Capítulo 5 del Fic: El Reino de las Mariposas [Star Trek 2009]

Aug 15, 2010 20:59

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Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor,

siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento.

Viktor Frankl.


Capítulo 5

Campamento Ardimi, área del personal de CRI

Noroeste de la ciudad de Al-Fashir.

Primer día de labores, Primera semana de Agosto, 2003.

Spock lo recibió a la entrada de la otra gran tienda, aun acondicionada como comedor y dormitorio del personal. Sostenía una taza con café, de la que tomaba pequeños sorbos mientras lo veía acercarse. Kirk le sonrió con expresión cansada.

-Veo que has ido a conocer el lugar, Jim -comentó con jovialidad, guiándolo a una de las mesas, al tiempo que buscaba otra taza para el periodista.

-Tenía un poco de curiosidad por ver el campamento antes de que hubiese actividad en él.

-¿Encontraste algo interesante? -cuestionó Spock, llegando a la mesa donde se encontraban los alimentos y las bebidas.

-Gracias -Kirk agradeció a una atractiva joven que se les acercó, dándole una taza con café y un plato con una ración de alimentos-. A decir verdad, sí. No imaginé ver esto con mis propios ojos. Quiero decir... en la universidad ves todo tipo de imágenes, pero todo es en video y fotografías. Es muy diferente verlo ya como una realidad, tenerlo ante tus ojos, palparlo...

-Lo sé -asintió mostrándose solidario con él-. Esa fue también mi primera impresión.

Kirk desvió entonces su vista hacia la entrada de la tienda, justo en el momento en que el médico en jefe del campamento aparecía ahí, ya sin la bata, pero con el mismo mal humor con el que los había echado de la tienda-hospital.

McCoy, al localizar a Spock, avanzó hacia él con grandes zancadas y el enojo manifiesto en el entrecejo. El americano no le quitó la vista de encima, ni siquiera cuando advirtió que la mirada fulminante la dirigía hacia él.

-Oh, oh...

-Veo que ya se han metido en problemas, Jim -comentó al reconocer el presente mal humor del médico-. ¿Qué fue lo que hicieron?

-Interrumpimos la operación que hacían.

-¡¡SPOCK!!

-Ya veo -dijo tranquilamente el diplomático, sin inmutarse ante el furioso y estentóreo llamado que le hacía McCoy-. No te preocupes. Estas escenas son normales con él.

-¿Siempre está de mal humor?

-Tiene sus razones. Muchos dicen que esconde sus verdaderas emociones bajo ese carácter explosivo. A propósito, se te ocurrió escoger un lugar al lado de él, en el dormitorio. Suerte con eso.

-No me digas…

Kirk se encogió un poco en su lugar al sentir al médico parado a su lado. Parecía dispuesto a agarrarlo a golpes. Sin embargo, notó que sólo unos cuántos volteaban hacia ellos por un momento, y volvían después a sus asuntos.

-¡¿Por qué demonios no les recuerdas a tus reporteros que no deben meter sus narices en mi quirófano?! ¡Ya habíamos hablado de eso! ¡Voy a matar a Scott!

-Hola, doctor McCoy -saludó el estoico diplomático, ignorando sus reclamos-. Quiero presentarte al señor James Kirk, corresponsal del Central Iowa Herald. Jim, el doctor Leonard McCoy, médico responsable del campamento Ardimi, y tu próximo compañero de dormitorio.

Kirk levantó entonces la vista hacia el galeno. Éste iba a reclamarle, más se contuvo al encontrarse con la azul mirada del americano, entre asustada y fascinada. Sólo una vez había visto una expresión así, cuando su hija viera por primera vez un enorme elefante en una de esas pantallas gigantescas de los parques americanos. Titubeó un momento, cosa que Kirk aprovechó.

-Doctor McCoy, me han hablado mucho de usted -el periodista se levantó, extendiendo su mano derecha hacia él-. Lamento el incidente de hace un rato. No imaginé que estarían en medio de algo tan grave.

Recomponiéndose, McCoy ignoró el gesto de cortesía, volviendo sus reproches hacia Spock, aunque un poco menos agresivo.

-¡No me importa que vengan del Washington Post, del New York Times o de la BBC de Londres!¿Qué no saben que acarrean más infecciones para los heridos?

-Bones, aquí las infecciones son cosa de todos los días -se entrometió Archer, quien en ese momento llegaba a sentarse con ellos, llevando su plato y su taza.

-¡¿Y eso los justifica para irrumpir así en un quirófano?! ¡Los demandaría si pudiera hacerlo!

Spock asintió, centrando su atención totalmente en el médico con una sonrisa divertida.

-Trajimos un lote mayor de antibióticos y antisépticos, además de las vacunas y los medicamentos de rigor. ¿Quieres que te los entregue de una vez, o prefieres desayunar antes?

McCoy volvió a ver a Kirk, y éste trató de convencerlo también. Tal vez pudiese iniciar una entrevista ahí mismo.

-Yo estaría encantado de que nos acompañe -comentó, al tiempo que le extendía la taza con café que aún no había tocado.

Spock sólo levantó una ceja al ver que Bones volvía a dudar, y en seguida alcanzaba la taza que Kirk le ofrecía. Jamás había hecho eso con alguien antes. Su sorpresa fue mayor al ver que aceptaba la invitación de Kirk de sentarse a su lado.

-Sólo porque eres nuevo en este lugar, Kirk. Además de que me muero de hambre y de las ganas de una buena taza de café -se justificó el médico al descubrir el gesto del diplomático-. ¡¿Qué?! ¡Soy humano, también me da hambre!

-Sí, está bien. Entiendo -comentó éste, ignorando la risa de Archer al tiempo que centraba su mirada en el periodista-. Jim...

Kirk le sonrió, rodeando la mesa para ir por otra taza con café y un plato con otra ración de alimento.

-No te preocupes, sé dónde está el café. Voy por otra taza, no tardo

Kirk se apresuró, tardando sólo unos pocos minutos en volver.

-…los trámites fueron demasiado lentos esta vez, a pesar de que Francia nos respaldaba por medio de la embajada y las organizaciones principales -alcanzó a escuchar a Spock al sentarse a la mesa. Puso toda su atención en lo que dirían, de lo que había sucedido en algunas regiones del país-. Por otro lado, no hay respuesta aún de otras organizaciones, ni de la ONU ante esta situación.

-En realidad, Bones -terció Archer con el tenedor levantado-, no creen que esté sucediendo esto.

-¡Pero ha sido muy evidente! ¡Antes de que destruyeran las antenas de comunicación, enviábamos reportes y recibíamos noticias de las aldeas atacadas! ¿Cómo pueden creer que esto es un invento de mentes ociosas?

-¿”Burocracia” y “Corrupción” significarían algo para ti? -Archer clavó su mirada interrogante en el médico, sosteniéndola por algunos segundos-. Porque esos son los dos más grandes obstáculos que tenemos para que nos escuchen.

McCoy bebió un largo trago de la amarga infusión, reflexionando sin dejar de ver a Archer y Spock. A su vez, Kirk lo observaba con atención, haciendo notas mentales de lo que ocurría entre ellos. En cierto momento, el médico dejó la taza, dejándoles ver su gesto decidido.

-¡Me importan un carajo la ONU y sus allegados burgueses! Voy a seguir con la campaña de vacunas y atención ambulatoria en las aldeas cercanas sin su ayuda. Posiblemente haya más heridos refugiándose en ellas, y necesitarán atención.

-Pero sería demasiado arriesgado que te alejes del campamento.

-Lo será de la misma forma en que lo es para los pobladores de esas villas y aldeas el venir hasta aquí, Spock. No nos cuestionamos esto cuando iniciamos el programa, ¿lo recuerdas?

-Entonces no se había extendido esta guerrilla interna como ahora, Bones -replicó Archer un tanto enfadado-. Casi podría decirte que estamos en medio del ojo del huracán.

Hasta ese momento, Kirk intervino.

-Doctor McCoy, ¿por qué prefiere arriesgar el campamento y a sus colaboradores con un proyecto que no tiene respaldo? No creo que sea una buena decisión de su parte. ¿O hay algo que usted busca al hacer esto, y que ni Amnistía o la Cruz Roja saben?

Spock y Archer voltearon a verlo con los ojos abiertos como platos al escucharlo. McCoy fijó nuevamente su vista en el reportero, molesto por la intención de la pregunta.

-¿Algo que yo busco? ¿Estás hablando de reconocimientos o ganancias por hacer MI trabajo?

-Uno no acepta venir a un infierno como este sin una jugosa retribución a cambio.

Scotty y Chékov entraban en ese momento a la tienda, y alcanzaron a ver lo que ocurría también. Spock trató de hacer que Kirk guardara silencio.

-Jim, este tipo de preguntas es inapropiado. No deberías…

-¿Por qué? Vamos, ya lo había dicho. Todos tenemos un precio, y ninguno de los que estamos aquí podríamos negarlo.

-No hagas esto -susurró preocupado Archer.

Archer no fue el único que se alarmaba ante eso. Scotty se apresuró a llegar a la mesa al ver que McCoy se le acercaba a Kirk, aún sentado, pero en una clara postura defensiva.

-En estos momentos en que estamos hablando, hay persecuciones contra los pobladores de varias aldeas al norte del país. Ellos no buscan más que vivir en paz, cosechar lo que comerán cada día, dejarles tierra y seguridad a sus hijos, pero no pueden hacerlo, porque los grupos militares y los disidentes criminales están detrás de ellos, acechándolos, robándoles lo poco que poseen, incluso asesinándolos. Lo que ves aquí, señor reportero, nosotros, este reducido hospital, con sus contados médicos, enfermeros y voluntarios, es todo lo que esas personas de allá afuera tienen; somos la única esperanza de diez mil personas afectadas en este conflicto. Puedo asegurarte que no poseen riquezas, ni trofeos ni medallas para dárnoslos. ¡Así que no digas sandeces!

-Es muy bueno dando discursos políticos, doctor McCoy. Pero no le pregunté eso. Sólo quiero saber cuál fue su precio para venir a este lugar.

El aludido alcanzó a Kirk visiblemente furioso, sujetándolo por los bordes de la camisa, empujándolo contra la mesa en tono amenazador. Spock y Archer se levantaron, expectantes y previendo que la situación pudiese ser peor.

-¡Escúchame con atención, novato! -Todos los demás miembros del campamento voltearon hacia ahí y guardaron silencio ante la posible pelea-. ¡Esta gente no ha conocido la paz por muchos años! ¡Tienen casi tres décadas enredados en conflictos y guerras que no logran entender, pero que los afectan de las peores formas que existen! ¿Y lo único que te interesa saber es qué demonios gano yo haciendo esto? ¿Qué clase de monstruo inhumano y sin sentimientos crees que soy?

-¡Basta, Bones! ¡Cálmate!

Sin detenerse a pensarlo demasiado, Kirk dejó salir a flote su lado acusador. Una cínica sonrisilla asomó a sus labios antes de continuar con su alegato. Tal parecía que el estar en una nada ventajosa posición tampoco lo detendría.

-¿Es el Nobel? ¿El Príncipe de Asturias? ¿Un puesto político importante en la OMS? ¡Algo tiene qué haber a cambio! ¡Nadie se ensucia así las manos por nada!

McCoy se levantó, arrastrando con él al reportero, sólo para empujarlo lejos de sí. Archer y Spock se interpusieron entre ellos antes de que empezaran los golpes.

-¡McCoy, tranquilízate! -lograron sujetarlo, deteniéndolo e intentando apaciguar los ánimos. Scotty hizo lo mismo con el corresponsal. Sin embargo, el médico no hizo ningún intento de echársele encima.

-¡Está bien! -se rindió, forcejeando con ellos para soltarse. Clavó su mirada endurecida en Kirk, antes de hablar con tono sombrío y bajo-. Es una bala.

-¿Qué...?

Un sepulcral silencio permaneció en el ambiente ante esas palabras. Archer y Spock soltaron a McCoy, totalmente sorprendidos.

-Querías saberlo, ¿no? Ese es mi precio. Una bala.

-¡Oh, por favor! -Alegó Kirk sin dejar su pose cínica, y volvió a la carga-. ¡Nadie sufre estas condiciones ni se avienta de cabeza a algo como esto por una bala!

-¡Kirk, ya basta! -Scotty intervino, tratando de hacerlo guardar silencio, mas fue ignorado.

-¡Tal vez no en tu mundo!

-Venimos de donde mismo, doctor McCoy. Usted también es americano, al igual que la mayoría de ellos -recalcó el periodista, volteando hacia los demás miembros del campamento.

El médico le dirigió otra mirada despectiva. No iba a permitir que sacara sus conclusiones tan a la ligera.

-Esto no es América. Aquí las perspectivas cambian en cuestión de días, u horas, así que puedo decirte que todos y cada uno de los que estamos aquí, sostenemos un motivo mayor que cualquier motivo materialista que te haya traído a esta tierra. Si no puedes creer que estoy dispuesto a morir por esta gente, es tu problema. No me acoses con preguntas necias. -Volteó hacia los que tenía a su lado, quienes lo veían entre incrédulos y apesadumbrados. McCoy bufó y se dio la vuelta, dirigiéndose a la salida-. ¡Spock! ¡Mantén a tipos como éste lejos de mí! Tengo mucho trabajo por hacer como para perder el tiempo con estas estupideces.

Antes de decidirse por ir tras el médico, Spock volteó con Kirk en silencio, con una indescifrable expresión en su rostro. Archer sólo permaneció cabizbajo, y en seguida se retiró hacia la mesa donde estaban T’pol, Tucker y Reed.

El silencio continuó por algunos segundos después de que McCoy saliera de ahí. Entonces, los demás volvieron a sentarse en sus lugares, murmurando y viendo furtivamente al periodista. Scotty soltó entonces a Kirk, y retirándose dos pasos de él, le recriminó su actitud.

-Espero que estés contento, James. Acabas de enemistarte con tu más valiosa fuente de información de este lugar.

-Fue sólo una pregunta objetiva, impersonal…

-¡¿Objetiva?! ¡¿Impersonal?! -Casi le rugió el otro periodista-. ¡Lo que le dijiste fue tan retorcidamente personal y malicioso, que hasta yo estuve a punto de soltarte un puñetazo! ¡¿Eres estúpido o qué?!

-Soy periodista, Scotty. Tú sabes cómo es este negocio.

-¡No, Kirk! ¡Tú no eres periodista! ¡Eres un maldito oportunista! -Sin darle tiempo para replicar, se retiró de la mesa hacia donde se encontraba su discípulo-. ¡No me asocio con tipos como tú! Te quedas solo desde este momento.

Sin decirle más se retiró del lugar, seguido por Chékov, quien volteó a verlo con pesadumbre por última vez.

Sintiendo todas las miradas recriminatorias encima, después de quedarse completamente solo, Kirk optó por salir de ahí y reflexionar en lo que había ocasionado. Sin voltear a ninguna parte, se levantó y caminó hacia el exterior, aún sin poder reconocer que el malestar que lo atacaba era un muy leve pero ácido sentimiento de culpa carcomiendo su conciencia.

No supo por qué sus pasos lo llevaron al interior del campamento de refugiados. Sólo tuvo noción de eso cuando escuchó a su alrededor voces y sonidos que trataban de aparentar normalidad en medio de la desolación que existía en torno a él. Dejando por un momento sus pensamientos, levantó la vista, encontrándose con una realidad mucho más dolorosa que la que se había imaginado antes de dejar tierra americana.

Con la claridad del día pudo ver que varias mujeres raquíticas y sucias por el polvo y las condiciones del lugar, salían de las tiendas a su paso, seguidas en ocasiones por niños aún más delgados que ellas, mostrando fuertes signos de desnutrición y enfermedad en sus cuerpos. Algunos de ellos sólo lo veían pasar con miradas opacas. Otros lo seguían por algunos metros, en un silencio sombrío y lleno de pesar. Nubes de insectos infestaban las tiendas y los utensilios con los que las mujeres cocinaban en fogatas encendidas afuera de las mismas. Incluso pudo observar que los mismos refugiados, de cualquier edad, no podían deshacerse de la plaga de moscas y mosquitos que los aquejaba.

Ante ese espectáculo inesperado, James Kirk olvidó de pronto su motivación inicial para estar en esa tierra herida por la desgracia del hambre, la enfermedad y la guerra. Esa sería la primera vez en su vida adulta que admitiría haberse sentido impactado, impresionado y avergonzado de sí mismo al ver todo el dolor y las penurias que esas personas vivían cada minuto de sus vidas.

Mientras su mirada se paseaba de un lado al otro del sendero, sintió la imperiosa necesidad de volver a ver a Leonard McCoy, hablar con él y así poder entender su interés real por esa gente, y por qué se esforzaba en realizar esa labor tan pesada. Debía reconsiderar su actitud y tratar de empezar de nuevo.

Pensando en ello, sacó la grabadora de bolsillo que llevaba y durante su caminata, plasmó en la cinta sus impresiones, así como algunas preguntas que le haría al médico cuando tuviera oportunidad de verlo, aunque primero se llevara una merecida paliza.

Esta vez recorrió la mayor parte del campamento, grabando sus pensamientos en medio de largos silencios que hacía sin darse cuenta, observando a cada paso en medio de las tiendas de los refugiados, los rostros enjutos y llenos de suciedad y llagas de niños, mujeres y ancianos, hacinados en los pequeños espacios que eran las tiendas, rodeados de alimañas e insectos. Con el corazón hecho un puño, fotografió también las escenas más deplorables que se presentaron ante sus ojos, recordando una y otra vez lo que Scotty le recriminara, además de las palabras del médico.

Campamento Ardimi, área del personal de CRI

Noroeste de la ciudad de Al-Fashir.

Atardecer del primer día de labores.

Kirk encaminó sus pasos hacia la tienda-hospital. Había tenido muchas dificultades para saber en dónde localizar a McCoy, pues todos los miembros del equipo a quienes les preguntaba por él, lo ignoraban olímpicamente.

Como había sospechado, no lo encontró solo.

En un extremo de la tienda, cerca de la entrada, había un área que parecía ser utilizada como dispensario o consultorio y farmacia. McCoy estaba de pie ante una mesa abatible, en uno de los extremos, revisando las listas que Spock le había entregado, junto con el material. Con él, Uhura, Spock, T’pol, Archer, otros dos jóvenes que no conocía y la enfermera Chapel, quien le diera a él la taza con café, verificaban en otras listas lo que el médico leía de las que sostenía en sus manos.

Nervioso, volteó hacia el otro extremo de la tienda, encontrando al otro médico en plena labor de revisión a los pacientes del lugar, junto con dos personas más, al parecer, enfermeros. Scotty estaba ahí también, acompañado de Chékov, quien tomaba fotografías de la persona con la que hablaban, cerca del rudimentario quirófano en el que irrumpieran horas antes. Se percató que habían empezado su labor en la recopilación de historias y testimonios de los ataques recientes, lógicamente, sin él.

No evitó el profundo suspiro que salió de su garganta, armándose de valor para plantarse frente al médico. Sabía perfectamente que su credibilidad era nula en ese momento, mas no podía dejar pasar más tiempo.

La primera que lo descubrió fue Uhura, quien guardó silencio al verlo acercarse. Spock notó su silencio, y levantó también la vista de los papeles, encontrándose con un titubeante Kirk frente a ellos. Por su expresión, fue el único que pudo darse cuenta que algo había cambiado en él. No quiso hacer ningún comentario, aguardando a que el americano hablara primero.

No fue él, sin embargo, quien rompió el silencio que se hizo conforme avanzaba hacia el grupo. McCoy se había percatado de su presencia casi al mismo tiempo que Spock, más lo había ignorado, hasta que todos dejaron lo que hacían para voltear a verlo, acusadores, pero curiosos por saber lo que sucedería.

-Pensé que no volvería a verte por aquí, Kirk -le recriminó el médico mientras dejaba los papeles en la mesa, adquiriendo una actitud puramente defensiva, confrontándolo.

-Doctor McCoy… sólo… quisiera hablar un momento con usted… en privado…

-Creí haber dejado muy en claro que no tengo tiempo para periodistas ambiciosos.

-Bones -McCoy volteó hacia Spock, sorprendido de que lo hubiese llamado así-. Sólo dale una oportunidad de hablar.

-Perdió su derecho al venir con esa actitud de sabelotodo amarillista y sensacionalista, Spock.

-Todo mundo tiene una justificación ante sus acciones. Tú mismo lo has dicho.

-¡Pero no quiero que vuelva a insultarnos!

-Por favor… -intercedió una vez más, a pesar del tono de reproche que Uhura mostraba en su mirada. Archer permanecía ceñudo, más no intervino.

Fue el tono de súplica en las palabras del diplomático lo que convenció al médico de concederle un poco de tiempo. Aunque no dejó su actitud malhumorada y sus gestos un tanto bruscos al ir hacia el periodista.

-Está bien; tienes un minuto para hablar. ¡Pero te advierto que si vuelves a decir alguna necedad, yo mismo te echo del campamento a golpes!

Kirk asintió, y lo siguió en total silencio. Las miradas de él y Spock se cruzaron antes de que abandonaran la tienda, y por un breve segundo, el diplomático tuvo la impresión de que le agradecía con un levísimo gesto, por haber intercedido a su favor. No supo por qué tuvo el impulso de seguirlos.

Los dos hombres salieron y sólo avanzaron unos metros, cuando el periodista lo detuvo.

-McCoy, espere. Sé que todo lo que intente decirle estará afectado por mi actitud anterior. Así que, antes que pase cualquier otra cosa, necesito que pueda confiar en mí.

-¿Confiar en ti? -Lo observó ceñudo, sin comprender del todo lo que le decía-. Se supone que sólo te daría un minuto para hablar.

-De verdad, doctor. Necesita hacer esto antes de continuar -Kirk se preparó, tomando una bocanada de aire para resistir mejor-. Vamos, golpéeme.

-¿Qué demonios…?

-De otra forma no será imparcial al escucharme. Lo digo en serio, además de que me lo merezco. No le llevará un minuto.

McCoy dudó, más fue sólo por un segundo. Una maliciosa sonrisa apareció en su adusta expresión cuando accedió.

-Si así lo quieres…

Los demás miembros del equipo que salían de la tienda, encabezados por Spock, presenciaron el par de puñetazos que el médico le asestó a Kirk, tumbándolo limpiamente.

-¡Bones! -Uhura y Spock corrieron hasta ellos, aunque el médico ya le tendía la mano para ayudarlo a levantarse.

-Ough… creí que sería sólo uno… -se dolió el periodista, aceptando la ayuda al tiempo que se tocaba su rostro castigado.

-Vamos, Kirk. Todos tenemos una dotación de oportunismo -respondió McCoy, sonriendo ampliamente mientras lo sujetaba para que no perdiera el equilibrio-. No podía dejar pasar este momento tan satisfactorio.

-¡Hey, Bones! No sabía que tenías un gran gancho izquierdo -comentó Archer divertido, llevándose un codazo por parte de la enfermera Chapel y T’pol-. ¡Au! ¿Ahora qué?

-¿Qué rayos sucedió? -Preguntó Uhura, deteniéndose frente a ellos, totalmente confundida cuando Kirk no respondió a la agresión.

Spock sonrió al ver que el médico palmeaba el hombro del periodista, quien escupió un poco de sangre en medio de una sonrisa adolorida.

-Veo que arreglaron sus diferencias -comentó también divertido, buscando por momentos a su prometida, quien los veía como si estuviesen dementes-. Doctor McCoy, creo que empezaremos con la revisión de los mapas locales. Tardaremos cerca de una hora. Vámonos, Nyota.

-Pero… Spock ¿No vas a hacer algo? -El diplomático la jaló en medio de su reclamo, deshaciendo el grupo de observadores-. ¡Spock!

El médico echó a andar, guiando a Kirk hacia la tienda más pequeña, a un lado del improvisado almacén. Ya ahí, encendió una lámpara de aceite que colgaba en uno de los postes de la misma, ajustando su intensidad a la proximidad del ocaso. En seguida, sacó de una bolsa de lona colgada a su lado una botella de ron casi a una tercera parte de su capacidad, que a todas luces se veía que guardaba para situaciones especiales. Alcanzó dos vasillos y mientras los servía, invitó a Kirk a sentarse en una de las empolvadas sillas.

-¡Chispas! -Kirk aún se sostenía la mandíbula cuando McCoy se sentó frente a él, extendiéndole uno de los vasillos y un par de tabletas analgésicas que tenía junto con la botella-. Temo que no podré hablar en unos días

-No exageres, que no te pegué tan fuerte. Tómate las pastillas y mañana estarás bien. Ahora, ¿de qué querías hablar?

Por el gesto relajado del médico, y la leve sonrisa que no había desaparecido desde que lo ayudara a levantarse del suelo, supo que volvía a estar dentro del equipo. Kirk le sonrió ampliamente, olvidándose del dolor punzante de su rostro mientras le hacía saber sus planes.

Sería miembro activo todo el tiempo que estuviesen ahí, ayudándolos y apoyándolos en lo que fuese necesario, incluso, en los momentos en que tuviesen que asistir víctimas en zonas de peligro. Todo con la condición de que se le permitiera tomar fotografías, entrevistar a quienes se estuviese atendiendo, y llevar un reporte de las actividades y las impresiones tanto del cuerpo médico como del equipo de activistas de Amnistía.

-…no tengo mucha experiencia en aplicar primeros auxilios o cosas así, pero sé qué hacer en momentos de emergencia. Además, lo que escriba estará cien por ciento apegado a los hechos, sin exageraciones o distorsiones de ninguna especie.

McCoy lo escuchaba con atención, con los brazos cruzados sobre su pecho, aunque no en actitud defensiva. Mantenía la vista fija en su rostro, sopesando posibilidades.

-Aprender a aplicar primeros auxilios no lleva mucho tiempo. Podríamos enseñarte lo básico en un día -respondió el médico después de unos segundos de silencio-. Por otra parte, casi siempre necesitamos a todo el personal disponible para las labores de ayuda y prevención. Yo necesito gente que tenga reacciones inmediatas, porque es la única forma de poder sobrevivir aquí.

-Bueno, no sé si cuenta el sobrevivir a un hermano mayor que es todo un bastardo, en una granja en medio de Iowa. Tengo reflejos rápidos, y sé pelear por mis alimentos.

McCoy asintió, reconociendo que no sólo tenía reflejos rápidos. Se había dado cuenta que el periodista pensaba a velocidades supersónicas, y eso podría serle de mucha ayuda.

-De acuerdo, Kirk. Haremos esto: hoy conformaremos los equipos de trabajo, tanto para los que se quedan dentro del campamento, como para los que iremos a las comunidades cercanas. Podrías acompañarme en las labores ambulatorias, que generalmente nos llevan dos o tres días. Puedo explicarte los procedimientos y darte los manuales de primeros auxilios básicos, y ponerte a practicar en los momentos que tengamos libres, que será hasta que sea reparado el equipo de comunicación del campamento. ¿Qué dices?

-¡Que soy materia dispuesta! ¿Cuándo nos vamos?

McCoy sonrió ampliamente al escucharlo. Sería una jornada interesante.

-----------------------------------------------CONTINUARÁ...

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