Projections- Capítulo 6 - Tyelperin.
Disclaimer: Aunque hay una cantidad bastante respetable de cosas relacionadas con el Potterverso que me pertenecen, el Potterverso en sí mismo sigue siendo propiedad de J.K Rowling a no ser que acepte un batido de chocolate, un arroz con leche y una cucharada de Nutella a cambio. La fe es lo último que se pierde, o eso dicen.
Como es ya costumbre, he incluido citas de Stephen King (de La Cúpula en concreto) y un pequeño fragmento de Something that I want de Grace Potter. Las canciones de Celestina Warbeck se incluyen dentro del Potterverso así que...un punto más para Rowling. Aunque creo que tengo una caja de Oreos en el armario de la cocina...
Los fragmentos de la novela de Draco son todo míos, por cierto. Y me planteo incluirlos en la lista de cosas a intercambiar con Rowling. Eso y una rana de peluche.
NdA - Y, con este capítulo, ya estamos a la mitad. Han pasado muchas cosas en mi vida a lo largo de estos seis capítulos y no todas ellas han sido buenas pero me siento orgullosa de haber conseguido escribir pese a todo. Debo admitir, sin embargo, que la abrumadora cantidad de post-it en mi cuarto con la trama de cada capítulo y alentadoras frases como "Los autores sin talento se rinden" ha tenido mucho que ver con que no haya eliminado este capítulo y haya lanzado el teclado por la ventana.
Mi beta ha estado ocupada y siendo que soy una persona respetuosa (¿he oído risas?) este capítulo está beteado sólo a la mitad. Lo que quiere decir que me siento segura sólo a un 50% de que lo que he escrito merece la pena ser leído. He sentido la tentación de borrar este capítulo muchas veces y por muchas razones, una de ellas el que de pronto me asaltó el pánico a estar escribiendo OoC de forma descarada, otra de ellas el único y solitario review que recibió el capítulo anterior.
Sois mis lectores, no voy a engañar a nadie diciendo que ante todo escribo para mí, y como siempre agradezco los minutos que dedicáis a leer Projections, los comentarios que dejáis y vuestro apoyo en general. Ha sido un viaje movido y, aunque todavía queda camino por delante, puedo sentirme orgullosa de no tener que recorrerlo sola.
Mientras escribía este capítulo, mi vida se ha agitado de forma no muy agradable y puedo echarle la culpa a las circunstancias de que sea más corto que el resto. Puedo y, de hecho, lo haré. Espero no decepcionaros y que disfrutéis leyendo tanto como, aunque gruña y me queje, yo lo hice escribiendo.
xXx
- Creo que debería volver a casa - Harry puede notar la tensión en el tono de voz de Malfoy y gira sobre sus talones. Ron y Hermione no dicen nada y Harry agradece su silencio mientras Draco se levanta y dedica una inclinación de cabeza a sus amigos. - Weasley, Granger… - hace una pequeña pausa mirando a Harry y se pasa una mano por el pelo. - Puedes pasar cuando quieras a colocar las protecciones.
Draco se dirige hacia la salida sin detenerse o mirar atrás. Harry hace un gesto a Hermione y Ron y le sigue. Entiende que Draco se sienta incómodo con Hermione y Ron ahí, aunque eso no quiera decir que termine de aceptarlo. Sin embargo, cede. Es algo que está haciendo mucho últimamente.
- Draco, - llama, y Draco se gira para mirarle con una mano en el pomo de su puerta y la otra sosteniendo aún la manzana mordida. - Iré mañana. No sé a qué hora, pero…
Está dispuesto a decir algo más pero Draco le corta alzando una mano y sonriendo con sorna.
- ¿Tú crees que tengo algo que hacer además de escribir? Estaré allí, - la mano de Draco vuelve al pomo y Harry no sabe si está dudando o sólo esperando algo. - Por cierto, tus protecciones son ridículas. ¿Nadie puede aparecerse en la puerta pero cualquiera puede atravesarlas para llamar?
Draco no espera una respuesta antes de darle la espalda con una risotada y salir. Durante unos segundos Harry se queda mirando la puerta con la boca entreabierta y poco a poco una sonrisa resignada se forma en sus labios y vuelve al salón negando con la cabeza. Ron y Hermione están sentados en el sofá y alzan la cabeza al verle entrar. Hermione le sonríe con una ceja enarcada y Ron parece tan mortificado como divertido.
Y Harry, por primera vez en mucho tiempo, es genuina y completamente feliz aunque hasta ese momento no se haya dado cuenta de que había algo que andaba mal. Algo en su vida está empezando a encajar y no es sólo el hecho de que sienta algo por Draco y de que sus amigos no tengan nada que objetar, es algo que va mucho más allá.
Por fin, Harry siente que va a tener la vida que verdaderamente quiere tener. Se deja caer en el sillón entre sus dos mejores amigos y toma una profunda bocanada de aire.
- Ron y yo hemos estado pensado, - empieza Hermione, apenas conteniendo el entusiasmo que tiñe su voz - y creemos que sabemos lo que puede interesarte hacer… - titubea, lanzando una mirada furtiva a Ron que se limita a asentir con la cabeza. - Al menos, nos hacemos una idea.
Harry les escucha; responde a sus preguntas y se limita a disfrutar de su compañía y de la euforia de saber que su verdadera vida está a punto de empezar, en el salón de la que ya es su casa con sus dos mejores amigos sentados a su lado y el aroma de Draco aún flotando a su alrededor.
xXx
Poco antes de que anochezca, Ron y Hermione abandonan Grimmauld Place a través de la chimenea.
Harry se sienta en el sofá y sigue leyendo el libro que Draco le envió. Ha sido un día interesante, hacía tiempo que no pasaba un buen rato con Ron y Hermione y le pica la garganta de tanto reír. Sonríe, distrayéndose pese al montón de palabras esperando ser leídas frente a él. Con un suspiro, Harry se hunde contra los cojines y marca la página con un dedo.
Al final, no han sacado mucho en claro sobre qué puede hacer para ganarse la vida pero si Harry tiene que ser sincero consigo mismo…no le importa. Al menos, no demasiado. Hundido en sus pensamientos, deja el libro en el suelo y cierra los ojos. Han llegado a conclusiones. Como que Harry no quiere volver a estar en el punto de mira y que una profesión que vaya a llevar con ella la fama es nongrata. También que Harry preferiría algo simple y, para qué mentir, que no tiene demasiada habilidad con algo que no sea salvar el mundo.
Pero de momento eso está bien. Puede pensar con tranquilidad qué quiere hacer, tiene la suerte de poder vivir sin hacer nada en absoluto y pocas veces la ha agradecido tanto como ahora. Entreabre los ojos y recupera el libro con un suspiro.
Para empezar, si Draco recibe algún anónimo más Harry está dispuesto a atraparlo. Sea o no un auror. Tiene que contactar con Jason y con Eleonor y en algún momento tendrá que dejar de posponerlo y empezar a buscar su propio camino.
Antes de seguir leyendo gruñe y bosteza pero cuando al fin vuelve a hundirse entre tinta y papel, Harry está sonriendo.
xXx
Si supiese que puedo morir, viviría. Mi vida, mi muerte, mis decisiones.
La imaginación, no la inteligencia, es lo que nos hace humanos.
xXx
Harry da un paso fuera de la chimenea de Draco y mira a su alrededor con curiosidad. La habitación huele a cerrado, a café y a tabaco y Harry arruga un poco la nariz algo inseguro sobre lo que debe hacer. Buscar a Draco sería lo mejor.
La habitación de la chimenea es a la vez salón y cocina y Harry ve un par de sillones y una mesa separados por una barra de una compacta cocina. Las paredes están desnudas y le sorprende el hecho de que no le extrañe que Draco viva de esa forma, sin adornos.
Se adentra en un pasillo a la derecha de la sala y la sensación de normalidad prácticamente la abofetea la cara al caer sobre él en forma de pequeño cuadrado amarillo de papel. Es el primero que ve desde que salió de la chimenea y está puesto delante de la primera puerta del corto pasillo. Sólo hay tres y desde una de ellas ya puede oír el incesante tac-tac-tac que casi ha echado de menos.
"Si quieres entrar será mejor que termines de repasar tus notas antes."
Ríe por lo bajo y pasa de largo. Desde esa puerta, la cantidad de post-it crece y crece hasta alcanzar límites críticos en la última puerta a la derecha. La parte superior de la puerta está tan cubierta que Harry se ve incluso algo abrumado cuando toca con los nudillos sobre el papel.
El tac-tac-tac se detiene y a través de la puerta se deja oír el chirrido de una silla al correrse. Pasos. La puerta se entreabre y Draco aparece detrás de ella con expresión cauta. Reconocimiento brilla en los ojos grises justo cuando Harry capta el movimiento de su mano al guardar la varita en el bolsillo de los vaqueros gastados.
- Creía que llegarías más tarde - abre la puerta del todo y vuelve a su sitio frente a la máquina de escribir sin una palabra más. Harry entra y se ve rodeado de libros, pergamino, plumas, bolígrafos y post-its. Siente la mirada de Draco sobre él mientras capta todo lo que hay a su alrededor con la boca entreabierta. En la cabaña el estudio de Draco ya era caótico pero en su propia casa el caos parece tener vida propia. Como si estuviese creciendo y madurando, esperando el momento en el que abalanzarse sobre todo lo que tenga delante.
- Mmm…vaya… - murmura, sin tener ni idea de cómo continuar. La risa burlona de Draco hace que desvíe los ojos de un montón de libros que parece estar a punto de derrumbarse hacia él, sentado con las piernas cruzadas y una media sonrisa llena de sorna en los labios.
- ¿Asustado, Potter? - le cuesta un par de segundos darse cuenta de que está bromeando.
- Joder, sí, - jadea Harry, señalando un montón de pergamino amontonado justo a su derecha. - Eso me está mirando.
Lanza una mirada de advertencia al montón de pergamino y se encoge con una mueca. A su espalda, Draco suelta una risotada y la silla vuelve a raspar el suelo. El tac-tac-tac vuelve sin avisar y Harry se acerca a Draco y se asoma por encima de su hombro con nerviosismo.
Cuando pasado un rato Draco no le manda a paseo, la tentación de empezar a removerse y retorcerse los dedos desaparece y Harry se ve hipnotizado por las letras apareciendo sobre el papel y cómo sólo apretando unas cuantas teclas Draco crea algo de la nada. En la cabaña estaba demasiado ocupado yendo y viniendo con café y leyendo como para, simplemente, colocarse tras él y verle escribir. Durante unos segundos cierra los ojos y deja que la tinta, el papel, la menta y el limón llenen sus fosas nasales.
- No tengo nada en contra de que mires cómo escribo, - la voz de Draco, con su tono burlón y seco, le sobresalta y contiene el impulso de dar un paso atrás- Pero esas protecciones no van a reforzarse solas y aún tienes un montón de folios que leer así que pon tu culo a trabajar si no quieres que haga que el montón de pergamino te salte encima.
Harry bufa.
- ¿Puedes hacer eso? - pregunta, entre la burla y un estúpido temor.
- Pruébame- responde con tono plano Draco y, por la forma en la que ha pronunciado la palabra, Harry decide que lo mejor es no probarle y terminar cuanto antes con las protecciones.
Sale del estudio de Draco lanzando una última mirada desafiante al montón de pergamino y dejando la puerta abierta tras él. En la sala principal, saca la varita y la sacude en el aire. Frente a él aparece una pequeña burbuja azul. Las protecciones de Draco. Harry la estudia y agita unas cuantas veces más la varita. La burbuja se parte por la mitad. Dentro, hay seis capas de distintos colores superpuestas. Tiene que admitir, mientras comprueba la fortaleza y naturaleza de las protecciones, que hay poco que él pueda reforzar. Con un gesto de muñeca, una luz verdosa envuelve la media burbuja y vuelve a estar entera. Mordiéndose los labios con concentración, Harry coge la burbuja con la mano libre y dibuja un rectángulo con la varita.
- Harry James Potter, - murmura, con firmeza, y la burbuja tiembla entre sus dedos. El rectángulo brilla haciéndole entrecerrar los ojos y, poco a poco, pierde intensidad y la burbuja vuelve a la normalidad. Suspira mientras la suelta y con un suave agitar de varita la burbuja vuelve a desaparecer.
Ha debido estar más encerrado en sí mismo de lo que creía examinando las capas de protección porque cuando alza la mirada Draco está apoyado en la entrada al pasillo observándole con la boca entreabierta y los brazos cruzados, un montón de folios en una mano.
- No sabía que eso pudiese hacerse, - Draco rompe el silencio y Harry le mira mientras se acerca a él y le tiende los folios aún con la mirada algo perdida. - ¿Qué has hecho, exactamente?
Harry coge los folios y se rasca la nuca, algo avergonzado sin razón.
- Nos enseñaron a hacerlo en el entrenamiento. Es más fácil ver qué barreras son necesarias cuando las tienes delante, - se encoge de hombros, ojeando los folios. - Y sólo he añadido una barrera más.
No sabe si decirle lo último que ha hecho, además de darse vía libre para entrar y salir de las protecciones, pero suspira y al final decide que puede aceptar la reacción de Draco. Sea cual sea.
- Además, si algo que no debe cruza las barreras o intenta hacerlo mi varita vibrará. - Espera, en silencio, la reacción de Draco pero sólo recibe una mirada a caballo entre la admiración y la burla.
- Bien - es todo lo que dice Draco al respecto. - Ahora, ex auror Potter, vas a leer todo eso y quiero resultados antes de la hora de comer.
Draco se da la vuelta y Harry alcanza a ver un post-it pegado sobre su hombro.
"Oh ¿te duelen los hombros? Nena."
Se le escapa una risotada y Draco le lanza una mirada por encima del hombro con una ceja enarcada mientras se aleja a través del pasillo. Negando con la cabeza, se sienta en una de las sillas y empieza a leer.
El tiempo vuela y cuando termina lanza un Tempus sin entusiasmo a un lado. La hora de comer. Lanza una mirada nerviosa al pasillo y siente una punzada de incertidumbre. ¿Debería quedarse o debería irse ahora que ya ha hecho todo lo que tenía que hacer? Se muerde el labio y mira los folios sobre su regazo antes de levantarse con un suspiro y arrastrar los pies hacia la habitación de la que aún brota un rápido tac-tac-tac. Entra sin llamar y Draco no levanta la mirada ni le hace gesto alguno así que espera.
Finalmente, Draco deja de escribir y le mira con los ojos aún nublados con todo lo que Harry supone siente al escribir. Harry le tiende los folios acercándose a su silla y él asiente, los coge y los guarda en un cajón del escritorio.
- ¿Y bien? - pregunta, en tono demandante y ansioso, y Harry se apoya contra el escritorio pensando cómo responder.
- No me gusta Astrid. Se empeña en tener control sobre Gretchen como si pudiera tenerlo. Y es…estúpida, la pequeña zorra no tiene ni medio cerebro.
Bufa y una sonrisa triunfal se dibuja en el rostro de Draco. No entiende qué coño puede hacer que sonría si acaba de poner a parir a uno de sus personajes, pero Draco se levanta y cruza la habitación hacia el sospechoso montón de pergamino. Se inclina y Harry se fuerza a desviar la mirada de su trasero envuelto en los vaqueros con un jadeo sorprendido.
- Aquí está, - Draco se yergue y le tiende un trozo de pergamino. De alguna forma, Harry consigue que se le baje el color de las mejillas y sostener el pergamino sin crear, nadie sabe cómo, alguna catástrofe. Al leerlo se encuentra con la desordenada letra de Draco invadiendo cada minúsculo espacio.
Harry empieza a leer y todo se aclara. Aunque era obvio, el concepto de crear un personaje sólo para que sea odiado le resulta extraño. Sin embargo, cuanto más lee más sentido le encuentra. Al final del folio, está escrita la fecha. Astrid lleva existiendo desde hace dos años y es el hecho de que Draco conserve el pergamino lo que hace que alce la mirada con admiración más allá de que el personaje lleve tanto tiempo en el tintero.
- Pero ella no es la… - hace una pausa y busca una palabra que pueda adaptarse a lo que Draco está escribiendo - antagonista.
Draco pasa a su lado con un bufido y se deja caer en la silla frente a la máquina de escribir.
- Claro que no. Eso sería demasiado evidente. Nadie quiere leer algo tan obvio, - se encoge de hombros y pasa los dedos sobre las teclas de la máquina de escribir. Otra manía, descubre Harry, una entre un millón. - Si quieres mantener el misterio; el villano obvio es un arma de doble filo. Puedes usarlo para desviar la atención, puedes hacer que piensen que es demasiado sencillo y lo pasen por alto. Pero si en una historia hay que descubrirlo, tienes que dar un poco de guerra.
Aunque lo entiende, Harry aún tiene una pequeña duda. Ha leído lo que Draco ha escrito desde la primera letra hasta el último punto. Al menos, lo que tiene escrito por el momento. Desde el primer montón de folios ya había un villano que se presenta sin complejos, sin intentar ocultarse. ¿Por qué otro? ¿Por qué más leña al fuego? ¿Qué no sabe?
Tarda poco en comprender que, precisamente, ahí está la gracia. O parte de ella. Ni siquiera él, la persona con la que Draco es capaz de discutir durante horas sobre sus notas y sus ideas, sabe cómo va a acabar lo que Draco está escribiendo. El único que conoce ese mundo en profundidad es el propio Draco y el cómo consigue que siga siendo un misterio para él hace que se pregunte hasta qué punto se ha tomado en serio el trabajo de Draco. Mucho, sí, pero nunca hasta ese momento tan en serio. Nunca hasta ese momento se ha planteado el que algún día puede pasar por delante de una librería y ver la novela de Draco en el escaparate.
- Eres un capullo ¿lo sabías? ¿Vas a seguir retorciendo todo…todo eso? Tu villano ya es lo suficientemente malo con todo eso de la maldad encarnada y todo lo demás.
- La maldad no es un villano, - responde Draco, encogiéndose de hombros y desviando la mirada hacia el techo. - Se limita a estar ahí, como una fuerza más de la naturaleza. Aunque esté representada por un hombre, sólo es eso.
Hay un pequeño silencio que Harry no se atreve a romper. Hay muchas implicaciones en lo que Draco ha dicho. Voldemort sólo es una de ellas. Todo el mal que hubo antes y después de él otra.
- Lo que quiero decir es… - continúa, aún con la mirada vagando por el techo. - que es mejor que el antagonista sea humano. Nada más que un ser humano que ha tomado el desvío equivocado… ¿entiendes lo que quiero decir?
Harry asiente con la cabeza al mismo tiempo que Draco bufa con humor y añade "Y si no lo entiendes tampoco me sorprendería. Encajas demasiado bien en el prototipo de héroe clásico como para ver más allá de tus propios pies."
- Supongo que soy lo suficientemente heroico como para traerte un café, entonces - añade Harry, en tono burlón, y Draco enarca las cejas y vuelve a bufar con un aire torturado que le hace sonreír.
- Por favor. Y cuantas más tazas mejor.
Mientras se dirige a la cocina, Harry grita "Si se te queda frío, vas a levantar tu culo de gilipollas y vas a prepararte tu propio café" por encima del hombro, evitando casi de milagro una zapatilla que vuela desde la puerta entreabierta del estudio hacia su cabeza. Empieza a rebuscar por la pequeña cocina abierta de Draco tarareando entre dientes una canción que apenas recuerda dónde oyó. Cree que fue a Molly las pasadas Navidades, pero no tiene ni idea. Si tiene razón y fue a Molly a quien se lo oyó, debe ser algo de Celestina Warbeck y tremendamente ridículo pero en ese momento no puede obligarse a sí mismo a darle importancia.
Puede quedarse un rato más. Sí, definitivamente puede quedarse ahí mucho tiempo más.
xXx
Oh, come on and stir my cauldron
And if you do it right
I'll boil you up some hot, strong love
To keep you warm tonight
Ever since I met you my patronus changed
I think you might know why that could be
I'll never forget you, I think that's strange
You charmed the heart right out of me
xXx
Jason vive sólo a un par de calles de Draco y Harry abandona su piso poco antes de que el sol empiece a ponerse. Con las manos en los bolsillos de los vaqueros, cruza la calle mirando a su alrededor con curiosidad. De todos los sitios que se le ocurren en los que Draco podría haber elegido vivir, el Londres muggle se encuentra entre los últimos - en un respetable puesto entre Alaska y Durham - y, sin embargo, su piso está en pleno centro.
Con la cabeza en todas partes excepto en dónde va, termina perdiéndose y dando un espectacular rodeo pero no está seguro de que las protecciones de Jason vayan a dejarle entrar y prefiere no arriesgarse. Poco después de una hora, otro rodeo y una frustrante cantidad de tiempo perdido Harry llama al timbre del piso de Jason.
- ¿Sí? ¿Quién es? - el timbre metalizado no deja que Harry consiga distinguir ninguna emoción pero sí reconoce la voz de Jason. Al menos, no se ha equivocado de piso al llamar.
- Harry, - responde y a través del portero durante unos segundos sólo se deja oír el sonido de la respiración de Jason. - He venido a hablar y a despedirme, supongo… - añade, con algo de incomodidad, y espera.
- Oh. Sí. Está bien, ya bajo. Un momento.
Click. Harry suspira y se apoya a un lado de la puerta contra la pared del portal. Mientras espera, la canción ridícula sigue sonando de vez en cuando en su cabeza y farfulla entre dientes sin entonación y sin ritmo sólo por matar el tiempo.
La puerta se abre y Jason se acerca con las manos en los bolsillos.
Algo va mal, gritan todas las alarmas de Harry, algo va muy mal. Muy muy mal. Harry sólo tiene que repasar con la mirada a Jason para darse cuenta de que tiene razón. Está pálido, despeinado y con la ropa mal colocada. Cuando alza los ojos hacia Harry, las ojeras hacen que su mirada resulte incluso espeluznante y Harry lucha contra un escalofrío.
- Harry, ha venido aquí. A mi casa, - Jason prácticamente silba las palabras y la confusión es lo primero que le golpea, seguida de inquietud y energía nerviosa. - ¿Qué has hecho y a quién? No, no. No quiero saberlo…pero…
- ¿Qué ha pasado, Jason? - interrumpe, aunque sólo sea por mantener la ilusión de que aún puede tener algo de control, y Jason desvía la mirada y se muerde el labio frunciendo el ceño. Tarda un tiempo en volver a mirarle y Harry siente que todos sus músculos se tensan.
- Cuando volví a casa ayer todo estaba revuelto y encontré esto en mi escritorio, - se saca un papel arrugado y manoseado del bolsillo. Harry lo coge y lee las palabras escritas en brillante tinta verde, empalideciendo por momentos. Traga saliva.
"Los amigos de los traidores también son traidores. Los amigos de los amigos de los traidores también son traidores. Los traidores pagan."
- No hay firma mágica y tampoco hay pruebas además de este papel. Eleonor está bien, gracias a Merlín… - añade Jason, sin aliento, y Harry respira un poco mejor cuando sabe que a su compañera no le ha pasado nada. Embute el papel en el bolsillo de sus vaqueros con un gruñido y cuando mira a Jason lo hace con firmeza.
Esa ha sido la gota que ha colmado el vaso. Su buen humor ha sido aplastado por ira, frustración y determinación. El acosador de Draco ha traspasado los límites, se ha saltado las reglas. Y no puede esperar que Harry, auror o no, se quede mirando con los brazos cruzados.
- Esto ha ido demasiado lejos. Voy a encontrarle, Jason, - cierra los dedos en torno al mango de su varita dentro del bolsillo de su chaqueta apretando los dientas hasta que casi puede oírlos rechinar. - Y, sea quien sea, voy a hacerle tragar todo lo que está haciendo.
No espera una respuesta antes de girarse y volver sobre sus pasos. Sus dedos aprietan con fuerza la madera y lo único que le impide aparecerse justo en ese momento y en ese lugar es el riesgo de que los muggles puedan verle. Busca un callejón con la mirada y se adentra en una calle oscura, estrecha y vacía.
Intentando dominar sus emociones para no partirse, Harry se aparece con un crack más fuerte de lo normal en el salón de Draco.
- ¿Pero qué coño…? - farfulla Draco, expresión aturdida y taza suspendida en el aire, desde uno de los sillones. Capta a Harry y le observa con la boca entreabierta y las cejas enarcadas. Harry toma su silencio como una invitación a la explicación y empieza a dar vueltas por el salón gesticulando con los brazos y gritando sin darse cuenta.
- ¡LA HA TOMADO CON JASON! ¡ESE HIJO DE PUTA HA ATACADO A ALGUIEN QUE NO TIENE NADA QUE VER! ¡Bastante malo es que te acose a ti, no tiene que tomarla con inocentes! - bufa, tirándose del pelo con exasperación, y detiene su deambular ansioso gruñendo. Está frustrado, está cabreado y está lleno de una energía que sin un objetivo no puede usar. - ¡Joder!
La expresión de Draco se endurece. Puede ver el filo helado de la ira de Draco en sus ojos, en la fina línea que forman sus labios mientras se levanta dejando la taza sobre la mesa.
- No sé quién es Jason, - empieza, y su voz podría cortar un bloque de granito. - Sí sé que estoy harto de quién quiera que sea y voy a maldecirle las pelotas. Voy a hacerle pagar por cada palabra que ha escrito con su puta ridícula tinta verde.
Si él mismo no estuviese tan fuera de control, Draco podría haber llegado incluso a asustarle. En sus palabras hay amenaza real, no están vacías. De pronto, hay una mano sobre su brazo y Harry siente el calor atravesar la tela de su chaqueta. Enfoca su mirada en Draco y se cruza con sus ojos grises, el filo de su ira suavizándose poco a poco con cada segundo.
- Pero no ahora, - los dedos de Draco se cierran con fuerza sobre su brazo antes de retirarse por completo y sólo son unos segundos, pero sirven para alejarle un poco de su propio temperamento. - Cuando no esté a punto de hacer explotar mi propia cocina y tú vuelvas a poder ver algo más que rojo.
Harry respira hondo. Necesita pensar en cómo abordar todo eso. Tiene que hablar con Ron y con Hermione, tiene que intentar encontrar más pistas y, sobre todo, tiene que calmarse. No puede saltar y ponerse en acción a fuerza de impulsos.
Ya no.
- Tienes razón, - teniendo en cuenta que nunca habría imaginado que estaría diciéndole eso a Draco Malfoy, que suene sorprendido no es nada raro. - Voy a volver a casa y mañana hablaré con Ron.
Draco asiente y Harry suspira. Las cosas podrían ir peor, se dice, mucho peor. Por ahora nadie ha salido herido y eso es lo que importa. Al menos, de momento. Dibuja una sonrisa vaga que Draco imita encogiéndose de hombros antes de desaparecer a través del pasillo arrastrando los pies descalzos.
Aún tiene la varita en la mano, aferrada con tanta fuerza que tiene los dedos entumecidos. Cuando la alza para aparecerse, la voz de Draco llega desde el fondo del pasillo.
- ¡Tienes que llevarte esto antes de irte! - tras su voz, Draco vuelve a aparecer con un montón de folios en la mano y se acerca a Harry tapando un bostezo con el dorso de la mano. - Y espero que esta vez tengas la decencia de no hacer que tus protecciones casi me partan.
Contiene una risotada mientras coge los folios y asiente. Draco le dedica una mirada entre la incredulidad y la exasperación y gira sobre sus talones para perderse, una vez más, en su estudio.
Con un vistazo final a la habitación, Harry alza la varita y se aparece en Grimmauld Place.
xXx
"En tiempos de crisis, la gente tiende a recurrir a los consuelos habituales."
Todas las miradas cayeron sobre Astrid, aparentemente ajena a sus propias palabras y a los ojos clavados sobre ella. Si Dylan y Alex alguna vez tuvieron dudas sobre la lealtad de Astrid, acababan de descubrir que fueron estúpidas. Por otra parte, Gretchen seguía sin estar segura de lo que Astrid estaba intentando hacer.
El'Ador tenía una forma de hacer las cosas que para algunos podría ser divertida. El'Ador no era un hombre que hiciese el mal de una forma apocalíptica, de hecho Gretchen dudaba del mero hecho de que fuese un hombre. A El'Ador le gustaba jugar, confundirles y hacerles dudar. Y por eso Gretchen no era capaz de creer que Astrid fuese una de los suyos, un miembro más de su clan.
- Lo leí en alguna parte. - Astrid sonrió. Las manos de Gretchen se cerraron en puños. Dylan y Alex también sonrieron y Gretchen sintió el sabor de la bilis trepando por su garganta, asqueada y frustrada.
La confianza era un arma de doble filo, pensó Gretchen mientras los cuatro se dirigían a la orilla del río. Confiar en alguien siempre había implicado, para ella, dejar al descubierto partes vulnerables de uno mismo. Cuando alguien tiene tu confianza, tiene el poder y la idea de que Astrid tuviese el poder hacía que a Gretchen le doliese la mandíbula de tanto apretar los dientes.
xXx
El incidente con Jason ha hecho del caso algo que Ron ha empujado sin piedad sobre la mesa de McGee hasta que éste, tras tres días de incesante insistencia y una visita de Harry, ha decidido aceptar.
Cuando Harry vuelve a ver a Eleonor, justo después de enterarse de que el caso había sido colocado en la parte superior de la pila, en los pasillos del Ministerio se disculpa por no haber contactado antes y ella sólo sonríe y responde que no pasa nada, que lo entiende. Sin embargo, hay algo extraño y puede sentir la inquietud flotando sobre sus cabezas como una nube de tormenta.
- Ely… ¿te han hecho algo a ti? - pregunta, con la garganta algo seca. No es sólo curiosidad o preocupación, es que no podría evitar culparse, aunque la idea fuese ridícula, si a ella le pasase algo. Es su naturaleza, supone, lo que hace que pese al terror y la frustración siga sintiéndose responsable de las personas a su alrededor. - No termino de entender qué pasa y por qué involucraron a Jason.
- No, - ella se encoge de hombros y le observa con aire analítico. Suspira. - Harry, el que tiene que tener cuidado eres tú. Ya no eres un auror, recuérdalo.
Aunque están claras, sus palabras le resultan algo crípticas pero asiente.
- Lo sé. Tú cuida de ti y de los tuyos y estamos en paz. - Se sonríen; un montón de misiones, todas ellas insípidas y algo estúpidas eso tiene que admitirlo, pasadas juntos haciendo que la complicidad sea inevitable. Finalmente, Eleonor también asiente.
- Una cosa más…
- ¡ELY! - Harry mira hacia el lugar del que proviene la voz. Jason, frente a la puerta del despacho, tiene un brazo alzado y saluda a Harry con una inclinación de cabeza aunque no parece dispuesto a acercarse. - ¡HA LLEGADO UN CASO!
Eleonor se encoge de hombros, le da una palmada en el brazo y sale corriendo hacia Jason. Solo, un poco confuso y muy nostálgico Harry decide que es hora de volver a casa y seguir pensando en su futuro.
xXx
El destino no es una cuestión de casualidad, es una cuestión de elección; no es algo que se deba esperar, es algo que se debe conseguir.
Right when you think you know what to say
Someone comes along and shows you a brand new way
xXx
- Me gusta este nuevo personaje - Draco deja de teclear y le mira por encima del hombro. Harry está sentado en medio del estudio de Draco descalzo y con sus vaqueros gastados llenándose de polvo. Entre los dedos sostiene un montón de folios. - Snot. Los tiene bien puestos.
Draco se ríe por lo bajo y niega con la cabeza, subiéndose las mangas del ligero jersey verde hasta los codos.
- Es un superviviente. Creo que uno de los requisitos para eso es tenerlos bien puestos. - gira la silla, cruzando las piernas mientras bosteza y se estira. Harry empieza a creer que su control sobre sí mismo le podría garantizar una Orden de Merlín de Primera Clase. Otra. Draco gruñe entre dientes. - Todos mis huesos lloran de dolor. No es bonito.
El encuentro con Eleonor de ayer le ha tenido un poco tenso, tiene que admitirlo, y su faceta de Madre Responsable ha decaído un poco durante ese día. Al fin y al cabo, él y los post-its son los que hacen que Draco coma, deberían ser los que le hicieran levantarse y dar un par de vueltas antes de que sus músculos se atrofien. Sin embargo, tiene la sensación de que hay algo que Eleonor no le ha dicho y, sobre todo, algo que se le escapa. Suspira y mira a Draco mientras vuelve a girarse y a ponerse a escribir como si no hubiese estado quejándose hace apenas unos segundos.
Ron ha prometido mantenerle informado. No puede hacer nada más y, si bien podría estar intentando buscar su camino, en esos últimos cuatro días ha encontrado mucho más productivo pasar las tardes ayudando a Draco con su novela. Las rutinas son cómodas, esa nueva rutina además aporta beneficios para todos. Lo único que seguirá intocable pese a su nueva rutina a partir de esa semana es la noche con Ron y Hermione.
Al fin y al cabo, por unas cosas y por otras, llevan demasiado tiempo sin poder reunirse en condiciones. Y echa de menos a Ginny y a Neville. Tiene que acordarse de recordarle a Ron y Hermione que les inviten la próxima vez…
- Bien, le preguntaré al espejo del baño que, obviamente, está mucho más interesado en esto que tú.
Sacude la cabeza. Draco le está mirando con una ceja enarcada y los brazos cruzados. Harry le dedica una sonrisa y un encogimiento de hombros y Draco bufa con exasperación.
- Debería echarte a patadas. Debería haberte echado a patadas ayer cuando te negaste a hacer café. Eso fue un golpe bajo.
- Mucho hablar y poco trabajar, - responde Harry en tono burlón. Ayer Draco le pegó un post-it con esas palabras en la frente cuando Harry llegó y se negó a hacerle café. Hasta que estuvo tan harto de sus quejas que no le quedó otra que preparar café y rezar para que cerrase la boca. - ¿Qué pensarán los vecinos cuando se den cuenta de que ha pasado un minuto sin ningún tac-tac-tac?
Draco suelta una risotada incrédula y niega con la cabeza con las cejas enarcadas. Luego bufa y le tiende un trozo de pergamino con algo que Harry cree es una línea temporal. Estudia el pergamino unos instantes concluyendo finalmente que no tiene ni idea de qué demonios es.
- ¿Te importaría explicarme qué coño es esto?
- Es un eje cronológico - responde, exasperación patente en cada sílaba. - ¿Hasta dónde puede llegar tu ignorancia?
- Me temo que mi ignorancia no conoce límites, - Draco vuelve a reír por lo bajo y Harry se permite una sonrisa autosuficiente antes de volver a centrarse en el pergamino. - ¿Y qué se supone que tengo que hacer con él?
- Léelo.
Y Harry lo lee. Y descubre que hay algo muy extraño…
- Espera un momento…los años se ¿superponen? - la sonrisa de Draco es, a falta de otra palabra más adecuada, brillante. - Pero… ¿cómo…?
- Son los mundos de Gretchen. Te dije que era complicado, - explica y hay orgullo en su voz, orgullo que Harry puede afirmar que tiene todo el derecho a sentir. Lo que tiene entre sus manos es algo tan elaborado que, ahora que sabe lo que es, le abruma mucho más que el montón cada vez mayor de post-its que pueblan la habitación. - Eso es lo primero que hice. Antes de que Gretchen estuviese terminada, de hecho. De ahí ha salido todo esto.
Draco señala el montón de folios al lado de la máquina de escribir y Harry asiente con una sonrisa. Vuelve a leer el pergamino y frunce un poco el ceño al leer el último punto del eje.
- ¿Atemporal? - Alza la mirada. Draco le mira desde su silla con su Mirada de Escritor. Sus ojos grises brillan.
- Todo a su tiempo. Acabas de conocer a Snot. Aún queda un poco más.
Sin más, Draco vuelve a girar su silla y sus dedos vuelven a volar sobre las teclas. Harry decide hacer algo de provecho y se levanta para preparar café. No necesita preguntarle a Draco si quiere uno.
Mientras cruza el pasillo, Celestina Warbeck vuelve a sonar en su cabeza y canturrea. El tono está mal, la letra está mal, todo en general se une para formar un nuevo e inexplorado nivel de mal y desde el pasillo puede oír a Draco gritar "OH POR… ¿CELESTINA WARBECK? ¿EN SERIO?" y "JODER, MIS OÍDOS SE SIENTEN VIOLADOS". Y se siente, pese a todas las complicaciones en su vida y todo lo que queda por hacer, al borde de la risa con las carcajadas burbujeando en su estómago junto a una sensación de tranquilidad que lucha por su puesto contra la inquietud.
Apenas nota su varita vibrar en su bolsillo y el sonido del pico de una lechuza golpeando cristal.
xXx
Snot Darius Belph Van der Weyden no pertenecía a ese colectivo convencido de que la vida está para sufrir y tampoco se sentía especialmente identificado con aquel que creía que había que disfrutar todo lo posible. En definitiva, Snot se limitaba a creer que la vida había que vivirla y esa era la única razón por la que se aferraba a ella como una garrapata.
En un mundo en el que todo era hostil, Snot tuvo que aprender a sobrevivir y el conocimiento le costó un ojo y muchas más fracturas, heridas, cicatrices y golpes de los que era capaz de recordar.
Y, sin embargo, Snot Darius Belph Van der Weyden era feliz. Porque luchar con unas y dientes, matar a las criaturas que acechaban en las sombras y conseguir ver la luz del sol un día más, era la única forma de vida que conocía y la única que era capaz de hacer que el dedo dejase de picarle todo el tiempo sobre el gatillo.