que es lo que se te arranca cuando estudias el Amadís de Gaula pero en realidad lo que quieres es escribir fanfiction de Persuasión. Salió lo siguiente, que recupero para vuestro deleite si es que os atrevéis a leerlo. No hace falta haberse leído ni el Amadís ni Persuasión antes.
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En habiéndole insistido tanto las nobles damas de Romanía y el caballero que con ellas iba, que tenía por nombre el Caballero del Mar, la dueña no pensó que fuera mal que se conociese el buen juicio y la desdicha de su señora, y queriendo así saber de la suerte de aquél que a la infanta más importaba, racontó lo siguiente.
-Sabed entonces que mi señora, la infanta Anneta, hubo un caballero al que más que a sí quería, el cual era el mejor y más leal enamorado que hubier pudiere. Mas su amigo non era de tan digno linaje que merecer la pudiera, y más siendo mancebo que había de probar aún su bondad en las armas. Y siendo mi señora la más buena y virtuosa de las mujeres, y por su virtud no pudiendo curar a su amigo de los mortales deseos que ambos sentían, y que por llevarlos estaban al punto de la muerte, acordó darle mandato que lo mandara a las ínsulas de Romanía, donde pudiese probar su valor. ¡Oh malos consejos! ¡Quién pensar pudiere que tal caballero desleal pudiera ser! Pues sabed que pasados son siete años, y nunca se supieron nuevas de tal caballero como yo os digo.
Habiendo oído esto, el Caballero del Mar fue en tal cuita y congoja que mudó su semblante bajo el yelmo, y a poco estuvo de caer del caballo si su escudero Durín no lo remediase. Y Durín, viendo que ni una palabra podía su señor hablar, dijo con muy buenas razones,
-Pues no habiendo oído nuevas, ¿cómo osáis decir que así sucedió? ¿No pudo ser tan grave afrenta causa de muerte para el leal amador? ¿Acaso no fue cruel y desleal su señora?
-No, por cierto- replicó la dueña, sin parar mientes en el silencio del Caballero del Mar -nunca fue desleal mi señora, que no ha casado ni ha habido amigo, que encerrada ha estado en sus tierras hasta este mes, que su padre la ha mandado llamar a la corte. ¿Mas es entonces cierto? ¿Vos que venís de esas Ínsulas, ninguna nueva habéis de caballero bretón que pudiera ser su amigo?
-Ninguna -dijo el Caballero del Mar, habiendo acordado y vuelto en sí, y membrándose de la grande crueldad de su señora. -Ninguna excepto de un caballero novel, de nombre Galaor, que murió a poco de llegar su nave a tierra.
Muchas y grandes muestras de dolor hizo la dueña de la infanta, mesándose los cabellos y llorando de sus ojos tan amargamente, que a otro caballero hubiera movido a piedad.
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Dicho esto, el mareo es normal. Añado que no me he inventado ninguna de las expresiones, y que si me apuráis os las encuentro en el Amadís. Lo de caerse del caballo de la impresión incluido. Y las Ínsulas de Romanía, también.