Fandom: Twilight
Título: El Lado Oscuro de la Luna.
Capítulo: 5/?
Personajes: Edward, Seth, Emmett, Emmett, Carlisle, Alice, Rosalie y Jasper.
Pareja: Edward/Seth
Resumen: Edward Cullen abandonó Forks para salvar a Bella (principio de New Moon). Varios años después regresa con su familia al lugar donde nunca pensó que volvería. Seth Clearwater es un adolescente normal de La Push cuya vida cambia radicalmente el día que descubre en lo que se ha convertido.
N/A: A Sandra, por su insistencia sin la que no sé cuando habría salido esto.
5. You gotta be stronger than the story.
(Wait for something better
No one behind you
Watching your shadows
This feeling won't go.
This Is Your Life, The Killers.)
- Pero podría cambiar -asegura Quil.
Seth entiende lo que hace su amigo. Si él no estuviese tan nervioso pensando en que jamás ha peleado con nadie y mucho menos con unos vampiros, haría lo mismo. Repetir una y otra vez que la visión de Alice Cullen puede cambiar. Una vez Edward le explicó que el futuro de las personas cambiaba conforme lo hacían las decisiones que tomaban. Era su manera de decirle que el destino no estaba escrito en ninguna parte. Pero Seth creía que de igual modo, si alguien cambiaba de opinión en el último momento no dejaba de formar parte del destino girando en el último momento.
Sin embargo Edward también había dicho que no iba a cambiar. Alice lo ha visto y no creemos que vaya a cambiar. Va a haber una lucha, Seth.
- No deberíamos meternos en esto, seguro que no pasa nada si no vamos -farfulló Paul.
- Alice Cullen nos vio -defiende Seth.
- Dijiste que no podía vernos.
- Igual no nos vio, pero supo que estábamos -argumenta. Es un poco estúpido y sus hermanos de manada le miran como si fuese más tonto de lo que aparenta.
Leah tan solo ladea la cabeza y le observa entre la pestañas morenas y largas.
- Debemos ponernos en la peor situación, Quil -dice Sam.- No quiero que ninguna de vosotros cometa ninguna locura. ¿Entendido? -Todos asienten.
Lo cierto es que no entiende nada. La última vez que se sintió tan asustado fue cuando su padre murió y aquello parecía que había ocurrido hacía demasiado tiempo. Tanto que Seth creyó que había olvidado lo que se sentía. Pero está ahí con él desde entonces.
No sabe cómo va a luchar contra nadie, cómo alguien espera que no salga con todos los huesos rotos o vivo, si es que tiene suerte. En cambio, Leah parece dispuesta a luchar, morder y hacer más de una locura.
Seth siente el miedo temblarle en el pecho.
***
- ¿Quién es, Alice?
- Ya te he dicho que no lo sé.
- Lo único que importa es que vamos a ganar -interfiere Rosalie con frialdad.
Algunas veces no le cuesta olvidar que Rosalie es su hermana y que si no fuese porque luego lo recordaría, le arrancaría un brazo.
- Importa, Rosalie -dice Carlisle.
- Solo sé que uno de ellos morirá hoy.
Si Edward aún fuese humano tendría todas las reacciones físicas que un humano puede tener. Alice esquiva su mirada y cuando se adentra en su mente lo único que vislumbra son colmillos, sangre, pelaje y visiones demasiado oscuras como para saber nada con seguridad.
Emmett mira el reloj con impaciencia. Faltan diez minutos para que pasen por el camino. Están rodeados de árboles frondosos y demasiado alejados de la carretera como para que alguien se entere de que cuatro vampiros y un lobo morirán esta noche.
Se niega a recordar la última que se sintió así. Al borde de la pelea.
Si les dejan pasar el futuro que ha visto Alice es más desalentador. Las muertes de hace unos meses que el Jefe Swan y el resto de la policía de Forks que no pudieron resolver se repetirían, de un modo más macabro y numeroso. Los Volturi no tardarían en conocer las noticias que llegarían sobre muertes extrañas y en poco tiempo a los Cullen no les recordaría nadie. El precio que tienen que pagar para que su familia esté a salvo y todas esas personas sin rostro de Forks, es un lobo.
Oye las órdenes de Sam. Calcula que estarán a unos treinta metros. Los lobos forman un perímetro a su alrededor. Esperarán hasta que los vampiros lleguen para atacar por sorpresa. No les ha dado tiempo a idear ningún plan y tiene el presentimiento de que puede que no solo los lobos pierdan hoy. Carlisle también lo sabe, pero ninguno de los dos lo dice.
Hace media hora estaba cagado de miedo, dice Seth. Está a sus espaldas. Pero ahora no sé lo que me pasa. Es como si hubiese nacido para esto.
Le gustaría decirle que se calle.
Les vamos a patear el culo a ese montón de mierda, continúa. Hoy estoy en racha.
Cállate, Seth, ordena Sam.
Si sigues ahí, Edward, habla otra vez, vigila un poco a Leah, ¿vale? Tenía esa mirada rara en los ojos…
¡Cállate, Seth! Grita su hermana.
Seth obedece por fin y Edward siente lo más parecido a las náuseas. Es como si la ponzoña se revolviese en su interior. No sabe si quiera si va a poder vigilar al propio Seth. Y tampoco había pensado en Leah.
Solo sé que uno de ellos morirá hoy, piensa antes de percibir el olor dulzón y fuerte.
***
Ahí están, dice Sam.
Lo siguiente que oye son los gruñidos guturales de los Cullen cuando los vampiros llegan.
- Buenas noches -dice Carlisle Cullen con voz fría pero no exenta de amabilidad.
A Seth le perturba que alguien comience así una pelea. Uno de los forasteros dice algo entre dientes demasiado rápido para entenderlo.
- No os estamos echando -continúa Carlisle.
- Lo parece -contesta otro vampiro con la misma frialdad y amabilidad que Carlisle antes.
En una milésima de segundo se oye un ruido ensordecedor, como si dos muros inmensos de granito chocasen y quebrasen. Sam no lo dice, pero Seth sabe que esa es la señal. Corre hacia el pequeño camino, entre la oscuridad y la luz de la luna que apenas se filtra entre los árboles y las ramas que se rompen contra su cuerpo.
Edward, Jasper y Alice se enfrentan a dos de los vampiros, Rosalie y Emmett a uno de ellos y Esme y Carlisle giran alrededor del que parece le jefe de todos ellos. Cuando se percatan de la presencia de los lobos empiezan a gruñir. Leah, Embry y Quil aúllan en respuesta. Uno de los vampiros con los que luchan Edward y sus hermanos huye hacia el sur y Seth le persigue.
***
El maldito Seth sale corriendo detrás de ese vampiro y Edward no puede creer que sea tan estúpido. Sabe que lo es, pero nunca creyó que tanto. De todos, es posible que ese sea el vampiro más peligroso de todos. Ha tenido la inteligencia y agilidad suficiente para saber que debía salir de allí corriendo si quería salir vivo. O al menos intentarlo. No sabe si Alice contaba con eso cuando lo vio pasar.
Alice sujeta a unos de los vampiros por la espalda. Forcejea, pero es más débil que su hermana y Jasper le coge de un brazo y lo arranco con un golpe seco. El vampiro emite un sonido horrible que acalla los demás gritos durante un tiempo en el que lo único que Edward oye en su mente es la voz de Seth. Vigila un poco a Leah.
¿Quién te vigila a ti?, se pregunta. Alice parece leer su mente durante un momento porque le grita:
- ¡Ayúdalo, Edward!
O puede que simplemente haya visto que a Seth Clearwater le ocurre algo horrible mientras él está maldiciéndole por ser tan sumamente impulsivo y desobedecer las órdenes de su alfa.
Edward intenta ignorar el pánico y rastrea el olor de Seth. Nunca ha agradecido más ese picor en la nariz. No sabe cuántos kilómetros ha corrido exactamente cuando por fin los alcanza. La Luna en lo alto alumbra sus figuras y a unos metros de ellos lo que Edward cree que es una mano. El vampiro, alto, delgado y fibroso gime y gruñe a la vez contra Seth. El lobo le enseña los dientes afilados, con las garras clavadas en el suelo húmedo. El vampiro se acerca y Seth está decidido a no retroceder.
Lo sabe.
Llegas justo a tiempo, dice, con una jovialidad que le pone los pelos de punta.
- Eres un idiota.
El vampiro le oye y gira la cabeza una fracción de segundo en la que Seth aprovecha para abalanzarse sobre él. Agarra uno de los brazos con la boca y forcejea hasta que los dientes se hunden en la carne de granito del vampiro y lo arranca. Edward ve como lo lanza a unos cuantos metros.
Le sujeta contra el suelo pero tal y como había previsto Edward, el vampiro ni es tonto ni un debilucho. Se mueve con agilidad y consigue zafarse de Seth empujándole contra uno de los árboles. El lomo del lobo rompe el tronco al chocar. Edward consigue aplacar al vampiro y presiona con las rodillas la espalda para retenerlo. Con una mano aprieta la cabeza contra el barro y con la otra le sostiene el brazo derecho, que es el único que le queda. Seth gira a su alrededor.
No sé qué arrancarle primero.
- No tenemos toda la noche.
El vampiro se retuerce bajo su peso. Seth observa un momento la cabeza del vampiro. Lo dejaré para el final.
-Hazlo ya.
Edward observa como Seth le arranca las piernas. Trata de verlo como el lobo, no como su amigo Seth, con el pelo revuelto y la actitud inocente. Termina con las extremidades del vampiro, que no deja de gritar, quejarse y moverse como loco. Seth le muerde en el cuello pero Edward le para.
- ¿Te importa?
Seth mueve el cabeza, inquieto y se aparta. El próximo vampiro que intente matarnos será mío. Edward asiente. Coge la cabeza del vampiro entre las manos y con un giro rápido la separa del tronco.
En dos minutos recogen todos los pedazos y forman un montón. Edward busca la caja de cerillas que guardó consigo antes de salir corriendo de casa. La enciende y la deja caer sobre los restos deformes que antes fueron brazos, manos, piernas, un algo. Seth empuja con el hocico pequeños montones de hierba seca y ramas que no están demasiado húmedas. Cuando la carne empieza a arder, los dos se apartan. Está seguro de que al lobo le cuesta respirar con ese olor a podrido. Resulta irónico que a la hora de morir de verdad, huelan mal hasta para ellos mismos.
Le oye aullar. Pero al girarse hacia su amigo, se da cuenta de que el que aúlla no es Seth.
***
Seth no sabe lo que se mueve en su interior. No sabe si es el hijo, el hermano o el amigo. Es su conciencia y no la del lobo la que se apoderan de su cuerpo. Pero aún es el lobo, y lo siente en los ojos, las pezuñas y la piel. El alma se le revuelve entre músculos que no reconoce.
- Ahora no, Seth. Ahora no -le dice una voz.
Sin embargo, no puede evitarlo. Es como si todo lo que es rechazase una mitad de sí mismo. Seth se parte en dos y aún así no duele.
- Maldita sea, Seth -Edward Cullen le sujeta por los brazos y le zarandea un poco.
Seth mueve los brazos intentando zafarse. Los pies tropiezan, como si no supiese caminar y se deja caer de rodillas. El suelo parece temblar cuando Edward le sigue.
- Déjame -consigue decir.
- Mírame, Seth.
- ¡Que me dejes!
Nota el viento frío contra la piel desnuda. Se supone que el pelo debería protegerlo. Abre y cierra los ojos. No consigue ver nada. Edward le mueve esta vez con más violencia y Seth siente que se va a desmayar si no deja de marearle.
-¡Suéltame! -grita, al mismo tiempo que se oye otro aullido lastimero. Se va a volver loco.- ¡Joder! ¡Suéltame de una puta vez!
- Tranquilízate, Seth.
No sabe si es la naturaleza la que se lo dicta, si es que de pronto lo siente porque siempre debió ser así, pero odia a Edward Cullen. Él es un vampiro y él un lobo y debería dejarle ir cuando se lo pide y no mantenerle allí. Sobre todo cuando alguien está herido y su cabeza se llena de un solo pensamiento. Leah. No la oye.
Nota los dedos helados sobre los hombros y se retuerce. No le va a soltar y no deja de decirle que se tranquilice. Se dobla hacia su derecha, todo lo que le permite la fuerza que emplea Edward en sostenerle y aprieta la mandíbula contra la muñeca.
Edward aparta con rapidez el brazo pero le sujeta aún con el izquierdo.
- ¿Te has vuelto loco?
- No la oigo -se da cuenta de que está sollozando.
- No puedes oír a ninguno, Seth. Te has transformado -explica con exasperación.- Es lo que intento decirte pero no me haces caso.
Entonces se mira. Está completamente desnudo, manchado de barro y encogido.
***
Tan pronto como Seth vuelve convertirse en un lobo, los dos salen corriendo hacia el origen de los aullidos. No ha oído un sonido tan lastimero y doloroso en toda su existencia. Seth responde a los aullidos. Se pregunta si los lobos lloran así. De lo único que está seguro es que él tampoco la oye. No se lo ha querido decir antes, pero es como si Leah hubiese desaparecido. Se concentra en su voz a pesar de ser tan nueva para él. Nada.
Giran hacia la izquierda y las voces se hacen más potentes en su cabeza. Aún así son murmullos que suenan al mismo tiempo.
Antes de llegar al camino, ve a Alice.
Emmett, Jasper y Rosalie se han ido. Están quemándolos. Carlisle ha hecho todo lo que ha podido pero no creo que vaya a servir de nada. Edward se para y Seth sigue corriendo. Los dos le observan alejarse.
-Su hermana está bien -dice.- O al menos viva.
La visión que le espera al llegar al camino se podría definir como grotesca. Algunos de los chicos de la manada siguen en su forma de lobo. Uno de ellos, cree que es Quil, de espaldas, está agachado y se apoya contra un árbol. A penas hace ruido al vomitar y Edward lo agradece. Leah, sin embargo, está sentada al borde del camino. Tiene las rodillas flexionadas y los pies llenos de barro y musgo. Esme a su lado parece consolarla y le ha prestado su abrigo. Debajo de él está desnuda como cualquier de los lobos bajo la piel. No hay nada en la mente de Leah Clearwater. Al menos está viva.
Seth está arrodillado frente al cadáver desnudo de Sam Uley. Carlisle intenta ponerle una fina chaqueta de lana por encima al chico.
Si me acerco más no voy a poder controlarme, piensa Alice.
Edward asiente con la cabeza y camina solo hacia ellos. Las heridas del alfa son mucho más graves de lo que habría querido imaginar. Carlisle no habría podido hacer nada, está seguro. Tiene un tajo en el torso. Desde el centro del vientre hasta el pecho derecho. Puede ver las entrañas asomar a través de la herida. Y le han roto el cuello. Espera que la herida se la hayan hecho después.
Seth estira los brazos y tapa la herida con las dos manos.
- No está muerto -murmura.- Cóselo.
- No hay nada que podamos hacer -dice Edward.
- Convertirlo.
- No podemos, Seth. Y aunque fuese posible, no lo haría -contesta Carlisle.
- No está muerto. Hazlo -insiste.
- Vamos, Seth.
Edward le coge por los hombros e intenta tirar de él hacia arriba. El chico se retuerce y se gira bruscamente.
- No deberíamos haber venido. No le debería haber advertido nunca.
- Seth…
- ¡No!
Edward y todos los demás observan como Seth huye de allí, sin ni siquiera cambiar de forma. Carlisle para a Edward poniéndole una mano en el pecho para que no le siga.
- Ahora tenemos que encargarnos de Sam, Leah y los demás. Seth volverá.
Sabe que hay gente que los necesita ahora, pero lo cierto es que a él solo le importa asegurarse de que Seth no va a hacer ninguna locura.
Y que no le odia.
***
Esta vez Carlisle le deja marchar. No puede soportar ni un minuto más en esa casa. La prometida de Sam Uley se ha desmayado cuando le han dicho lo que ha ocurrido. No le han dejado ver el cadáver. Cree que si él estuviese en su situación necesitaría verlo y no creería lo que le dicen todos. Pero se ha desmayado y cuando ha despertado le ha entrado un ataque de nervios y Carlisle ha tenido que sedarla. El resto de la manada está fuera de la casa y cuando se va no corre, porque no ha hecho nada, aunque sienta que debería correr o dejar que le matasen. Siente las miradas de algunos de ellos sobre su nuca.
Sigue sin oír a Leah Clearwater. Le gustaría cruzar la calle, tocar en su puerta y gritarla para que piense en algo, cualquier cosa.
Mientras tanto, Seth sigue sin aparecer.
Conduce como si llevase los ojos cerrados. Por suerte conoce la carretera demasiado bien y cuenta con el hecho de que es imposible que un accidente de coche acabe con él.
Alice le espera, otra vez, en el garaje.
- Está aquí -anuncia.
Frunce el ceño.
- Está arriba, limpiándose. Está lleno de sangre por todos lados. Jasper y Emmett han tenido que llevarse a Rosalie. Quería matarlo. Yo he estado aquí esperando a que se vaya el olor.
Hace mucho que Edward y Alice no se abrazan. Y hace mucho que Edward no se siente tan aliviado. Casi no reconoce el sentimiento.
***
Se frota las manos con una toalla de la cual ya ni puede adivinar el color. Está teñida de sangre y tierra. La dobla con extremo cuidado y se la guarda en la parte de atrás del pantalón. No quiere dejarla ahí. Olor a sangre en casa de un montón de vampiros no es una buena idea. No quiere darle más motivos a Rosalie para intentar matarle. Se mira en el espejo. Tiene la sensación de ser otra persona, de haber crecido palmos en los últimos meses y de repente haber encogido. Siente que es un niño pequeño rodeado de monstruos que han salido del armario y de debajo de la cama al mismo tiempo. Se frota los ojos y los cierra durante unos segundos. Al abrirlos le ve reflejado en el espejo.
Tiene esa expresión en la cara. Seth se pregunta si da tanta pena como para que le mire así.
- No me das pena.
- Joder, Edward. No hagas eso ahora -se queja enfurecido.
- Lo siento.
Se apoya en la pared y se deja caer contra el suelo. Los pies descalzos y sucios. Hay huellas en las baldosas y no quiere ni pensar en las que habrá dejado por toda la casa.
- No es molestia. ¿Verdad? -pregunta con ironía.
- ¿Qué? -cuestiona Edward.
Seth aprieta los labios y le mira casi desafiante.
- No te estaba escuchando -dice por fin.
Edward cierra la puerta del baño y se sienta a su lado. Hace once horas estaba sentado en el piso de abajo. Tenía puestas sus zapatillas y Emmett no dejaba de persuadirle para que echasen un pulso. Luego llegó Alice y su vida volvió a dar uno de esos giros de ciento ochenta grados que parecen ser una constante últimamente.
Sam está muerto y ellos están solos. Debería estar rellenando solicitudes para todas esas universidades en las que podría estudiar con total normalidad. Debería vivir en un mundo menos real.
Rodea las piernas con los brazos y deja caer la cabeza. La frente contra las rodillas y la barbilla en el pecho. Se pregunta si será el último o el siguiente. Si nunca acabará o debería dejar de luchar porque no importa lo mucho que lo intente. Siempre perderá. Aprieta los ojos con fuerza. Le escuece detrás, justo dónde no deja de verlo todo una y otra vez. Dónde sabe que no ha hecho suficiente.
Se frota la cara contra el antebrazo. No sabe en qué momento ha ocurrido, si no se ha dado cuenta o simplemente está pasando en ese preciso segundo. Pero lo nota. El frío alrededor de los hombros y el peso ligero de algo duro que le atrapa. Y le da igual si coge una pulmonía y se muere.
Le da igual si alguien le ve llorar en el regazo de Edward Cullen mientras le coge con cuidado y le acaricia la espalda porque se siente tremendamente pequeño.
***
Seth se queda dormido en sus brazos. Cuando por fin está seguro de que no despertará lo lleva hasta la habitación y lo tiende con cuidado en el largo diván. Busca una manta en el armario. La sacude un poco y se la pone por encima.
Se sienta en el suelo. Observa el pecho de Seth subir y bajar pausadamente. Debería haber cerrado la puerta el primer día que apareció. Y el resto. Debería haber confiado un poco más en que el chico acabaría cansándose y no volvería.
- Si se lo dices se alejará -dice Alice asomándose por la puerta.
Se pregunta si Alice le querrá.