Por fin está completo :D
1-. Eso que se escapa
haruko_hiSalir por un día a la playa cuando están reunidos en un lugar tan bonito como Punta del Este es un gusto que Benjamín agradece bajo el enorme quitasol verde de Luciano, con una delgada polera blanca, bermudas rojos, unos gruesos lentes de sol y el libro de turno en el regazo, gozando del viento en sus mejillas y de la algarabía de las personas su alrededor.
Desde su posición privilegiada (junto a Daniel quien, vestido de la misma manera casta, bebe un tereré con chupeteos ruidosos para mostrar su comodidad al lado del chileno) puede contemplar la dinámica de sus otros compañeros: el cómo Luciano disfruta armando un castillo de arena, sentado como un niño entre las dunas, a María y Catalina nadando no muy lejos, divertidas en sus competencias sencillas, Miguel y Julio caminando y hablando un poco más allá… en fin, todos en sus distracciones favoritas.
-Oye… ¿dónde está Sebastián? -pregunta Alfaro al notar que Martín se mueve de manera sospechosa bajo el quitasol vecino.
-No tengo idea -es Daniel quien responde, acomodándose la vincha para despejar su frente, los ojos completamente cerrados.
-Pero…
-No, déjalo -Paraguay baja su voz para que solo él lo pueda escuchar.
Benjamín se encoge de hombros, mientras Martín lo observa, alejándose de las cosas de su primo con una sonrisa ladina que no pasa desapercibida para él, haciéndole un gesto para que guarde silencio.
-Whaateveer...
Cuando llevas cierto tiempo conviviendo con ellos (en términos pacíficos) empiezas a entender en qué punto dejan de ser países y se comportan como seres humanos; hermanos, primos, vecinos, amigos, etc. Uno de los pasatiempos preferidos de Martín es jugarle bromas a Sebastián: Según él, es su manera de demostrarle el cariño que le tiene, aunque Benja cree que es otra forma retorcida para demostrar algo más allá de su propia comprensión. De todos modos Daniel sigue descansando sin preocupación alguna, así que Chile se recuesta en su silla y vuelve a leer, casi olvidándose del incidente.
-Hace calor -Artigas, mojado de pies a cabeza, busca sus anteojos y tras ponérselos saca su termo del bolso, disponiéndose a tomar un poco de mate.
-¿Quién toma mate caliente en pleno verano? -inquiere el chileno recordando de pronto a Martín. Uruguay le queda mirando.
-Yo -Alfaro se sonroja.
-¿Me puedes decir qué hora es? -pregunta cuando Sebastián acerca los labios a su mate otra vez.
-Las tres veinticuatro -el joven rubio se le queda mirando ante la interrupción intencional.
Y Chile se siente en el deber moral de evitarle un disgusto.
-Es lindo este lugar…
-Me alegra que te guste.
-Oye…
-¿Qué?
-¿No quieres una bebida, mejor?
Daniel se muerde un labio con disimulo mientras su primo suspira largamente y mira a Chile con su mejor sonrisa para responderle:
-No.
-Pero…
-Si pensás que voy a dejar el mate porque hace calor, olvidalo, Alfaro -termina por decir Sebastián, algo cabreado-. Yo soy así, dejame tranquilo -Benjamín entonces vuelve a su libro, frustrado.
Que no diga que no se lo advirtió.
-¡¡Martín!!
Sí, como Benjamín cree, hay algo más allá en las bromas de Argentina. Y cuando lo entiende y se voltea para refunfuñar, nota cómo Daniel se desliza entre risitas de su silla y corre para alcanzar a Julio y Miguel, muy lejos de donde él pueda agarrarlo.
2-. Un gesto
galatea_dnegro(Ayar e Itanú, oc's de
galatea_dnegro)
-Agradecimientos a
haruko_hi por betearlo
-No.
Es una palabra que escucha demasiado seguido y cada día lo desespera más.Ya llevan casi un año como novios e Itanú Da Silva, hombre acostumbrado a decir: quiero…y que el mundo se arrastre tras él (literalmente) no soporta por mucho más la disciplina espartana de Ayar Yáñez, quien lo mira con fijeza y luego sigue comiendo su helado de menta y pistachos con esa expresión terrible que nadie puede quitarle.
“Ya no lo aguanto ni un minuto más.”
Piensa con desesperación Da Silva, acariciándose una rodilla bajo la mesa para evitar cualquier salida de libreto.
La gente pasa por el lado de ellos en la concurrida cafetería sin verlos ¿quién sospecharía que estos dos muchachos hablándose fueran tan… diferentes? Sobretodo si Da Silva suspira mirando al techo con un gesto aburrido mientras acaricia la trenza como si fuera otro ser vivo.
-Deja de comer ese helado frente a mí.
-No.
¿Qué más puede hacer el pobre Itanú? Ayar está comportándose como un reverendo niño con pataleta y es injusto porque lleva ya varios meses conteniéndose para no comérselo como a la caperucita roja.
Es por eso que su pierna se mueve, acomodándose entre las de Ayar bajo la mesa que los obliga a estar casi pegados, por lo chiquita que es. Yáñez eleva su ceja sin dejar de lamer la cuchara de su copa, los ojos verdes intensos sobre los negros que destellan con una intención curiosa. La trenza larga sobre el hombro se agita apenas cuando el mayor esboza una sonrisa triunfal al descubrir cierto…
¿Cómo decirlo?
“… prometedor detalle.”
El Prodigio le sonríe con descaro.
Es tentador. Su amado estudiante de arquitectura parece un poco incómodo con la situación en sí misma. No están en cualquier parte; es un centro comercial, un espacio donde hay todo tipo de gente y la mesa no tiene mantel. Se nota todo y Yáñez se siente un poco acosado…
No, acosado no es la palabra.
Mientras intenta describir su propia situación, Itanú se vuelve un poco más osado y le toma la mano por sobre la mesa, le mira con esa intensidad característica y con un cuidado increíble le acaricia el dorso, relamiéndose. Más que el gesto, la mirada pone a Ayar bastante inquieto por algunos lados y de no ser porque se atraganta con un pistacho habría salido corriendo. No puede y se queda ahí, con las mejillas encendidas y los ojos de su novio muy prendidos en los suyos, una mezcla de deseo y
ternura que lo hace sentir extrañamente seguro en el fondo de su corazón, aunque por fuera luce escandalizado.
Es una caricia, simplemente. Es la manera en que Itanú se expresa, una línea delgada entre la sensualidad y la ingenuidad más profunda. Ayar no sabe tanto de su vida, pero entiende que estuvo por varios años solo y esto hace cada intención más profunda y significativa.
Y a pesar de que le duele la garganta por el pistacho, sonríe para él, como siempre.
3-. Reincidente
tamayonomura(AU_Hogwarts/ Nyo! Chile (Millaray Alfaro)
Arthur Kirkland sonríe con cierta malicia en las pupilas verdes mientras cuenta sus envases de cristal y constata que uno le falta. No es algo común, ciertamente; el despacho del profesor de Pociones de la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería se caracteriza por su seguridad. Precisamente esto hace que cada vez que le falta uno de sus amados frascos, el hombre rubio se note contento en vez de mostrarse furibundo.
Después de todo, solo un valiente podría cometer semejante estupidez sin saber las consecuencias de sus actos. Un valiente reincidente, vale añadir.
***
-Déjalo en paz…
Daniel suspira con desesperanza ante la insistencia de Martín por acercarse a Benjamín este día. No es que no lo vea nunca, pero por algún motivo (que De Irala solo puede imaginar) su primo se encuentra más inquieto que de costumbre. A su lado en la clase de Herbología, Sebastián suspira nada más y vuelve a revisar su libro para que nadie le hable en el resto del día.
Es evidente para él que su primo está intentándolo de nuevo.
“¿No puede hacerlo como la gente normal?:”
***
Tras un par de días Martín se encuentra lo bastante cerca de Benjamín Alfaro como para deslizar en su jugo de manzana el contenido del pote. Lo hace en el Gran Salón, desde cuya Mesa Alta Arthur Kirkland le observa disimuladamente mientras Francis y Gilbert discuten sobre cuántas fracturas son necesarias para suspender un partido de quidditch.
“Lo disfrutaré mucho…” se dice el inglés mientras Benjamín bebe de un trago su jugo sin que nada extraordinario acontezca…
Por el momento.
***
Hernández deja pasar un par de horas perdido en la biblioteca para calmar su ansiedad. No es que sea un tonto enamorado, es un tonto tímido (en palabras de Sebastián). Aún no supera que Benjamín le haya dado un beso en cuarto año y no sabe cómo decirle que le gusta desde primero. De hecho, le da tanta ansiedad que no le dirige la palabra desde entonces y el chileno está seguro de que lo odia a muerte.
Pero su mala suerte se va a terminar ahora mismo. Porque lo que este Gryffindor de ojos verdes le ha dado a su compañero es una poción de amor birlada al mismísimo Kirkland, lo que asegura su efectividad. Con esto no será necesario pedirle nada porque Benjamín saltará a sus brazos y él mismo le pedirá una cita. Sí, la pura idea le hace sonreír, ufano de su profundo ingenio.
Por eso, cuando llega al Gran Salón, se siente algo consternado.
Donde se supone que debería estar Benjamín (porque debe estar ahí, lo citó con una lechuza) se encuentra una muchachita de ojos castaños, muy correcta con su faldita gris y su capa de Gryffindor, bebiendo a sorbos pequeños una taza de té aromático. Su cabello castaño le cae hasta el pecho menudo y sobre su oreja izquierda luce una hermosa flor de canelo con cintas de colores, perdiéndose entre las guedejas chocolate con prestancia. Al ver a Martín se pone de pie, revelando bajo las formas de la capa las caderas que compensan la falta que tiene más arriba.
-Che andate, estoy esperando a alguien… -le riñe el argentino olvidándose de sus modales por la impaciencia.
-Fue lindo de tu parte -le interrumpe la niña con una sonrisa dulce y un tono peligroso en la voz suave-. La próxima vez no me metas pociones en la comida. El profesor Kirkland siempre las cambia cuando las guarda para que el ingenuo que las robe se lleve un chasco.
Martín parpadea hasta comprender la situación.
¿Benja…?
-¡La pu….!
Tras los relojes llenos de joyas, el profesor de Pociones debe morderse la boca hasta sangrar para que nadie lo escuche reír.
Y como Galatea es la best brujita ever, me dibujó la versión Nyo! de Benjamín <33333
Esta en ese link de abajito.
http://galatea-dnegro.livejournal.com/55129.html#cutid1 4-. Lo que no cambia
ran_mouri(Hong Kong, Inglaterra y hermanos británicos, oc's de
ran_mouri :Con mucho amor para ti, por tu infinita paciencia)
(Agradecimientos a
galatea_dnegro por betear)
1 de Julio de 1997
La bandera de Gran Bretaña, el Reino Unido, desciende de su pabellón en el más solemne de los actos, Arthur silencioso en un rincón donde las cámaras no lo enfoquen. Un poco más allá, Hong Kong le mira de reojo, callado y taciturno. Los hermanos de Inglaterra, lejos de toda la acción contemplan la escena en un ambiente tranquilo y al mismo tiempo cargado de significados porque, cuando algo como esto acontece, hablar estropea el momento de intimidad que se vive; incluso cuando la distancia dentro del mismo salón es grande, están juntos, pasando el mismo proceso.
Arthur le dice adiós a un hijo de nuevo, así como ha tenido que dejar a tantos otros, en condiciones más afortunadas o menos serenas. Y a pesar de que la ceremonia marcha a la perfección, perfecta, pacífica, incluso aséptica, el dolor que se apodera de los ojos verdes no deja de ser visceral; el impulso de regresar con la Armada casi incontrolable.
Cada vez que Inglaterra pierde una parte de sí mismo no puede evitar sentir este anhelo de rebelarse y recuperarlo todo.
No se trata únicamente del territorio o la influencia comercial, o de ceder algo que fue tuyo a otra persona; sus hermanos lo adivinan en su mirada porque son pocos los que pueden decir que le conocen de verdad: se trata de dejar ir a alguien que aman intensamente.
Después de todo, aunque pocos lo tomen de aquella perspectiva, Kirkland no es el único que pierde a un hermano.
Ellos también están ahí para despedirse de Li.
La ceremonia acaba y los hermanos británicos se dirigen al yate Britannia caminando al mismo paso, uno al lado del otro como un compacto muro, confortando a Arthur en esa soledad privada que comparte solamente de esta forma, dejándolos caminar junto a él.
Li se separa de Yao, quien lo deja ir con una mirada reprobatoria pero sin hacer nada por detenerle para alcanzar a los cuatro con pasos ligeros y veloces. Una salida de protocolo en toda regla que nadie contempla, obnubilados por las fanfarreas un poco más allá. Con decisión se para frente a ellos, midiéndose por un instante en silencio:
Con su rostro decidido y sereno, su estatura definida y esa presencia que no necesita de sedas y telas para imponerse los mira a todos, uno a uno, sin abrir la boca, su alma desnuda para que todos la contemplen y vean que el pequeño Li es ahora todo un hombre.
Sin palabras.
Sin palabras Li rodea con sus brazos a Arthur, apretándolo contra su pecho con la misma intensidad que recibió en el pasado de Inglaterra y de cada uno de esos maravillosos y fuertes hombres en todos los años que vivieron juntos. No importa el cómo, el cuándo o el por qué, cada uno de ellos es y será para siempre su familia.
Y como una familia los cinco se abrazan entre sí, sin aspavientos, sin lágrimas, porque a pesar de ser esta una despedida también es el momento de recibir una profunda alegría:
En el fondo de su alma, ese muchacho no los olvidará jamás. No importa si esto en sí mismo es una afrenta, si lo ganaron en una guerra, no interesan esos detalles en este segundo. Lo único que importa es que para bien o para mal hicieron una vida juntos y los lazos así no se rompen jamás.
Y Li, en el fondo de su corazón se siente aliviado porque al mirar en los ojos de Arthur comprende que siempre que lo necesite (como ahora) recibirá el beso solemne de aquel tigre oceánico en sus cabellos oscuros.
Muchas gracias por esperarme, aunque no cumplí el plazo que les prometí. Lo siento muchísimo y espero que estos trabajos valgan la espera.
Besos.