El Padrino
EL PADRINO
Por: Erol
Londres, 1979.
El rugido de la motocicleta atraía a los transeúntes que a esa hora del día circulaban cerca del parlamento de Londres, las pocas personas que alcanzaban a ver al conductor se sorprendían de la vestimenta tan elegante del gamberro que ni si quiera llevaba casco, Sirius apenas si presto atención a la mirada de los curiosos, ya sabía que los muggle siempre parecían escandalizados por la mas mínima alteración a su rutina.
Dejo la moto aparcada lo más cerca posible a la entrada del registro civil, con mucha suerte y algo de su cosecha existía aun una minúscula esperanza de que James se echara para atrás y no se casara con la “pelirroja constrictor”, una rubia se estacionaba cerca de donde él y le lanzaba una de esa miradas felinas de las que siempre era objeto.
- Lo siento rubia, hoy tengo que convencer a mi hermano que no se case.
Remus ya lo esperaba en la entrada del registro civil, igual que Sirius iba vestido con un frac negro y un moño blanco, la novia había exigido esa vestimenta para los padrinos; esos eran Remus, Peter y el mismo, a diferencia de Sirius a Remus le parecía entusiasmar la idea de entregar a James en sacrificio, además de eso le mostraba insistentemente el reloj en su muñeca, aparentemente el padrino numero uno llegaba tarde.
- ¡Llegas tarde!- fue el reclamo de Remus.
- Qué más da, al que le van a dar cuello es a James no a mí.
- No digas tonterías, una boda no es un funeral Sirius.
- Pues si dejáramos al novio entrar en féretro, no habría gran diferencia lunático.
Ahora los dos merodeadores empezaban a discutir la inminente boda de James, el líder merodeador se apresuraba hacia donde estaban sus amigos, al verlo Sirius quiso darle un derechazo que lo hiciera reaccionar sobre su mala idea de unirse a Evans en un papel, vio a su amigo que parecía haber bebido un tarro entero del mas primoroso néctar y lucia contento, alegre, dichoso; pero aun así no debía casarse, estaba prohibido que un hombre se casara antes de los de los treinta, al menos eso pensaba Sirius que era arrastrado a la sala del registro.
- ¿Ya lo pensaste bien James?
- Sirius ya lo hemos hablado, Lily es la mujer que quiero de esposa.
- Cornamenta- decía impaciente- Tu mismo decías que detestabas a las sabelotodo y ahí vas a casarte con la líder de todas ellas.
- ¡Es maravillosa!
- ¡Remus lo ha hechizado!
- Sirius, déjate de cosas y apúrate.
La sala del registro era un lugar enanismo en opinión de Sirius, el otro traidor que era Dumbledore oficiaría la boda, en la sala ya estaban Lily y su familia, la hermana de Evans tenía cara de urraca.
- James solo mira a tu familia política, tus pobres hijos van a ser ñoños.
En lugar de ofenderse a James le hizo mucha gracia el comentario y se apresuro a tomar a Lily entre sus brazos, Dumbledore empezó la ceremonia preguntando a todos los presentes si alguno tenía un dulce que le regalara, Peter que había estado picando el mini buffet de la pequeña sala se apresuro a regalarle un caja de Ranas de Chocolate donde se movía la foto de Andros el Invencible, una vez que el viejo director se guardo su rana empezó la boda.
Sirius se sentía en una dimensión extraña, escuchaba los lloriqueos de la mamá de Lily, Remus parecía un padre enternecido, probablemente lunático había bebido otra vez mas chocolate de la cuenta, Peter seguía engullendo el buffet, la ceremonia termino en un suspiro y Sirius se bebió de un trago el champagne cuando el padre de Evans anuncio el brindis, hubo que servirle una nueva copa.
- Estoy tan contento de que hayan venido- les dijo James cuando se pudo separar de la pelirroja.
- ¡Mis sinceras felicitaciones!- Remus y James se abrazaron y bromearon sobre la nueva vida de casado que esperaba.
- ¿Tú qué me dices Sirius?
Sirius permaneció en silencio, pensando si sería buena idea darle a James en ese momento el libro 100 Razones mágicas y muggle para evitar el matrimonio, miro de reojo el pequeño encuadernado que llevaba dentro de su bolsillo, con un suspiro abrazo a su amigo hasta romperle las costillas y felicitarlo por su boda.
- Me alegra tanto que al fin vinieras Sirius- le comentaba James- Si no hubieras venido lo más probable es que no me casara.
- ¡Mierda! - fue lo último que grito Sirius.