Minseok es un chico alegre, que siempre le sonríe cuando se encuentran fuera y es capaz de mantener una conversación amigable. Incluso ha invitado a Jongin en alguna ocasión para alguna comida o para maratones de películas los fines de semana. Es amable, y aunque no sean íntimos, probablemente Minseok es la única persona con la que socializa fuera de su rutina diaria.
Sólo hay un problema.
-¡JONGIN!
Jongin cae en el frío suelo con un gruñido, y una cabeza rubia le acaricia un lado de la cara. Sigue intentando apartar a Luhan, pero el gato es muy insistente y cuando consigue ponerse en pie, el felino sigue milagrosamente agarrado a él. Habría sido genial que hubiera sido Minseok el que contestara a la puerta.
Luhan siempre ha sido un poquito demasiado entusiasta para su propio bien.
-¡Deja de molestarlo! -le riñe Minseok, intentando librar a Jongin de los brazos que han atrapado su cintura. La verdad es que cualquiera pensaría que Luhan tiene déficit de atención, pero Jongin está seguro de lo mucho que Minseok lo consiente con cada cosa que pide. Es un gato malcriado y a veces a Jongin le gusta imaginarse una batalla de malcriados entre Sehun y Luhan. Quién ganaría es un misterio porque ambos tienen infinitos grados de malcriadez.
Jongin se ve arrastrado al interior de la casa por el firme agarre de la cola de Luhan en torno a su muñeca y Minseok le dirige una mirada desesperada. Siempre pasa lo mismo y él lo tiene asumido.
-¿Qué te trae por aquí?
Oh, es Nochebuena. Jongin lo había olvidado por completo hasta que ve el enorme árbol en el centro del salón, decorado de arriba abajo y peligrosamente cerca de tener demasiadas luces de colores. Ahora se siente mal por interrumpir su fiesta.
-Lo siento, no quería molestar -comienza, y Minseok suelta un bufido.
-Siempre eres bienvenido. Lo sabes.
Jongin sonríe y asiente, porque ambos le dicen eso todo el tiempo.
-Bueno, venía para ver si Luhan tiene algún pantalón viejo que pueda tomar prestado durante un par de días.
Dos pares de ojos entrecerrados lo miran y traga saliva cuando Luhan abandona su lugar al lado de Jongin y se pone frente a él.
-¿Por qué? -inquiere el gato, con las orejas erguidas.
-Tengo un invitado.
-¿Y no lleva pantalones?
-Llevaba pantalones, pero estaban destrozados, y ahora lleva los míos pero le están demasiado grandes. Tiene más o menos la talla de Luhan.
-Sabes que llevarán un agujero para la cola en la parte de atrás, ¿no?
Jongin tose y asiente.
-Está bien. Él también es un gato -murmura la última parte, pero Luhan lo oye y su sonrisa es suficiente para dar un susto de muerte a Jongin.
-¡TIENES UN GATO!
-¡No tengo un gato! Sólo se va a quedar un tiempo.
Pero a Luhan no se le da muy bien escuchar y ahora está dando saltos por la habitación, cantando «¡Jongin tiene un gatito!». Minseok interviene por fin y le tapa la boca a su gato con una mano.
-Iré a buscarte unos pantalones.
Jongin sale de la casa de una pieza, ignorando el brillo complacido de los ojos de Luhan cuando se marcha con un par de pantalones de pijama grises que, con suerte, no se le caerán dejando expuesto más de lo que él puede manejar decentemente. Encuentra a Kyungsoo sentado de piernas cruzadas en el sofá, inclinado mientras lee un manga, y está tan absorto en la lectura que no se da cuenta de la presencia del otro hombre hasta que se apoya en un brazo y se inclina hacia él.
Unos ojos enormes saludan a Jongin y está empezando a pensar que esos ojos son la razón por la que su corazón siempre empieza a latir un poco más rápido.
-Te he encontrado unos pantalones que deberían valer -explica, ofreciéndoselos al gato mientras intenta no sucumbir a la necesidad de tocar esas mejillas.
Una hora después, Jongin ya no está seguro de que los pantalones nuevos hayan sido una buena idea. Estos no van cayéndose cada dos por tres, pero los viejos no se ajustaban a su trasero y a sus muslos de esta forma. Es una distracción terrible y Jongin se descubre a sí mismo observando cada movimiento del gato mientras éste inspecciona la casa con curiosidad.
-¿Vives solo?
-Así es.
Kyungsoo murmura y Jongin lo sigue cuando sale del dormitorio y baja por el recibidor, y sólo se detiene cuando llega a la estantería otra vez. Parece que es su parte favorita y examina los títulos antes de escoger otro y situarse en el sofá otra vez. El gato parece contento con quedarse así todo lo que queda de día, arrebujado con algo entretenido para leer mientras Jongin sigue con sus tareas habituales.
Pone una lavadora en la que echa su ropa de trabajo de esa semana antes de dirigirse al dormitorio para coger la sudadera y los vaqueros que le había quitado a Kyungsoo la noche anterior. Apenas se mantienen enteros y el gato tiene suerte de no estar en peor forma que con una ligera malnutrición. Jongin hace una bola con la ropa y está a punto de tirarla a la basura cuando de repente se la arrebatan de las manos. Kyungsoo la está apretando contra su pecho y parece que está a punto de llorar así que Jongin se retira despacio, dejando que el gato se la quede. Le tiene apego a la ropa y ve cómo Kyungsoo vuelve a su posición en el sofá, con un manga en la mano y la sudadera roja y los vaqueros sobre su regazo.
Es raro, no hay duda.
Pronto llega la hora de la cena, y Jongin mira su frigorífico con desánimo, contando las comidas que le quedan y dividiéndolas por dos ya que hay otra persona en su casa. La realidad está empezando a asentarse ahora que no está distraído por una cara de rasgos perfectos con un cuerpo a juego. Apenas consigue suficiente comida para alimentarse a sí mismo y permitirse el capricho de un café decente durante la semana y ahora hay un gato con ropa prestada sentado en su sofá y viviendo en su casa. Por un momento muy breve considera llevarlo a un albergue, pero la idea hace que le duela el pecho así que la descarta igual de rápido. Además, los albergues están superpoblados y odiaría que Kyungsoo tuviera que quedarse en un sitio así.
Por el momento, tendrá que apañárselas con lo que tiene y tratar de encontrar algún cupón extra en los folletos del supermercado, tal vez saltarse un par de comidas. La ansiedad nubla su mente mientras Jongin saca dos cenas, esperando que a Kyungsoo le guste el arroz con verduras.
Después de la escasa cena, Jongin le ofrece a Kyungsoo la ducha, a lo que el gato contesta con una sonrisa radiante y ojos brillantes. Es precioso. No pasa mucho tiempo hasta que oye el agua correr, llenando la bañera, y se imagina que un baño también está bien. Jongin no le presta mucha atención, y va a pasar su colada de la lavadora a la secadora. Pero entonces oye una fuerte salpicadura y pega un brinco, con el corazón a mil y los pies torpes al engancharse en la cesta de la colada en su empeño por ir a ver si el gato ha conseguido quedarse inconsciente y ahogarse. Jongin llega ante la puerta cerrada justo a tiempo de oír una risita. Se queda paralizado, el delicioso sonido viaja a través de su sistema como una droga. Kyungsoo se está riendo. Y es increíble.
Jongin agacha la cabeza y vuelve a su colada, luchando contra las imágenes de Kyungsoo hundido hasta el cuello en la bañera. Veinte minutos después, Kyungsoo entra en el salón, con las orejas casi secas mientras que su pelo sigue mojado. Lleva ropa hecha una bola en las manos y Jongin la observa un momento hasta que cae en la cuenta de qué es.
-Oh, um, puedes dejar eso en la cesta que hay junto a la lavadora -indica, y el gato se da la vuelta. Puede que Kyungsoo siga llevando los mismos pantalones de pijama y la misma camiseta vieja, pero ahora Jongin sabe que no hay nada bajo esos pantalones, que sus viejos bóxers están en la cesta de la ropa sucia y cree que eso hace toda la depravación incluso peor.
Kyungsoo está en su lugar favorito otra vez, con un manga en la mano, pero sus ojos no dejan de parpadear y a veces da cabezadas. Jongin juzga que es hora de ir a dormir cuando el gato se cubre la boca con la mano al bostezar y estirarse. Es fácil levantarlo del sofá y guiarlo hasta el dormitorio, arropándolo bajo el grueso edredón, y Kyungsoo está dormido incluso antes de que Jongin apague la luz. Otra sonrisa y Jongin roba el segundo almohadón y una manta antes de salir. Esta noche dormirá en el sofá.
Es la mañana de Navidad y Jongin ni siquiera se acuerda hasta que coge el mando de la televisión (y casi se cae del sofá en el proceso porque no estaba dispuesto a salir de su nido de calidez) y la enciende. Están retransmitiendo el desfile y lo ve con algo de diversión hasta que otra figura aparece tambaleándose por el pasillo y se encuentra con Kyungsoo, con el pelo de punta en ángulos extraños y aún bostezando y frotándose los ojos con unos puños diminutos. Jongin desea coger al gato y acurrucarse con él, hacer cosas indecentes y disfrutar de ellas, pero se conforma con un saludo.
-Buenos días -dice con voz ronca.
Kyungsoo se sobresalta un poco, como si no se acordara de que Jongin está ahí porque sus ojos estaban fijos en el colorido desfile de la pantalla. Se muerde el labio y parece que quiera decir algo, pero Jongin ya sabe lo que quiere y dobla las rodillas para apartar los pies del lugar favorito de Kyungsoo. Éste se lo recompensa con una suave sonrisa y el gato se acurruca en el cojín con las rodillas pegadas al pecho y la barbilla apoyada encima. Es la imagen de un ángel, de un ángel con cola que aparece para golpetear perezosamente el sofá y una oreja izquierda que, Jongin se da cuenta tras un par de minutos, tiembla cada vez que Kyungsoo sonríe.
-Feliz navidad.
La luz en los ojos de Kyungsoo muere y la sonrisa se desvanece de sus labios. Jongin se arrepiente de haber hablado, pero la curiosidad hace que se incorpore y extienda una mano para intentar tocar el brazo del gato.
-¿Qué ocurre?
-Navidad es para las familias -dice Kyungsoo, y sus ojos se humedecen-. Yo ya no tengo familia.
Una lágrima se desliza por su mejilla y Jongin no sabe qué hacer. Nunca se le han dado bien las personas y los gatos son aún más misteriosos para él.
-¿Quieres… quieres hablar de ello?
-No.
Bueno, pues Jongin ya está sin ideas y todo lo que hace es acariciar el brazo de Kyungsoo un par de veces más antes de alejarse. Lo más probable es que si alguien que es prácticamente un desconocido intentara abrazarlo el felino quedaría en shock, así que se mantiene a distancia.
El humor de Kyungsoo no mejora durante el día, su cola y sus orejas se mantienen gachas. Come cuando Jongin pone la comida en la mesa y después vuelve a su lugar en el sofá, a veces durmiendo durante una media hora o así, pero normalmente se queda mirando a la nada. Hay algo vacío en su mirada que Jongin reconoce por su propia expresión cuando sus padres murieron y sabe que no hay nada que pueda hacer en realidad. No hay palabras que puedan curar un dolor tan severo y la única forma de solucionarlo es con tiempo. Kyungsoo necesita tiempo.
La mañana siguiente es mejor, tiene al gato en sus talones mientras prepara los últimos huevos revueltos para el desayuno, mezclándolos con las últimas tiras de jamón. Kyungsoo está prácticamente pegado a su lado y el calor corporal está volviendo un poco loco a Jongin. Los suaves roces de piel con piel están probando los límites de su paciencia y a cada momento siente una cola rozando la parte trasera de sus piernas. Necesita salir de ahí antes de que haga algo estúpido y después de servir la poca leche que queda, sabe exactamente cómo.
Después de decirle a Kyungsoo que volvería enseguida y que el gato contestara con un gesto perezoso de su cabeza antes de hacerse un ovillo para dormir en el sofá, Jongin se encuentra en el pequeño supermercado de al lado de su casa. Empuja el carro pasillo por pasillo, examinando los estantes en busca de ofertas y comida para dos personas que pueda permitirse para toda la semana. Hace una mueca cuando llega al pasillo del ramen, recordando sus años de universidad, cuando sobrevivía a base de ramen durante meses. Con un profundo suspiro, coge un buen montón de coloridos paquetes y los echa junto a la bolsa de dos kilos de arroz. Se asegura de coger más huevos y pan antes de salir.
Yixing alza la vista cuando Jongin entra en la cafetería, con el rostro tan radiante que es imposible no devolverle la sonrisa.
-Pensaba que hoy no trabajabas.
-Y no trabajo, pero he venido a hablar con Wufan, si no está demasiado ocupado. -Jongin no había pensado en parar a por café (y aunque está ahí, no va a comprar café) pero cuando ha visto la tienda, no ha podido evitar pensar en el propietario y sus gatos. Le había dado una idea y poco después ya había aparcado y estaba de camino a la entrada.
-Nunca estoy demasiado ocupado para un amigo -interrumpe Wufan, y Jongin sabe que sólo dice eso porque la hora punta de la mañana ha pasado y no hay más clientes que la señora de la esquina con el teléfono-. ¿Qué pasa?
Jongin tira de Wufan hacia un lado y se sientan en una pequeña mesa para dos, lejos de orejas indiscretas y peludas.
-No querrás otro gato, ¿verdad?
Wufan lo mira con expresión incrédula durante un instante como si estuviera intentando coger la broma, pero no hay ninguna.
-Estás de coña, ¿no? ¿Has visto a esos dos? Todavía estoy recuperándome de… -Las mejillas de Wufan se vuelven rosas y se traga el final de la frase-. No importa. ¿Por qué lo preguntas?
Jongin se aclara la garganta y se mueve un poco en su silla.
-He… acogido a un gato callejero.
-¿¡TIENES UN GATO?!
La voz de Baekhyun suena tan alta en sus oídos que Jongin salta y su cabeza se choca contra la ventana. Wufan se ríe y Jongin se pregunta por qué ha decidido venir a este nido de locos.
-¿Podemos conocerlo? Es un macho, ¿no? No creo que pudieras manejar a una hembra. Tienen demasiado genio.
Yixing bufa y pone los ojos en blanco, haciendo que Baekhyun se vuelva hacia él con un gruñido.
-Exacto. Mucho genio -repite Wufan con los ojos fijos en sus mascotas y un gesto resignado en la cara.
Jongin los mira con precaución mientras ellos intercambian golpes juguetones hasta que entrelazan los brazos y sonríen. Cree que ha conseguido salir sano y salvo de esta, pero está equivocado. Muy equivocado.
-¿Cuándo lo vas a traer?
Jongin no tiene un abrigo de sobra, así que lleva una sudadera sobre su camisa de manga larga con la esperanza de que aumente el tiempo que tardará en congelarse de tres segundos a cuatro. Después de lidiar con los incesantes quejidos de Baekhyun, y al final también con los de Yixing (mientras que Wufan se limitaba a ser inútil en el fondo, sin dejar de reír), Jongin estaba llevando a Kyungsoo a conocerlos. Y el gato llevaba su abrigo, las mangas lo suficientemente largas como para cubrir sus manos y la cara escondida tras el cuello abrochado. Parece un diminuto pingüino adorable con la capucha puesta y Jongin quiere abrazarlo. Pero en lugar de eso lo saca de la casa y lo lleva hacia el coche.
Kyungsoo se detiene de repente, con los talones clavados en el suelo con firmeza y eso pilla a Jongin por sorpresa.
-¿Qué pasa? -pregunta cuando ve el gesto asustado del gato.
-La última vez que estuve en un coche, me echaron de casa.
Jongin da dos pasos para ponerse ante él y se asegura de que Kyungsoo lo mira a los ojos.
-No voy a dejarte en ningún sitio. Vamos a ir a conocer a unos amigos y luego volveremos. Te lo prometo.
Hace falta casi un minuto para que Kyungsoo le dirija un débil gesto de asentimiento y se meta en el vehículo. Jongin no pude imaginarse qué clase de vida ha llevado el gato hasta ahora, pero lo último que quiere es añadir más trauma. Durante el viaje, Kyungsoo mantiene la mirada fija en la ventana, como si estuviera memorizando el camino en caso de que Jongin lo deje atrás. Jongin extiende una mano y presiona su palma sobre los fríos dedos de Kyungsoo. El gato se sorprende y lo mira confundido antes de sonreír y por fin relajarse en el asiento.
La tienda está vacía cuando llegan y Jongin apenas ha sacado a Kyungsoo del coche antes de que Yixing y Baekhyun acorralen al gato, poniéndole las garras encima antes de que tenga oportunidad de huir. Jongin se queda ahí plantado mientras le ponen el abrigo en la mano y Kyungsoo está de repente al otro lado de la habitación, anidado en una de las mesas. Wufan se acerca y le da unas palmaditas en la espalda, tal vez con más fuerza de la necesaria porque Jongin se tambalea hacia delante un par de pasos antes de lanzarle una mirada asesina.
-Es uno de los guapos -comenta, siguiendo con los ojos la forma estrujada de Kyungsoo entre los otros gatos. Y la expresión contemplativa, casi feliz en el rostro de Wufan hace que a Jongin se le revuelva el estómago. No le gusta en absoluto.
-Guárdate esas manos -gruñe Jongin y Wufan suelta una risotada y se apoya sobre el mostrador. El delantal manchado de café se le enreda en el cuerpo hasta que se harta de él y se lo saca por encima de la cabeza para colgarlo a un lado.
-Pensaba que no te lo ibas a quedar.
-No voy a hacerlo.
Wufan levanta una ceja, pero no dice nada más. Los dos observan con divertida curiosidad cómo Baekhyun suelta a Kyungsoo lo justo para ir a por una bandeja de muffins y un gran vaso de leche, entonces procede a obligar a Kyungsoo a comer, quien obviamente está intentando negarse educadamente. Le lanza a Jongin una mirada que dice «socorro», pero eso sólo lo hace sonreír. Kyungsoo se merece un poco de atención.
-¿Con qué lo has vestido?
Jongin se sonroja y vuelve a mirar mal a Wufan.
-No me juzgues. Es lo que tengo. -Se lo piensa un momento antes de acercarse a su amigo-. ¿Conoces algún sitio donde le pueda comprar algo de ropa? No tengo dinero para cosas caras como tienen Baekhyun y Yixing pero necesita tener algo suyo.
-Sí, dame un segundo. Hay una tienda de segunda mano cerca de aquí. Iré a buscar dónde está.
Jongin se acerca a los gatos, que aún están hechos un ovillo a un lado de la estancia, y decide sentarse en una mesa cercana a ellos, pero no en la misma. Sus ojos admiran las mejillas sonrojadas de Kyungsoo y el balanceo feliz de su cola bajo la mesa. Yixing alza una mano y empieza a rascar detrás de la oreja izquierda de Kyungsoo y el gato ronronea. Ronronea. Y el corazón de Jongin se hunde hasta su estómago, porque en todo el (corto) tiempo que han estado juntos, Kyungsoo no ha ronroneado ni una vez. Incluso cuando sonreía y se acurrucaba en su lugar favorito en el sofá con el estómago lleno y un manga, no había ronroneado. Jongin siente los celos en su interior porque él no es la causa. Es Yixing, sus dedos siguen rascando la base de su oreja y ahora Kyungsoo está inclinándose hacia el contacto.
-Te gusta -dice Wufan mientras se sienta en la silla frente a Jongin, que se sobresalta ante la repentina presencia.
-Cállate.
Wufan se ríe.
-Lo retiro. Te gusta mucho.
-No importa. -Jongin se encoge en su asiento y acepta el papel que le tienden con una dirección escrita torpemente-. No puedo quedármelo.
Jongin necesita media hora para conseguir que Baekhyun y Yixing suelten a Kyungsoo. Su victoria es triste, porque la razón por la que lo sueltan al final es porque se acerca la hora punta de la comida y no por las súplicas incesantes de Jongin. Wufan le pone una bolsa enorme de magdalenas y galletas en las manos antes de que se vaya y Jongin intenta insistir en que no necesita ayuda (sí que la necesita), pero Wufan estrecha los ojos y Jongin se traga su orgullo. Murmura un gracias antes de asegurarse de que Kyungsoo lleva el abrigo convenientemente abrochado y sacarlo por la puerta.
Esa noche se sientan en el sofá, mirándose el uno al otro con una película mala olvidada sonando de fondo. Hay un muestrario de magdalenas y galletas ante ellos y van probando cada sabor por turnos. Kyungsoo mordisquea una magdalena con pintitas de chocolate y sus ojos se abren mucho antes de dar un bocado aún más grande en lugar de pasársela a Jongin. Por supuesto, eso es una violación directa de las reglas no oficiales, lo que hace que Jongin se lance sobre él para intentar coger la magdalena, pero le falla la coordinación y acaban cayendo al suelo, Kyungsoo debajo de él, riendo mientras sigue sosteniendo la magdalena.
Jongin siente que se pone rojo y le sorprende que siga teniendo sangre para llenar sus mejillas cuando parece que toda está viajando hacia abajo al darse cuenta de la posición en la que están. Kyungsoo se está retorciendo bajo su cuerpo, todo sonrisas y ojos cerrados y el corazón de Jongin se desboca. Sus rostros están muy cerca y decide dejar que el gato gane esta ronda, poniéndose en pie lentamente antes de perder el control por completo. Kyungsoo no parece darse cuenta, y vuelve al sofá para comerse el resto de su bien merecido premio con una sonrisa juguetona. Un puchero falso se dibuja en la boca de Jongin, que observa la comida que queda antes de decidirse por una galleta de chocolate blanco y nueces de macadamia. Son sus favoritas.
Kyungsoo elige una galleta de chocolate después de la magdalena y Jongin ríe cuando se da cuenta del chocolate que ha quedado en la comisura de su boca. Kyungsoo lo mira con curiosidad a través de sus largas pestañas y tiene que emplear toda su fuerza de voluntad en señalar el borde de su propia boca para que el felino pueda limpiarse, porque es probable que si Jongin lo hiciera, usara su lengua llegados a este punto. Lo intenta varias veces, su lengua rosada asomando para lamer el chocolate y Jongin aprieta el pequeño cojín que tiene en el regazo para mantenerse quieto. Este gatito es una tentación más fuerte con cada día que pasa.
¿Cómo es posible que Kyungsoo no se dé cuenta del efecto que surte en Jongin? Sus orejas se inclinan a la derecha y su cabeza a la izquierda, moviéndose con la música de los créditos que aparecen en la televisión. La película ha terminado y Jongin ni siquiera recuerda de qué iba porque Kyungsoo está sonriendo y sus ojos brillan y tiene migas en las mejillas y Jongin nunca ha querido algo tanto en su vida.
Pero no puede tenerlo. Kyungsoo no es para él.
Jongin lleva al soñoliento gato al dormitorio poco después, diciéndole que duerma un poco. Kyungsoo bosteza y se mete en el baño para lavarse los dientes con un cepillo de dientes de sobra de Jongin, y se las apaña para salir aún más desaliñado que cuando entró. Jongin está preparándose para ir a dormir y ve a Kyungsoo al final del pasillo. Sus ojos se encuentran y parece que Kyungsoo quiera decir algo, pero al final cierra la puerta con una sonrisa triste y Jongin se encierra en el baño para darse una ducha fría.
No consigue dormirse fácilmente, tiene la cara pegada al respaldo del sofá y la manta hecha un lío en los pies después de sus constantes cambios de postura. Y no es porque no esté cansado, porque lo está. Su cuerpo está relajado y sus ojos cerrados, pero su mente no para de reproducir imágenes de Kyungsoo. Hay sentimientos arremolinándose en el interior de Jongin que no ha sentido en mucho tiempo, y no sólo son los situados entre sus piernas, aunque sean buena parte. Kyungsoo es una chispa de vida, un soplo de aire fresco y Jongin se siente asqueado ante la idea de separarse de él. Saber que no puede quedárselo por una razón tan material lo hace enfadar. El dinero no debería ser un factor tan decisivo, pero no puede quedarse un gato al que no puede alimentar o vestir, o sacar a ver una película o al parque o al teatro. Jongin quiere hacer todo eso, llenar su corazón de recuerdos juntos porque se está enamorando profundamente y a toda velocidad.
Lo único que Jongin puede ver tras las filas de estanterías es un par de orejas de gato, y observa cómo a veces se yerguen o cómo una se agacha, y la vez en que las dos se quedan planas. Ha dejado a Kyungsoo suelto por la pequeña tienda de segunda mano para que encuentre ropa, porque sigue llevando una camisa y unos pantalones prestados. Sus reacciones son adorables y Jongin no podría quitarle los ojos de encima al gato aunque quisiera. Y no quiere. No hay probadores, así que Kyungsoo aparece continuamente por el final del pasillo, sujetando cosas para que Jongin le dé su opinión.
De momento ha rechazado varias camisas que parecían demasiado finas para combatir el frío y un par de vaqueros que estaban más que agujereados. Sin embargo, se llevan unos pitillos rojos y no deja de pensar en lo espectaculares que quedarán pegados a los muslos de cierto felino, especialmente ahora que ha empezado a ganar peso suficiente para no parecer desnutrido.
-¿Tiene algún abrigo? -pregunta Jongin, y la pequeña mujer que hay tras el mostrador lo dirige hasta la esquina del fondo-. Muchas gracias.
El hombre obtiene la atención de Kyungsoo cuando ve al felino parándose en seco después de dejar de verlo. El miedo repentino que se le había reflejado en la cara hace que Jongin se sienta un poco culpable por haber desaparecido de su vista. Pero entonces Kyungsoo es todo sonrisas otra vez y vuelve a acercarse a él a toda prisa con otro juego de camisas. Jongin se las quita al gato de las manos y le ordena ponerse un abrigo que cree que le puede ir bien. La mayoría de su selección se limita a chaquetas ligeras y estando en mitad del invierno, Kyungsoo necesita algo mucho más abrigado. Pasa a sujetar las camisas con el antebrazo y ayuda a Kyungsoo a subir la cremallera y a ponerse la capucha, hasta que lo único que ve son una nariz y unos ojos. Perfecto.
La pareja se marcha de la tienda cargados con varias bolsas y algo de alegría saltarina añadida en los pasos de Kyungsoo. Justo antes de subir al coche, Kyungsoo envuelve la cintura de Jongin con su cola y tira de él hasta que sus costados chocan.
-Gracias -dice Kyungsoo, le da un suave apretón con la cola y lo suelta. El gato se mete en el coche y Jongin se queda ahí, pasmado durante un momento antes de recobrar el sentido.
Lo más probable es que, con lo que se ha gastado, no pueda permitirse comprarse almuerzo o café por la mañana durante una semana o incluso dos, pero la cara de Kyungsoo hace que merezca la pena. Kyungsoo lo merece.
Después de lavar y secar los pantalones, Jongin va a casa de su vecino para devolverlos. Por suerte Minseok es el que le abre la puerta esta vez, y se ahorra la experiencia de acabar en el duro suelo de nuevo.
-Lo siento por tardar tanto en devolvértelos -explica Jongin-. He ido hoy a comprarle algo de ropa.
-¿Oh? -El tono de Minseok es un poco demasiado condescendiente para el gusto de Jongin, pero su atención no se mantiene en Minseok durante mucho tiempo. Luhan sale disparado de la casa, casi tirando al suelo a los dos hombres con las prisas. Ambos alzan la vista para ver a Luhan llegar a la puerta de casa de Jongin. Mierda.
Se levanta y sale corriendo tras el gato, con Minseok pisándole los talones y pidiéndole a Luhan que pare. Por supuesto, el gato hace oídos sordos y ya está dentro de casa de Jongin antes de que puedan alcanzarlo. Jongin entra en su salón a toda velocidad para encontrar a Kyungsoo tumbado en el sofá, con Luhan sentado sobre su estómago y sonriendo mientras le pellizca las mejillas al pobre gatito.
-Eres tan precioso -arrulla Luhan, y Minseok se acerca para quitárselo de encima-. ¡Pero quiero jugar con él!
Luhan empieza a hacer mohines y Jongin sabe que eso no es bueno para ninguno de ellos.
-Luego -dice Minseok, mirando a Jongin.
-Claro, luego -repite Jongin, asegurándole al gato que podrán quedar para jugar en el futuro siempre que se marche ahora.
Parece que el truco surte efecto, y Luhan deja de forcejear en los brazos de su amo y permite que lo saquen de la casa.
-Eh, ¿dónde está su collar? Pregunta Luhan justo antes de que la pareja llegue a la salida-. ¿¡POR QUÉ NO TIENE COLLAR?!
La puerta se cierra tras ellos y Jongin no consigue que sus piernas funcionen, no puede darse la vuelta para ver cuál es la reacción de Kyungsoo ante el arrebato de Luhan.
Lo del collar es un asunto muy gordo. Significa propiedad y lealtad y demasiadas otras cosas a las que Jongin no puede comprometerse. Y aunque quiere, aunque le encantaría conservar a Kyungsoo a su lado a pesar de que sólo ha pasado poco tiempo, es imposible y eso le corroe por dentro. No puede seguir posponiendo la búsqueda de un nuevo hogar para él por mucho más tiempo.
En lugar de darse la vuelta y enfrentarse al origen de sus emociones, Jongin se dirige a la cocina para lavar los platos sucios que hay apilados en el fregadero. Hay una sartén de los huevos de esa mañana porque a Kyungsoo le encantan los huevos. Le gustan revueltos, pero le gustan aún más fritos y Jongin había intentado freír un huevo por primera vez. Kyungsoo había estado riéndose todo el tiempo porque Jongin no dejaba de sacar la lengua por la concentración y se quejaba cuando la yema se rompía. El gato le aseguró que no importaba y se lo comió todo igualmente, mientras balanceaba la cola con una sonrisa.
Jongin suspira, pagando parte de su frustración con la sartén al frotar los trozos de comida pegada más testarudos. ¿Cuándo se había vuelto su vida tan complicada? Hacía sólo unos días sólo estaba él y su rutina de normalidad y ahora se está volviendo loco por un gato. Ni siquiera es algo que hubiera querido en su vida, pero Kyungsoo no se parece a nadie que haya conocido. Ni sus amantes anteriores habían conseguido ser parte de su ser tan rápido como Kyungsoo. Le parece que todo es demasiado y no es suficiente al mismo tiempo, como si estuvieran tirando de él desde lados contrarios a pesar de que todo es muy simple.
Necesita dejar de sentirse atraído por alguien a quien no puede tener.
Es más fácil decirlo que hacerlo. Kyungsoo no le mira cuando entra en el salón más tarde, pero Jongin sabe que está un poco tenso por la forma en que la punta de su cola se agita. Puede que el gato sea capaz de controlar las emociones que se reflejan en su rostro, pero la cola lo delata.
-¿Quieres elegir una película?
Kyungsoo levanta las orejas y asiente con una sonrisa. Jongin lo mira con cariño mientras hurga en los DVDs y pone uno en el reproductor, demasiado viejo para seguir funcionando. Y entonces vuelve al sofá, acurrucándose en la esquina, y Jongin está seguro de que ya hay una huella permanente con forma de Kyungsoo en los cojines. Sonríe cariñosamente al ver al emocionado gato antes de apartar la vista para fingir que ve la película. Salvo porque ya la ha visto cien veces y Kyungsoo es mucho más interesante.
No pasa mucho tiempo hasta que el felino empieza a estirarse, con la cabeza apoyada en el sofá y el cuerpo extendido sobre dos cojines. No toca el tercero, en el que Jongin está sentado, y éste se siente un poco decepcionado por la distancia entre ellos. Kyungsoo está evitando el contacto.
A Jongin se le ocurre una idea brillante pero terrible, y extiende la mano con la suficiente lentitud como para que Kyungsoo no se dé cuenta hasta que sus dedos acarician su cabeza. Desde este ángulo puede ver el rostro inmutable de Kyungsoo, pero sus orejas se agitan en respuesta. Jongin nunca ha hecho esto antes, así que rasca con cuidado alrededor de la base de la oreja del gato y cuando Kyungsoo no se aleja, lo hace un poco más fuerte. Kyungsoo suspira, y de repente se acerca más a Jongin.
-Ven aquí -susurra Jongin, y Kyungsoo se tensa y lo mira. Jongin se da unas palmaditas en el regazo y el gato se incorpora lo justo para que su cabeza se apoye en el muslo de Jongin. Está claro que Kyungsoo aún tiene dudas sobre esto y la verdad, Jongin también, pero quiere hacerlo mientras pueda. Usando ambas manos, pasa los dedos entre suaves mechones de pelo que huelen a su champú y poco a poco, Kyungsoo se relaja bajo su tacto.
Es relajante, la calidez de Kyungsoo inunda a Jongin cuanto más tiempo pasan conectados. Jongin descubre que disfruta al sentir las orejas de Kyungsoo bajo sus dedos, de la manera en que su respiración se acelera un poco cuando encuentra un punto sensible (el que hay debajo de su oreja izquierda es el más sensible) y de cuánta satisfacción obtiene por cubrirlo de atenciones. La primera vez que lo oye, Jongin cree que es cosa de su imaginación, pero entonces el sonido persiste y aumenta de volumen. Kyungsoo está ronroneando, definitivamente, y eso hace que una corriente atraviese a Jongin, que sigue moviendo las manos.
Esta vez él es la causa, la razón por la que Kyungsoo está ronroneando y Jongin no puede contener una sonrisa. Puede que se le esté durmiendo una pierna, que un hormigueo esté invadiendo su pierna, pero no le importa porque el gato está ronroneando. A Jongin no le importaría pasar todas las tardes así.
La película acaba, y Kyungsoo, quien Jongin pensaba que estaba dormido, rueda hasta estar fuera de su alcance y se pone de pie.
-Deberías dormir en la cama hoy.
-Estoy bien en el sofá -le asegura Jongin con una sonrisa.
-Llevo todo el día viendo cómo te frotas el cuello y la espalda. Te hace más falta la cama que a mí.
-No pienso echarte de la cama. -Jongin da la discusión por terminada y está completamente preparado para pasar otra noche en el sofá a pesar de lo incómodo que es. Kyungsoo parece no estar de acuerdo, porque se apoya una mano en el costado e inclina las caderas. Guau.
-Entonces tendremos que compartir.
Kyungsoo tampoco está bromeando, porque diez minutos más tarde están tumbados en la cama de Jongin, aunque no se tocan para nada. Jongin no está seguro de que esto sea una mejora en comparación al sofá, ya que lo único en lo que puede pensar es en lo cerca que está Kyungsoo y sus ojos recorren el bulto en el otro lado de la cama cada vez que se mueve. Se frota los ojos cansados con un suspiro y se gira sobre sí mismo, dándole la espalda al gato para quizá forzarse a dormir.
En gran parte funciona, y está a punto de quedarse plácidamente dormido cuando siente que la cama se mueve. La espalda de Kyungsoo se pega a la suya y un suave murmullo llena el aire. Jongin sonríe, demasiado cansado para hacer ninguna otra cosa aparte de hundirse en ese calor adicional y dejar que el sueño lo invada por fin.
Es domingo, el último día de las minivacaciones de Jongin. Mañana por la mañana tendrá que volver a hundirse en su vieja rutina de madrugones y largos días tras un escritorio, y lo empeora el hecho de que el fin de año se acerca rápidamente, con el consiguiente e inevitable papeleo. Está decidido a hacer lo mínimo hoy, tirado patas arriba en el sofá de forma que sus rodillas están dobladas sobre el respaldo y su cabeza cuelga del borde. Kyungsoo está junto a él en la misma posición, moviendo los dedos de los pies y sonriendo cada vez que mira hacia Jongin.
Es agradable.
Es perfecto.
Y Jongin resiste el impulso de atrapar a Kyungsoo entre sus brazos y hundir la cara en su cuello y quedarse acurrucado junto a él durante las siguientes seis horas. En lugar de eso, suelta algo que podría arruinarlo todo.
-¿Por qué estabas en aquel callejón?
Kyungsoo se detiene en seco y su sonrisa desaparece. Cuando se levanta, Jongin asume que se marcha a otra habitación para evitar cualquier conversación sobre el tema, pero el gato se sienta en su esquina del sofá y juguetea con la punta de su cola.
-Mi dueño se volvió a casar -comienza en voz baja, y Jongin se incorpora para sentarse a su lado y cogerlo de la mano, entrelazando sus dedos. Kyungsoo aprieta un poco y continúa-. Su nueva mujer decidió que no le gustaban los gatos, así que me llevó hasta allí y me echó del coche. Se llevó mi collar. -Jongin puede ver cómo le caen las lágrimas por las mejillas a pesar de que Kyungsoo tiene la cabeza gacha para ocultar su rostro-. Pensé que él volvería. Siempre dijo que yo era su favorito.
Se le escapa un sollozo y Jongin pone al desconsolado gato sobre su regazo, deja que Kyungsoo se haga un ovillo sobre él y que llore cuanto necesite. Jongin lo acuna, moviéndose hacia delante y hacia atrás, diciéndole lo maravilloso que es y lo afortunado que se siente por haberlo encontrado.
Lo que Jongin quiere decir es que siempre será bienvenido en su casa, que Kyungsoo debería quedarse y no marcharse nunca. Quiere asegurarle al gato que nadie volverá a abandonarlo, ¿pero acaso no es eso lo que Jongin se va a ver obligado a hacer? Las palabras se le quedan atascadas en la garganta y se las traga hasta que Kyungsoo se queda dormido en sus brazos. Kyungsoo no libera a Jongin de su agarre cuando lo lleva a la cama más tarde, así que el hombre se tumba junto a él y se queda dormido con una pierna sobre la del gato y sus manos aferradas a la camiseta. Lo último que ve son los rastros de lágrimas que brillan en las esquinas de los ojos de Kyungsoo y la pequeña sonrisa que hay en sus labios.
Jongin deja su antediluviano teléfono, que apenas usa, sobre la mesa de la cocina por la mañana, junto al número de su oficina por si Kyungsoo necesita ponerse en contacto con él. Con suerte sólo lo usará en caso de urgencia, porque Jongin tiene una tarjeta prepago. Le echa un último vistazo al gato, que sigue enredado entre las sábanas, antes de irse un poco antes de lo normal. Afortunadamente la cafetería está vacía cuando entra, temblando por la diferencia de temperatura. Yixing y Baekhyun están apoyados sobre el mostrador, hablando el uno con el otro hasta que ven a Jongin acercándose y sonríen.
-¿Dónde está Kyungsoo?
-Me voy a trabajar, Baekhyun. Él sigue en casa.
-Oh, ¿lo de siempre entonces?
-Hoy no. Sólo he pasado para darle las gracias a Wufan.
El susodicho sale y les lanza a los dos gatos una mirada de advertencia para que se vayan. Se sabe que nunca lo ayudan a preparar las cosas y es obvio que siguen tonteando.
-¿Te sirvió la tienda que te dije?
-Fue genial, gracias. Encontramos un par de conjuntos decentes, así que ahora ya no va con lo mismo siempre.
-Tengo algo de ropa para él -dice Wufan, y empieza a rebuscar bajo el mostrador-. Era de Baekhyun, pero ya no se la pone.
Una enorme bolsa de basura cae delante de Jongin y éste parpadea durante unos instantes.
-Guau.
-Sí, bueno, al menos ahora tiene algo de espacio en el armario.
-Esto es… guau. No sé cómo agradecértelo.
-Considéralo como que me estás haciendo un favor. Llevo casi un año pidiéndole que limpie el maldito armario y nada había funcionado hasta que mencioné a Kyungsoo. -Wufan sale del mostrador y levanta la bolsa-. Te la llevaré hasta el coche.
-Puedo apañármelas -dice Jongin con una risita. No es exactamente un debilucho.
-No si tienes las manos ocupadas -añade Yixing, y le pone café y una bolsa llena de comida (probablemente más magdalenas) en las manos.
-¡CREO QUE TENGO ALGÚN COLLAR VIEJO, SI…!
-¡NO! -le grita Jongin mientras salen. Lo último que necesita es pasar otra vez por ese tipo de turbulencia emocional.
A pesar de que se ha retrasado más que de costumbre, aún llega a la oficina antes que Joonmyun, y se toma un momento para disfrutar de su café. Mete las magdalenas en un cajón para llevárselas a casa para Kyungsoo, ya que la mayoría son con trocitos de chocolate. Cuando entra su jefe, con Sehun a la zaga, el gato olisquea y Jongin reserva una magdalena para él. Sehun sonríe mientras come, balanceándose sobre sus talones y quedándose con Jongin en lugar de seguir a Joonmyun como siempre. Aún hay muchos documentos sobre su mesa que tiene que revisar y archivar y eso hace que deje de pensar en otras cosas durante un rato.
A la hora del almuerzo, Joonmyun merodea alrededor de la mesa de Jongin, repasando un error que Jongin había descubierto antes y murmurando para sí mismo. Jongin odia tener que interrumpir, pero…
-Eh, no sabrás de nadie que quiera un gato, ¿verdad?
Además de la atención de Joonmyun también atrae la de Sehun, y el gato deja de tironear del pelo de su dueño para dirigir sus ojos hacia Jongin.
-¿Por qué lo preguntas?
Jongin se aclara la garganta e intenta sonar despreocupado.
-Recogí a un gato callejero.
-¿Oh? -Joonmyun parece sorprendido, pero Sehun está sonriendo de oreja a oreja, sus pequeños ojos están entrecerrados y sus orejas erguidas.
-Me lo llevé a casa para que no se congelara, pero necesita un hogar. Preferiblemente un sitio agradable, con alguien que sepa preparar huevos. Le encantan los huevos. Y le gusta leer manga. Ah, y…
-Parece tu mascota ideal. -La sonrisa de Joonmyun ya no parece tan amable. Está provocándolo, y Jongin frunce el ceño.
-No puedo quedármelo.
-¿Por qué? -Esta vez es Sehun el que pregunta, y el teléfono le salva el culo a Jongin al ponerse a sonar. Joonmyun se lleva el documento a su oficina y gracias a Dios, Sehun lo sigue.
Jongin suspira y vuelve a ponerse manos a la obra tras colgar el teléfono, deseando que su jefe hubiera sido un poco más de ayuda. Ya sabía que Kyungsoo sería su mascota perfecta, si pudiera quedárselo. Ese no es el problema. La reaparición de Sehun más tarde sólo entorpece aún más sus progresos y a Jongin empieza a resultarle difícil no ser borde con el curioso gato.
-Tiene que haber una razón por la que no puedes quedártelo -parlotea Sehun-. ¿Es que huele? Porque puedes darle un baño y ya está. Espera, sabe ir al baño solo, ¿verdad? No es un cachorro, ¿no?
Sehun se está emocionando demasiado y Jongin teme que la silla vaya a romperse si sigue trepando por ella.
-¡Sehun! -grita momentos después, captando la atención del gato-. No puedo permitirme quedármelo, ¿vale? Así que cálmate.
-Oh. -Y Sehun parece deprimido. Jongin intenta animarlo con otra magdalena antes de hacer que se vaya.
Tiene el cerebro molido y Jongin no quiere volver a ver un número en su vida. Ha estado leyéndolos atentamente todo el día y aún quedan un montón para mañana. Suelta un quejido y sale del coche con una sensación de excitación. Kyungsoo lo está esperando. No se había dado cuenta de lo acostumbrado que estaba a la presencia del otro tras sólo unos pocos días, pero no oír la voz de Kyungsoo afecta a su humor. Lo único que quiere es llegar a casa y ver esa sonrisa dulce, oírlo hablar de lo que sea, incluso de números, hasta que Jongin se duerma.
Jongin huele a comida cuando entra por la puerta y Kyungsoo se acerca hasta él con esa sonrisa que tanto había echado de menos.
-¿Has preparado la cena?
-Sí. -Y Kyungsoo apenas le deja quitarse la chaqueta antes de tirar de él hasta la cocina. Tiene una pinta buenísima y a Jongin ya se le ha hecho la boca agua.
-No sabía que sabías cocinar.
-Nunca has preguntado. Pero te enseñé cómo freír un huevo.
-Y me salió mal.
-No todo el mundo es perfecto -se burla Kyungsoo, y Jongin se ríe. Cómo había echado esto de menos, y sólo había estado fuera once horas, once largas e insoportables horas.
Jongin tiene que admitir que de ellos dos, Kyungsoo es el que mejor cocina, y cuando se lo hace saber al gato, es testigo del tono de rosa que cubre sus mejillas cuando agacha la cabeza. Le da una patada juguetona por debajo de la mesa y Kyungsoo se ríe, moviendo su silla y por tanto sus pies fuera de su alcance. Cuando terminan de comer, con el estómago lleno y el cuerpo relajado, Jongin recoge los platos para fregarlos, pero Kyungsoo lo aparta y le ordena que se vaya de la cocina. Escucha una tos y se da la vuelta, pero Kyungsoo ya está en el fregadero y Jongin no le da más vueltas.
Está demasiado cansado para discutir y se deja caer en el sofá. Se le cierra los ojos y no está seguro de cuánto ha conseguido dormir hasta que Kyungsoo le da una palmada en el muslo.
-Ay -se queja, masajeándose el lugar donde le ha pegado-. Estoy despierto.
Jongin se deja caer del sofá y se levanta para ir a ducharse. El agua caliente resulta agradable sobre su piel y sirve para despertarlo con delicadeza. Mueve la mano para frotarse la zona de su pierna que sigue roja, y aunque duele, Jongin sonríe.
-¿Tienes algún hobby? -le pregunta Kyungsoo cuando están sentados juntos en el sofá, sorbiendo ligeramente por la nariz. Tiene un manga en la mano y mira a Jongin con gesto expectante.
-Dormir.
-Eso no es un hobby -dice el gato, chasqueando la lengua.
-Sí que lo es. Y uno muy respetable. -Kyungsoo lo mira fijamente y Jongin se ríe-. Solía bailar para mantenerme en forma, pero no me apetece mucho últimamente. ¿Y tú?
-Esto me gusta -contesta con una sonrisa traviesa, levantando el manga y agitándolo en el aire.
-¿Y antes?
Kyungsoo se lo piensa un momento antes de contestar, eligiendo con cuidado las palabras.
-Mi dueño era un hombre mayor y no podía hacer mucho, así que lo hacía yo; cocinar, limpiar, la colada. No tenía tiempo para mucho más.
-Bueno, ahora tienes todo el tiempo que quieras.
Kyungsoo arruga la nariz y le da una patada juguetona hasta que Jongin le hace un gesto para que se acerque. Pasan el resto de la noche con la cabeza de Kyungsoo sobre el regazo de Jongin, y este acariciando al gato hasta que se van a la cama. Jongin extiende un brazo y deja que Kyungsoo se acurruque a su lado hasta que se quedan dormidos. Si hubiera estado un poco más despierto, Jongin se habría dado cuenta de los signos de advertencia.
Aún está oscuro fuera cuando Jongin se despierta, y Kyungsoo está lloriqueando en sueños, dando vueltas en la cama. Se apresura a sentarse y coge al gato para acercarlo más a él. Sus ojos se abren y Kyungsoo lo mira justo antes de estornudar. Jongin enciende la lámpara de la mesita de noche y la habitación se llena de luz tenue. Kyungsoo se queja, pero Jongin no deja que se aleje. Advierte su cara enrojecida y el sudor en su pelo y entonces el gato empieza a toser. Sólo tiene que presionar una mano sobre su frente y Jongin sabe que tiene fiebre.
-Vuelvo enseguida -susurra. Sale de la cama y se dirige al baño.
En algún lugar del armario tiene medicina para el resfriado, y sólo puede rezar por que sea adecuada para Kyungsoo porque no conoce ningún sitio que esté abierto a esas horas y no puede permitirse llevarlo a una clínica. Encuentra las pastillas y lee lo que pone en la caja, asegurándose tres veces de que es seguro para gatos antes de llenar un vaso de agua y llevárselo a Kyungsoo. Éste los toma, agradecido, y le da las gracias a Jongin con la voz ronca, seguido de otra tos. Jongin se sienta, con la espalda contra el cabecero de la cama para que Kyungsoo se apoye en él. El gato pone la cabeza en su pecho y estornuda. Con suerte, la medicina hará efecto pronto y ambos podrán volver a dormir.
Si no fuera absolutamente necesario en el trabajo hoy, Jongin habría faltado por enfermedad sin dudarlo, aunque sea el gato que hay en sus brazos el que está tosiendo y estornudando. Ha dormido demasiado poco y tiene pánico de dejar a Kyungsoo solo todo el día en este estado, así que toma una decisión. Se va a llevar a Kyungsoo con él.
El gato no opone resistencia y Jongin le pone ropa apropiada para la temperatura que hace, demasiado preocupado con las toses y los estornudos como para ponerse pervertido con la forma en que el cuerpo de Kyungsoo se ha ido llenando al hacer comidas regulares. Ya no parece que sus costillas estén a punto de salirse de la piel, y no parece que sus piernas vayan a derrumbarse bajo el peso de su cuerpo. Al menos Jongin tiene que dar gracias por eso cuando coge al gato en brazos y lo lleva hasta el coche, que ya tiene la calefacción encendida. Lo último que quiere es exponerlo a más temperaturas inclementes de lo absolutamente necesario.
No puede permitírselo para nada, pero Jongin rebusca en los bolsillos de su chaqueta y en los compartimentos del coche hasta juntar suficiente dinero suelto para un café. Si hubiera podido dormir algo esa noche no habría habido problema, pero ya está vacío de energía y esta inyección de cafeína le permitirá seguir funcionando. Yixing sonríe y le saluda cuando se acerca.
-Café, por favor -dice, aún falto de aliento por la carrera. Había dejado a Kyungsoo dormido en el coche en marcha-. Tengo prisa -añade, con tono de disculpa.
Cuando le dan su bebida, deja el dinero en el mostrador y sale corriendo antes de que Yixing pueda decir nada. El gato sigue dormido cuando Jongin vuelve al coche y extiende una mano para tocar su frente. Sigue caliente. Jongin lleva la caja de pastillas en el bolsillo de la chaqueta y llegarán a la oficina justo a tiempo para que Kyungsoo se tome otra dosis.
Cuando Joonmyun aparece después de que Jongin haya arreglado una esquina para Kyungsoo, con una manta gruesa para que pueda dormir encima, se sorprende de no verlo con Sehun. Eso quiere decir que lo ha dejado con Tao, su otro gato (menos necesitado) al que Jongin apenas ve. Por norma general, Sehun sólo se queda con Tao si están en celo, pero por espeluznante que parezca, Jongin conoce el ciclo del gato después de trabajar aquí tanto tiempo y sabe que no le toca aún. Recuerda claramente la primera vez que conoció al otro gato, de aspecto amenazador, con la cola negra posesivamente enredada alrededor de la cintura de Sehun mientras los dos irrumpían en la oficina de Joonmyun sin previo aviso. Su jefe había asomado la cabeza por la puerta unos minutos después, con el pelo hecho un desastre y las mejillas rojas, y le dio a Jongin el día libre.
-¿No vienes con Sehun?
-Pensé que hoy podríamos pasar sin la distracción -contesta Joonmyun, dirigiendo los ojos con curiosidad hacia el lío de mantas que hay en la esquina.
Jongin suelta un quejido y ofrece una sonrisa de disculpa.
-Lo siento muchísimo. Kyungsoo se despertó anoche con fiebre y no podía dejarlo solo en casa.
Al mencionar a Kyungsoo , la cara de Joonmyun se ilumina y el hombre se ríe.
-No pasa nada. Asegúrate de cuidarlo mientras trabajas.
Le echa una última mirada a la forma dormida de Kyungsoo y los deja a los dos solos. A Jongin se le escapa un suspiro de alivio, podría haber ido mucho peor.
Jongin tiene el mejor jefe de la historia del mundo.
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