Destinatario:
medaviolet Título: El Corazón de Nuestra Tierra
Personaje / Parejas: Paraguay (Daniel de Irala)/Brasil (Luciano da Silva)
Clasificación: + 14, porque hay alegorías tristes y es un tema algo complejo.
Advertencias: Batalla de la Triple Alianza (Batalla de Acosta Ñu). Es un fic triste. Y la verdad es que no sé qué más decir al respeto.
- Hay un poco de guaraní (no puse mucho porque sino se me iban a enredar)
- Hay un poco de portugués (también lo usé hasta donde no confunde)
Utilizo la letra de una creación del compositor Federico Riera, Acosta Ñu
En Español:
www.youtube.com/watchEn Guaraní:
www.youtube.com/watch Agradecimientos:
- A
medavio , quien me ayudó con la visión de Daniel y el lenguaje guaraní . Tu ayuda ha sido invaluable
- A
galatea_dnegro , que estuvo ahí con datos históricos, la visión de todos en esta guerra y sobretodo con sus revisiones y sus ánimos. Te adoro.
-A
b_what , quien me ayudó con los diálogos en portugués y cuidó el corazón de Luciano. Gracias por todo, solzinho.
Notas de Autor: Cuando recibí la petición de Santa Secreto no tenía idea de la Guerra de la Triple Alianza (me dijeron algo en el colegio, pero siempre los datos de estas cosas son vagos). No sabía hasta dónde habían llegado los países en este conflicto y debo confesar que, en la medida en que investigaba y leía algunos libros, monografías y artículos de periódicos, me fui llenando de mucho enojo, no quería creer lo que había leído, no podía pensar que esto era verdad (sí, soy tan fail que me enfurruñé con los cuatro, para tristeza de la pobre Gala, pero ya se me pasó)
Y pasó que, buscando en los archivos de la Comunidad, di con un post muy chiquito de
medavio sobre Acosta Ñu, que fue lo que me hizo escoger esta batalla por sobre el episodio del Hospital de Sangre de Piribebuy. Me llegó personalmente y no quise, en principio, seguir con la petición (si, había otra opción en el petitorio, pero no se me ocurrió nada u.u) pero no me di por vencida, y hablé con Galatea D’Negro y un poquito con Medavio al respecto. Ha sido una historia súper intensa y se las ofrezco porque a mí me ayudó a pensar varias cosas y sobretodo, a apreciar y admirar el valor y la fuerza de los Paraguayos. Los chilenos siempre nos envanecemos de ostentar el título de los “que siempre se ponen de pie” pero no hemos mirado a Paraguay: lo que ellos hicieron fue increíble y los adoro. Espero haber tratado la temática con respeto y que la receptora de este fanfic no se sienta defraudada, porque mi corazón chileno no me permitió del todo ser leve con las imágenes.
Vocabulario:
Guaraní
- Ndaiporiveima mba’eve…: Ya no hay un por qué...
- Mavave… : Nadie
- …Che nahaniri: Yo no
- Jahá : Vámonos
- Nde… : Oye (se usa para llamar la atención de alguien a quien se le respeta y se le tiene familiaridad, también reemplaza el nombre)
Portugués
- Escutei, Paraguai: Te escuché, Paraguay
- você é "O coração da América": Eres el "corazón de América"
El Corazón de nuestra tierra.
"Aprendimos a vivir con humildad pero sin bajar la cabeza. Siempre hay que empezar y volver a empezar esperando el mañana."
[
medavio ]
"It's our history, we can't change. The horror has been done and it will be forever there. But we can make sure this will never ever happen again. So we can honour not only our past but our present"
[
b_what ]
El viento revuelve sus cabellos y agita los altos pastizales con cierta furia. Sentado en los escalones rotos del Monumento a lo Niños Mártires de Acosta Ñu, Daniel se siente más solo que nunca, ante el descuido del tiempo: La pequeña tumba ha sido rota, las puertas del mausoleo tienen trozos de vidrio a medio desintegrarse, como los ojos caídos de un viejo que apenas puede mirar.
Y la maleza.
¡Cómo odia esa maleza!
Imperturbable, crece sin control el maldito pastizal que se tragó a sus hijitos hace ya más de ciento cincuenta años, como si el tiempo estuviera detenido, como si jamás la tierra temblase bajo los pies menudos y luego llorase con las madres en medio del fuego la muerte y la vergüenza de un continente entero, bañando en sangre e inocencia desgarrada por la borrachera de la guerra. De sólo sentir el aroma de esa tierra yerma y dura el vientre se le retuerce con dolor de padre y madre, como sólo una Nación pueden sentirla en las entrañas.
Hiere, da rabia, enojo, consigue que se le encienda la sangre tal y como ardió esta tierra para devorarlo todo y tantas preguntas que resuenan en su mente aún están allí en su alma, apagándole el verde vivo y salvaje de la mirada, tornándolo pantano. Tantos reproches, tantos dolores. Ese día, el Conde d’Eu no sólo ganó una batalla importante o dio la primera traza al final de esa terrible historia que fue la Guerra de la Triple Alianza, también le arrancó un pedazo del corazón a Daniel de Irala, un trozo que jamás volvería a recomponerse, porque cada año, al mirar a sus hijos y a los hijitos de estos, sonrientes, los ojos vacíos y los llantos de los muertos le acosan sin control abriéndole la espalda con ramalazos pérfidos, recordándole este crimen, este error.
La brisa sopla nuevamente y sus ojos verdes se concentran en el tereré frente a su rostro perdido en los recuerdos.
- Me imaginé que ibas a venir para acá.
Vestido con un pantalón y polera blancos, Luciano resalta en ese cuadro como el extranjero que es. Daniel lo contempla, callado y tras meditarlo, acepta el tereré, su manto de intimidad cubriéndolos mientras comparten la bebida fría y algo amargo.
- Sabes que vengo a darme una vuelta de vez en cuando -contesta por decir cualquier cosa. El carioca quiere hablar, esto duele mucho para él también.
- Yo…
- No lo hagas de nuevo, Luciano. Yo no estoy listo para hablar de eso todavía -señala con calma y vuelve sus ojos hacia el campo vacío frente a él-, no te atrevas a decir lo siento, Ndaiporiveima mba’eve…
El tiempo, el tiempo es tan raro; se ha comido el concreto de esta estructura con cascarones blancos de pintura, ha hecho avanzar a la maleza hacia el cielo, ha convertido en jirones la bandera Paraguaya en el mástil a mal traer, pero aún no consigue llevarse de Daniel la profunda tristeza que le enfría el alma cada vez que siente que Brasil va a decir “lo siento” por Acosta Ñu.
¿Quién puede pedir perdón por la muerte de los niños?
Mavave…
¿Quién puede perdonar la muerte de los niños?
…Che nahaniri.
¿Quién puede elevar la mano contra un rostro pequeño, aunque este te mire lleno de coraje y deseo de luchar? Hay que tener el corazón vacío para cebarse con criaturas que no te llegan ni a la cintura, hay que tener la cabeza llena de maldad para esgrimir el arma y asesinar un espíritu que apenas está comprendiendo qué es el mundo. Nadie tiene derecho a arrebatar una vida que apenas ha visto la luz del sol o disfrutado de la sonrisa de su madre.
Antonio y Gabriel fueron padres crueles que nos vejaron incontables veces, borrándonos la memoria, llenándonos de cicatrices, rompiéndonos la piel porque los teníamos que obedecer, teníamos que volvernos blancos...
Aún puede ver las lenguas de fuego lamiendo con lujuria los cuerpos de los muertos.
... aprendimos bien.
Olvidamos que éramos hermanos, que éramos pampas, tupíes, charrúas y guaraníes que alguna vez logramos compartir esta tierra que no tenía límites. En esa guerra sólo fuimos juguetes moviéndonos con espadas y bayonetas para quebrar la tierra con nuestra ilimitada corrupción.
Sólo fuimos muerte y maldición.
Nde... ¿Por qué sigues pidiéndome perdón, si ya te perdoné hace tanto?
Luciano aventura su mano y toma la zurda que Daniel ha posado sobre el escalón, sin que éste la aparte al sentir su tacto.La brisa le revuelve los cabellos ondulados y puede oler el campo arrasado, ese calor nauseabundo que cierra la garganta con lágrimas de impotencia, la figura sombría del Conde d’Eu inconmovible ante los lamentos de los niños y las madres consumiéndose en este infierno.
Da Silva luce aún tan arrepentido, pensando otra vez...
Para esto no hay excusa ni explicación y aún así, me gustaría que pudiéramos encontrar la manera de sobrellevar este error.
Brasil no sonríe, no mira a Paraguay; tal y como él, tiene los ojos aceitunados fijos en el campo iluminado por el sol de ese día de primavera, sombrío el rictus de su boca.
No importa que no pueda pedirte perdón con la voz, Daniel o que me digas cien veces que ya estoy perdonado. Tú lo sabes: Para mí esto fue un terrible dolor y lo será toda la vida, puedes sentirlo en el latir de mi corazón, ya no sé cómo desprenderme de él.
El tereré empieza a acabarse en la guampa.
- Jahá -la voz de Paraguay está doblada por la tristeza-, Sebastián se pondrá nervioso si nos tardamos más.
Se ponen de pie.
Allá en mi tierra bordeando el monte
se extiende el campo de Acosta Ñu...
Las manos no se separan, Daniel entrelaza sus dedos con los de Luciano, sin mirarlo a la cara.
… llano florido que en su silencio
recuerda aquella guerra guasu.
No sé si un día pueda tratarte como antes, Brasil; lo que sucedió está aún muy vivo en mi alma y en mi propia tierra, pero no es porque no tengas derecho...
Pechos de acero y corazones
escalonaron py´a guasu...
Sino porque, antes seguir, debo encontrar consuelo para mi espíritu. No debí dejarlos luchar, no debí permitir que se enfrentaran a la guerra aunque eran todo lo que quedaba de mi pueblo.
Hijitos, ojala me perdonen ustedes por este sacrificio...
… y hasta los niños de sangre joven
dieron en aras de Acosta Ñu.
Son los héroes de esta tierra que los besará sin descanso hasta que se caiga en pedazos. Nadie como ustedes dio un ejemplo tan grande de su amor por mí, por su Nación. Siempre contaré su historia, para que los adultos no se olviden de lo fuertes, nobles y aguerridos que son sus hijos, de la bendición tan grande que se les da al tener la oportunidad de estrecharlos en sus brazos cada día y verlos crecer.
- Nde… -Brasil lo miró con fijeza, esos ojos dulces vueltos agua ante el dolor que deben contener- No volverá a pasar ¿me oyes?
Niños, ancianos, todos cayeron
al juramento de "antes morir"...
- Escutei, Paraguai -le dijo, sonriente, el amor de ese muchacho cálido en su pecho.
Antes de que Daniel pudiera secarse las lágrimas, Luciano posa sus dedos sobre las mejillas y borra las húmedas huellas, dándole un beso en la frente.
- Tengo los hijos más hermosos del mundo entero -dice de Irala, emocionado-. Nadie es tan afortunado como yo ¿sabes? y lo recuerdo cada día, al agarrar el tereré, al escucharlos reír, al verlos luchar por un mejor futuro.
… sólo una cosa quedó en su puesto
la raza heroica del guaraní.
- Por eso -musita Da Silva con dulzura y amor- você é "O coração da América", Daniel de Irala
Y tomados de la mano abandonan ese lugar, el viento se ha tornado un poco más dulce, para acariciarlos.
No importa cuántas veces la Muerte nos arrebata a nuestros hijos, no importa si se los lleva en el sueño o en la guerra, seguimos de pie, es parte de nuestra esencia latina. Y seguimos adelante, sonrientes, viviendo nuestras vidas con el perdón en el alma, más no el olvido; esto es lo que mis hijitos hubieran querido...
...Que de la amarga guerra saquemos la dulce lección: Los niños son el futuro y debemos protegerlos a costa de la propia vida, orgullosos porque en ellos se encierra el alma de nuestras Naciones.