza, ni que forcejee con ella, mientras las lágrimas continuaban saliendo.
Lo único que deseaba era humillarla, lastimarla hasta que sangrará por pronunciar el nombre de mi hermano con tanta casualidad, levanté su vestido con mis manos, dejando moretones en su piel. Quería borrar su inocencia, y era una estupidez, me había jactado durante años de mi propio autocontrol, en ese momento ni siquiera podía encontrarlo. Aún así, en medio de la conmoción de lo que “podía” hacer. Algo me detuvo, una luz brillante y azulada.
“Kisara”
Pensé en ese instante mientras me alejaba de Serenity, sus ojos me miraron con lágrimas, estaba aterrada y al mismo tiempo confundida. La miré unos segundos, ¿qué se supone que debía hacer? No estaba acostumbrado a dar explicaciones mucho menos a guardarme mis emociones.
-Lo siento -dije, tan bajo y poco aludidle que no importó si ella, me escuchaba-. Eres libre de irte, supongo que no te quedarías... -debo admitir que la chica tiene una extraña facultad para dejarme sin palabras.
Me abrazó, podía imaginar todo lo que se supone debió suceder, aún así, no fue como lo pensé, ella permaneció abrazada a mi durante unos minutos, su olor tenía un aroma agradable, anteriormente lo había detestado, tan complejo e inútil, pero en ese momento, fue reconfortante. Cerré mis ojos mientras apegué mi nariz a su cuello, olfateado su aroma como un animal, extrañamente, Serenity dejó de ser el cachorro de los Wheeler.
Era un maldito, deseaba cosas que no eran las mejores. Aquella noche, como en mucho tiempo. No volví a soñar con mi hermano.
En los días siguientes una extraña actitud se formó en los dos, con cierta ironía pude proclamar que finalmente había domado a la cachorra, pero una mirada de desaprobación, fue bastante obvia para callarme.
Tengo que admitir, su presencia me reconfortaba, incluso aunque no habláramos de las largas noches en silencio, durmiendo uno junto al otro o que no retomábamos ni siquiera en idea la noche en que casi destruyó su inocencia.
Todo parecía ir, bien, de alguna forma. No obstante, aún me molestaba cuando lenta podía ser para algunas cosas y cuando molesta solía ser cuando lloraba, pero la costumbre estaba tomando lugar en medio de los dos y en ese momento, era suficiente.
Buscando por otros sobrevivientes, lo que dudaba que hubiera, llegamos a un río. El sol blanquecino permaneció durante varios días hasta que finalmente dejo de brillar, para dar paso a una tenue tonalidad morada que cubría todo el día.
Odio el color morado, es una extensión del rojo fuego, y lamentablemente nunca me apasionaron los colores vivos. Sin embargo, al parecer las plantas y ciertos animales que aún permanecían con vida, los necesitaban. Poco a poco los días se llevaron la vida de lo que quedaba y los alimentos comenzaron a escasear. Fue por esos días que encontramos un río, el último de la ciudad y talvez del mundo.
Serenity corrió a refrescarse en el agua, mientras yo mantenía la vista en el horizonte. Ese mundo, oscuro y sin vida, me recordaba una ocasión en la que sentí igual desolación tras la muerte de mis padres.
Moviendo la cabeza, traté de no mirarla cuando casualmente se retiró la vieja y desecha camisa color rosa que llevaba, para tomar agua y limpiarse la piel sucia. Estreché mis ojos, había una sensación desagradable detrás de mi cabeza ante su silueta física. Traté de ignorarlo tomando entre mis manos un poco de agua, estuve a punto de beber, cuando los cuerpos comenzaron a venir uno a uno en el agua que nos rodeaba.
La sangre tiñó las aguas. Me levanté y sujeté el brazo de Serenity en el instante que planeaba beber el agua. Sus ojos se abrieron en sorpresa al observar la visión del río envuelto en cuerpos vivos, gritó apegando su cabeza a mi pecho.
Fruncí el ceño, maldita sea la hora en que Moto nos envolvió en su fantasía de cuentos egipcios. Permanecimos dos días sin agua hasta que encontramos una serie de viejas tuberías debajo de la ciudad que tenían, sino era agua completamente limpia, al menos bebible.
Entre los cuerpos envenenados y destrozados, encontramos uno familiar, al menos para ella. Se trataba del viejo abuelo de Moto. Posiblemente tenía varios días de fallecidos.
Esa noche, ella durmió en mis piernas, si podrían considerar algo como aquello “anormal” si lo era, nunca dejaba que nadie se acerará a mi, mucho menos de esa manera. Permanecimos en aquel oscuro lugar alrededor de una semana, o podría haber sido una semana, para ese entonces, ya no tenía mucho control del tiempo que había pasado.
Despertamos un día ante el sonido de gotas, pensando que se trataba de lluvia corrimos hacia fuera, sin embargo encontramos que las nubes oscuras que cubrían el firmamento permanecían inmóviles como siempre. Entonces me fije a un lado, una criatura de sombras nos había estado observando.
Tenía la forma de una araña, corrí tras Serenity, empujándola a un lado mientras evitaba el aguijón potente de una de las patas, sin embargo fue in fortuito. No sé que sucedió después, a excepción del dolor lo único que recuerdo son sus gritos.
A riesgo de sonar como un idiota, salvo mi vida, y me llevó a un lugar seguro. La fiebre de los siguientes días me derrotó por completo, dejando poco espacio para lo que quedaba de mí. Incluso sentía repulsión al beber agua, por lo que una noche tras vomitar, aunque no me sentí orgulloso de ello, toda el agua que intentó darme. Ella hizo, algo, impredecible como solo su familia podía hacerlo.
Bebió agua y la conservó en su boca y luego me besó, en otra ocasión o momento podía rechazar ese contacto, pero en ese instante cuando sus labios, deliciosamente, abrieron mis propios labios para pasar el líquido, mi mente quedó en blanco. Durante todos aquellos minutos permanecí con los ojos abiertos, observándola mientras sus mejillas se colorizaban.
No fue la última vez que hizo algo así y conforme me recuperaba, inadvertidamente, me daba cuenta de que no deseaba que dejara de hacerlo. Era una tontería, desear a una criatura tan... vana y regular como ella era, y sobre todo era una Wheeler, si el tarado de su hermano estuviera con vida, volvería a morir.
Sonreí concierta satisfacción ante el hecho. Sería agradable ver la cara de imbecil derrotado que tendría Wheeler. Sin embargo, preferí no hacer nada y los días continuaron, una mañana inadvertidamente desperté para darme cuenta de que no se encontraba cerca. Decidí que era mejor así y para tratar de aclarar mi mente, me retiré la gabardina blanca, que en este punto poco o nada se conservaba igual y la camisa, el chorro de agua fluía más al fondo de las viejas tuberías y al parecer, necesitaba un baño.
Cuando llegué al lugar no me encontraba solo, Serenity estaba ahí, en la débil luz oscura que provenía de una grieta encima de nosotros, observé su silueta desnuda. Escanee su figura, era delgada y aún frágil, sin embargo era... deliciosa.
Nunca había sentido esta estúpida necesitad de tocar un cuerpo femenino, sin embargo reconocí claramente la otra, la necesidad de poseer y dominar perfectamente algo que sabes que es solo para ti, algo que nace para ti.
Era una sensación similar a la que sentí al poseer la carta de ojos azules, poder, ambición, deseo. Era un imbécil y aún así perdí todo el autocontrol que pude poseer, me acerqué detrás de ella, colocando mis brazos alrededor de su cuerpo, descansando mi cabeza sobre la suya. Se asustó, intento huir como una clase de ratoncillo asustadizo.
Sonreí con cierta ironía.
-¿Me tienes miedo Wheeler? -susurré acariciando con mi boca lentamente su oreja, su cuerpo tembló bajo mis manos y sentí satisfacción, de tener el dominio, el control de las cosas. Era una pequeña cachorrita, al menos todo esto había llevado a un punto más agradable de lo que esperaba.
-No... no... y es...
-Serenity... -no recuerdo que sucedió a continuación, recuerdo que la ropa me estorbaba y no quería llevar puesto mis pantalones, recuerdo el agua en mi espalda y una cantidad de besos delicados alrededor de mi cuello, unas manos temblorosas sobre mi espalda y un par de piernas, tan delgadas y delicadas como recordaba eran desde aquella ocasión.
Me sentí bien, conmigo mismo, o incluso podrían llamarlo algo egocéntrico, pero escuchar su voz gemir mi nombre era agradable. Tenía el control sobre ella, sobre su cuerpo y en su cuerpo. Alguna vez pensé que podía soñar, pero era poco probable, ya que desde niño preferí concentrarme en dominar el mundo de los duelistas. Ahora no existe más ese mundo y todo gira en un recóndito abismo sin fin.
Y aún así, en ese instante, su cuerpo me brindaba una calidez emocional que no esperé. Era tibio, húmedo, delicioso al friccionar mi abdomen contra el suyo, y era satisfactorio. Era lo que deseaba, poseer algo únicamente para mi.
No fue la única ocasión que sucedió, incluso hubo ocasiones en las cuales cosas similares sucedieron en un cuestión de horas y pese a ello cuando todo terminaba volvíamos a la misma rutina de siempre, ella era después de todo una simple Wheeler.
Una noche de aquellas, me levanté con una necesidad impresionante de sed y fue entonces que lo encontré, al parecer llevaba horas ahí, sentado observándonos.
-¿Disfrutando el show, Moto? -pregunté impaciente y con un deje de odio en mi voz.
-En ningún momento, los observé -era honesto, pero podía reconocer a la otra identidad debajo del disfraz de enano que tenía-. Esta noche me enfrentaré a Bakura
-Un poco tarde, el mundo ya es una desgracia -sonreí con sarcasmo.
-Estaremos esperándote -y desapareció como si de una visión momentánea se tratará. Cuestioné mi cordura, pero cuando lo hice fue demasiado tarde, un dolor desgarrador se arremetió en mi cuerpo, y un gritó en la distancia hizo eco en mis oídos.
No creo realmente saber porque las cosas suceden como suceden, siempre fui demasiado orgulloso y pensé que iba a morir de una forma más completa, no tan, sustancial y poco animada como está. Quisiera poder contar algo más al respecto, pero Serenity, estaba sola ahora en el camino.
Su llanto, duro varias horas, mientras intentaba encontrar una manera de enterrarme. Claro está, seguía siendo la misma muchacha débil de un principio. No era difícil imaginarme que no comería por algunos días.
Es extraño, si fuera posible que sintiera algo, entonces desearía quedarme, pero dado que estoy muerto no tengo mucho que explicar, ¿cierto?.
Después de varios días, infortunadamente logró encontrarse con otro duelista que ella conocía, un tal Duke, que en lugar de cartas sabía manejar dados; era tan solo otro patético duelista sin talento.
Ambos lograron encontrar una serie de ruinas donde podían confrontar al origen de toda la oscuridad, al parecer Moto no solo se había aparecido a mi persona minutos antes de... bueno ya creo que lo saben, sino porque buscaba que todos unieran sus manos.
Había una serie de duelistas que nunca antes habían visto, tantos que en un principio se sintieron confundidos por ese hecho. La batalla duró lo suficiente para sofocar las mentiras que se acumulaban alrededor de tal cantidad de duelistas patéticos. Serenity estaba en medio de todos ellos, ¿podrían preguntarse que hace una chica sin cualidades en medio de una batalla como esa?.
No encontrarían respuesta, es solo que tras mi muerte, ella quería demostrar que era más que la hermana del perro y apoyarse en lo que podía dar. Su propio valor. Al parecer el duelista de los dados sentía la misma opinión, pues la ayudo en la encomienda, incluso le dio varias tácticas para que pueda defenderse.
Aprendió sola, incluso cuando la batalla duró semanas y lentamente uno a uno de los duelistas fueron desapareciendo, pero... ¿qué más podían esperar?. No estaban a la altura de lo que era su contrincante.
Aún así en la batalla final, Serenity, logró salir con vida, de alguna forma en su mente trataba de recordar lo que había aprendido de todos aquellos duelistas que conocí, desde su hermano hasta el duelista de los dados.
Quién diría que la oscuridad sería tan profunda que ni siquiera las almas más iluminadas podrían continuar. La batalla final, lleno el mundo de sombras tan espesas y desagradables que consumió lo único que restaba del mundo.
En esa oscuridad Moto y Bakura, lograron terminar lo que habían iniciado siglos atrás, e irónicamente Serenity observó todo aquello, mientras sostenía en sus brazos el cuerpo inerte del duelista de los dados.
Había muerto horas atrás, cuando una bestia perforó su abdomen.
Para cuando las sombras se reprimieron y lentamente en los cielos volvió a brillar un sol tenue. Ya habían muerto, tanto Yugi Moto como Bakura, producto del poder mismo de las cartas los últimos duelistas que quedaban en este mundo.
Ella sobrevivió.
Incluso ahora me pregunto si ese era el propósito, que ella sobreviviera, a la última tormenta de las arenas del desierto, y mientras el sol se ocultaba en la distancia y las nubes grises se acumulaban en los cielos.
Pienso, que talvez, esto era lo que debía suceder. Algunas veces, se necesita de un principio para culminar un final, y nuestra era había terminada. Serenity abrió sus ojos cuando un par de gotas de lluvia cayeron sobre su mejilla.
Sonrió.
Había extrañado la lluvía, también.
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