May 10, 2005 16:40
LA FALANGE, UNA VIA SOLAR
“Nuestra revolución es la del espíritu contra la materia. De la armonía contra
el número. De la calidad contra la castidad. De los cuerpos sociales contra las
colectividades puramente numéricas. De la nación viva contra la patria sin alma”.
José Antonio
“Somos históricamente una zona de frotamiento, entre lo ario y lo semita... Por
eso se expulsó a la morisma, organizada en reinos, y luego a los semitas de
Judá, y por fin a los africanos que quedaban: a los moriscos...”
Onésimo Redondo
Esencia de la Revolución falangista: ser lo que fuimos después de la vergüenza de lo que hemos sido. Es decir, la Falange Joseantoniana oponía de hombrecillo moderno del progreso lineal el hombre del illud tempus, el hombre de los orígenes, el hombre arcaico.
La weltanschaung - visión del mundo- joseantoniana partía de una concepción totalitaria del hombre y del cosmos al contrario de las doctrinas modernas que tienen una visión reduccionista de los mismos. Oponía el homo mythicus al hombre-masa cuyo único “ideal” es el bienestar puramente bovino. Lejos de limitar al hombre al hecho económico, psicológico o biológico - cómo en el mundo moderno -, la Falange partía de una concepción espiritual de hombre como un ser portador de valores eternos. En definitiva: Homo mythicus o Homo illud tempus contra el Homo economicus o Homo sexualis de los sistemas capitalistas o comunistas. Estas con las dos concepciones del mundo en las que nos debatimos desde los orígenes: civilización uránico-solar contra civilización lunar, espiritualidad heroico-viril contra espiritualidad telúrico-demoníaca. La civilización del ser contra la civilización del estar.
La Falange, más que un movimiento político, fue un movimiento metahistórico, por encima de la historia, incluso en contra de ella. Su weltanschaung, su simbología, sus ritos, sus canciones o himnos, sus juramentos, su espiritualidad heroico-viril, su anticlericalismo (1), su aristocratismo ascético-guerrero, su antirromanticismo; hacían de ella un movimiento radicalmente antimoderno y antihistoricista en su capacidad mito-poética. El Ethos ario-romano de la Falange (2) se oponía diametralmente tanto al fatalismo nivelador y a la moralina de un cristianismo envilecido y chabacano como contra el Ethos semítico-mediterraneo que por desgracia se encontraba -y aún se encuentra- muy anhelado en las conciencias y en los actos de gran parte de los españoles(3). La visión del mundo joseantoniana se acercaba más al gibelinismo de un Dante (4) que al igualitarismo afeminado, fatalista y antieuropeo de Saulo de Tarso - San Pablo -.
Aunque no guste a los pseudo-falangistas de nuestros días, para la Falange originaria la Iglesia de Roma, al igual que para otras organizaciones
iniciáticas y esotéricas del Medievo, era la encarnación de la Gran Prostituta opuesta a la Iglesia del Amor, la Iglesia de la Sabiduría Santa, la Iglesia del Sacro Imperium. Los falangistas decían que el Papa no era infalible en cuestiones doctrinales y por contrapartida la Iglesia Romana siempre sintió aversión hacia algo que intuía podía arrebatarle al monopolio de lo espiritual. La consigna de José Antonio era bien clara: la Revolución falangista se hará con la Iglesia, sin ella o contra ella. Los mayores enemigos de la Falange eran precisamente los grupos “confesionales”, “bienpensantes” o de “derecha” que veían o adivinaban algo peligrosos para ellos, llegando incluso a acusar al falangismo de “pagano”.
El falangismo sobre todo fue un movimiento religioso mesiánico-milenarista, el menos entre 1.933 - año de su función - hasta el Gotterdämerung de 1.945 y la victoria de la hidra judeo-masónico-capitalista-bolchevique en la II Guerra Mundial se inicia la etapa más caótica y destructiva de esta fase final del Kali-Yuga(5). La derrota de Europa y de los movimientos nacional-revolucionarios, tampoco iba a dar demasiadas opciones a la Falange.
José Antonio, fundador y I jefe nacional de la Falange, fue sobre todo un soter, un salvador. Han pasado más de 60 años desde su desaparición y su rostro eternamente joven, con nombre de Emperador romano y mirada triste y soñadora nos sigue fascinando. Él hizo de su vida un mito, una leyenda, una fábula que le hicieron uno de los personajes más grandes -o el que más- de la Historia de España. ¿Qué otro Poema Heroico existe en el mundo superior al de José Antonio y al de la Falange o al de Hitler y el III Reich?. Queramos o no, desde José Antonio, España ya es otra cosa. Con su verbo mezcla de poesía y de espiritualidad heroica, puso en pie de guerra a toda una generación de jóvenes que no se resignaron a ver nuestra patria hundida en la basura liberal-marxista. Él fue el profeta - mesías - salvador del Imperio de la España que junto con otros jefes o caudillos europeos sentaron los cimientos del Nuevo Orden Europeo que pudo ser y será.
José Antonio recapituló en su persona varios mitos. Se le ha comparado a Alejandro Magno, a San Francisco, a Don Pelayo, al Cid Campeador, a Amadis de Gaula, a Don Quijote. Es menos en tanto que jefe “fascista” que como inspirador de una nueva orden de caballería(6) que José Antonio es una de las figuras más seductoras del nacionalismo europeo. Los fundamentos religiosos de su ideal han contribuido ampliamente a la gloria de su aventura y su ascenso al rango de MÁRTIR del genio europeo.
La orientación solar de la Falange fue un auténtico milagro histórico, conquistado con un reguero de sangre que junto con toda una generación europea, crearon una crisis imprevisible en el curso de la historia moderna. José Antonio aparece como la encarnación del Sigfrido germánico en busca de su amada Brünnilde -España -, para despertarla de su largo sueño.
El mito de José Antonio consistía en colocarse como alter christus: es decir presentarse como profeta-salvador de un país humillado y dividido. España o solo había desaparecido desde el punto de vista espiritual sino incluso desde el punto de vista físico, geográfico. España, de ser el Imperio más grande de la Humanidad en el siglo XVI pasó a ser el hazmerreír de Europa en el siglo XX. Hambre, paro, huelgas revolucionarias, atentados, intentonas golpistas, mujerzuelas jugando a la política, las desigualdades sociales más irritantes. El mensaje de José Antonio apareció como un rayo de luz divina en una etapa de caos y degeneración totales en pleno Finis-Spaniae.
Como Cristo, José Antonio murió a la edad de 33 años después de tres años de evangelización. Como Cristo, José Antonio nunca escribió un libro doctrinal, pero tras su muerte sus dichos fueron recopilados por sus discípulos como con Cristo, su doctrina triunfó después de su desaparición pero tergiversada y manipulada por los que decían ser sus seguidores. Como con Cristo, Roma tuvo un papel importante en el desarrollo y triunfo de su doctrina: la Roma pagana de Constantino reconoció la doctrina de Cristo despojada ya de la imbecilidad fatalista de San Pablo, y la Roma Fascista de Benito Mussolini inspiró inicialmente el Movimiento Falangista. Como con Cristo, la muerte de José Antonio se convirtió en un misterio naciendo así la leyenda del “Ausente”. Ambos buscaban la transmutación alquímica del plomo del hombre viejo al oro del hombre nuevo. Pasar, como decía Virgilio, de la actual Raza de Hierro a la Raza de Oro.
En casi todos los países indoeuropeos aparece el mito del Rey o Jefe perdido. Un justo, legítimo y amado que desaparece misteriosamente, luego, su pueblo se niega a creer que haya muerto, y empieza a pensar que más bien se ha retirado a un lugar oculto, del que volverá un día, cuando la hora le sea más propicia, para ponerse al frente de la Wildes Heer, es decir, la legión de los elegidos, en la batalla final contra las Fuerzas del Mal reinantes.
En pleno siglo XX, el siglo del maquinismo y de las megalópolis, reaparece nuevamente el mito del “Jefe Perdido” en Occidente, el mito del emperador dormido (7) que ha de aparecer, según algunas profecías, para luchar contra las Fuerzas del Caos y la Oscuridad y fundada un Nuevo Orden en Occidente. En este siglo, José Antonio en España y Hitler en Alemania se han convertido en AVATARES(8) de dicho mito. Anteriormente personajes históricos como Alejandro Magno, Carlomagno, Arturo, Federico I, Barbarroja, Federico II el Sabio, o aquí en España el Rey Rodrigo, último rey visigodo, Alfonso I el Batallador o Pedro II el Católico que precisamente murió luchando contra las huestes del Vaticano, encarnaron dicho mito fundamentalmente pagano y pre-cristiano.
Siempre la morada de este gran jefe es un símbolo polar: la montaña, el castillo, la isla, etc. Y aquí es donde reaparece nuevamente el mito de José Antonio, cuyo cuerpo descansa en el interior de una montaña en la sierra mágica del Escorial, el paisaje más religioso de España según el camarada Ernesto Giménez Caballero, el AXIS MUNDI - Centro del Mundo- del Movimiento Falangista. Con José Antonio, precursor de la Guerra Santa (1.936-39) contra la escoria judeo-masónico-marxista, fue como si España hubiera caído en el abismo de una regresión mítica a partir de 1.933.
Con el Gotterdämerung de 1.945, es decir, la derrota de los Movimientos nacional-revolucionarios europeos, incluida la Falange Joseantoniana, en la II Guerra Mundial (1.939-45), tiene lugar el Ragna-rökkr, es decir, el fatal “oscurecimiento de lo divino” que desde los tiempos antiguos planea amenazante sobre el mundo. La derrota de Europa de 1.945 fue una mors triumphalis - muerte victoriosa -, porque fue el preludio de un nuevo ciclo y una nueva Edad de Oro que se avecina - José Antonio y los demás líderes nacionalistas europeos del Yuga Heroico (1.919-45), fueron los profetas y los que pusieron los cimientes de esa nueva Edad de Oro que vendrá, y como decían los gibelinos del Medievo “reverdecerá el laurel”, surgiendo “un nuevo cielo y una nueva tierra”(9). Es unproceso alquímico: de la putrefacción y la disolución surge el oro filosofal. Como decía San Juan, después de las Tinieblas surgirá la Luz.
Mientras, nosotros, los que seguimos creyendo en José Antonio y su buena nueva, soñamos con entrar en el paraíso que Él nos describiera en uno de sus más bellos discursos. En un paraíso donde sólo van los elegidos; donde nunca se descansa y siempre se está verticalmente, un paraíso difícil, implacable y custodiado por ángeles con espadas. En un paraíso donde no existen ni la Libertad, ni la Igualdad, ni la Fraternidad de los fantoches democráticos, ni el sentimentalismo afeminado y antiaristocrático de los cristólogos judeorromanos, ni la charlatanería insustancial de la plebe vil y abyecta; si no la Unidad, la Autoridad, la Totalidad, la Jerarquía y el Orden, creer, obedecer y combatir.
Así sea.
¡ José Antonio Primo de Rivera!
¡¡¡PRESENTE!!!
¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!!
¡¡¡ARRIBA EUROPA!!!