Aug 15, 2008 01:05
Mis manos tiemblan fuertemente, y mi respiración entrecortada y agitada es cada vez más rápida. No puedo aguantarlo, no puedo, mis ojos se nublan, un atisbo del llanto desconsolado que está por llegar me pone muy nerviosa.
No me encuentro bien, el estrés me mata, y encima me pongo enferma. Como mal, duermo mal, ¿y qué? ¿quién se encargará de mi cuando la fiebre esté a 38 y no comprenda el porqué? ¿quien se preocupará?
Me fuerzo a creer en ti, Dios mío. Intento no pedir ayuda, intento darte las gracias por las cosas buenas que hay en mi vida. Por los pocos días que tengo vida en familia, por los amigos que todavía me quieren, y por él, que me aguanta más que nadie y sin protestar. Por esa esperanza que me aseguran que me das. Pero... no la encuentro...
Por favor... ayúdame... por favor... La noche trae los fantasmas. Las sombras que incesantes me susurran miedos, y me atrapan bajo su manto de terror y desolación. La noche me destroza, me rompe a pedacitos por dentro, y me duele.
Sentada en un rincón, sin poder parar de llorar. Cada vez me quiero menos. Cada vez soy peor.
Lo siento...