¡Holaaa! No sé para qué saludo si nadie me lee, pero hay que ser educado.
Este oneshot lo empecé hace muchos meses y estuvo parado mucho tiempo, a medio escribir. Y ayer, sin más, abrí el documento otra vez y volví a escribir. Lo acabo de terminar. La pareja principal son Ty (personaje mío) y Chris (personaje de
hikari_k ). Alba lo ha leído a trozos, pero he dejado que descubra el final leyendolo, así que espero que le guste tanto como me ha gustado a mi escribirlo.
Y sin enrollarme más, aquí lo tenéis.
Los padres de ellos
Ty reconoció que lloró en cuanto salió de la que había sido su habitación los últimos siete años. Con el baúl ya listo y todo recogido, se quedó plantada en la puerta. Nada parecía indicar que en esa estancia habían vivido chicas que, empezaron siendo desconocidas y luego salían de allí siendo las mejores amigas. Todas habían sido diferentes, cada una de una nacionalidad, de familias con condiciones distintas pero, aún y así, habían conseguido congeniar y volverse inseparables. Algunas habían ido quedándose por el camino, pero eso no cambiaría lo que habían vivido juntas.
-No te pondrás a llorar, ¿verdad? -Ty sorbió intentando contener las lágrimas y se giró para ver a Gwen, quien también tenía los ojos rojos. La miró con una ceja alzada, divertida -Vale, yo también estoy llorando - su amiga soltó un largo suspiro y miró la vacía y solitaria habitación -Hemos pasado muchos momentos aquí, ¿verdad?
-Voy a echar todo esto mucho de menos -susurró secándose una lágrima con el dorso de la mano.
-Si te pones a llorar, lloraré yo también -le avisó Gwen
-¡Pero si ya estás llorando, petarda!
Las dos se echaron a reír y a llorar al mismo tiempo.
Cuando bajaron, encontraron a Chris y Jem esperándoles. Ty se echó en brazos de su novio, quien la abrazó con fuerza, enterrando el rostro en cuello. La italiana se sintió más tranquila al ser estrechada por esos grandes brazos, consolada por ese olor tan característico suyo y que tanto le gustaba. Al separarse, Chris le abarcó el rostro con las manos y le dio un tierno beso en la frente.
-A mí también me ha dado tristeza tener que dejarlo -murmuró junto a sus labios antes de rozarle los labios con los suyos.
De reojo, vieron a Jem y Gwen muy juntos, con los rostros separaos por apenas milímetros. Gwen insistía en que no eran pareja, que, de momento estaban bien como estaban, siendo amigos con derecho a roce. Sus gestos cómplices, las miradas furtivas y cargadas de sentimientos indicaban todo lo contrario. Con Gwen, todo era así. Se daba cuenta de que estaba enamorada cuando ya estaba a más de medio camino. Era normal que tuviera cierto miedo con Jem después del pasado que habían compartido, pero el Slytherin había cambiado y se notaba que Gwen le importaba. Ese verano, su relación se consolidaría, estaba segura.
Sintió los dedos de Chris entrelazarse en su mano y alzó la mirada para mirarle. Sin poder evitarlo, una sonrisa afloró en sus labios. A veces, tenía que pellizcarse para darse cuenta de que no estaba en un sueño y que de verdad estaba con el chico. Era increíble lo que había cambiado su relación y lo importante que era para ella. No había sido fácil llegar al punto en el que estaban, teniendo que superar ambos un corazón roto y tampoco fue fácil asimilar el cambio que había dado su amistad. Ambos se consideraban grandes amigos, y el miedo a perder esa amistad y la negación a reconocer que habían nacido sentimientos que iban más allá de la mera amistad, fue otro obstáculo que tuvieron que superar.. Ty ya había perdido a un amigo por no corresponder a sus sentimientos y no estaba dispuesta a perder a Chris por el mismo motivo.
El empujón que necesitaban, se lo dio el alcohol, aquella noche de Halloween. Después de aquello, solo tuvieron que luchar contra su propio orgullo.
Durante el trayecto en tren, todos hablaron sobre los planes para el verano. Como todos los años, Gwen iría a Brasil a ver a su abuela; Jem, si el trabajo de su padre se lo permitía, irían a pasar un par de semanas a Turquia, a visitar a la parte paterna de su familia; Chris, para no variar, se quedaría en Inglaterra, pues su familia trabajaba. Por lo menos, tendría a Ethan para no aburrirse. Ty, como siempre, volvería a la vida pública en Italia, pero esperaba que sus padres le dejaran escaparse unos días para ver a Chris y a sus amigos. O que ellos fueran a verla.
Ese año había estado pensando mucho sobre su futuro y llegó a la conclusión de que, aún si no hubiera estado saliendo con Chris, querría quedarse en Inglaterra. No sabía aún las notas que había sacado en los Éxtasis, pero esperaba entrar en la escuela de medicina a hacer pediatría. Con ello, estaría dejando su vida pública en Italia, pero esperaba que sus padres entendieran que era su vida y que quería hacer lo que quisiera con ella.
-Me niego a dejarte ir tan lejos.
Chris ya había bajado del tren y se dio la vuelta para encararse a ella, que aún le quedaban un par de escalones por bajar y tocar tierra. Estaban prácticamente a la misma altura. Detrás de ellos, había compañeros esperando bajar, pero Ty era incapaz de dejar de mirar al chico. Era guapo hasta rabiar y él no se daba ni cuenta de lo sexy que era. Ty no dejaba de decírselo, pero le encantaba que fuera tan humilde y que le avergonzaran esos halagos. Si hubiera sido otro, estaría sacando pecho y pavoneándose como un pavo real.
-Italia no está a la otra punta del mundo, amore.
A Chris parecía gustarle que le llamara con aquellos cariñosos apelativos en italiano, porque enseguida ensanchaba su ya de por sí devastadora sonrisa y le brillaban los ojos verdes. Tonteando con él, contoneó un poco las caderas y se echó un poco hacia adelante para susurrarle al oído, de forma sugerente. Cuando hablaba así, se le notaba más que nunca, el acento italiano.
-Siempre puedes venir a raptarme.
-¿Y qué tal si re rapto ahora?
La sonrisa traviesa de Chris debería haberle puesto en guardia, pero cuando se quiso dar cuenta, el chico se la había echado al hombro como si fuera un saco de patatas y avanzaba por el andén con ella. Ty se quejaba, pero la risa le burbujeaba en el pecho y al final, no pudo aguantar las carcajadas. Incluso él mismo se estaba riendo. La gente les miraba al pasar, les señalaban y se reían, pero a Ty le daba igual ser el centro de atención. Quería que todo el mundo viera lo feliz que estaba con él.
-¿Sabes qué? Desde aquí tengo una vista impresionante de tu culo -soltó un chillido ante el pequeño pellizco que Chris le dio en el muslo -¿Por qué eres tan alto? ¡No puedo darte una buena palmada!
Pero Chris no respondió a la broma, sino que pareció quedarse tieso y Ty notó enseguida como su cuerpo se tensaba. Ella, que estaba de espaldas, no podía ver lo que pasaba.
-¡Ey! ¿Qué está pasando? -no recibió respuesta -Chris, ¿Qué pasa?
-Eh… hola papá y mamá -al escuchar la voz estrangulada de Chris, Ty se quedó quieta.
¡No me jodas! ¿Sus padres? No supo qué hacer, sorprendida como estaba, pero luego reaccionó. ¡Lo primero que iban a conocer los padres de Chris de ella, iba a ser su culo! Y menos mal que no llevaba falda, sino unos vaqueros cortos, sino, le habrían visto hasta las braguitas color rosa con ositos rojos que se había puesto.
-¡Bájame! -siseó retorciéndose para que la soltara. Le ardía la cara de la vergüenza.
-¿Letizzia?
¡Santa Madonna! Ty dejó de forcejear en cuanto escuchó la inconfundible voz de su padre. ¿Qué demonios estaban haciendo ellos allí? ¡Nunca iban a recogerla! Siempre enviaban a alguien a por ella y llevarla a Italia. Aún sin bajar del hombro de Chris, se inclinó hacia a un lado y saludó a sus padres con la mano. Su sonrisa era abochornada, sin saber muy bien dónde meterse. Su madre apretaba los labios, intentando contener la risa y mantener una expresión neutra, mientras que la cara de su padre… bien, no sabía cómo definirla. No parecía enfadado por su espectáculo, pero también era cierto que no mostraba nunca enfado en público.
-Chris, bájame para que pueda cavar un hoyo en la tierra y esconderme hasta el fin de los días.
El pecho del chico se sacudió por la risa, pero la bajó. Ty se arregló la ropa antes de girarse y enfrentarse… a un montón de gente que les observaba entre curiosos y divertidos. Miró a Chris y él también parecía un poco avergonzado. El matrimonio que había frente a él, debían de ser sus padres y el joven a su lado, su hermano mayor, quien sonreía con socarronería. Chris le había contado algo sobre él y estaba segura de que le sometería a un tercer grado. Los hermanos solían ser así de cotillas… y hablando de hermanos, el suyo también estaba allí, junto con su embarazadísima mujer. Aquello parecía una reunión familiar en un día de Navidad.
Sus padres pasaban la mirada de ella a Chris, y los de él, al revés, de su hijo a ella. Ty no sabía dónde esconderse y Chris parecía estar igual. El único que parecía estar pasándoselo pipa, era Matt, su cuñado. El duelo de miradas pareció alargarse una eternidad hasta que Ty, incapaz de quedarse callada, lo rompió estallando en carcajadas. Aquella improvisada reunión era de lo más surrealista. No supo si fue por lo incómodo del momento o por el bochorno, pero Chris se unió a ella a las carcajadas y al final acabaron todos riéndose.
-Cosa stai facendo qui? -les preguntó a sus padres y al ver la cara de confusión del resto, se dio cuenta de que había hablado en italiano. Sonrió como disculpa -Lo siento, ha sido la costumbre.
-Hemos venido a recogerte, cielo -respondió su madre en inglés y Ty la miró con una ceja alzada, sin creérselo -Bueno, a eso y a conocer a… ¿Chris? -miró al susodicho, quien asintió cohibido.
Y con toda la naturalidad del mundo y bajo la mirada alucinada de Ty, vio como su madre le plantaba dos besos a Chris en las mejillas después de un corto abrazo. Su novio se había acostumbrado a su efusividad, pero no estaba para nada preparado para la de su madre. Se hubiera reído de su sonrojo y expresión avergonzada si no fuera porque la madre de Chris la miraba de la misma forma a ella. En un segundo plano, Ty observó como su padre avanzaba un par de pasos y le estrechaba la mano al chico, quizá con un poco más de fuerza de lo acostumbrado por la mueca de Chris.
-Tu madre me ha hablado mucho de ti -su madre observaba a Chris con ojo crítico y pareció gustarle lo que vio porque sonrió con aprobación.
-¿Mi madre? -logro balbucear el chico antes de mirar a su madre, interrogante.
-La verdad es que llevamos ya unas semanas carteándonos -se adelantó Rose, la madre de Chris, poniéndose al lado de la de Ty y mirando a su hijo -Me has hablado mucho de Letizzia ¿o prefieres que te llame Ty? -la rubia no supo que responder, y se limitó a mirarla con los ojos abiertos -Y lo cierto es que tenía muchísimas ganas de conocerla. No exagerabas en cuanto a lo guapa que es.
Ty se sonrojó hasta la raíz del pelo y, con cara de espanto, se dejó abrazar por la mujer. Le dio dos besos y fue entonces cuando entendió la reacción de Chris cuando ella le saludaba así antes de convertirse en algo más que amigos. No sabía dónde meterse, ni qué pensar. Su madre y la de Chris ya se conocían y por lo que le había parecido pillar, aquello había sido toda una encerrona.
No sabía qué les había dicho Chris a sus padres, pero cuando los suyos le preguntaban a ella que por qué no invitaba al chico a pasar unos días con ellos, Ty siempre intentaba poner alguna excusa. No es que no quisiera que su novio fuera a verla, pero le daba vergüenza. Una cosa era estar juntos en el colegio, meterse mano, besarse por los pasillos y demás cosas, pero la otra muy distinta, es hacer todo eso bajo la mirada de sus padres. En su propia casa.
-¿Esta encerrona ha sido cosa vuestra? -preguntó Ty pasando la mirada de su madre a la de Chris -¿Y cómo demonios se os ha ocurrido esto?
-Bueno, nos hablabas mucho de Chris en tus cartas y cariño, una madre sabe cuándo un chico es algo más que un amigo y tenía muchas ganas de conocerle. Sabía que si te lo decía, inventarías alguna excusa, así que me puse en contacto con Rose y decidimos acudir todos aquí.
¡Y la llamaba Rose, como si se conocieran de toda la vida! Ty miró a Chris, incrédula y espantada ante la idea. Aquella había sido una encerrona de las buenas y no les había dado tiempo a prepararse. ¡Per l’amor di Dio, que una no conoce a los padres del novio todos los días! Chris parecía pensar lo mismo, porque su cara era muy similar a como debía ser la suya.
-Y ahora, ¿nos vamos a cenar?
Como dos autómatas y sin apenas reaccionar a lo que estaba pasando, Chris y Ty se dejaron llevar hacia un restaurante céntrico de Londres. Acudieron allí en taxis diferentes.
-¿Enserio has planeado esto con la madre de Ty? -preguntó Chris cuando recuperó el habla.
Estaba sentado en la parte trasera del taxi, entre su madre y su hermano. Chris podría entender que sus padres tuvieran curiosidad por ver con quien salía, pero no era necesario montar todo eso para conocer a Ty.
-Cariño, después de lo de Amy, tenía que ver con mis propios ojos a la chica que te había hecho enamorarte otra vez - su madre realmente emocionada y Chris se sintió un poco mal por habérselo reprochado con sequedad -Me gusta, ¿sabes? Parece muy dulce.
-Has demostrado tener buen gusto, hermanito -Matt le dio un golpe amistoso en el hombro, riéndose -Tiene unos ojos y un culo digno de admiración.
-¡Matthew! -le regañó su madre -¡Que estás hablando de la novia de tu hermano!
-Déjalo, mama, ya me he dado cuenta de esos atributos de Ty -soltó echándose a reír.
En el taxi donde iban los Fiore, la conversación no era muy diferente. Ty no podía creerse que sus padres hubieran urdido ese plan para conocer a la respectiva pareja de sus hijos. Si tanto interés tenían en conocer a Chris, podría haberles enseñados las decenas de fotos que se habían hecho en los últimos meses, pero no era necesario tanto espectáculo.
-Enserio, no me puedo creer que hayas hablado con la madre de Chris para tendernos una emboscada -replicó molesta, cruzándose de brazos y mirando por la ventana del coche -Se supone que esa no es la forma de conocerles. Además, ¿no te parece un poco pronto? Solo llevamos poco tiempo juntos y que os presentéis así de sopetón… -bufó.
-Letizzia… -dijo su padre en tono de advertencia pero Ty hizo una mueca y no le hizo caso.
-No pensábamos que te molestara tanto, cariño -se disculpó su madre.
-Pues lo ha hecho, mamá -respondió girándose hacia ella, que ocupaba el asiento del centro -No puedes hacer esas cosas sin permiso.
Notaba las miradas de reojo del taxista, pero dudaba mucho que hubiera entendido alguna palabra de la discusión ya que estaban hablando en italiano. Ty tenía ganas de llegar al maldito restaurante, cenar y que esa tortura acabara pronto. Tenía ganas de ver a Chris y saber cómo estaba llevando el hecho de que sus madres fueran unas cotillas metomentodos.
Lo primero que hizo al bajar del taxi, fue buscar a su novio con la mirada, quien estaba bajando del coche después de su hermano. Reían y bromeaban y, cuando reparó en ella, le sonrió de esa forma que conseguía convertirle las piernas en gelatina y acelerarle la respiración. Sonrió como una idiota en respuesta y dudó un momento al avanzar hacia él. Se sentía tímida y cohibida rodeado de sus respectivas familias y la mirada burlona de Matthew le ponía nerviosa.
Como no, el padre de Ty fue el primero en entrar al restaurante y lo hizo con la espalda recta, la cabeza alta y una expresión de superioridad que Ty no puede evitar hacer una mueca de hastío. Su padre no era realmente así, aunque tenía su orgullo, pero suponía que quería causar buena impresión en los Turner y, lo único que podía conseguir con ello, era que lo trataran de snob o que les acojonara. Ty no sabía por cuál de las dos opciones decantarse.
La situación incómoda se dio cuando llegó la hora de tomar asiento en la mesa. Una gran mesa redonda para nueve personas. Hubo un momento de indecisión en el que todos se miraron los unos a los otros hasta que Ty cogió a Chris de la mano y lo arrastró para que se sentaran juntos. Si iba a ser una cena incómoda como creía que iba a ser, al menos tendría al chico su lado para apoyarse mutuamente. Casi soltó una risotada histérica al ver la distribución final en la que se sentaron. Parecía un banquete de boda, con la familia de la novia a la izquierda y la del novio, a la derecha. Marco y Mathew se sentaron juntos, pero no parecían tener problema alguno con ello.
No hubo ningún inconveniente en pedir los entrantes, por lo que Ty suspiró de alivio por eso. Primer obstáculo superado, aunque no la incomodidad y la tensión. No sabía si Chris se había dado cuenta, pero todos en la mesa estaban pendientes de ellos y parecía ser que ninguno se atrevía a ser el primero en abrir la caja de Pandora y empezar a bombardear con preguntas.
-Te juro que nunca he asistido a ninguna cena tan incómoda como esta -le susurró a Chris en voz baja, juntando sus cabezas para que nadie les escuchara.
Chris sonrió como respuesta y le cogió la mano por debajo de la mesa, apretándosela. Su sonrisa se tambaleó un poco, así que él tampoco debía de estar tan tranquilo como quería dar a entender. A él se le daba mejor que a ella ocultar ciertas emociones. Ella, en cambio, era demasiado expresiva.
-Letizzia, me ha dicho Chris que escribes.
La primera pregunta, lanzada por la señora Turner, no pudo ser más desafortunada. Ty abrió la boca para responder, pero miró a sus padres antes de hacerlo. La desaprobación estaba impresa en la cara de su padre y su madre parecía más bien curiosa por su respuesta. La madre de Chris la miraba expectante y el apretón de Chris bajo la mesa, le dio ánimos para responder.
-Sí, aunque no son más que unos relatos cortos, nada demasiado importante.
Sonrió un tanto nerviosa y fijó su mirada en la vieira que tenía delante.
-¿Cómo que no es importante? -alzó bruscamente la cabeza al escuchar la exclamación incrédula de Chris a su lado- Publicas en una revista, Ty. ¿Acaso eso es algo “nada demasiado importante?
En cuanto lo dijo, Chris supo que había metido la pata. No se acordaba que los padres de la rubia no sabían nada y él, en su empeño por ensalzarla y hacerla quedar bien delante de todos, lo había soltado. Abrió la boca para disculparse con ella, pero su padre habló antes de que lo hiciera él.
-¿Cómo es eso de que has estado publicando en una revista? -el tono era claramente desaprobador y sujetaba los cubiertos con fuerza, a medio camino del plato- No soy consciente de que nos comunicaras eso, Letizzia.
-Porque sabía que reaccionaríais así y quería evitarme la reprimenda -respondió con demasiada sequedad.
-Creí que habíamos quedado en que eso de escribir no era más que una afición, nada a tomarse enserio.
-No, papá. Tu quedaste en eso -tener el apoyo de Chris a su lado, le estaba ayudando a hablar así con su padre, aunque quizá no fuera el mejor momento- Yo siempre he dicho que quiero ser escritora.
-Ser escritor no es un trabajo de verdad, Letizzia -respondió con hastío, como si hubieran mantenido esa conversación decenas de veces y no una sola vez, como era el caso- Los escritores se mueren de hambre y publicar en un periódico de tres al cuarto, no va a pagar las facturas.
Iba a soltar una burrada por esas palabras, pero se mordió la lengua a tiempo. No es que su padre no mereciera esa respuesta, es que el resto de comensales no se merecían ser testigos de ella.
-Su hija es buena, ¿sabe?
Ty cerró los ojos, con mortificación al escuchar la acalorada defensa de Chris a su lado. El chico se había tensado y apretaba su mano, quizá, con demasiada fuerza. Ty negó con la cabeza, pidiéndole que dejara estar el tema, pero él no parecía estar por la labor.
-Es una gran escritora, con un gran talento y usted lo sabría si se hubiera tomado la molestia de leer algo suyo.
-Mira chico… -el señor Fiore no se tomó a bien esa reprimenda porque se enervó en su silla.
-Chris, no… -le advirtió Ty.
-Sí, Ty, Chris si -dirigió su encendida mirada hacia ella y se le hizo un nudo en la garganta- Eres increíble y si es tu sueño escribir, Merlín sabe que tienes todo tu derecho a hacerlo. Nadie tiene ningún derecho a impedírtelo.
-Soy su padre -respondió entre dientes, conteniendo su enfado -Tengo todo el derecho a decidir qué es bueno o no para mi hija.
-Sí, pero es su vida y ella tiene derecho a decidir qué hacer con la suya y si ser escritora es su sueño, que lo sea.
Ty se sentía en medio de una guerra sin saber de qué parte ponerse, sin que ninguno de los dos bandos le dejara hablar siquiera. Su mirada se cruzó con la de Rose y Ty bajó la mirada, mortificada. Temía que ese momento llegara y lo estaba haciendo por todo lo grande. Casi podía notar como todo el restaurante estaba pendiente de su espectáculo y las ganas de llorar, aumentaban a cada palabra en alto que se lanzaban su novio y su padre.
La madre de Ty intentaba intervenir, cogiendo a su marido del brazo y pidiéndole, en voz baja, que se calmara. Rose, por su parte, intentaba hacer lo mismo con su hijo. Ty debería estar feliz de que los dos estuvieran defendiéndola, pero hubiera preferido que no lo hicieran, con público o sin él.
-Ya basta -dijo en voz baja, tanto, que nadie la escuchó. Alzó la mirada y vio a Chris casi encima de la mesa, encarándose a su padre, quien se había incorporado también en su silla- ¡Ya basta!
Su grito, esta vez sí, se escuchó con claridad y cortó la diatriba con la precisión de un bisturí. Todos se giraron a mirarla, como sorprendidos de verla allí. Parecían haberse olvidado de ella.
-No creo que sea el momento para mantener esta conversación y mucho menos, el lugar adecuado.
Medio restaurante estaba mirándoles de reojo. Todos volvieron a sus asientos, más incómodos y tensos aún que al principio.
Presintiendo que tal vez notaran llenar ese tenso silencio con algo más que silencio, los camareros les sirvieron el primer plato, el cual casi todos desmenuzaron con el tenedor pero que no dieron bocado alguno. A Ty se le había cerrado el estómago y no era capaz de comer algo. Le daba nauseas con tan solo mirar la comida y solo tenía ganas de marcharse de allí. Chris, a su lado, parecía acuchillar el pescado con el tenedor y pensó en su no vería a ese pobre pez con la cara de su padre.
Una estruendosa carcajada les hizo levantar la mirada a todos y fijarla en el responsable. El padre de Ty estaba, literalmente, llorando de la risa. Se sujetaba la barriga con fuerza y de vez en cuando, dejando caer el puño sobre la mesa. Ty se preocupó pensando en si le había entrado un ataque o algo, pero se limitó a mirarle con la misma incredulidad que el resto de comensales.
-¿Has visto su cara? -le decía a su mujer, quien asintió con una media sonrisa. Miró a Chris con una sonrisa y algo parecido al respeto en sus ojos- Bien hecho, chico.
-¿Eh? ¿Qué? -preguntó con cara de no saber de qué cojones iba la cosa.
-Que te ha tomado el pelo, chaval -respondió Marco con una carcajada al entender la jugada de su padre.
-No me digas que… -exclamó Ty totalmente indignada.
-¿Era todo mentira? -preguntó el pobre Chris igual de confundido. Su mirada paseó por toda la mesa y, mientras que en algunas de esas caras encontró confusión, en otras encontró diversión y algo de vergüenza.
-No todo. Sigo sin estar de acuerdo en que mi hija sea escritora, pienso que puede aspirar a algo más, pero he llegado a aprender que no se puede discutir con ella cuando se le mete algo entre ceja y ceja.
Sonreía mirando a su hija, pero Ty estaba demasiado cabreada como para decir algo. Le había hecho pasar un mal momento por alguna retorcida razón que solo él parecía entender. Miró con disculpa a los padres de Chris y lamentó cada vez más la idea de esa esperpéntica cena. Ni siquiera había tenido tiempo de preparar a nadie y evitar así, lo que estaba ocurriendo.
-Lo siento, pero tenía que saber si tenía el carácter suficiente para aguantarla a ella y a nosotros.
-Si después de esto no sale huyendo por patas, más vale que le hagáis un altar -masculló Ty y Chris soltó un bufido mitad risa a su lado.
A partir de entonces, la cena pareció desarrollarse en un ambiente más distendido, aunque Ty seguía molesta con su padre. Ya habían dado bastante espectáculo esa noche y el siguiente acto, tendría lugar en casa, sin público por medio. No se dio cuenta de que la conversación seguía a su alrededor hasta que no escuchó a Chris hablar a su lado.
-Muchos me lo han dicho, pero prefiero mantenerlo como un hoby -decía y Ty prestó atención. Estaban hablando de sus dibujos -Creo que si me lo tomara como una obligación, acabaría por aburrirlo y me gusta demasiado como para perderlo por dinero.
-Una decisión sensata -asintió el padre de Ty y esta lo miró con una ceja alzada, sin creerse lo amigable que estaba cuando hacía nada había estado gritándole como un poseso.
-¿Y ya has tomado una decisión sobre tu futuro?
Ty miró con curiosidad a su novio, pues era algo que no habían hablado del todo. Es decir, ambos tenían una idea de lo que quería hacer el otro con su vida, pero no habían concretado nada. Ty esperaba que le admitieran en la universidad de medicina pero, si no era el caso, entonces intentaría meterse en alguna editorial o periódico. Todos en la mesa estaban pendientes de la respuesta de Chris a la pregunta que le había hecho su propia madre y este se sonrojó un poco. Ty esbozó una media sonrisa cargada de cariño y simpatía al verle pasarse la mano por el pelo.
-De momento, no sé muy bien qué hacer. Solo sé que quiero algo relacionado con la Astronomía pero…
Se encogió de hombros y miró a su madre, como disculpándose por no haber decidido nada aún. Rose negó con la cabeza, sonriendo. Sabía que su hijo tomaría la mejor decisión y estaba tranquila en cuanto a eso.
Para cuando llegó el postre, Ty estaba prácticamente durmiéndose encima de la mesa. Le pesaban los ojos y tenía que luchar para mantenerlos abiertos. Sin ser consciente de que todos les miraban, recostó la cabeza sobre el hombro de Chris y este depositó un beso tierno en el pelo y siguió hablando como si nada.
-Me parece que se ha quedado dormida -comentó Henry sonriendo.
-Y no me extraña -respondió Chris moviéndose un poco para que Ty estuviera más cómoda- Anoche se tiraron ella y Gwen hasta las tantas recordando momentos y llorando y esta mañana iban con un cohete en el culo porque aún les quedaban cosas por recoger.
-Muy típico de mi hermana -se rió Marco y cuando miró la expresión cansada de su mujer, llegó a la conclusión de que era hora de irse a casa- Creo que nosotros nos vamos.
-Si, creo que ya es hora -anunció también Rose.
Todos asintieron y empezaron a levantarse, hablando amistosamente entre ellos. Chris miró a Ty dormir a su lado e instantáneamente, una ancha sonrisa se instaló en sus labios. La movió un poco para despertarla y la chica enseguida agitó las pestañas y abrió los ojazos azules.
-Ya nos vamos - murmuró.
-¿Me he dormido? -preguntó Ty totalmente avergonzada y Chris asintió-Lo que faltaba para que la noche fuera más redonda -ironizó.
-No ha estado tan mal -el chico se echó a reír al ver la ceja alzada de su novia- Bueno, tengo que reconocer que me dieron ganas de darle un puñetazo a tu padre -reconoció avergonzado.
-Tranquilo, es una reacción normal en aquellos que lo tratan -bromeó Ty incorporándose en la silla y, cuando miró alrededor, vio que todos habían desaparecido -Pensé que no se acabaría nunca esta cena. Siento mucho el comportamiento de mi padre.
-No te preocupes -lecogió un mechón claro de pelo y se lo colocó detrás de la oreja, quitándoselo de la cara-Creo que al final valió la pena, creo que les he caído bien.
-Es imposible que no les cayeras bien, amore, aunque al revés… -dejó caer.
-Me costará acostumbrarme a esos arranques de tu padre -se echó a reír.
-Créeme, nunca te acostumbrarás. ¿Vamos?
Ambos se levantaron y salieron del restaurante cogidos de la mano, y se encontraron a sus respectivas familias hablando amigablemente, por parejas. Las madres hablaban con una confianza asombrosa, como si fueran amigas de toda la vida. Los padres, en cambio, estaban más serios y seguro que hablaban de negocios. Marco, el hermano de Ty y su mujer, se habían ido ya, así como Matt, el hermano de Chris.
-¿Cuándo te vas a Italia?
-No tengo ni idea -se encogió de hombros- Por mí, me quedaría aquí, pero también hace tiempo que no veo a mi familia y me apetece pasar algún tiempo con ellos.
-Es normal -asintió y su expresión se oscureció un poco-Te voy a echar de menos.
-Y yo -alzó los brazos y le rodeó el cuello, poniéndose de puntillas -Voy a ver si me dejan escaparme unos días para venir a verte. Tengo que tantear el terreno para decirles que me vengo a Londres a vivir.
-Suerte con ello -sonrió mirando de reojo al padre de la chica, quien les observaba, al igual que el resto- Creo que es hora de que nos vayamos.
Se agachó para darle un pequeño beso y abrazarla antes de separarse.
-Escríbeme, ¿vale?
-Todos los días.
-Te voy a echar de menos.
-Yo ya te echo de menos.
Era una despedida, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a cortar y marcharse. Sus respectivos padres les observaban desde cierta distancia, dejándoles cierta intimidad. Con un último y fuerte abrazo, se separaron y se fueron cada uno hacia una dirección opuesta. Antes de subirse al coche que los llevaría a uno de tantos hoteles Nikklos en los que se alojarían, Ty se giró y se despidió de Chris con la mano, quien respondió al saludo.
El tiempo que iban a estar separados, se les iba a hacer eterno a los dos, pero lo que ninguno de los dos sabía, era que sus padres les tenían preparada una sorpresa. Mientras los dos chicos se despedían, los Fiore invitaron a los Turner a pasar unos días en Italia y extendieron la invitación a todo el verano si Chris quería.
Mirando a los dos tortolitos, ninguno de los dos tenía dudas de dónde pasaría las vacaciones el pequeño de los Turner.
Fin