I'm your toy

Sep 17, 2010 14:52


I'm Your Toy

Multifandom(YooSu); PG-13
Comedia/Drama/Romance

Warning: Utilización del voceo


Capítulo 1

“¡Junsuk! ¡Junsuk!”

La gruesa voz llamaba sin parar, el nombre resonaba por las gruesas paredes hasta llegar a lo más recóndito de la mansión.

“¡Mierda!”

Bufó sin medir el tono de su voz. La joven sirvienta a su lado le echó una mirada cargada de angustia. Lástima era lo que Junsuk veía en sus cálidos ojos. Yuri era como su hermana y, aunque su actitud le molestara no encontraba motivo mayor en su interior para enojarse con ella. Lástima era un sentimiento que simplemente aborrecía.

“Andá.”

Asintiendo estiró su uniforme, un ridículo vestido negro decorado con una variedad de pequeños y medianos vuelos de encaje color blanco. Una estupidez, ¿Quién era tan arcaico como para implementar uniformes al servicio doméstico en pleno siglo 21? Miró sus piernas, por mucho que lo intentara no podía acostumbrarse a usar tacos. Continuó caminando con precaución, pisando con firmeza para equilibrar su peso.

‘¡Esto es un sufrimiento!’

Una vez más se quejó antes de detenerse frente a una puerta. No había mucha decoración en ella, un tallado simple, minimalista, el color roble no haciéndola destacar. Pero eso era lo que menos le preocupaba a Junsuk. Suspirando alejó sus pensamientos, no había tiempo para analizar una tonta puerta. Su mano tembló un poco pero ni bien respiró hondo se armó de coraje para empujarla y entrar inmediatamente a la habitación.

“¿Me necesitaba, señor?”

Unos ojos negros la miraron fijamente. Pasaron segundos y comenzaron a moverse lentamente, hacia arriba, hacia abajo…

La risa fue lo que le crispó la piel y le llenó de furia. La misma rutina todos los benditos días. Aquel idiota de ojos oscuros, piel demasiado blanca, delgado pero de músculos bien definidos era el hijo menor de Park. Y un salvaje.

Park Yoochun era reservado, por lo menos nunca se lo veía hablando con alguno de los empleados de la casa, salvo con Junsuk. Bueno, realmente no había mucha comunicación entre los dos. Junsuk había sido asignada desde pequeña a servirle solamente al joven Park por capricho de éste. Al parecer Junsuk era su único entretenimiento para su desgracia. A la joven no le parecía para nada divertido, todo lo contrario, a quien más odiaba de la familia era a Yoochun, por arrogante, ególatra y burlarse cada vez que podía.

“¿Te está gustando verdad?”

Yoochun asentó su cuerpo en el marco de la ventana, sus ojos clavados en la sirvienta, una sonrisa burlona en sus labios. El fino hilo que retenía a Junsuk de quitarse un zapato y arrojarlo a su amo por la cabeza comenzaba a deshilacharse. Optó por no contestar, siempre era mejor ignorar a Yoochun, era la manera de cobrar venganza. Al más joven de la familia Park no le gustaba que no le prestaran atención.

“¡Travesti te estoy hablando!”

Y sí, ese era el pequeño problema. La raíz de todo. Junsuk en realidad era Junsu, un joven obligado a vestir como mujer para salvar el honor de su familia. ¡Malditos viejos hijos de puta! Muchas veces había maldecido a sus padres pero ya no había motivo para seguir con rencor, habían pasado muchos años y, aunque nunca se lo admitiría a nadie, había aceptado su destino y quizás hasta acostumbrado a ser como era. Sin embargo, no le gustaba la idea, en lo absoluto, Junsu quería ser un chico normal pero lamentablemente ese deseo mundano jamás le sería concedido, no hasta saldar la terrible deuda que sus padres dejaron acumular con los Park. La libertad no la conocería nunca, o por lo menos eso le dijo Yoochun un día.

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Esas fueron las literales palabras que escupió el menor de los Park, Junsu lo miró con odio y esa noche lloró en silencio en su habitación. Al día siguiente Yuri lo abrazó fuerte sin decir ninguna palabra de aliento, sin preguntar nada, ninguno cruzó palabra alguna. La conexión entre ambos era muy especial, un algo que sólo le pertenecía a ellos.

“¡Me tenés harto!”

Junsu avanzó lo más que pudo, levantó su pierna en el camino e intentó desabrochar su zapato para golpear a Yoochun, sin embargo el joven nunca se destacó por su habilidad para realizar dos cosas a la vez por lo tanto no pasó mucho tiempo para que su balance se perdiera y su cuerpo conectara con el piso.

Hubo un momento de silencio. Su mente dio vueltas, a mil kilómetros por horas giró y giró hasta que abruptamente se detuvo dejándole un fuerte zumbido de secuela. ¿O era ese ruido la fea risa de Yoochun? Junsu no podía distinguir y no le importaba porque la vergüenza que sentía le enrojeció la piel provocándole una sequía repentina en su garganta.

“Sos tan boludo, me das pena Junsuk.”

Flexionó sus brazos para hacer palanca y poder levantarse. Se sentó por un momento porque el zumbido no se iba. Quizás era consecuencia de su debilitamiento, hacía días que no comía bien. Preocupaciones hostigaban su cabeza, necesitaba una solución rápidamente. Levantó la cabeza sobándose la cara, su mejilla derecha dolía jodidamente como si hubiese peleado contra una bestia salvaje.

“Levantáte estúpido.”

Junsu se negó a mirar al joven, se negó también a obedecerlo. Se quedó sentado pensando en la injusticia de la vida y aunque lo tenía superado no pudo evitar el amargo pensamiento que cruzó por su cabeza. ‘Todo es culpa de esos viejos inservibles’ Yoochun chistó enojado, caminó en silencio hacia el baño, Junsu contempló la idea de salir corriendo de la habitación no antes sin escupir la preciada alfombra de su amo, pero sus piernas se sentían pesadas así que descartó el plan. Yoochun volvió a los pocos segundos, caminó hacia su sirvienta y se puso de cuclillas para estar a su altura. Junsu no lo miró y no lo haría por nada en el mundo por más curiosidad que tuviera. ¿Qué estaba por hacer Park?

“Si volteas la cara para mi lado sería mejor.”

“No quiero.”

“No seas obstinado.”

“No”

“¡La puta madre!”

Sin aviso previo Yoochun tomó el rostro de Junsu a la fuerza, obligándolo a rotar, su mano derecha se posó con fuerza en la mejilla cerca de la nariz. Junsu sintió un escozor insoportable, alzó la mano y automáticamente empujó a Yoochun por reflejo.

“¡¿Qué haces?!”

“¿Qué te parece que hago, estúpido? Tenés una raspadura ahí, sos tan inútil ¿Quién mierda podría lastimarse con una puta alfombra, ah? Sólo a vos se te ocurre.”

“¡No es mi culpa, si no me hubieras hecho enojar entonces estaría bien! ¡Si no me hubieras llamado al pedo entonces no tendría esta raspadura! ¿Ya te divertiste? ¡Tengo mejores cosas por hacer que estar con vos!”

Junsu se levantó inmediatamente, por un segundo la vista se le nubló, ignorando la negrura que invadía a sus ojos siguió caminando. Realmente necesitaba comer mejor, pero con tan poco tiempo y con tantas cosas por hacer no podía.

“¡Esperá!”

Yoochun extendió su mano y sujetó con fuerza la muñeca de Junsu. El joven se detuvo, giró su rostro y miró con enojo al menor de la familia.

“Hacía mucho tiempo que no me mirabas así, no sé porque todavía me sorprende.”

Junsu se mordió el labio y con fuerza pisó a Yoochun asegurándose de enterrarle el taco de su zapato en los dedos. El joven soltó de inmediato a Junsu ante el dolor que le invadía el pie izquierdo.

“¡Dejáme en paz!”

La puerta se quejó ante la fuerza aplicada, el sonido retumbó en la habitación. Yoochun soltó su pie suspirando.

‘Si fuera tan fácil…’

Una mierda. Con esa simpleza en tan breve oración, Jungsu resumía su mañana. Tirándose de los cabellos largó un profundo quejido, pateó una de las patas del escritorio y pensó por un lapso de segundo en prender fuego a su oficina.

“Señor…”

“¡¿Qué?!”

La mujer tembló un poco; si bien estaba acostumbrada a los repentinos cambios de humor de su jefe algunas veces la agarraban desprevenida. Queriendo cubrir la vergüenza que sentía por haber reaccionado de tal manera se arregló los anteojos y dejó unas carpetas a un costado. Jungsu, su jefe, la miró con poco interés. Ella se preocupaba por él, pero el joven era insoportable y eso no podía negarse.

“Los papeles están listos. El presidente solicita su presencia en la sala de juntas.”

“Lo único que faltaba.”

Esperó un rato a que su jefe dijera algo más pero no encontrando más reacción que una mirada fija a la nada, la mujer suspiró y se alejó con un creciente dolor de cabeza. Otra vez tendría que tomar una aspirina y café, mucho café.

Jungsu era el hijo mayor de Park Jungmin y el vicepresidente de la Corporación Park. En realidad Jungsu nunca buscó ese lugar en la empresa, nunca buscó que su padre depositara toda su confianza en él. No, Jungsu siempre había tenido otros intereses, otros planes para su joven vida. Lamentablemente ni su padre ni su madre coincidían con él por lo tanto su destino, ya premeditado desde su gestación en el vientre de su madre, no sería otro que el de ‘hacerse cargo de la empresa’. Frotando círculos en la sien, Jungsu se levantó de mala gana de su silla, emprendiendo camino hacia la dichosa sala de juntas.

“Junsu, ¿estás bien?”

Yuri se arrimó hacia la esquina de la mesa mirando con preocupación a su amigo. La respuesta era tan obvia como la estúpida pregunta, pero Yuri no podía evitar esa preocupación que crecía y crecía en su pecho.

“Estoy bien.”

La sonrisa era tan falsa como los pechos de la novia del señor Park. Yuri tiró el plumero a un costado y se acercó a Junsu con el ceño fruncido. Todo su ser irradiaba un aura peligrosa. Junsu suspiró anticipando la verborragia de su hermana postiza.

“¡Las pelotas! ‘Estoy bien, estoy bien’ ¡No es cierto! ¿Cuándo vas a admitir que no estás para nada bien, ah? ¿Cuándo te desmayes mientras estás limpiando el piso?”

“Yuri…”

“¿Crees que soy tonta? Me di cuenta de que no estás comiendo últimamente, ¿qué es lo que pasa por esa cabeza tuya que no podes contarme? ¿No confiás en mí?”

Junsu se sintió culpable, miró a un costado y quiso abrazar a Yuri pero no pudo moverse ni un centímetro. Mil y una excusas rondaron por su cabeza pero al final decidió que decir la verdad era la mejor opción y, la verdad era que no podía mentirle a su amiga no cuando ella era el único pilar que lo mantenía cuerdo… algunas veces.

“No se lo digas a nadie pero… conseguí otro trabajo”

Los ojos de Yuri se abrieron como dos platos de porcelana china, tan grandes parecían que por un momento Junsu tuvo miedo de que su amiga se quedara sin ojos.

“¡Estás loco!”

“Padre, ¿me buscab-?”

Jungsu se quedó con la pregunta atragantada en su garganta, tendría que haber adivinado que algo así sucedería antes de entrar a la sala de juntas. La secretaria arrastraba la pollera mientras caminaba, intentando abrochar su blusa semi-transparente con urgencia. La miró de costado mientras la mujer acomodaba su ropa y maquillaje corrido a un lado de la puerta antes de salir finalmente hacia su escritorio fuera de la oficina. Respirando hondo el hijo mayor se acercó a su padre.

“Podrías haber golpeado la puerta.”

“¿Sí? No se me ocurrió, perdón.”

Sintiendo el sarcasmo desprenderse de cada una de las palabras de su hijo, Jungmin se acomodó en su sillón recobrando su fachada de ‘empresario importante’ que se había perdido una vez sus dedos se escabulleron en la pollera de su secretaria.

“Lo que sea. Te llamé porque todavía no tengo el informe de ventas que me prometiste estaría para hoy.”

Jungsu optó por no responder, miró a su padre fijamente. Siempre había sido así, un duelo silencioso entre ambos. Cansado de la horrible rutina que le tocaba vivir Jungsu se acercó al escritorio y tiró unas carpetas color vainilla.

“Ahí están.”

Y sin más se retiró de la oficina sin esperar por la respuesta de su padre.

“El balance, el balance… ¡el puto balance!”

Una vibración en sus pantalones hizo que terminara abruptamente con su monólogo. Sin mirar sacó el celular de su bolsillo y contestó.

“¡¿Qué?!”

“¿Leeteuk?”

La voz era familiar, Jungsu la conocía muy bien. Kangin optaba por llamar en un muy mal momento, cerrando los ojos alejó el celular de su oreja y aclaró la garganta para alejar la pastosidad de su voz.

“Ah, sí. Perdón no quise gritarte fue un día muy intenso y no es tu culpa.”

“Está bien, en realidad creo que no debí llamarte en primer lugar, estás trabajando.”

Jungsu suspiró, de pronto toda la irritación que sentía producto de su padre se alejó en un instante. Sonriendo apretó su teléfono y siguió caminando hacia su oficina, procurando que nadie escuchara la conversación.

“¿Estarás allí a la misma hora de siempre?”

“¡Por supuesto!”

Kangin rió y suavemente se despidió. ‘Leeteuk’ dio vueltas y vueltas en su silla ejecutiva al terminar la llamada. Quizás el día no terminaría tan mal después de todo. O al menos eso esperaba él.

“¿Cómo, cuándo, dónde?”

“Yuri, calmáte.”

La muchacha respiró hondo y miró a Junsu con determinación.

“Dale, batí todo.”

Junsu rió un poco antes de comenzar su larga historia que resumiría en breves palabras, su amiga no necesitaba saber todos los detalles de cómo, cuando, donde. Tenía el trabajo, eso era lo importante.

“Nada, un día encontré un bar, necesitaban gente, me presenté y listo, me contrataron.”

“¿Y? ¿Eso, nada más? ¿No necesitaste tener sexo con nadie? ¿Nada por el estilo?”

“¡Pufff, Yuri!”

“¿Ya comenzaste a trabajar?”

“No, todavía no. Hoy es mi primer día.”

Yuri notó el nerviosismo en los ojos de Junsu, extendió su mano y acarició el rostro cansado. Su sonrisa intentó apaciguar la mezcla de emociones que sabía oprimían el pecho de su pequeño hermano, Junsu devolvió el gesto agradeciéndole el ser tan comprensiva.

“¿Qué le vas a decir a Yoochun?”

“Nada, ¿qué puedo decirle? No tiene que saber Yuri, por favor que no se te escape porque…”

“¡Hey, ustedes dos! ¿Acaso se les paga para que se la pasen hablando?”

Ambos saltaron de sus respectivas sillas e inclinaron la cabeza disculpándose por su atrevimiento. Ni a Yuri ni a Junsu les agradaba la mujer pero lamentablemente Yoona era la novia del señor Park y debían respetarla.

“Perdón señora”

Yuri notó como la mujer miró a Junsu de arriba a abajo con una expresión de asco.

“¿Dónde está tu otro zapato? ¿Te parece esa forma de estar en ésta casa?”

Aclarando la voz para hacerla más aguda Junsu partió sus labios sin saber que realmente decir. No encontraba una excusa que valiera la pena en su cabeza.

“Señora, lo siento mucho yo…”

“Su zapato está acá.”

Yoochun apareció en la puerta de la cocina con el zapato en mano. Yoona lo miró fijo esperando una buena explicación.

“Estaba roto y se lo pedí para arreglárselo. Un nuevo hobby.”

“Lo que sea. No las quiero ver hablando, no les pago para que no hagan nada. Aunque la verdad es que nunca hacen nada bien.”

Yoona salió de la cocina a toda prisa, sin destino aparente. La mujer se la pasaba fuera de la mansión pero cuando estaba, lo único que hacía era criticar el trabajo de las sirvientas. Su pasatiempo favorito, además de malgastar el dinero de Park Jungmin, era gritar al servicio doméstico. Junsu frunció el ceño, maldiciendo a la mujer entre dientes.

“¿Son estúpidas o qué?”

“Señor, lo sentimos muc-“

“¡Qué te importa! Nadie te pidió ayuda. ¡Dame el zapato!”

“Junsuk, Junsuk… la verdad es que hay veces en las que me olvido de ese pequeño detalle. ¿Sigue siendo pequeño?”

Y sin más Yoochun levantó el vestido de Junsu. Yuri llevó una mano a su boca, anticipando lo que vendría. Si pudiera escabullirse sin que nadie la notara…

“¡Hijo de puta!”

El grito de Junsu fue lo último que se escuchó en la casa.

fic: i'm your toy, fandom: dbsk, p: yoochun/junsu

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