Если вкратце, то существует городская легенда, что Барселона была единственным городом с тремя аренами для корриды одновременно. И действительно, был момент когда все три здания существовали вместе, но вот функционировали они, можно сказать по-очереди.
Первой в 1834 году была построена арена в Барселонете “El Torín" Расположение было выбрано крайне неудачно - в портовом районе с обилием маргиналов, узкими улицами и темными переулками, да и качество быков оставляло желать лучшего (говорят именно недовольство толпы быками привело к большому пожару всего через год после открытия). Так или иначе, барселонская буржуазия вскоре покинула старую арену, она превратилась в склады, а в 1946 и вовсе была разобрана.
Индустриальный бум и долгожданное разрешение на развитие города за пределы старых крепостных стен привели к грандиозному строительному буму - появился Эшампль, район престижный и крайне подходящий для публики Высокого Искусства Тавромахии. Так в 1900 году была открыта вторая арена Барселоны, названная незамысловато "Las Arenas"
Но индустриальный бум, он на то и бум что большой, и в 1916 году на той же улице, но на противоположном ее конце, другая влиятельная семья, заинтересованная в корриде, открывает еще одну арену "El Monumental". А уже в 1924 году эта же семья арендует Лас Аренас чтобы избежать конкуренции. С тех пор Лас Аренас становится площадкой для всевозможных представлений от бокса до цирка, но главной ареной корриды быть перестает.
P.S. С 2012 года коррида в Каталунии запрещена. Задолго до этого невостребованная Las Arenas находилась на реконструкции, и теперь это торговый центр. Последняя коррида на El Monumental прошла в сентябре 2011 года.....что делать с этой ареной пока не решили.....
Como es bien sabido, no hay recurso más fácil que repetir una mentira cien veces para parezca verdad. Todos hemos oído más de una vez la famosa fábula de que Barcelona era la única ciudad del mundo que contaba con tres plazas de toros. En este blog vamos a desmontar esa fábula, porque no hay nada peor que dar por hecho las cosas sin analizarlas en profundidad.
En primer lugar… ¿existieron tres plazas de toros en Barcelona? La respuesta es SI. En efecto, coincidieron en el tiempo tres edificios cuya finalidad original era la lidia de toros. Lo cual no quiere decir que funcionaran al unísono durante prolongados períodos de tiempo. Para este análisis, nos vamos a ceñir a la más estricta cronología. Una vez más nos hemos ayudado de la estupenda hemeroteca del diario barcelonés La Vanguardia para desentrañar una mentira taurina que causa vergüenza ajena con sólo oírla.
Para comenzar, hemos de remontarnos a 1834, momento en que se inaugura la plaza de toros de la Barceloneta, conocida popularmente como “El Torín”. Una Barcelona que comienza a recibir inmigración peninsular y que ha vivido sometida a los caprichos del déspota Conde de España, gobernador militar de Catalunya nombrado por el taurino Fernando VII, que ha visto sus calles sembradas de cadáveres, paseíllos de reclusos cargados de cadenas y ejecuciones en la horca de decenas de presos, descubre con algarabía ese nuevo deporte llamado tauromaquia. Los catalanes se aficionan a la nueva moda del toreo, como después se aficionarían al boxeo o al fútbol. El contexto social es el que se puede imaginar. Un barrio como la Barceloneta, estrecho, insalubre e inseguro, poblado por el proletariado más embrutecido que uno pueda imaginarse, no era quizás el mejor sitio para instalar una plaza de toros. Las corridas eran una válvula de escape para gente que vivía más allá del límite de la dignidad humana. De modo que no es extraño que un año después, en 1835, después de unos disturbios motivados por la falta de calidad del ganado que desembocaron en una indiscriminada quema de conventos, las autoridades ordenaran el cierre de la plaza durante 15 años. He ahí los inicios de la tauromaquia en Barcelona. Genial.
La plaza de toros de la Barceloneta viviría sus días como única plaza de la ciudad hasta finales del siglo XIX. Las crónicas asociadas a ella que ofrece La Vanguardia, desde la fundación del diario en 1881, están salpicadas por todo tipo de crónicas tirando a negro. Bombas alojadas por anarquistas, robos indiscriminados de carteras, multas a un torero llamado Conejito por enfrentarse a la policía, detenciones de falsificadores de moneda y un largo etc de escenas delictivas.
Y mientras el glorioso coso de “El Torín” cubría los últimos episodios de su historia cañí, la burguesía catalana abandonaba los viejos e insalubres barrios de la Barcelona antigua. El escueto laberinto de callejas donde proliferaba la tuberculosis se había quedado pequeño. La ciudad se expandía hacia el llano con una inmensa cuadrícula de calles. El plan Cerdà vino a oxigenar una urbe malsana que vivía encajonada entre sus antiguas murallas. Todo ello coincide a su vez con la Exposición Universal de 1888, un evento que supone una gran transformación urbanística y la llegada de la primera gran oleada de inmigración peninsular.
Fruto de ese boom económico y de una creciente popularización de los toros, en 1900 se inaugura la plaza de toros de Las Arenas, situada en el nuevo y flamante Ensanche barcelonés, junto a la plaza Espanya. Justo al lado, se levanta también un enorme matadero. La construcción de esta nueva plaza no estaba motivada por un incremento del número de espectadores, sino por la necesidad de darle un relevo a la vieja plaza de la Barceloneta, ubicando la celebración de corridas de toros en un lugar más amplio y menos conflictivo. Un breve y detallado análisis de las noticias generadas por la plaza de toros de “El Torín” a partir de 1900 deja constancia de su decadencia. Entre 1900 y 1910 en “El Torín” ya sólo se celebraban de vez en cuando novilladas como la organizada en 1909 por la “Asociación de Dependientes Peluqueros”. En 1906 aparecen varias noticias relacionadas con multas y sanciones por parte de la autoridad por la baja calidad de los espectáculos y la falta de seguridad de la plaza. Incluye varias amenazas de cierre. También se habla de su uso como “almacén de balas de algodón”. Muchos artículos, notas y anuncios, se refieren a la plaza de toros de la Barceloneta como “la antigua plaza de toros”. En 1922, aparece como “almacén” del Banco Urquijo en Catalunya.
Sin embargo, el diario ABC asegura que se celebraron novilladas en 1923 (?) El mismo artículo asegura que su demolición se produjo en 1946, pero hemos encontrado una pequeña nota de 1932 en la que se refieren a unos actos celebrados en “los terrenos de la antigua plaza de toros”, lo que nos hace sospechar que mucho de lo que aseguran los medios taurinos sobre la importancia de dicha plaza es exagerado, cuando no completamente falso.
En resumen, la construcción de Las Arenas fue el acta de defunción de la antigua plaza de toros de la Barceloneta, de lo cual se deduce que durante gran parte del siglo XIX sólo existió una plaza, que fue sustituida por otra nueva al llegar el siglo XX. Hasta el definitivo arranque de la Monumental en 1916, sólo Las Arenas cumplió con su papel de plaza de toros, es decir, un lugar donde se celebraban corridas con primeros espadas, estampando grandes carteles. En la antigua plaza de la Barceloneta ya sólo se toreaban vaquillas de vez en cuando.
Y si bien la construcción de Las Arenas se realizó por el lógico y racional afán de descongestionar un espectáculo que congregaba unos 15.000 espectadores, incomprensiblemente, y sin una necesidad real, se construyó una segunda plaza en la misma calle, pero en el otro extremo de la ciudad. Una de las tesis sobre semejante derroche de taurinidad podría basarse en que la construcción de ambos cosos corrió a cargo de dos familias catalanas que tenían intereses en el mismo negocio y una fuerte competencia entre ellos. Quizás la clave a este enigma esté en este artículo publicado en La Vanguardia en 1999:
Cuando en 1914 nace, en el otro extremo de la Gran Via, la plaza Monumental, poco podía imaginar las Arenas que a partir de entonces se vería superada. En 1927, Pedro Balañá -mandamás de la Monumental- arrendó las Arenas a la familia Marsans con el fin de evitar competencias. Y desde entonces su deterioro fue irreversible.
En efecto, la familia Marsans, después de fracasar con los toros, probó suerte organizando viajes.
A partir de que la familia Balañá se hace con el control de Las Arenas en 1927, el recinto comienza a utilizarse para todo tipo de espectáculos. En la década de los años 20, por ejemplo, se convierte en frecuente escenario de combates de boxeo. Durante cincuenta años, las Arenas acabarían alojando de todo, menos corridas de toros. Circos, espectáculos infantiles, festivales a caballo de la Guardia Urbana y grandes conciertos de rock fueron su principal finalidad. Wikipedia asegura que la última corrida que se celebró en Las Arenas fue en 1977. Lo que se celebró el 9 de junio de 1977 fue una novillada a la que asistieron 4 gatos. Y tampoco fue “la última”. El día 23 de ese mismo mes se hizo una “verbena” con fuegos artificiales y un numerito de toreros cómicos. "Otra gran corrida de toros". Después de eso, se hizo el silencio. Mejor dicho: se hizo la música.
En resumen, queda claro que a lo largo de su historia, la tauromaquia sólo contó con una plaza de toros en activo en Barcelona, pero no siempre fue la misma. Como hemos podido ver, el mito de las tres plazas de toros de Barcelona es como el cuento de los tres cerditos pero en versión taurina. Un nuevo argumento de pacotilla que repiten todos mecánicamente intentando demostrar de forma fatua el carácter taurino de una ciudad en la que desde hace 40 años sólo funciona una única plaza de aire geriátrico, gracias a las exhibiciones dirigidas a los turistas. Se puede dar por hecho que entre 1914 y 1946? hubo tres plazas de toros en Barcelona, pero lo que también se puede dar por hecho es que en ningún momento hubo siquiera dos que funcionaran al unísono y a pleno rendimiento.