{Disclaimer} Harry Potter es de creación de J.K, mis fines son enteramente lúdicos.
{Género} Romance, Family, Drama.
{Pairing} Harry/Draco;
{Advertencias} Universo Alterno.
{Notas} Si hay algo que me molestó del libro de Rowling fue su poca capacidad de darse cuenta que nadie pasa por alto a un niño tan abusado como Harry, manera superficial de tratar grandes problemas.
* Kastan significa Casta *
Capítulo 2
Evanescencia
Sus ojos grises se abrieron ya entrado el mediodía, el suave calor que tenía sobre su pecho le anunció que todo lo que había creído un sueño era real. Dejó escapar un sollozo mermado, no quería despertar a Harry aún, no después de no saber cómo estaba su salud. Estaba más que segura que no lo había visto un Medimago, cosa que quería solucionar inmediatamente, pero estaba segura que si ella se presentara con su pequeño nieto en San Mungo no tardarían en sumar dos más dos antes de verse envuelta en un mar de « Es Harry Potter », porque estaba casi segura que la voz ya se había corrido por toda Gran Bretaña.
-Ama ya despertó, ¿Desea que Tinny le traiga el desayuno a la cama? -tan confusa como ayer, inclinó su cabeza asintiendo aún perdida en la irrealidad que vivía. Sabía que tenía que comenzar a moverse, Inglaterra no era seguro para ellos y pronto descubrirían que Harry no se encontraba con algún muggle que no era su familia, tenía que pensar a qué país huir, dónde podrían estar seguros sin temor que al toparse con magos estos supieran de quiénes se trataban incluso cuando dijeran el apellido «Potter»...
-Aquí está, ama señora Potter -una bandeja volaba al costado de su elfo personal, el suspiro que abandonó sus pálidos labios no dejaba entrever muchas emociones, solamente un cansancio que se acrecentaba al pensar que ya no habían un par de masculinos brazos rodear su cintura como hacia tantos años se había acostumbrado.
-Gracias, Tinny, ahora ve a preparar leche a Harry... Harrison -se corrigió -, y... Contacta a Starkle en Goblin, es él quien ve las cuentas Potter. Pide una reunión lo más pronto posible aquí y que traiga los papeles necesarios para cualquier tipo de improvisto, a nombre de Dorea Potter, Tinny, y que nadie se entere.
Tras la inclinación de su elfo acomodó al bebé cuidadosamente en la cama, acomodó las mantas por ambos y atrajo la bandeja con su mano comiendo por inercia. Italia no era un mal país para comenzar su nueva vida, miró de reojo a Harry y en sus labios se formó una diminuta sonrisa.
-¿Tú qué opinas, Harry? ¿Italia suena bien para ti? -preguntaba casi como si esperara una respuesta, acarició la mejilla regordeta y sonrosada del menor antes de que este abriera perezosamente sus ojos, tratando de reconocer a su alrededor; Cuando se topó con su rostro agitó sus pequeñas piernas y brazos enérgicamente antes de comenzar a balbucear con una sonrisa -, supongo que eso es un sí.
Cogió a su nieto sintiendo que la soledad se iba con él. No, Italia no sonaba nada de mal.
______________________________________________________
15 de Agosto 1982; Dimora Potter.
Italia era un buen lugar, incluso si hubiese deseado quedarse en Milán o Nápoles. Inglaterra podría tener muchos tratados con el país Europeo, y tener mucha afluencia de británicos, pero el Periodismo o la Política estaban bien distanciados, a menos que se consideraran las noticias como «Ministro de Ley Mágica, Indrikus Venturutti, pone en marcha el protecto de Inscripción Mágica Lactante (IML) con el recurso de amparo a cuidado de niños mágicos con la fina…»
No, no tenía absolutamente nada que ver, pensó dejando de lado el periódico Nuova Penna. La risa de Harry la distrajo de su té cuando lo vio persiguiendo con cortos y torpes pasos al elfo quien estaba encargado de cuidarlo, aunque más parecía que el menor se encargaba de perseguirlo para que lo cuidara.
-No, joven amo maestro Harry, orejas de Puppy no son para tirar -chillaba el atormentado elfo.
-¡Puppy, gah, odejas gandes! -todo ruido se perdió cuando el menor tropezó con sus propios pies y cayó bocabajo. El elfo, asustado que el menor se haya hecho daño, corrió rápido para levantar al menor.
-No -regañó Dorea al elfo -, él se cayó solo, Puppy, déjalo que lo haga solo también. Debe aprender a levantarse por sí solo -Puppy se retorció en su lugar.
Los brazos de su nieto se movieron hasta que logró sentarse, y recién allí pudo ver el enorme sollozo que tenía el menor. Sus ojos verdes estaban llenos de lágrimas mientras que sus labios tenían un enorme puchero, pero aún así no lloró. Con toda la energía que aún tenía consigo se levantó y a pasos torpes se dirigía donde ella se encontraba, lento y adolorido ya que desde su posición podía ver la rojez y el raspón que se había ganado en sus brazos. Cuando por fin llegó hasta donde ella estaba sentada, estiró su pequeña mano tirando su falda para atraer su atención:
-L... Le-le, lele ‘buela -dijo con su corto y mal vocabulario estirando sus brazos antes de largarse a llorar con todo lo que daba.
-Ahora sí, Puppy, tráeme las pomadas y un vaso de jugo natural de arándanos -como desesperado el elfo desapareció y pronto ante sus ojos estaban las pomadas necesarias para sanar a Harry.
-Ya, ya, Harry. Eres un niño fuerte como papá y abuelo. Mira, Puppy trajo las cosas para curarte, ¿No quieres que te sane, cariño? -Harry seguía con su rostro enterrado en su cuello y sentía las lágrimas calientes mojar su ropa. Sonrió largo y sus manos acariciaron la espalda de su nieto, que hipaba para tragar su llanto, pero aún así sentía las lágrimas caer y caer sin fin.
-No lele-dijo tras minutos con ese tierno puchero que aún cargaba. Ella le sonrió y asintió procediendo a curar sus heridas y pronto estuvo como nuevo, solo que tenía los ojos hinchados por llorar, al igual que sus mejillas más rojas. Limpió su rostro con un pase de su varita acarició su indomable cabello Potter.
-Mira lo que te trajo Puppy mientras llorabas -el pequeño Harry miró su biberón lleno de jugo y lo cogió antes de que su abuela pudiese dárselo y se lo empinó sediento.
-¡¡Dico, más, Puppy, más!! -¡Ahh! Los niños, un momento estaban llorando como si se les fuera el alma, y segundos después no hacían otra cosa que reír con ímpetu.
Harry pronto pidió ser bajado aún con el biberón en su mano y corrió esta vez con más precaución correteando a Puppy quien ahora corría más lento y permitió que Harry le jalara las orejas y reírse de él antes de darle de su jugo.
-Puppy, bebe jugo, ¡Ninos gandes no llodan! -aclaró con la sabiduría de un niño de dos años. Dorea únicamente sonrió.
_________________________________________________
Harry era un niño feliz, por lo menos así lo vio ella cuando lo veía corretear el perro que había decidido comprar tras ir a Tolmezzo por a actualizar el ropero de ambos. En días como hoy -un frío 15 de Enero-, en donde el termómetro se encontraba bajo los 6 grados, Dorea pensó seriamente en no salir, pero Harrison era un niño bastante vivaz que gustaba recorrer el mundo con sus pequeños pies, ya llevaban dos meses sin salir producto del ciclo lluvioso y los Alpes Cárnicos, más específicamente la gran montaña de Coglians, se veía tan nacarada e inalcanzable.
-Abuela, abuela -la pequeña mano de Harry jaló su faldón, mientras aquellos labios cerezas le sonreían demostrando sus pequeños dientes.
-Sí, Harrison -el niño frunció el ceño, se notaba de lejos que no le gustaba su nombre real.
-Es Haddy -aclaró circunspecto. Ella solo pudo sonreír antes de inclinar la cabeza aceptando sus palabras -, Gumpy dice que... Que yo y Enos no podemos...
-Enos y yo, Harry -corrigió.
-Enos y yo -dijo pronunciando más su ceño - no podemos sali poque hay muchaaa nieve -en clara acusación al pobre de Gumpy, el elfo doméstico que se encargaba de cuidar al perro, ella asintió.
-No puedes llevar a Enos afuera, Harry, se puede enfermar, y tú no quieres que Enos se enferme y no pueda jugar contigo nunca más, ¿Cierto?
-Mhh... Buela -y ahí estaba, el puchero que era utilizado para sus caprichos.
-No, Harry, a Enos le hace mal estar afuera, quizás cuando haya menos nieve podemos ir al parque juntos, o esperar a la semana de la moda en Milán para poder llevarlo. ¿Te parece?
Harrison cada vez se parecía más a James, aún podía recordar a su hijo con dos años dando tumbos por toda la casa y rompiendo costosos jarrones familiares, era la felicidad de Charles ver a su hijo crecer, y aunque ella no podía tener otro como les hubiera gustado, tampoco se arrepentía de haber esperado el tiempo que ella creyó suficiente antes de comenzar a establecer su relación amorosa con Charls.
Harry se parecía a su padre, en su encantadora sonrisa y cabellos revueltos, pero tenía los ojos tan verdes y brillantes, con sus pómulos redondeados y nariz respingona como la mayoría de los niños a su edad. Sería un casanova cuando llegara a la edad adecuada, y también todo un merodeador.
_____________________________________________________
26 de Febrero 1985. Milán, Italia.
Sus zapatos resonaban por el piso de parqué, estaba en una de las fechas más importantes de la moda y debía decir que este año se podían encontrar unos diseños esplendorosos sobre todo para su pequeño nieto quien gustaba escalar árboles y hacer travesuras con Enos, quien ahora era un hermoso perro Dogo Alemán de pelaje negro, tan grande que Harry aún podía montarlo.
Era gracioso ver cómo su nieto “paseaba” al perro con aquella correa que era más para la seguridad de los transeúntes que para Harrison. Enos no era un vulgar perro muggle, sino que lo había buscado en un criadero mágico de distintas especies dejando a Harry escoger la mascota, y a pesar de contar con tan pocos años pasó de largo las lechuzas, el nido de crups, kneazles o cualquier ente mágico hasta llegar al perro que estaba más acurrucado en contra su madre.
-Me duelen los pies, ‘Buela -pese a los años, Harry nunca dejó de decirle Buela en vez de abuela, y suponía que aquello se debía a la necesidad de tener un familiar -alguien con quien ser sólo Harry- después de iniciar sus estudios básicos.
Harry tenía tres Profesores que lo atendían de lunes a viernes incluidas las salidas a terrenos. La señora Campbell se encargaba de enseñarle todo lo básico: Lengua, Aritmancia básica, Runas, Idiomas y Humanidades; Por otro lado, el señor Vissiani se encargaba de ramas como Pociones, Defensa y Artes Oscuras, Herbolaria, Encantamientos y Transformaciones. Había algunas disciplinas en las cuales solo podía entender teoría y hacer pequeños experimentos -como lo era Encantamientos, Transformaciones, Defensa y Artes-, pero eso no significaba que fuera sencillo.
Por otro lado, el joven señor Fellows -como ella gustaba decirle- se encargaba de su actividad deportiva, todo apto para alguien de su edad, pero era una educación de Sangre Pura, nadie sería más que un Potter, lo juraba por la memoria de su difunto esposo, hijo e hija en ley.
-Ya estamos por llegar al Hotel, Harrison, sólo aguanta un poco más. Mañana será el último día de la semana de la moda, nos iremos el jueves a primera hora.
-Pero dijiste que pudiéramos comprarle un abrigo a Enos.
-Se dice “podíamos”, Harrison, no “pudiéramos”, y sí le vamos a comprar después de cambiar todo tu guardarropa -sus labios estaban pintados de un suave carmín, y le sonrió a su nieto quien asintió solemne, pero aburrido. Reconocía que llevar a su nieto a la semana de la moda no era lo mejor, pero tampoco podía dejarlo solo en la Dimora o con una niñera, no confiaba en nadie, así que solo quedaba hacer agradable el viaje a su pequeño.
-Buela, tengo hambre -gimió con ojos brillantes y un saliente labio inferior.
Habían estado caminando por quince minutos, sabía que su nieto podía hacer mucho más que eso pero era el estrés de la semana el cual se había acumulado y o hacía estar más sensible y gruñón. Había visto a familias sangre pura de Gran Bretaña, pero la mayoría solo eran mujeres con sus respectivos hijos y ella había sido muy cautelosa al respecto, Harry realmente no parecía el heredero Potter, si bien ella cada vez que podía apreciarlo seguía sonriendo ante el cabello revuelto y ojos verdes, su nieto llevaba un ligero glamour, sus ojos eran aburridos azules que poseía la mayoría del mundo, mientras que su cabello tomó un castaño común y rizado. Lamentablemente el cabello de Harry se negaba a ser peinado -lo cual la satisfacía enormemente pero no dejaba de darle problemas-, así que lo único que el cabello parecía aceptar era estar rizado de tal manera que el mismo cabello se disparaba para todos lados.
Estaba distraída, no lo podía evitar teniendo a Harry a su costado haciendo cosas monas por doquier y aún así sonando como un pequeño príncipe que no exigía nada, sino que le daban ganas de dárselo.
Era un pequeño Slytherin sin pretenderlo, y la enorgullecía tanto.
Sin siquiera pensarlo, Dorea cogió la mano disponible de Harry -la otra aún sujetando a Enos- con el claro fin de jalar a su nieto hasta terminar sentados cerca de la pasarela.
Entre los suaves quejidos de Harry quien gustaba más de hacerle creer que estaba siendo sumiso sabiendo que solo lograba que le diera pena, chocó con una bruja quien estaba en sus mismas condiciones, solo que su hijo lo vociferaba.
-Pero mamá, ya no quiero más, me duelen los pies mami -un niño mimado.
-Lo siento, señora, pero mi hijo no...
-Narcissa Black... ¿O debería decir Malfoy? -las palabras salieron antes de que ella pudiera registrarlas, y si bien el temor se apoderó de ella al saber que dentro de toda la población mágica de Gran Bretaña ¡Se topó con su sobrina en segundo grado! Ahh, al parecer Merlín no quería que tuviera unos años de paz.
-¿Q-qué...?
-¿Mami?
Dorea bajo su vista viendo la miniatura de Lucius, con su mismo cabello y ojos de hace quinientas generaciones, pero aún así podía ver las facciones de su familia, mejillas más prominentes y una quijada más angulosa, como la de Narcissa.
Draco Malfoy, al parecer era el único heredero de los Malfoy, con el nombre de estrellas como lo requisaba en los contratos nupciales aunque suponía que el segundo nombre debiera ser Griego como toda la larga generación de rubios sangre pura. El chico dejo de llamar a su madre para traerla a la realidad, y no omitió el hecho de que había otro niño frente a él, Harrison había aprendido correctamente a quedarse atrás en estas situaciones y se entretenía acariciando a Enos quien tenía la lengua afuera y una posición claramente rígida.
Cissa, por otro lado, estaba más tensa que una cuerda y no dejaba de mirarla con sus ojos azulados y plata como si fuera un inferi.
-¿No dirás nada, entonces? ¿Debo suponer que Lucius no te permite hablar con nadie que él considere adecuado? -Potter era, pero no por ello dejaba de ser la distinguida y aguerrida Dorea nee Black.
-T-tía, que, que... -bufó disgustada por su falta de clase.
-Deja de balbucear como niña de dos años, Cissa, y compórtate como supuestamente eres -regañaba con gusto, debía admitir que esto le gustaba, y estaba segura que si Lucius estuviera presente estaría igual de anonadado que su mujer e incluso le costaría comportarse.
-Draco, saluda a tu tía -el pequeño rubio frunció el ceño al no reconocerla, pero de todas maneras se inclinó como todo pequeño sangre pura y con su voz notablemente infantil dijo:
-Hola, tía, espero que hayas tenido un eselente día -su lengua se trabó en la pronunciación de la equis, pero sin duda fue lo más adorable que haya oído, no podía negar que el niño era un encanto.
-Se dice “Excelente”, Draco, pero puedes cambiar las palabras que te complican con sinónimos hasta que las aprendas a decir correctamente -enseñaba con paciencia, después de todo siempre andaba corrigiendo a su Harry a quien a la curiosidad pudo más y estaba semiescondido en sus faldas mirando minuciosamente al pequeño ante ella.
-Harrison, este es Draco, tu primo en ley salúdalo como corresponde -su nieto se revolvió inquieto en su puesto y se mostró lentamente. Sus rizos parecían más llamativos que antes y no tenía ninguna duda que se debía a la magia revuelta que tenía el niño; Dorea nunca le había dejado jugar con otro niño mágico en aras de un posible desliz infantil.
Lo vio sujetar su túnica con fuerza arrugándola antes de alisarla con sus pequeñas manos y aclararse la garganta en un gesto imitado por ella, le sonrió tratando de darle valor cuando Harry la miró, y caminó hasta el rubio quien aún lo miraba intrigado y rígido. Harry se acercó hasta él como midiendo el espacio personal, y estiro su mano hasta tomar la contraria y besar la pequeña mano nívea como solo lo hacia con niñas y de inmediato supo lo que vendría.
-Buenas tardes, soy Harrison. Eres muy linda -no lo culpaba, Draco llevaba el cabello algo largo y era demasiado fino para ser de varón, la mayoría de los niños Malfoy se confundían hasta que llegaban a la edad de los nueve años cuando su voz se enronquecía un poco.
-Es niño, Harrison -corrigió de inmediato, aunque sin duda el daño ya estaba hecho. El pequeño rubio tenía un prominente rubor en sus mejillas y dejó su actitud de “aquí el que manda soy yo” para esconderse detrás de su madre.
-Es muy lindo para ser niño, Buela -declaró solemne. Acarició sus cabellos antes de dirigir una muy fría mirada a su sobrina quien seguía removiéndose inquieta ante la revelación.
-No importa. Tú podrás conocer mejor a Draco ya que Cissa y yo tenemos mucho de que hablar, ¿No? -su fina ceja se alzó.
-Claro, por supuesto. Yo...
-Sígueme.
Todo había sido demasiado rápido, pero Narcissa no se iría de Italia sin antes haberse asegurado de que ella y su hijo no dirían nada hasta que ella pensara lo contrario.
«
anterior -
siguiente »