¿auto-separación?

Mar 26, 2005 08:28

¿Es inevitable que el mestizaje sea nuestro futuro?

Supongamos que en las Islas Canarias actuara un grupo racista terrorista de extrema derecha y que este grupo tuviera un partido cómplice en al parlamento canario. Supongamos que el presidente de la comunidad canaria, harto de la política de inmigración del gobierno del PSOE, presenta un plan en el parlamento canario, por el cual éste asume todas las competencias de inmigración de manera unilateral, anunciando la inmediata expulsión de todos los inmigrantes ilegales que hay en Canarias. Supongamos que el plan se aprueba con los votos del partido cómplice de los terroristas racistas de extrema derecha y que el presidente canario anuncia su voluntad de explicarlo en el Parlamento español.

Bueno, no hay que suponer nada, porque esto ha pasado en realidad, pero con distintos términos. En la realidad, el grupo terrorista racista de extrema derecha es un grupo separatista de extrema izquierda y el presidente que ha presentado el plan no es el canario, sino el vasco. Lo diferente, por supuesto, ha sido la reacción de la sociedad y del Gobierno. En el primer caso, los medios de comunicación de izquierda hubieran estado pidiendo la silla eléctrica para el presidente canario y no digamos para el partido cómplice de los terroristas. SOS Racismo y el Movimiento contra la Intolerancia, junto con toda la extrema izquierda y la chusma del cine y de la música españoles, hubieran estado convocando manifestaciones de protesta diarias. Por supuesto, al presidente canario nunca en la vida se le hubiera permitido ir al parlamento español a explicar su plan, ni tampoco Carmen Chacón habría salido a recibirle con una sonrisa de oreja a oreja, ni hubiera recibido la comprensión que ha recibido el plan vasco.

Bien, esto era sólo un comentario sobre el tema, del mismo modo que se podrían hacer comentarios sobre la Constitución antieuropea que se ha aprobado recientemente. Lo malo de estos dos temas ha sido que han tapado el tema que de verdad debe interesarnos: la legalización masiva de ilegales que está llevando a cabo el Gobierno. Tanto la Constitución como el Plan Ibarreche han hecho desaparecer los debates sobre la legalización en los medios, y los pocos que ha habido han sido los de siempre: en un debate de la segunda cadena había seis personas, cinco totalmente a favor de la legalización y la única que estaba en contra era una pobre mujer del Partido Popular que, consciente de que su propio partido era el principal culpable de la invasión, se limitó a salir del paso como pudo. En el programa de la izquierdista Maria Teresa Campos hubo ocho llamadas telefónicas. Casualmente, las ocho eran favorables a la legalización. No ha habido ningún debate serio sobre el tema, los favorables a la legalización están dando las mismas explicaciones que dieron hace cuatro años, tras la legalización masiva que hizo el PP y que provocó un aumento brutal de la inmigración ilegal, algo que también va a pasar esta vez. Quizá se esté detectando un cambio en alguna prensa derechista, pero el motivo de este cambio no es que a esta prensa le preocupe el futuro de España, nada de eso. El único motivo es fastidiar al gobierno del PSOE. Recordemos que esta prensa es la misma que elogió la legalización masiva de Aznar y que ocultó de manera deliberada la invasión de ilegales por los Pirineos y por los aeropuertos.

Uno de los campos donde más va afectar la invasión de inmigrantes es en la economía. La economía liberal consiste en obtener los máximos beneficios. Esto exige producir lo más barato posible y vender lo más caro posible. Supongamos el caso de España y Marruecos. La industria textil, que durante siglos estuvo en España, se está marchando en masa a Marruecos. El motivo es sencillo: en Marruecos las moras trabajan durante doce y catorce horas al día por un sueldo ridículo y sin prestaciones sociales de ningún tipo. Tras acabar de confeccionar la ropa, ésta es empaquetada y mandada a España, donde se puede comprar más barata que antes, ya que los costes de producción son más baratos. Ahora hay muchas más tiendas de ropa que antes, todos lo podemos ver con nuestros propios ojos cada vez que salimos a la calle. Los liberales presentan este proceso de globalización económica como la panacea. Desde luego, para empresarios textiles como Amancio Ortega o el judío Isaac Andik sí que está siendo la panacea.

Pero, por supuesto, para los trabajadores no lo es tanto. En el año 2004 se destruyeron catorce mil quinientos empleos en la industria textil española y en el 2.005, con la competencia china, pueden ser más de veinte mil. Estas decenas de miles de trabajadores han pasado de tener un empleo seguro en una fábrica, con la seguridad económica y familiar que eso conlleva, a trabajar en un empleo temporal y precario en el sector servicios, o simplemente al paro. Además, a largo plazo, la situación no va a perdurar. Si esto se hace con el resto de nuestra industria, perderemos nuestra autonomía económica, o lo que es lo mismo, la política. La consecuencia de la fuga de industrias de España a Marruecos es que se destruye riqueza en España y se crea en Marruecos, por lo que la capacidad adquisitiva de los trabajadores españoles baja y la de los marroquíes sube. Es verdad que los trabajador es marroquíes son explotados en un principio, pero esto también pasó en Europa en el siglo diecinueve. Es cuestión de tiempo que los marroquíes empiecen a organizar huelgas y a protestar pidiendo mejoras laborales y salariales, que finalmente los empresarios se verán forzados a dar. La consecuencia es que los salarios en Marruecos irán subiendo poco a poco, mientras que en España se congelan para ser más “competitivos”. Los empresarios en España se ponen nerviosos porque no pueden competir. Tienen que exprimir al mínimo sus costes como sea. Algunos optan por la deslocalización de sus empresas, dejando a miles de trabajadores Blancos en la calle, mientras que otros tienen una gran idea: no se puede llevar la fábrica a Marruecos pero sí que se pueden traer a los marroquíes a España. Y es lo que han hecho. Los banqueros se felicitan porque, según ellos, la inmigración “está ayudando a contener los salarios y la inflación”.

Los trabajadores viven cada vez más con el agua al cuello. La riqueza actual es ficticia. Se apoya en unos intereses bajísimos con los que todos estamos endeudados hasta el cuello y un demencial negocio de la construcción que construye y construye sin parar monstruos de cemento. Pero esto no va a durar siempre, nuestra riqueza es ficticia. Hace cuarenta años, en España cualquier trabajador, sólo con su salario, podía mantener a su mujer y a sus hijos (por aquellos tiempos eran tres o cuatro niños por pareja) y además tenía una casa. No podían permitirse lujos pero vivían bien. Hoy en día el hombre y su mujer han de matarse a trabajar para poder pagar el piso durante los próximos treinta años y si consiguen tener un solo hijo ya es bastante.

Esta política económica no es sostenible a largo plazo para los trabajadores. Una economía que se apoya en la explotación de mano de obra barata no es sostenible, excepto para los banqueros y las empresas de trabajo temporal, que llevan varios años anunciando beneficios record. Y no se pueden subir las pensiones y el salario mínimos porque “se crea inflación”. La competencia está bien, pero ha de ser en igualdad de condiciones. Otro ejemplo absurdo es el de la alimentación. Hay comida de sobra para todo el planeta, pero cuando el objetivo es sacar el máximo beneficio, lo que empuja al productor es meter la comida donde más caro se la pagan, es decir: en Europa, Estados Unidos y Japón. En Sudán, por ejemplo, hay cientos de miles de negros pasando hambre. Sudán es vecino de Egipto. Sin embargo, Egipto intenta meter sus productos en Europa en vez de en Sudán, porque los europeos tenemos dinero y los negros de Sudán no. Y los economistas liberales nos explican muy serios que la solución para acabar con el hambre en Sudán es...¡¡que los sudaneses exporten su comida a Europa!!

Uno piensa que los sudaneses lo que deberían hacer es comerse su propia comida en vez de exportarla a la sobrealimentada Europa. O nos dicen que el problema de los bajos precios de la citricultura española es que hay superproducción, ¿cómo puede haber superproducción de ningún alimento?, y si metemos en España las naranjas que cultivan los negritos ¿no habrá más superproducción aún? ¿y no bajarán los precios más aún, provocando la ruina de los citricultores?. En la última reforma de la Política Agraria Común de la Unión Europea, los agricultores españoles de algunos productos van a recibir dinero por no producir nada. Esta idea “genial” ha venido acompañada de otras anteriores como el arranque de miles de viñedos y la matanza de miles de vacas para “estabilizar los precios”. Todo esto mientras millones de personas pasan hambre. Y encima estos son los mismos burócratas de la Unión Europea que hacen campañas contra el hambre en África y contra el racismo en Europa.

Que nadie me entienda mal, no soy ningún antirracista que cree que los negros “son pobres por nuestra culpa”. No quiero ni un inmigrante más en España, quiero que los negros puedan vivir y trabajar dignamente en sus países de origen. Creo que sin la tecnología que llevaron los Blancos, África estaría mucho peor de lo que está. Lo que me preocupa de esta demencial política económica es su efecto sobre los trabajadores españoles.

Otra consecuencia de la globalización económica es la inmigración. Al principio de la legalización masiva nos hicimos ilusiones porque parecía que estaba siendo un fracaso. Por desgracia, las solicitudes están aumentando muy deprisa. Ya hace años que, en el tema de la inmigración, se cumple el refrán de “piensa lo peor y acertarás”. Y da igual, el que no se legalice este año lo hará el que viene y el que no al siguiente. Las consecuencias a largo plazo para Europa y especialmente para España van a ser desastrosas. Yo no sé si los políticos son conscientes de la situación de España. Estamos en plena ofensiva separatista, tenemos a Marruecos tocándonos las narices, tenemos terrorismo separatista y terrorismo islámico. Hasta ahora hemos aguantado, pero si a esta situación le añadimos siete u ocho millones de inmigrantes, muchos de ellos musulmanes radicales, España va a estallar a la primera crisis económica que padezca. Y todo eso sin contar a la quinta columna de todos nuestros enemigos, y que tenemos en el corazón de España: la prensa izquierdista, encabezada por el grupo PRISA, propiedad de Jesús de Polanco.

Tenemos a “expertos” explicándonos muy seriamente que la principal amenaza a la que se enfrenta Occidente es el terrorismo islámico. Esto es ridículo. Unos pocos miles de fanáticos islámicos no van a acabar con una Civilización de setecientos millones de personas que es la mayor potencia militar del mundo. Occidente tiene dos amenazas, la primera, por supuesto, es la izquierda. A través de su banca nos roban nuestra propiedad y a través de sus medios de comunicación, nos roban el alma. Son ellos los que están haciendo desde hace décadas la propaganda antioccidental. Son ellos los que nos han inyectado los venenos marxista y globalistas. Y en segundo lugar, los llamados musulmanes moderados son una amenaza mil veces mayor que los integristas. Debido a su estallante demografía, pueden convertirse en una mayoría en pocas generaciones y eso sí que es una amenaza. El atentado de las Torres Gemelas fue llevado a cabo sobre todo por saudíes. Podemos meternos con los Estados Unidos todo lo que queramos, pero desde aquel día no ha entrado ningún musulmán sospechoso en aquel país, e incluso le han prohibido la entrada a Tariq Ramadán. En España, desde el once de marzo del año pasado han entrado decenas de miles de moros incontrolados. Nadie sabe la cantidad de integristas que han entrado en España.

Imaginad que en Estados Unidos hubieran entrado decenas de miles de saudíes ilegales tras el once de septiembre. Es algo completamente impensable. Si hubiera pasado eso habría habido un escándalo tremendo y Bush habría tenido que dimitir. En España, entran decenas de miles de moros tras un atentado brutal cometido por moros y no pasa nada. Y encima invitamos al rey moro y a Tariq Ramadán a la cumbre sobre el terrorismo. Está claro que mientras nos arrastremos de esta forma tan vergonzosa ante los musulmanes no habrá atentados, pero podéis estar seguros de que cuando el Gobierno deje de hacerlo (que tendrá que hacerlo alguna vez) volverán a la carga, viendo al Gobierno tan ridículo que tenemos. De verdad, somos un país sin honor y sin alma. No me extraña que seamos el hazmerreír de tanta gente.

Dicen algunos que “Occidente está en peligro”. Occidente no está en peligro, sino muerto. Occidente quedó herido de muerte en 1945 y los marxistas lo remataron en su asquerosa revolución de los años 60. Aquella “revolución” tiró a la basura todos los auténticos valores de Occidente y en su lugar elevó a los altares los valores rojos: odio antieuropeo, igualitarismo, antirracismo, homosexualismo, droga libre, sexo libre, etc. Aquellos valores fueron absorbidos como una esponja por una generación entera que ahora son los gobernantes de nuestra nación: Rodríguez Witizapatero, el conde Julián Caldera y doña Oppas Rumí. El alma de Occidente murió en los años 60. Al igual que, cuando muere una persona, su cuerpo tarda un tiempo en descomponerse, una Civilización sufre el mismo proceso. Occidente está en descomposición, esto ya ha pasado otras veces. La última ocurrió al acabar la Primera Guerra Mundial. Occidente, sobre todo Alemania, quedó herido de muerte en 1918, y durante los años veinte, la nefasta República de Weimar aceleró el proceso. Pero en 1.933 Hitler subió al poder y Alemania resucitó. Aunque no me gusta la ideología del Nacional Socialismo Hitleriano, no podemos negar que Alemania progresó con Hitler. Pero eso es un tema aparte...y que poco tiene que ver con España.

Pero ahora estamos en una situación distinta. En 1918, incluso en 1.945 no estábamos siendo invadidos por moros o sudamericanos. Hace poco vi un reportaje en la tele sobre el final de la Segunda Guerra Mundial. Salían multitudes de ingleses y franceses celebrando su “victoria”. Si hubieran sabido lo que les esperaba

Se me hace muy difícil simpatizar con los ingleses, franceses y holandeses. En parte tienen lo que se merecen. De la misma manera que los madrileños y los barceloneses están teniendo lo que se merecen. Estas dos ciudades están sufriendo una invasión brutal y sus habitantes siguen votando a los políticos que han provocado esa invasión. Madrid y Barcelona se están convirtiendo en junglas. Aunque, por supuesto, los políticos y los medios no lo llaman así. Ellos lo llaman “cosmopolita”, que es la palabra políticamente correcta que se usa en estos desgraciados tiempos para describir las pocilgas multiétnicas en las que se están convirtiendo las principales ciudades europeas. Y fijaos que cuando emplean la palabra “cosmopolita” para referirse a una ciudad, siempre lo hacen como si fuera algo positivo, como si fuera un ideal a alcanzar, en vez de algo de lo que hay que huir como de la peste.

Pero esto no tiene porqué pasar. No tenemos porqué aguantarlo ni permitirlo. Esto no está pasando por generación espontánea. Está pasando porque alguien está queriendo que pase. Y, desde luego, ese “Alguien” no es la inmensa mayoría de la población. Esto es la clave del asunto y tenemos que acordarnos siempre, porque nuestros hijos no lo sabrán si no se lo decimos. Pero no es verdad, esto ha pasado porque hace unos años, dos docenas de banqueros, empresarios, políticos y magnates de la prensa decidieron que era más fácil meter a millones de inmigrantes en España, que promover la natalidad autóctona, ya que los autóctonos se estaban poniendo demasiado pesados pidiendo mejoras salariales y laborales. Ningún español fue consultado. Empezaron a meternos a cientos de miles de ilegales en nuestros barrios sin preguntarnos nuestra opinión y si protestabas aún tenían la cara de acusarte de “racista”.

Hace treinta años hicieron lo mismo en otros países como Inglaterra, Francia, Holanda, Portugal, etc. Dos docenas de millonarios le dieron la orden a los políticos de meter a millones de Africanos en sus países para poder tener una buena masa de mano de obra barata. Los políticos obedecieron y empezaron a meter a millones de inmigrantes del tercer mundo en esos países, en contra de la voluntad de los ciudadanos. Ahora, el paraíso multirracial se está convirtiendo en un infierno y, por supuesto, los inmigrantes no le están pagando las pensiones a nadie. Todo lo contrario, les estamos pagando la beneficencia a ellos. Los costes para las arcas públicas españolas de la regularización masiva van a ascender a 2.300 millones de euros .Y eso sólo los económicos, ya que los sociales son incalculables.

Algunas cosas que debo recordar:

Nadie quería moros en sus barrios, ni a los inmigrantes. Por supuesto, nadie se atrevía a reconocerlo, pero esa era la verdad. Pero los políticos “demócratas” ignoraron la voluntad de la mayoría y nos los metieron de todas formas, pensando que el lavado de cerebro de los medios de comunicación nos acabaría haciendo efecto. En las personas adultas, que ya tenían una opinión firmada, la propaganda tuvo escaso efecto, pero por desgracia, en los jóvenes, que son más influenciables, sí que está teniendo efecto.

Hace poco ha salido una encuesta que reflejaba las ideas de los jóvenes españoles. Los jóvenes son mayoritariamente de izquierdas, favorables a la inmigración, al aborto, a las drogas, al matrimonio homosexual, etc. Desde luego, al lavado de cerebro judeo-izquierdista está funcionando a la perfección. Y la gente joven no piensa esas cosas porque “haya pensado por sí misma”, sino porque ven televisión, cine, etc, que les meten esas ideas en la cabeza. Es bastante deprimente, teniendo en cuenta que se supone que son estos jóvenes los que han de darle la vuelta a la situación. Pero no hay que desanimarse. En España, a principios de los años veinte, la juventud también era igual de “progresista”, pero el Movimiento Nacional logró cambiar radicalmente la situación en apenas diez años. Tenemos que esforzarnos para que vuelva a ocurrir lo mismo.

¡ARRIBA ESPAÑA!
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