Bueno, aquí cinco historias Ranma x Akane. Pueden estar pasadas de azúcar y sin concretar... en cuanto al último... el último fue una ocurrencia bien babosa gracias a cierto fanart que vi ._.
¡Disfrútenlos con leche!
Disclaimer: Los personajes y las imágenes pertenecen a sus autores.
Cuando los defectos se hacen virtudes...
Miedo a los gatos
Era cierto, los odiaba, y no sólo por ser su vergonzoso talón de Aquiles que lo hacía llorar como bebé frente a sus rivales;Ranma también odiaba a esos monstruos peludos porque su consciente desaparecía al llegar al límite del pánico, cuando prácticamente se hacía invencible.
Estando en semejante transe, apenas podía saborear sus victorias…¡y peor aún!, no era capaz de controlarse al volver en sí cuando despertaba sobre el cálido regazo de Akane.
Fue entonces que se le ocurrió otra razón para odiarles: su ailurofobia se hizo de pronto la única forma de acercarse a Akane sin riesgo alguno.
Preparando onigiri
Cuando Ranma mira de forma reprobatoria las “bolitas de arroz” que con tanto esfuerzo hizo, Akane siente que la sangre le hierve y que su puño se vuelve roca.
-Es onigiri, bobo -dice entre dientes antes de lanzar un golpe contra aquél. Entonces Ranma lo esquiva y aprovecha para distraer un poco el enfado de su prometida con una sonrisa.
-Así no se hace, boba -remarca al tomar una “bolita” para prensarla entre sus manos hasta darle forma triangular.
Akane se sorprende de ver la tranquilidad con la que Ranma se sienta a la mesa para disfrutar del delicioso aperitivo; pero más sorprendido está él, pues el sabor no es tan malo. Entonces mira el rostro tiznado de la chica, que espera con ansias el dictamen final.
Ranma sólo le sonríe y la invita a acompañarlo a degustarlas. Al parecer, su esfuerzo no había sido en vano, ni los cuatro kilos de arroz y el medio kilo de condimento que utilizó para practicar.
Orgulloso
Era fácil reconocerlo.
Vivían en la misma casa y comían en la misma mesa. Compartían las clases de la escuela y el amor a las olvidadas artes marciales. A pesar de que conocía sus debilidades, nunca lo miraba inferiormente, aun sabiendo que “él era el huésped”; y siempre terminaba apoyándolo, incluso si de besar a otra se trataba, todo, obviamente, con tal de que la susodicha lo dejara en paz.
Para Ranma era fácil reconocerlo.Lo que no resultaba tan sencillo era confesar abiertamente que aquella niña machorra, enojona y mimada se había convertido en la única persona con quien quería compartir el resto de su vida.
Celosa
Cuando Akane ve a Ranma comer entre sonrisas y con provecho el okonomiyaki que Ukyo le prepara siente unas ganas terribles de golpear lo que sea, no importa incluso si es a él.
Cuando Shampoo se interpone para mimarlo, intentando seducirlo con trucos y magias antiguas, Akane no solo tiene ganas de golpear lo que sea, el dolor de su pecho le hace también querer llorar de coraje.
Akane sabe que nunca llegará a ser tan melosa con Ranma como lo es Shampoo, ni tan cercana como es Ukyo. Pero no siente celos de ninguna, de eso está segura. Lo único que siente es miedo… miedo a que, algún día, Ranma lo llegue a descubrir.
Agua fría
Es un secreto, un secreto que la hace sonrojar y sentirse aún más perversa que el mismo Happosai. Pero últimamente, cada vez que lo mira transformado en mujer, Akane no puede evitar sentir curiosidad por saber qué se sentirá intimar con él transformado.
También es un secreto que Ranma fantaseé con la misma cuestión, sólo que es un poco más complicado con él, pues Akane puede aliviar su inquietud con un baño de agua fría, mientras que Ranma se tiene que conformar con raspados de fruta.