(no subject)

Feb 15, 2009 22:26

Test Eneagrama:

Tríada del Instinto
Eneatipo 8: 4
Eneatipo 9: 38
Eneatipo 1: 21
Puntaje Tríada: 63

Tríada del Sentimiento
Eneatipo 2: 7
Eneatipo 3: 18
Eneatipo 4: 30
Puntaje Tríada: 55

Tríada del Pensamiento
Eneatipo 5: 44
Eneatipo 6: 28
Eneatipo 7: 18
Puntaje Tríada: 90

Datos de la triada del pensamiento:

Los sentimientos dominantes en los tipos de personalidad pertenecientes a esta tríada son la ansiedad y la inseguridad, para decirlo de otra forma, los tipos de esta tríada están más preocupados por el futuro en búsqueda de seguridad y tranquilidad, que en las realidades presentes o los recuerdos del pasado.

La tríada del pensamiento se ha desconectado de los aspectos de la verdadera naturaleza, lo que en algunas tradiciones espirituales llaman "la mente callada", lista y despierta. Esta es la fuente de orientación interior que da la capacidad de percibir la realidad tal y como es, y permite ser receptivo al conocimiento interior capaz de orientar todas las acciones. Cuando estos tipos de personalidad están desconectados de la esencia cuentan con una mente parlanchina, es por esto que buscan acallar sus mentes inquietas en búsqueda de esa mente callada. Cuando están bloqueados sienten mucho miedo, el cual los llena de inseguridades.

Los tipos Cinco, Seis y Siete tienden a la ansiedad (experimentan falta de apoyo y orientación). Se entregan a comportamientos que creen que van a mejorar su seguridad; bajo las defensas de su personalidad llevan muchísimo miedo.

A diferencia de los Dos, Tres y Cuatros, los Cincos, Seis y Sietes no se confunden acerca de quiénes son ni cómo se sienten. Ellos, en vez de eso, tienden a anticipar de manera inconsciente los peligros de la vida, y es habitual en ellos que reaccionen desde el fundamento emocional del miedo. En general, los Cincos, Seis y Sietes encuentran la mayor dificultad en integrar su poder personal y tomar acción en el mundo, de forma asertiva y congruente.

En la literatura del Eneagrama llaman a las personas de este trío los "tipos mentales", porque ellas van por la vida lidiando con sus cabezas. Son en su mayoría pensadores que sobreutilizan sus mentes tratando de compensar la represión de sus instintos físicos.
Los Cincos, Seis y Sietes se ahogan en los dilemas del hacer y suelen experimentar una especie de nudo en la voluntad.

Imagínese cómo es ver el mundo como un lugar peligrosísimo, poblado por fuerzas que le pueden ser muy desfavorables, y contra las cuales usted carece de defensa segura alguna. Es como si usted no estuviese en la cima de la cadena alimenticia y tuviera que mantenerse vigilante de los depredadores más grandes que lo pueden derrotar, dañar o atrapar. Con semejante visión del mundo, usted carece en absoluto del poder de elección, de decir "Sí" o "No". Sus preferencias personales son menos importantes que las de otros; ellos tienen derechos y usted no. Cualquiera demanda de usted, y siente que debe decir "Sí," incluso cuando su respuesta real es "No".

Porque su voluntad está entretrenzada con los deseos de los demás, los Cincos, Seis y Sietes, todos y de manera poco o nada consciente, cuestionan su capacidad para manejar desafíos inminentes. Para compensar eso, tienden a vivir en el futuro, preparándose mentalmente para lo qué sucederá mediante elucubrar en "rizos" visuales y auditivos. Ven las imágenes del futuro con el ojo de su mente, después hablan consigo mismos; entonces ven más imágenes... y hablan más internamente. Todos, en un esfuerzo para prepararse para lo que se avecina. Se parece a narrar videos caseros o a ver los avances de los próximos estrenos de la industria del entretenimiento.

Los Cincos, Seis y Sietes pueden tener complicadísimas estrategias para la toma de decisión, porque suelen intentar hacer dos cosas a la vez: elegir y no elegir. Para un observador externo, la gente de en este trío da la impresión de estar substituyendo el hacer por el pensar. Pero, en lo interno, esa manera de pensar se siente como una forma de hacer que podría llamarse seudoacción. El miedo generalizado se describe a veces en los libros de Eneagrama como cobardía, pero otro término para él es auto-oposición. Mientras que los Dos, Tres y Cuatros tienden a auto-rechazarse, los Cincos, Seis y Sietes tienden a la auto-oposición, a retornar su poder contra sí mismos.

Es muy frecuente que Cincos, Seis y Sietes hayan crecido sintiéndose desprotegidos, abrumados, o apoyados de manera inadecuada y quizá hayan percibido la vida como peligrosa desde muy chicos. Los deseos reales del niño chocaban con los de otros que necesitaban sobre-protegerlos, controlarlos o abandonarlos. Las personas de estos estilos experimentaron su mundo temprano como no negociable. Los Cincos jóvenes pueden haberse sentido comprimidos por un enjambre de gente o abrumados con las expectativas sociales. Los Seis pudieron haberse sentido desprotegidos o dominados, mientras que es frecuente que los Sietes se hayan sentido presos o sobrecargados de deberes.

Cargando aún con estas experiencias de vida infantil, puede ser habitual en los adultos de este trío suprimir sus deseos y negar sus verdaderas preferencias como expediente para anticiparse a la oposición externa. Los Cincos, Seis y Sietes tienden a proyectar su poder en los otros para luego reaccionar contra eso. En aquello donde encontraron la oposición de otros, ahora se oponen ellos a sí mismos.

Los Cincos adultos pueden sentirse como si otros tuviesen el poder de pedirles cualquier cosa y no pudieran decir "No". Evitan auto-afirmarse a sí mismos directamente y una vez se sienten invadidos diseñan fuertes fronteras para más adelante. Los Seis con capaces de renunciar a decir "no" directamente, y, en su lugar, delegar sus opciones en figuras de autoridad idealizadas. Los Sietes acuerdan cosas que no desean hacer o evaden el sufrimiento del otro. Después de auto-apresarse en expectativas o compromisos, los Sietes sienten que no tuvieron elección y entonces lo compensan hiperflexibilizando sus opciones para evadirlos.

La herida primigenia en los Cincos, Seis y Sietes está a su sentido del albedrío. Mientras que los Dos, Tres y Cuatros se preocupan de su identidad, los Cincos, Seis y Sietes se preocupan de su competencia. Su pregunta inconsciente recurrente ya no es "¿Quién soy yo?" sino "¿Soy capaz? ¿De veras puedo hacer esto?" La paradoja imperante en todos y cada uno de estos tres estilos es: "Para ser dueño de mi poder, primero debo ponerlo fuera del alcance de los demás."

El desafío general para los Cincos, Seis y Sietes es integrar en sí mismos su poder y asumir la responsabilidad de sus acciones. En la medida que cambian y crecen, las personas con estos estilos se contactan con sus instintos y empiezan a ejercitar sus albedríos en vez de proyectarlos en lo externo. Comienzan a decir "Sí" y "No" desde la sensación de la libre elección y aprenden cómo auto-afirmarse: la asertivida

Datos triada del instinto:
Los tipos Ocho, Nueve y Uno se han formado en torno a distorsiones de sus instintos, que son la raíz de su fuerza vital.

La tríada del instinto tiene que ver con la inteligencia del cuerpo, con el funcionamiento básico vital y con la supervivencia. El cuerpo tiene un papel importantísimo en todas las formas de trabajo autentico porque devolver la conciencia al cuerpo afirma la cualidad de la presencia. El cuerpo existe en el aquí y en el ahora, en el momento presente, lo que es fundamental para poder realizar un buen trabajo de desarrollo personal.

Cuando en realidad se habita el centro instintivo, éste da una profunda sensación de plenitud, estabilidad y autonomía o independencia. Cuando se pierde el contacto con esa esencia, la personalidad intenta "llenarla" proporcionando una falsa sensación de autonomía. Para encontrar esa falsa sensación de autonomía la personalidad crea lo que en psicología se llama mecanismos de defensa. Los tipos de personalidad de esta tríada procuran resistirse a la realidad (creando límites para el Yo, basados en tensiones físicas).

Estos tipos de personalidad tienden a tener problemas de agresividad y de represión; bajo las defensas de la personalidad llevan muchísima ira.

Los Ochos, Nueves y Unos suelen saber cómo se sienten y en general no tienen mayor dificultad para entrar en acción. Ellos, en vez de eso, se ignoran a sí mismos, y es habitual que reaccionen desde el cimiento emocional de la rabia. Es típico para estos tres estilos que tengan la mayor dificultad en el campo de la razón y luchen para recordar sus propias necesidades.

En la literatura del Eneagrama, a los Ochos, Nueves, y Unos se le llama los "tipos instintivos" porque ellos tienden a ser detectores de la sensación corporal, personas que perciben cosas física e intuitivamente, antes de saberlas de manera cognitiva. Están más propensas a las dificultades con la apropiada concepción racional y experimentan a menudo una especie de nublamiento mental.

Imagínese que está en el centro de una fiesta animadísima, plena de gente que usted conoce, y nadie puede verle u oírle. Igual que el hombre invisible puede intervenir físicamente, pero permanece sin ser visto. Usted sabe que está presente, pero por alguna misteriosa razón nadie más lo sabe. De vez en cuando algunos miran en su dirección, y usted empieza a corresponder con algo; luego se da cuenta que están mirando a alguien que está detrás de usted. En otros momentos, escucha "por casualidad" a sus amigos, cotorreando sobre usted. "En ausencia suya", desde luego.

Después de intentar en vano interactuar recíprocamente, cada vez usted está más frustrado por la situación. Pero de pronto y gradualmente, comienza a pensar: "Bien, quizá no estoy aquí realmente." Una especie de oscurecimiento empieza a enseñorearse sobre su percepción y poco a poco usted se olvida de por qué vino a la fiesta, de qué desea, y hasta de quién es usted. Alguna parte suya se ha dado por vencida y ha aceptado la situación. Pero en otro nivel, usted se siente furioso.

Ochos, Nueves y Unos, todos se sienten invisibles y enojados pero reaccionan diferente a ello. Un Ocho en la fiesta imaginaria, quizá resuelva afirmar su presencia de alguna forma imposible de no notar para corregir la injusticia de ser pasado por alto. Un Nueve quizás se resigne a no ser visto y se dedique a surtir el mostrador de las bebidas, enterrando su rabia o expresándola indirectamente. Un Uno, podría aplicarse en corregir el desastre que luce la mesa del bufé, canalizando su enojo en preocupación por el orden.

Por lo general, los Ochos, Nueves y Unos son más cenestésicos y auditivos que visuales. Y no obstante que pueden ver con claridad el mundo externo, suelen tener una visión interna brumosa o distorsionada, en especial cuando de ver sus propias necesidades y prioridades se trata. Los tres estilos tienden hacia el pensamiento polar y pueden reducir situaciones complejas al planteamiento de todo o nada, o al ni esto, ni lo otro tampoco. Esto es mucho más un desorden del raciocinio que alguna limitación con el corazón o la voluntad; es poco fácil pensar con lucidez cuando tú no estás ahí realmente.

El pensamiento de un Ocho tenderá a polarizarse al servicio de la necesidad de sentirse fuerte, tomando la forma de "estás conmigo o estás contra mí". Los Nueves podrían absorberse mentalmente en lo irrelevante o sentirse atrapados entre dos opciones opuestas sin que al Nueve ninguna de las dos le importe de verdad. Los Unos retorcerán su raciocinio mediante la reducción de la realidad multidimensional a sobresimplificadas categorías de blanco y negro.

Como detectores de la sensación corporal, todos los Unos, Ochos y Nueves tienden a entumecer sus emociones mediante su conversión en sensaciones físicas. En vez de decir "Eso hiere mis sentimientos" o "Estoy desconcertado", alguien de este trío podría decir "Esto hierve en mi piel" o "Estoy inquieto". La persona está más consciente de una sensación física que de una emoción.

Los Ochos suelen convertir sus emociones en lujuria sexual y energía física, mientras que los Nueves pueden convertir las suyas en salpullidos de la piel, somnolencia, dolores de cabeza o problemas en los ojos. Los Unos aún no despiertos suelen traducir sus emociones a tensión en el cuerpo y rigidez: a lo que se llama "armadura del carácter." Un Uno muy bien podría estar necesitando gritar y por el contrario ponerse tieso o sentirse exhausto.

En los libros de Eneagrama, la tendencia a suprimir o a descuidar la propia posición personal se llama auto-olvido, pero otro término para ello podría ser amnesia hipnótica. Esta dificultad suele ser descrita como una condición de "mente dormida"; sin embargo, existe otro término para el raciocinio polarizado y confuso: seudopensamiento.

Los Ochos, Nueves y Unos por lo general crecieron sintiéndose pasados por alto. La gente con estos estilos pudo haber experimentado su mundo temprano como indiferente, un ambiente donde sus vulnerabilidades y necesidades no encontraban lugar. A diferencia de los Dos, Tres y Cuatros quiénes se sintieron malinterpretados, los Ochos, Nueves y Unos a menudo se sintieron invisibles o ignorados.

Cargando aún con estas experiencias de vida infantil, es habitual que cuando adultos pasen por alto tanto sus sí mismos como sus necesidades, anticipándose a ponerse invisibles para los demás. Ochos, Nueves y Unos, todos tienen una tendencia hacia el auto-descuido como expediente para anticiparse y evitar la negligencia de otros. Así como los Dos, Tres y Cuatros tienden a auto-rechazarse, y los Cincos, Seis y Sietes tienden a caer en auto-oposición, los Ochos, Nueves y Unos tienden a auto-borrarse.

Los Ochos adultos se borran a sí mismos y luego compensan exagerando su presencia. Los Nueves se borran a sí mismos y luego se centran en adaptarse, y acomodarse al medio ambiente. Los Unos se auto-suprimen y relegan sus necesidades a sobre-objetivados principios, olvidándose de lo que desean realmente y poniendo su atención en lo que "debería hacerse".

La herida primigenia que comparten estos estilos es a su sentido del ser; es una perdida del reconocimiento personal, heridos por el desdén. La paradoja que impera en estos estilos es "Para ser atendido y tenido en cuenta, debo pretender no estar aquí."

El desafío general para los Ochos, Nueves y Unos es comenzar a verse a sí mismos y recuperar su presencia, tomar conciencia de sus necesidades, y enfocarse en sus prioridades personales y su sentido interior de sí mismos. Ellos aprenden a revelar un ser real antes invisible y comienzan a razonar y a ver las cosas desde una actitud más amable.

Datos de la triada del sentimiento:
En esta tríada la energía se centra totalmente en el corazón, cuando esto logra hacerse desde la esencia de cada persona.

Cuando se abre el corazón se sabe realmente quién se es, no interesa la forma en que los demás lo vean, ya que desde el corazón se logra valorar la verdadera esencia de sí mismo y de cada otro ser. Cuando se tiene cerrado y bloqueado el corazón, no solo se pierde el contacto con la verdadera identidad, sino que además se deja de sentir amado y valorado. Esta pérdida es insoportable, por lo tanto interviene la personalidad para crear una identidad sustituta y encontrar otras cosas que den la sensación de valía, generalmente buscando la atención y la afirmación externa de los demás.

Estos tipos de personalidad están interesados en su imagen (apego al falso o supuesto Yo de su personalidad). Creen que las historias sobre ellos y sus supuestas cualidades son su verdadera identidad; bajo las defensas de su personalidad llevan muchísima vergüenza.

Dos, Tres y Cuatros comparten un enredo permanente sobre sus identidades, que confunde quiénes son con cómo lucen ante los demás. En alguna medida, todos los estilos de personalidad hacen esto pero son los Dos, los Tres y los Cuatros quienes están más propensos a confundir el parecer con el ser. Tienden las personas de este trío a rechazar cómo se sienten de verdad, en favor de cómo se supone deben sentirse, según los roles que estén ejecutando.

Los Dos, Tres y Cuatros son llamados a veces, los tipos del "corazón" o del "sentir", parecería indicar que fuesen diestros en los campos de la "emoción". Pero en realidad, es verdad lo contrario: su mayor dificultad está en los asuntos del corazón.

Una clave para entender esta contradicción está en lo que la PNL (Programación Neuro-lingüística) llama sentimientos directos y sentimientos derivados, en referencia a los sentimientos que usted experimenta directamente versus los sentimientos que se derivan de sus otros sentidos.

Imagínese esquiando cuesta abajo. Mientras esté concentrado en el descenso estará cada vez más inmerso e implicado en la experiencia, sintiendo el placer directo del viento en su cara, la estela de nieve que deja tras usted, el chisgueteo creciente de sus esquíes tomando aceleración, la sensación vibrante en sus piernas y tronco, un sentimiento de excitación y vitalidad en su pecho, y en su interior más profundo crecen la alegría y la plenitud.

Ahora imagine que se desliza en la misma montaña pero con una mentalidad diferente. Esta vez tan pronto empieza a descender, se pregunta cómo luce usted enfundado en el último grito de la moda para esquiar, y evalúa su desempeño sobre los taludes: la perfección de su estilo, su velocidad impresionante, lo que los observadores de abajo pueden estar diciendo sobre usted, qué pensarían sus amigos si pudieran verle ahora, cuán orgulloso de usted podría estar aquél, su primer instructor de esquí...

En la primera descripción usted experimentó su cuerpo y emociones directamente. En la segunda experiencia -por una derivación de imágenes y palabras internas- su sentir genuino fue de inmediato "remplazado" por una idea de lo que usted hacía.

La diferencia entre el sentir directo y el sentir derivado, es igual a la diferencia entre el drama y el melodrama o entre el amor y el sentimentalismo. En general, los sentimientos directos son más profundos que los sentimientos derivados, y demasiados de los segundos pueden llevar a la fraudulencia: tratar de sentir de la manera que usted piensa debería sentir, de acuerdo a sus auto-imágenes. En los libros de Eneagrama, la tendencia a interpretar guiones de los Dos, Tres y Cuatros se describe como vanidad, pero otra denominación podría ser identificación con la imagen. Es más, otro término para el sentimiento derivado es seudosentimiento.

Cuando niños, los Dos, Tres y Cuatros fueron malinterpretados a menudo, esto es, fueron elogiados o criticados con demasiado énfasis por su comportamiento externo. Las más profundas necesidades emocionales del niño fueron rechazadas y quién aparentaba ser se hizo más importante que quién era en realidad, algo así como un caso clínico de identificación errónea.

Las personas con estos estilos experimentaron su mundo temprano como socialmente condicionado. El precio de la aceptación familiar y social era interpretar o recrear un libreto, desgañitarte una serenata para obtener la cena. Un Dos pudo haber sido recompensado por la funciones útiles que desempeñaba, una Tres por sus logros externos, mientras que un Cuatro pudo haber obtenido reconocimiento por lucir diferente a todo el mundo.

Cargando aún con estas experiencias de vida infantil, puede ser habitual en los adultos de este trío el rechazo de sus verdaderos sentimientos en favor de la validación externa, dando por resultado la representación de libretos sin conexión con lo que realmente se es. Los Dos adultos reprimen sus necesidades personales y desempeñan el papel de salvadores. Los Tres rechazan un sí mismo imperfecto e inseguro, a cambio de uno confiable y exitoso, que es exactamente lo contrario de como en verdad se sienten. Los Cuatro adultos se auto-rechazan por sentirse estropeados u ordinarios, y compensan interpretando el libreto de un personaje único y especial.

Inconscientemente, Dos, Tres, y Cuatros se auto-preguntan a menudo, "¿Quién soy yo, ahora?" Su herida primigenia está en su sentido de identidad y la vida diaria puede experimentarse como una especie de crisis de identidad permanente. La paradoja que impera en estos estilos es: "Para ser amado por lo que soy, debo fingir ser lo que no soy."

El área de confusión más grande ofrece el mayor potencial para el crecimiento. El desafío general para los Dos, Tres, y Cuatros es aprender a distinguir sus sentimientos directos de aquellos apenas derivados: llegar a ser reales para sí mismos y para los demás. A medida que cambian y crecen, las personas de este trío recuperan y acogen su ser real que suele estar eclipsado detrás de una representación.
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