-¿Qué te pasa? -pregunta ella.
Silencio.
-¿Qué te pasa? -repite
-Nada.
Ese es el problema.
-¿Nada? Algo ocurre...
-Sí...
-Cuéntamelo... -dice ella.
-No sé que me ocurre -dice-. Una mala racha, que se suele decir ¿no?
-Ojalá pudiera explicarte como me siento, como si explicándotelo todo volviera a ser como antes -contesta ella, cortándole.
-¿Cómo antes cómo?
-Cuando todo iba bien, cuando no dudaba, cuando lo veía todo claro.
-Cuando no te importaba.
Pausa. Silencio. Se muerde el labio.
-Es mi culpa. Lo sé, es mi culpa. Cuando no me importabas, ni tú ni ellos, todo iba bien, lo veía, pero no lo sabía disfrutar, no podía disfrutarlo, no era lo que mi corazón me decía. Y ahora, ahora mi corazón está con vosotros -pausa-. Contigo. Y parece que ahora se acabó, que no va a volver a ser como antes. Y siento haber malgastado el tiempo, quiero volver atrás y decirme a mí misma: "Disfruta de esto, siéntelo, vívelo, porque algún día se va a acabar" Y siento como si ya hubiera llegado ese día.
-No -corta él.
-¿No?
-No -repite-. No se ha acabado. No pienses que se ha acabado porque no es así. Ninguno va a dejar que esto acabe -la mira a los ojos por primera vez en toda la conversación-. No dejaré que te quedes sin disfrutar de esto.
-También quiero disfrutar de ti... ¿Volverás?
-Nunca me he ido. Pero te lo prometo, volveré para vos.