De cara a cara con su opresor.

May 14, 2010 00:04

Tabla: Quisiera
Reto: 4.- Ser distintos cuerpos con un mismo fin, ser, cariño mío, ser yo en ti.
Fandom: Gravitation & FMA [Ryuichi y Envy]
Advertencias: Crossover.
Número de palabras: 683



Art (me)

Empujando un sillón pudo encontrar a cierto roedor de extraña coloración, sus ojos se ampliaron al igual que la mueca de sus labios. Inclinose y toparon las puntas de sus dedos frágil y suave criatura - Aquí estabas… - voz aterciopelada; dígitos errabundos por la anatomía cercana llevaban al inanimado hasta cómodo colchón: el pecho del cantor.

Sin acomodar nuevamente aquel mueble abandonó el cuarto, dirección fija, sus pupilas centelleaban, sabía que algo andaba mal, lo sentía muy bien; a pesar de parecer infante la mayor parte del tiempo no era más que un adulto que se cubría de sonrisas y sonrojos, inocencia premeditada con el fin único de lograr sus aspiraciones más macabras.

Mas al atravesar la puerta de la alcoba, esa mirada cristalina nuevamente cobraba vida, sonrió aniñadamente para saltar sobre la cama. El colchón se sacudió logrando despertar a un malhumorado huésped que no escatimó recursos con el fin de dar a conocer su desagrado. Empero aquellos movimientos y vociferaciones, sólo lograban ampliar la sonrisa en el “de menor edad”.

Se revolvió entre las sábanas hasta ocultarse, logrando que sólo la diminuta nariz brotara como pimpollo de entre los pliegues de tela blanca.

- ¿Qué intentas hacer? - voz molesta añadió cuando le vio esconderse.

Se revolvió como gusano avanzando lentamente para quedar cercano a aquella entidad - Kumagoro quiere jugar - así fue como la cabeza rosa emergió rauda y luego se meció logrando que las largas orejas color de fresas rozaran el torso frío y de lívida pigmentación.

Las cobijas saltaron del colchón, dejando a ambos varones al descubierto.

Sonrisa macabra por parte de aquel que había realizado tal hazaña, ojos enormes y empapados en lágrimas le miraban. Arrugó la nariz - ¿Otra vez vas a llorar? - cuatro extremidades pegó al nicho y avanzó lentamente cual pantera al acecho, buscaba horror en esos ojos, tal vez debía de devorar.

Calma, no, nunca, calma no cuando su corazón desbocado amenazaba con saltar de su pecho y arrancar a cien millas por hora. Efusiva negación, el diminuto niño no lloraría esta vez. Sólo aferró el conejo a su torso y entre las orejas ocultó los orbes oceánicos.

Muslos diminutos, le parecieron regiones en las que no se conocía la anorgasmia, yacer hondo, profundo; movedizo en ese ser tan pequeño y a la vez poco sereno.

Lento y cauto retrocedió, pero OHHH… ¿qué pasaría con el roedor de corbatín bermejo? Bastó un empujón para que fuese a parar cerca del ventanal. Mirada azulada se clavó cual puñal en los violáceos contrarios; el chirriar de dientes pudo percibir el de melena larga. Así, como animal fiero, inclinó la cabeza, raudal de hebras verdosas, vertiente que se desparramaba por el colchón que a ambos resguardaba.

Al igual que el contiguo, barrió la sábana que le acogía con el mentón y otro paso atrás dio.

Salto sobre el diminuto dio y se vieron ambas figuras rodar por la cama hasta caer por un costado. Golpe seco y aún así la carcajada de uno se pudo denotar. Locura, ingenio, remolinos de incertidumbres y… pasión.

Ambos entes entrelazados, cazador cazado, ahora yacía bajo el vientre del que ya no más inmaduro se presentaba.

Besos siguieron a los susurros de alto calibre y a los jalones de cabello, antes liso y largo, ahora un solo amasijo de cabellos enredados. Recorría esa humanidad, dejaba marcas a lo largo de la piel y sonreía provocador - Kumagoro dice que separes las piernas na no da… - jadeó en el lóbulo de esa oreja.

Se sacudió enérgico, más al sonido de esa voz se rinde y doblega, gira el rostro hacia un costado y separa levemente las extremidades inferiores.

Roce de ambas pelvis, vaivén lento y aún desesperado, buscaban perder la vestimenta, endulzar el genio y avivar esa insanidad.

Gruñido, tirón. La ropa rasgada resbaló. Sonrisas y mordidas. Un chillido respondió, un jadeo se sumó.

¿Quién habría pensado que un simple hombre mutaría de tantas formas o sólo era la imaginación del señor homúnculo? De un niño angelical y poco sereno, a un hombre audaz que llegaba a ser implacable a la hora de follar.

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Hace tiempo no escribía algo sobre esta pareja dispareja, de hecho, sólo en mi mente parece existir XD~

Gracias por leer, quien lo haga.

dibujo, relatos ilustrados, envy, ryuichi sakuma

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