(no subject)

Mar 15, 2005 23:03


Cuando éramos pequeños, en mi colegio, al llegar el cumpleaños de alguien éste llevaba caramelos y gominolas, una bolsa llena de dulces artificiales de esos que ahora parecen incomibles. Yo siempre intentaba que mi madre metiera muchas nubes y moras de gominola, y como mínimo una bolsita de matutano, porque era lo que mas éxito tenia entre la gente. El resto del contenido de la bolsa normalmente se intercambiaba, generalmente entre dos grupos diferenciados en aquellos a quienes les gustaba el regaliz o los que, como yo, no le veían el atractivo. Luego estaban los palotes, que se escondian al final de las bolsas, en ese cucurucho de plastico donde iban las bolitas rojas y negras que recubrían las moras de gominola. Eran lo que yo comía primero. También solía haber algun que otro sugus, otro articulo que sufría un notable intercambio (a mi me gustaban los morados), y una especie de bombones de baja calidad (que me imagino que serían en su mayor parte aceite de palma, debido a lo poco o nada cremosos que eran y a su textura plástica) envueltos en unos papeles de aluminio con dibujos que imitaban mariquitas de todos los colores y que acababan prensados y adheridos al cemento (que era aspero, como la lija, varias veces me despellejé las manos en él), y con el tiempo terminaban cuarteandose y podías disgregarlos en un un polvillo metalico a poco que rascases con tus uñas. Unas uñas que, por cierto, solían estar verdes de haber pasado gran parte del recreo arrancando las escamas de corteza de los plataneros de indias.
Previous post Next post
Up