Titulo: Embarazo.
Beta: Matthew_White.
Fandom: Harry Potter.
Claim: Harry Potter, Ginny Weasley.
Advertencias: Embarazo Masculino. No-Yaoi :S (Sí, sí… aunque no lo crean ¬¬) Spoilers del Epílogo del 7mo libro.
Palabras: 624.
Notas de Uko-chan: Respuesta al sexto reto expuesto por LMF, para el séptimo período. Basado en una frase. La pueden encontrar aquí:
http://crisoladobadass.livejournal.com/11931.html Sumary: Harry decide pasar por la experiencia del embarazo.
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Embarazo.
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Por primera vez en su vida, Harry tuvo que admitir que entendía a las mujeres. Suspiró nuevamente y se dejó caer en el sofá de la sala, aceptando gustoso el jugo de calabaza helado que le trajo el único elfo doméstico que se permitía tener en la casa.
En ningún momento de su vida se pudo imaginar que para tener tanta felicidad, habría que pasar por ese sacrificio.
-“¿Estás seguro, Harry?”- Había preguntado su mejor amiga, Hermione Granger-Weasley, mirándolo con preocupación y algo de miedo. Él solo había asentido, sintiéndose aburrido e irritado de que ella se lo preguntara tantas veces, cuando era evidente que no iba a cambiar de parecer.
Pero ahora entiendo sus motivos, pensó, bufando y levantando una de sus piernas en el aire. Sus pies lo estaban matando.
Hizo otro gesto de dolor, pero esta vez su cara se partió en dos por una sonrisa. Su mano viajó hacia su vientre hinchando y lo acarició.
-Hey, bebé. Estás haciendo sufrir a mamá, ¿eh?
Allí estaba su fuente de regocijo y dolor, el niño que se gestaba en su vientre, un capricho que quiso cumplir, en cuanto supo de aquella poción en la que estaba trabajando Hermione, junto con el nuevo maestro en pociones de Hogwarts.
Probablemente fue una locura, nadie lo entendía, ni siquiera su mujer. Pero era él quien deseaba hacerlo esta vez, poder sentir la vida crecer dentro de su cuerpo. Y habiendo una oportunidad, la tomó.
-“Estás loco, compañero.” -Le dijo una vez Ron, mirando su panza que ya comenzaba a mostrar una ligera curvatura-. “Pero creo que en el fondo te entiendo. Supongo que es… increíble estar cargando una vida dentro tuyo.” -Él le había mandado una mirada agradecida-. “Además, has pasado por dolores peores que esto, así que no creo que sea un problema para ti.”
De eso no había duda, la marca en su pecho lo decía todo. El dolor que sintió cuando Lord Voldemort le lanzó un segundo Avada Kedavra en su vida era algo que no creía que nada pudiera compararlo.
Aunque Ginny y Hermione pensaban diferente.
Su amiga le había dicho que la poción, aparte de darle la posibilidad de gestar a su propio niño, también crearía un canal entre su ano y testículos, para que el bebé pudiera nacer por allí. Y las dos mujeres, muy serias, le habían dicho que dar a luz era una experiencia muy dolorosa. Desde el principio de las contracciones, hasta el alumbramiento.
Sin embargo, él seguía sosteniendo que nada podría ser más doloroso que recibir una Maldición Imperdonable como la que le dejó su cicatriz más famosa.
Eventualmente, los meses pasaron y Harry pensaba que estaba por explotar, estaba gruñón e irritable, todo lo fastidiaba, pero al mismo tiempo estaba ansioso por conocer a su hijo, que ya sabían que sería un varón.
Finalmente, una tarde de abril del 2006, el dolor que identificó enseguida como contracciones lo dejó sin respiración por un momento. Aquel extraño y vergonzoso canal que se formó en su cuerpo empezó a gotear con agua y él supo que estaba listo.
Llamó a Ginny y juntos fueron para San Mungo. Allí había nacido su primer hijo y ahora nacería el segundo, solo que de una diferente madre.
-Lo estás haciendo bien, Harry -dijo Ginny, sonriendo al moreno-. Si antes pensaba que eras un héroe, ahora creo que eres un Dios. Ningún hombre que conozco pasaría por todo esto, solo por el gusto de tener la experiencia. Eres en verdad irremplazable.
Él habría sonreído, sino fuera porque la cabeza de su hijo comenzó a asomar por su canal.
Aquel día nacería de su cuerpo el hijo que más se parecería a él, el mismo cabello y ojos, Albus Severus Potter.
¡¡¡Fin!!!