Cada vez cuando enciendo la luz en la casa vacía me da miedo que los dedos de alguien toquen los mios.
Me da miedo que debajo de mi cama viva un monstruo deslizadizo que salga arrastrándose cuando todo se duerme.
Cuando vengo a la entrada de mi casa me da miedo que la chihuahua de mis vecinos me arranque a las piernas.
Cuando subo por la escalera eléctrica en el metro me da miedo que la gente se convierta a los zombies y empiece el pánico.
Cuando monto en la pista de hielo me da miedo que me caiga y otras personas corten mis dedos con sus patinas.
A veces me da miedo que yo no pueda recordar las caras de mis conocidos.
Me da miedo que mis gatos se caigan del balcón y se rompan todas sus patas.
Me da miedo que yo no pueda decir a mi pareja las palabras importantes a tiempo.
Y por eso si me propongan convertir mis fantasias en realidad contestaré - «No, gracias».