Título: Redención [8/?]
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Disclaimer: Ninguno de los mencionados me pertenece (lamentablemente), este trabajo es ficción solamente.
Autor: usagi_bara
Tipo: Serial
Género: Au, Drama, Romántico
Personajes: Kim Junsu, Park Yoochun (YooSu), Park Yoohwan.
Warning(s): De momento ninguna
N.A: Esta historia es una porquería ficción, los personajes son reales pero no me pertenecen. Como sabrán (o por si no saben) Yoohwan es el hermano menor de Yoochun, pero por el bien de este fic, supongamos que es el hermano mayor.
Resumen: Park Yoochun se reencuentra después de cuatro años con su amigo de la infancia, Junsu. El pasado de ambos es demasiado pesado como para soportarlo, demasiados secretos y mentiras guardadas que solo terminarían por lastimarlos. ¿Podrá Yoochun conseguir lo que siempre quiso? Es decir, ¿podrá conseguir el amor de Junsu?
Capítulos: [
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VIII]
-Capítulo 9-
Yoohwan recorrió el departamento con la vista. Sus ojos inquietos se movían para todos lados, no sólo sus ojos eran los únicos órganos que mostraban nerviosismo, sus manos temblaban notoriamente bajo la mesa. Había creído estar preparado, tener firme determinación, pero al ver la cara de indignación de su hermano todo ese coraje se esfumó instantáneamente. Respiró decidiendo que ya era tarde para arrepentirse y que, nuevamente recordó, no tenía nada por perder.
-Yoochun-
-¿Por qué estás acá, ah?-
Interrumpió. A Yoochun le entró un pánico terrible. Temía que Yoohwan se hubiese enterado del regreso de Junsu, temía horriblemente que su hermano (gracioso como en circunstancias extremas se atrevía a volver a llamarle de aquel modo) desease reiniciar lo que alguna vez tuvo con el más joven. Un líquido amargo, de sabor visceral, arremetió contra su garganta, provocándole una leve tos. Un nudo creciente amenazando con dejarlo sin respiración.
-Pasaron unos cuantos años desde que no nos hablamos ¿eh?-
Yoochun a pesar del miedo acechador encontró lugar para dejar escapar una risa sarcástica. El pecho parecía ronco.
-Unos cuantos años… Por si la memoria te falla Yoohwan, te recuerdo que fueron más de cuatro años. ¡Cuatro malditos años!-
El mayor suspiró. El joven que lo miraba con ojos profundamente oscuros fue alguna vez su pequeño hermano, en quien siempre confiaba y al cual protegía. Pero ese lazo que parecía inquebrantable se rompió cuando comenzó a salir con Junsu. Las cosas cambiaron entre ambos desde aquel momento. Desde un principio había intuido que las cosas serían así, siempre fue consciente de ello. Entendía esa distancia, comprendía cuan traicionado podría haber llegado a sentirse su hermano, pero lo que no entendía era el porqué de tanto rencor.
-¿Viniste a eso? ¿A recordarme, en una especie de ceremonia retorcida tuya, cuanto hace que no nos dirigimos la palabra?-
Yoochun lo distrajo de sus pensamientos. El entrecejo inclinándose con fuerza hacia sus ojos. Las cosas empeoraban con el pasar de los minutos y se encontraba sin saber qué hacer para cortar con esa tensión. Con esa guerra silenciosa, una batalla de la que era partícipe sin haberlo deseado.
-No, Yoochun- dijo con calma o al menos intento sonar calmo.
Respiró con fuerza, llevando todo el aire que le fuera posible recaudar en sus pulmones, como tomando fuerzas de cada partícula, de cada molécula, de cada rincón invisible. Intocable.
Hostil, su hermano jamás se había mostrado así ante él, pero recordó que hacía mucho tiempo había dejado de reconocer a su hermano. El joven frente a sus ojos no era más que un ser desconocido habitando el cuerpo maduro de su alguna vez querido, pequeño hermano.
-Entonces, ¿podrías ser franco? No tengo tiempo para…-
-¡Yoochun basta!-
Perdiendo la paciencia gritó, sus manos ya no temblaban, estaban curvadas, cerrándose con fiereza, en una presión mordaz. Yoohwan por primera vez quiso llorar.
Yoochun sintió en su pecho un leve quejido. Su corazón, que en un principio latía impulsado por la fuerza del desquicio, al sentir la firme voz de su hermano (y al ver en sus ojos desesperación) dio un salto, retorciéndose de a poco.
-Por favor, ¿podrías escucharme? Por unos segundos, solo eso, por favor…-
La voz sonaba perdida, suplicante, perturbada. Yoochun dejó al silencio responder por él.
-Sabes que no estaría aquí sin un motivo, no por mí, sino por ti. Realmente no sé cuándo ni porque comenzamos a ser enemigos-
Yoochun tembló, quiso reír, esas palabras salidas de la boca de Yoohwan sonaban ridículas. Pero lamentablemente eran ciertas. Y eso no solo las hacia risibles sino amargas. Quería tomar al mayor del rostro, mirarlo fijamente a los ojos y gritarle fuertemente que todo había sido su culpa, que no había nadie más a quien culpar, que si no fuera por él Junsu… Pero extrañamente no tenía la fuerza para hacerlo. Extrañamente las palabras quedaron atascadas en su garganta, entumeciéndole la lengua. Extrañamente, irónicamente, dolorosamente sabía que aunque Yoohwan no existiese Junsu no sería suyo.
-¿Viniste a hablar de él? ¿Es eso?-
Yoohwan una vez más respiró hondo, sus ojos bajaron posándose en el filo de la mesa. Una mesa cuadrada, amplia, su lustre algo gastado. ¿Hacía cuanto vivía Yoochun en ese departamento? Quizás su madre se lo comentó en alguna conversación pero no podía recordar. Finalmente levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de su hermano.
-No, no vine a hablar de Junsu-
Confundido, tomado por sorpresa Yoochun irguió su espalda. Pensó que esas palabras traerían alivio a su pecho, sin embargo, la semilla de la duda y la confusión se expandió en sus adentros.
-¿Entonces…?-
Yoohwan lo miró fijamente a los ojos. Sin vacilar abrió su boca y las palabras que salieron de ella finalmente terminaron de desestabilizarlo.
-Vine a hablar de nuestro padre-
//-//
Junsu miraba a través del ventanal, los clientes iban y venían. Suspiró alejando sus ojos de la calle, abrumadora, abismal.
-¿Estás bien?-
Una mano lo sobresaltó, girando un poco se dio con el rostro de un hombre joven; el rostro del manager. El ceño fruncido le delataba que la preocupación era genuina, sonrió no sabiendo que otra cosa hacer.
-Estoy bien-
Quiso levantarse pero el hombre se lo impidió, Junsu lo miró confundido, pero el manager movió la cabeza y ambos caminaron hacia la parte trasera del café.
-Junsu sshi…-
El joven se tensó, ¿debía preocuparse? ¿Lo iba a despedir? Era verdad que últimamente estaba distraído pero estaba convencido de que hacía su trabajo con máxima eficiencia. Al menos ningún cliente se había quejado de su comportamiento.
-Jung sshi lo siento mucho, sé lo que vas a decirme. Realmente lo siento, pero prometo ser más eficiente, prometo trabajar más-
Es lo único que me queda…
Inclinó su cabeza reiteradas veces, estaba seguro que se veía ridículo y desesperado pero temía perder su trabajo y no quería pasar por ello, sin él su, ya quebrada, cordura desaparecería por completo.
El hombre sonrió acercándose a Junsu, sus manos delicadamente apoyándose en los hombros del joven, esperó a que Junsu se calmara y lo mirara fijo para proceder con sus interrumpidas palabras.
-Estás equivocado Junsu sshi… en ningún momento se me cruzó por la cabeza despedirte-
Junsu se sintió avergonzado, pero aunque el hombre dijo aquellas palabras no alivianó el peso que compungía su corazón.
-Aunque no me interesa la vida privada de la gente que contrato quería hacerte saber que si necesitas ayuda no dudes en confiar en mí-
La sinceridad de aquellas palabras llegaron a Junsu como una ola cálida que golpeo su frágil corazón. No podía entender porque alguien que meramente lo conocía era tan gentil con él, no podía entender porque Yoochun se había enamorado de él, no podía entender porque a pesar de haber olvidado a Yoohwan el tan sólo mencionarlo le provocaba fuertes sensaciones… había tantas cosas que no podía entender.
-Lo siento Jung sshi… yo no merezco la amabilidad de nadie-
El hombre no pudo más que apartar sus manos y mirar la figura retráctil del joven al alejarse.
//-//
-¿Yoohwan?-
La mujer apartó la taza que sus manos sostenían, colocándola en un lado seguro de la mesa, el hombre la miró con el ceño fruncido y esperó por la respuesta de su mujer con paciencia. Algo que había perdido hace mucho tiempo.
-Sí… me prometió que lo haría-
El hombre dejó escapar un gruñido al acomodarse en la cama, no por un dolor físico sino por la molestia que le provocaba la situación de sus dos hijos.
-¿Te prometió? ¿Te prometió o hiciste que te lo prometiera?-
La mujer bajó la mirada, una sonrisa llena de tristeza hizo temblar sus labios. Tomando coraje miró a su esposo, oscuros ojos llenos de acusación y enojo la miraron fijo.
-¿Acaso importa?-
El hombre cerró su puño y golpeó la almohada con fuerza asustando a la mujer.
-¡Por supuesto que sí! ¡Diablos! ¡Jamás te pedí que lo hicieras! ¿Por qué tienes que estar siempre detrás de ellos rogándoles amor?-
-¡No digas eso! ¡Sabes que no es cierto!-
El hombre indignado miró a un costado, el enojo apoderándose de cada fibra de su cuerpo. Su rostro estaba rojo y la mujer comenzó a preocuparse.
-¿Querido…?-
El silencio incómodo penetró en las paredes, enfriándoles el cuerpo. La mujer se levantó de la silla acercándose cuidadosamente a su esposo.
-Son nuestros hijos, tienen derecho a saber…-
-¿Derecho a saber? ¿Les importa acaso? ¡No seas tan ingenua!-
-¿Por qué eres así? ¡No tienen la culpa de ser ignorantes de… oh, dios mío!-
El hombre llevó una mano a su pecho, su rostro distorsionándose, el dolor que le invadía el cuerpo le impedía respirar con normalidad. La mujer se acercó corriendo hacia él, sus enormes ojos mostrando el sofocante pánico que sentía. Tomó el teléfono que estaba a un costado y marcó un numero familiar.
-¡Por favor, es urgente!-
//-//
-¿Qué viniste a hablar de él?-
Yoohwan llevó ambas manos hacia delante, posándolas en la mesa, sus dedos temblaban, jugaban entre sí de manera nerviosa. Yoochun lo examinó con cautela, observando cada movimiento, expresión en el rostro de Yoohwan.
-Yoochun… ¿quieres saber la verdad?-
El joven arrugó la frente, sus ojos desenfocándose debido a la presión inhumana que ejercía sobre ellos. ¿Qué pregunta era esa? Yoochun tuvo ganas de reírse, reírse hasta que su estómago doliera, sin embargo, se mantuvo firme en su asiento y espero a que su hermano prosiguiera.
-Creo que es hora de que sepas la verdad-